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[Historia] Pokémon Wonderful Mysteries

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Caeles

Midnight Melody
Pokémon:


¡Bienvenidos! Quería publicar alguno de mis escritos y el elegido ha sido este, un fanfic de pokémon que comencé a escribir en otro foro y que tenía abandonado desde hace ya un buen tiempo. La verdad es que esta es una idea que me gusta bastante y me daba pena dejarla sin final, así que he pensado que este era un buen lugar para obligarme a continuarla. ¿De qué va? Os dejaré una sola frase del prólogo para abrir el apetito.

Código:
Dicen que el mundo está plagado de misterios.

- Título: Pokémon: Wonderful Mysteries
- Autor: Caeles.
- Temática: Pokémon.
- Género: Misterio / Aventura / Ciencia ficción / Fantasía / Otros.
- Persona Narrativa: Tercera.
- Clasificación: +14

Índice:


-Prólogo: Esos maravillosos enigmas.
-Capítulo 1: Lo Prometo.
-Capítulo 2: Destinos Distantes, Sueños Cercanos // DExM
-Capítulo 3: Los Juegos de la Medianoche
-Capítulo 4: Nocturno; Obertura
[...]

¡Espero que os guste y gracias por leer! :3



Prólogo:

Esos maravillosos enigmas.



Dicen que el mundo está plagado de misterios.

—¡No, no, no! ¡Se equivoca, se equivoca por completo! ¡Yo no lo maté!
—Demasiado tarde para poner excusas, ¿no cree? Cerbero, amigo mío, lanzallamas.

Yo, personalmente, estoy de acuerdo con eso.

—¡Detén a tu Houndour! ¡No fui yo!

El pequeño cachorro negro inspiró profundamente y el aire se calentó a su alrededor. Unas llamas aparecieron en torno a su boca mientras alzaba la cabeza hacia el cielo.

—¡¡Yo no lo hice, maldito lunático!! ¡¡Para, por favor!! ¡¡No!!

Aunque existen misterios mucho más… interesantes que otros. Como por ejemplo, los asesinatos. Quién, cómo, por qué. Son incógnitas que se nos plantean diariamente a la gente como nosotros. Y, tristemente, debo reconocer que no siempre damos la mejor respuesta. A veces fallamos...

—¡¡No!!

El perro azabache abrió su boca, expulsando la tempestad de llamas sobre aquel hombre.

—¡Mierda!

…pero yo…

—¡Linoone, adelante, usa surf!

Sonrió, de la manera en la que solamente puede hacerlo un depredador que acaba de cazar a su presa.

Sí, lo admito, a veces fallamos en nuestras deducciones, a veces la realidad se escapa de nuestras manos y suponemos cosas que nunca sucedieron. Pero yo no soy así. Yo nunca fallo.

Hubo un resplandor rojo, y, casi al instante, una gigantesca ola convocada a la velocidad de la luz apagó las crueles llamas del juicio que se abalanzaban sobre aquella triste figura.

—Señor Sebastian Alecs, sabía que su Linoone podía utilizar surf desde el principio. Surf es un ataque de tipo agua que crea una ola gigante sobre el objetivo en batalla para acabar con él… o para crear las circunstancias ideales para un asesinato, ¿no cree?

Sebastian tragó saliva. Su cuerpo empezó a temblar y sus pupilas se contrajeron hasta convertirse en dos diminutos puntos negros.

—Aprovechó que la víctima estaba en la piscina para hacer que su Linoone utilizase surf y la empujase hacia el fondo de la misma hasta que muriera ahogada. Por eso hay marcas de mojado en todos los alrededores. Usted poseía en esos momentos el único pokémon que conocía ese movimiento, y no tiene una coartada válida para el momento del crimen. Usted es el asesino. Estoy seguro que con una búsqueda más exhaustiva, encontraremos más pruebas que corroboren que usted desapareció a la hora del crimen, y que no pudo estar en ningún otro lugar mas que aquí.

El hombre bajó la cabeza y echó a llorar, desconsolado. El sonido de unas esposas interrumpió el solemne silencio, solamente ahogado por las lágrimas de aquel que había arrebatado una vida.


Dicen que el mundo está plagado de misterios. Yo, personalmente, estoy de acuerdo con eso. Aunque existen misterios mucho más interesantes que otros. Como por ejemplo, los asesinatos. Por qué matamos los humanos, por qué jugamos a ser alguna especie de dios, decidiendo quién muere y quién no. Creo que esas son las únicas preguntas a las que no me veo capaz de responder.

Dicen que existen maravillosos enigmas por el mundo que nadie ha sido capaz de descifrar, secretos que nadie ha podido descubrir, incógnitas que nadie ha sido capaz de hallar.

—¡Bien hecho, Black! ¡Otro caso cerrado más que se añade a tu historial! —dijo una voz familiar a sus espaldas.

Un hombre cuarentón, con algo de barba y un cigarrillo en la boca avanzaba a hacia él a grandes zancadas, sonriendo felizmente.

—Vamos, inspector, no me adule tanto. ¿Qué quiere? Le conozco desde hace demasiado tiempo, usted no hace cumplidos a no ser que busque algo.
—¿Eh? ¡Jajaja, veo que no puedo utilizar esa clase de trucos contigo! Bien, como diría mi dermatólogo, ¡vayamos al grano!
—En serio, tiene que dejar de hacer esos chistes tan malos.
—Yo que pensaba que eran graciosos… —dijo haciendo una mueca divertida de tristeza— en fin, el caso es que se va a celebrar un juego de deducciones en cierto barco. Y nuestros contactos dicen que ellos podrían estar entre los invitados. Pensé que te gustaría saberlo.

Black se quedó en silencio por unos instantes y miró a su pokémon. El pequeño Cerbero se rascaba la cabeza con una de sus patas delanteras, ajeno a toda la conversación.

—Inspector… ¿le importa que me tome unos días libres?
—Por supuesto que no, yo arreglaré los papeles —aseguró sonriendo irónicamente— ¿A dónde te marchas, si puede saberse?
—No lo sé. ¿Cree que unos días de crucero son una buena idea?
—Sólo espero que no te metas en demasiados líos, Black. Disfruta de tus días en la mar.

El inspector siguió su camino y escoltó al detenido hasta el coche patrulla, mientras el pokémon siniestro miraba a su amo, interrogante.

—Lo siento, inspector, pero creo que no voy a tener demasiado tiempo para disfrutar. Vámonos, Cerbero.

Dicen que el mundo está plagado de misterios. Si queréis saber mi humilde opinión, creo que no existe un solo enigma en el mundo al que el ser humano no sea capaz de responder.
 
Última edición:

Caeles

Midnight Melody
Este es el capítulo 1. ¿Qué? ¿Que dónde está el título y el número? ¿Qué es eso? ¿Se come? ¡Disfrutad de la lectura! :D



Un sonido ensordecedor cubrió de repente la habitación. La joven chica abrió los ojos, lentamente. Sus ojeras evidenciaban una noche de no pegar ojo y nerviosismo por el día de hoy. Sentía el cansancio en cada parte de su cuerpo.

Miró a su fiel compañera, tumbada encima de ella y de sus sábanas, que comenzaba a desperezarse. Alzó la cabeza, mostrando sus redondos ojos negros. Su alargado cuerpo se estiró y alzó la cola adornada con círculos hasta la altura del abdomen, donde el color beige que poseía perdía la alternancia que había tenido con los adornos de su cuerpo para predominar en toda su piel, exceptuando la parte delantera de su cabeza, las puntiagudas orejas y su espalda, de color marrón.

—Ah… buenos días, Algodón —le dijo cariñosamente a la pequeña Furret.
—Fiu…fu… —contestó el pokémon, frotándose los ojos con sus patitas.

Algodón alzó su cabeza en dirección al despertador. La chica tanteó en su mesilla para intentar apagarlo, pero cuando se percató de que no lo alcanzaba recordó que, aquella noche, lo había puesto encima de la mesa que tenía justo debajo de la ventana… en el otro extremo de la habitación. La Furret se acercó a ella y frotó su mejilla con la de la chica. Ella le correspondió con una risita y otra caricia.

—Fiurre…

La joven, sin despegarse un milímetro de su cama, señaló con el dedo a su despertador, que seguía sonando incansablemente.

—Algodón.
—¿Fiu? —dijo el pokémon.
Hiperrayo.


Capítulo 1:

Lo Prometo.



La madre de Alicia subió calmadamente las escaleras del unifamiliar al escuchar el ruido del despertador estallando en miles de pedazos, y no se sorprendió en absoluto cuando vio que el viejo reloj estaba completamente reventado, al igual que una pequeña parte de la pared. Suerte que la noche pasada había previsto esta situación y se había levantado temprano para abrir la ventana con el objetivo de que el ataque del Furret de su hija no atravesara el cristal y saliera despedido al infinito cielo azul.

—¡Alicia, es hora de levantarse! —dijo animadamente— Pensaba que habías dicho que ponías ahí el despertador para tener que salir de la cama y no quedarte dormida otra vez al apagarlo.
—Pero es que hace frío…
—¿Y te extrañas? Aunque estemos en verano, sigue refrescando por la mañana. Es lo mínimo que puede pasar si me haces madrugar para abrir las ventanas de tu cuarto con el objetivo de que no me vueles los cristales. Ya sabes que en este pueblo el clima siempre es así. Quítate esa manía de matar a los pobres despertadores a hiperrayos. Lo único que me da pena es que Algodón tenga que soportar tenerlas abiertas también. Ains… no sé cómo no nos arruinamos en despertadores y reparaciones.

La madre acarició la cabeza del pokémon y este le respondió con una sonrisa.

—¡Vamos, levántate, vístete y baja a desayunar! ¿No querrás salir tarde, no? Al fin de cuentas, hoy empiezas tu viaje.
—Ya voy, ya voy… ¡Pero hazme el favor y cierra las ventanas! Y baja un poco las cortinas, que hay mucha luz.
—Está bien, pero baja pronto, ¿vale, Alicia?
—Sí…

La madre salió del cuarto y Alicia se estiró dentro de las sábanas. Cogió a Algodón debajo del brazo y comenzó a acariciar su pelaje. El pokémon se acurrucó en su pecho y respondió al gesto frotando su hocico contra el rostro de la joven.

—A partir de hoy comienza nuestro periplo, Algodón. No volveremos por aquí en un tiempo… —dijo melancólica—. Estoy segura de que nos esperan miles de aventuras ahí fuera. Viajaré por cada rincón de la región de Cedán, conseguiré todas las medallas de gimnasio y ganaré la liga pokémon. Y de paso le demostraré a ese tipo que podemos valernos por nosotras solas.
—Fiurre…

***​

Alicia, una vez vestida, se puso su C-Gear en la muñeca, el último gadget útil para entrenadores (después de todo, no entendía qué tenía de especial el Trainer Search System), echó la mochila que había preparado la noche pasada a la espalda, se ajustó el cinturón donde guardaba sus pokéballs y arrojó el videomisor al interior del bolsillo de sus pantalones después de comprobar que estaba encendido. Corrió al cajón de su mesilla y extrajo de él unos cascos de color blanco con las almohadillas de las orejas azul brillante para escuchar música. Se los puso alrededor del cuello y metió el cable por debajo de su camiseta hasta hacerlo llegar al bolsillo.

Finalmente, dejó que Algodón se subiese a su hombro extendiendo el brazo y bajó corriendo las escaleras del piso para llegar a la cocina.

—¡Mamá, ya estoy!
—¡Buenos días, Alicia! ¿Eh? ¿Qué le ha pasado a tu melena? Normalmente la llevas suelta.
—Oh, ¿esto?

Alicia se tocó el pelo, apartándose un mechón de la oreja, que volvió a caer a su lugar original tan pronto como lo soltó.

—No sé. Me ha dado por llevarla así, me lo he hecho sin pensar.

Su pelo era de un marrón claro, y usualmente lo solía llevar suelto hasta una altura de poco más del cuello, pero hoy se había hecho una coleta, dejándola colgada al aire. Había apartado una parte del pelo de la frente sujetándola con una horquilla azul, a juego con sus brillantes ojos, mientras que otra pequeña parte colgaba en un mechón que le caía en un lateral.

—Te queda bien —dijo su madre—. Te he hecho el desayuno. Cómetelo deprisa, tienes que llegar al siguiente pueblo antes del mediodía si quieres tomar bien el tren para llegar a la ciudad.
—¡Sí!

Con una rapidez apabullante, la chica se terminó su plato de cereales y fue hasta la puerta. Miró a su madre, situada detrás de ella con una expresión extraña.

—Alicia…

La madre le tendió un sobre de papel alargado. La hija lo observó y dirigió su mirada a los ojos de su madre.

—¿Qué…?
—Cien mil pokes. Te los ha enviado tu padre para que comiences tu viaje.

Alicia cerró el puño con rabia y miró hacia el suelo. La Furret, consciente de la situación, desvió sus ojos hacia otro lado y bajó de su hombro, caminando hacia la puerta. Se levantó sobre sus patas traseras y observó a su entrenadora. Ya sabía la respuesta que le iba a dar.

La chica se dio la vuelta y abrió la puerta de la casa. El sol de la mañana penetró en el recibidor.

—No pienso aceptar nada que provenga de él. Dile que no me hace falta nada de lo que esté dispuesto a darme. Y dile también que no se duerma en los laureles. No me gustaría que fuera demasiado fácil derrotarlo.

La joven suspiró y miró a su madre, sonriente.

—Lo siento. Cuídate, mamá. Te llamaré cuando llegue a Pueblo Scherzo. ¡Adiós!
—Disfruta de tu viaje, Alicia. ¡Y no te acuestes demasiado tarde!
—¡Lo sé, lo sé! ¡Hasta luego!

Dio un paso fuera del umbral y se sorprendió al ver el resplandeciente cielo azul. Algodón se volvió a subir a ella y frotó su mejilla contra la de Alicia.

—Ha llegado la hora de partir, Algodón. ¡Vamos a comenzar nuestra aventura!


[align=right][PUEBLO MUSETTE]
"El Pueblo de las Promesas"[/align]


Pueblo Musette había sido su hogar desde que tenía memoria. Sin embargo, más que tristeza, el tener que abandonarlo le producía cierta excitación. Había ido a la ciudad varias veces y se había marchado con sus amigos a los pueblos cercanos en numerosas ocasiones, pero siempre lamentaba el tener que volver a aquel rincón perdido en medio de la nada. Por eso, aunque había ciertas cosas que estaba segura que iba a echar de menos, esta era su decisión. Aquel pequeño pueblo no estaba hecho para ella.

Conforme fue avanzando por las calles, los vecinos la saludaban y despedían con la mano. Atravesó la plaza central y vio el cartel que anunciaba la salida de aquel municipio a lo lejos. Se detuvo por un segundo, suspiró y se dispuso a dar un paso hacia delante, pero antes de que pudiese hacerlo, una voz le detuvo a sus espaldas.

—¡Alicia! ¡Espera, Alicia!

Se giró y sonrió para sí misma.

—Hola, Dante.

El chico se llevó las manos a las rodillas y comenzó a exhalar aliento, agotado por la carrera que había tenido que hacer para alcanzarla. Se notaba a la vista que apenas había podido peinarse su corto cabello marrón y que se había puesto lo primero que había cogido del armario. El chico se incorporó de nuevo y se ajustó las gafas de finos cristales que llevaba, nervioso.

—¿Por qué te marchas sin despedirte? Eso no está bien.
—Lo siento. Pensaba que seguirías durmiendo y no quería despertarte —contestó divertida.
—¿Desde cuándo te importa no despertar a los demás? ¿Te tengo que recordar todas las semanas que llevamos de verano?

Él también sonrió y se llevó la mano al bolsillo, extrayendo de él una esfera blanca y roja. Una pokéball.

—¿Quieres un último combate antes de irte? Esta vez te ganaré sin lugar a dudas.
—Vaya, ¡estaba pensando exactamente lo mismo! ¡Adelante, Algodón!
—¡Fiurre!

La Furret saltó a la acera y se puso a cuatro patas, lista para el combate.

—¡A por ella, Mareep!

Dante lanzó la pokéball por los aires y de ella surgió un resplandor rojizo, que tomó forma hasta materializarse en un Mareep. Pero era distinto a los demás. Al igual que el resto de Mareeps comunes, su cuerpo terminaba en una cola con franjas amarillas y negras, similar a sus pequeños cuernos, acabada en una esfera amarilla. Sin embargo, a diferencia de sus congéneres de la misma especie, tenía la lana de un dulce color rosa que la hacía parecer más un algodón de azúcar que pokémon, idea únicamente desechada por lo azulado de su cabeza y extremidades.

—Ah… me encanta ese Mareep. Es tan mono… ¿seguro que no es comestible? —dijo bromeando la chica— lástima que tenga que hacerle un poco de daño.
—No creas. Esta vez no vas a poder conmigo, Alicia.
—¿No? Vamos a comprobarlo. ¡Algodón, ataque rápido!
—¡Mareep, esquívalo y placaje!

La Furret avanzó hacia su rival y aumentó su velocidad progresivamente, convirtiéndose en una estela blanquecina. Sin embargo, Dante y su pokémon ya habían previsto este movimiento de todas las veces que habían luchado entre sí, y se echó a un lado justo cuando estaba a punto de alcanzarlo. Algodón se detuvo y el Mareep aprovechó ese instante para arremeter furiosamente contra ella, lanzándola por los aires.

—¡Ataque rápido, Algodón!

El pokémon de la chica viró sobre sí mismo para caer a cuatro patas y repitió el movimiento. Esta vez, el Mareep estaba demasiado cerca y no tuvo oportunidad de esquivarlo. Cayó derribado al suelo y trató de levantarse rápidamente, pero no era rival para la velocidad de su adversaria.

—¡Hiperrayo!

Algodón saltó en el aire y una esfera de energía se materializó en su boca. Acto seguido, y sin darle tiempo a su adversario a reaccionar, salió de despedido de ella un potente rayo, que acertó directamente al pokémon rival, arrasando el pavimento y produciendo una gran cortina de humo que inundó toda la plaza.

—¡Mareep! ¿Estás bien? Cough, cough —exclamó tosiendo por culpa del humo—¡Mareep!


La humareda no tardó en despejarse y revelar que el pokémon de Dante se encontraba desmayado en el suelo, incapaz de moverse. No había podido resistir el brutal hiperrayo de su oponente y permanecer en batalla.

Dante bajó la cabeza, desanimado, y lo devolvió a su pokéball, emitiendo un largo suspiro.

—No sabes lo mucho que me alegré cuando tu madre me ayudó a capturar a este pokémon, pero... me da que no hemos entrenado suficiente, a pesar del tiempo que llevo con él.
—¡Vamos, vamos, anímate! —dijo Alicia alegremente— Por ser nuestro último combate en algún tiempo, no te cobraré esta vez. ¿Qué te parece?

El chico alzó la cabeza y sonrió.

—Qué inusualmente amable de tu parte.
—¡Eh, no digas eso! —exclamó fingiendo estar molesta— ¡O me lo pienso mejor y me debes el doble en el siguiente combate!
—Será si me ganas la próxima vez.
—¡No tengas duda de eso! ¡Y si no, te invitaré yo a algo!
—Oh, ¿qué te parece entonces una comida en un restaurante o algo por el estilo?
—¡Claro! ¡Lo prometo!
—En ese caso, no pienso perder.

Dante apartó la mirada y rebuscó algo en su bolsillo. Cuando lo encontró, se lo mostró a Alicia, que se lo quedó mirando sin saber que decir.

—Vamos, ábrelo.

El chico le tendió el pequeño estuche negro que había sacado. Era perfectamente cuadrado, y estaba envuelto con un lacito rojo, que lo hacía destacar a pesar de su tamaño. Ella lo cogió y desató el lazo con cuidado. Cuando lo destapó, sus mejillas adquirieron un leve tono rojizo, casi imperceptible para cualquiera que estuviese allí en ese momento. Pero él se dio cuenta y sonrió. Alicia se percató del gesto y corrió a cerrar la caja y guardarla en el bolsillo.

—Quería que te llevaras algún recuerdo de este pueblo de viaje. No me hubiera gustado que te fueses así sin más. ¿Qué opinas?
—¡I-idiota! ¡Algodón no puede ponerse esto!
—Pero…
—¡Ella no puede ponérselo! Así que… supongo que me lo tendré que poner yo... ¡Pero es para no hacerte un feo!

Él se quedó en silencio, mirándola. La chica se dio la vuelta y se encaminó hacia la salida del pueblo, sin mirar atrás.

—¡Alicia! —la llamó.

La joven entrenadora se detuvo.

—Yo también me iré de viaje pronto, cuando me haga más fuerte. Desafiaré a la liga. Conseguiré todas las medallas, una tras otra, y no habrá un solo día que no esté entrenando. Espero encontrarte en la final.
—¿Lo prometes? —preguntó sin girarse.
—Lo prometo. Por cierto, esa coleta... te sienta bien.


Alicia rió por lo bajo y alzó la mano en señal de saludo. Algodón subió a su hombro y se acurrucó junto a su cuello. Dante vio la escena, pensativo. Cuando ambas atravesaron los límites del pueblo, se dio la vuelta y se dirigió hacia el centro pokémon. Estaba seguro de que ella no iba a faltar a su parte de la promesa. Todo lo que le a él le quedaba, era fortalecerse aún más.


[align=right][RUTA 1]
"Pueblo Musette - Pueblo Scherzo"[/align]


Cuando se aseguró de que aquel chico ya no podía verla, sacó la pequeña cajita y la abrió. Miró hacia su interior y tomó su contenido delicadamente. Pasó unos instantes ensimismada por aquella forma, pero finalmente se lo puso y miró a Algodón, sonriente.

—¿Qué tal me queda? Es bonito, ¿verdad?
—¡Fiu! —afirmó la Furret moviendo la cabeza.
—Ese idiota… —dijo sosteniéndolo entre sus dedos— Espero que realmente consiga entrar en la liga. Me gustaría ver cuánto ha mejorado para entonces.

El viento sacudió su coleta y la sacó de sus pensamientos. Guardó la cajita vacía en la mochila y se preparó cinco pokéballs sin usar en su cinturón. A partir de ahora, las cosas iban a ser más difíciles… pero a fin de cuentas, no sería divertido de otra manera, ¿verdad?

 

Tyren Sealess

A fullmetal heart.
Un Lannister siempre paga sus deudas, solo esperaba al capítulo 1 para comentar.

Lo primero de todo, @Caeles, es que tienes un gran dominio de la pluma. He notado que ambos somos de los que ponen un prólogo enigmático y luego lo aclaramos. Siguiendo con el prólogo, el personaje de Black está muy estereotipado, es el típico molón que le gusta a todo el mundo. Espero que le des un tinte original. Sin embargo, has sabido manejar el mundo pokémon bastante bien; tiene un realismo del que carece en cualquier cosa oficial.
Ahora vamos con el primer capítulo. Me gusta la forma de plantearlo, como sería si estuvieras en un juego. Tú me criticaste el defecto de descripciones, y quizá tú tengas demasiadas, pero no hasta el punto de ralentizar la lectura. Así creas un ambiente gráfico bastante logrado. Además, sabes qué decir y qué ocultar, un buen modo de enganchar al lector.

En resumen, un buen principio que me deja con ganas de leer el resto.
 

Seizera

Just passing

La hostia puta de oros, simplemente excelente o_O
Me gusta la forma de narrar, aunque es muchísimo texto, cada párrafo da mucho de sí. Simplemente buen trabajo!
Ya me sonaba tu nick de algo, hasta ahorita que me fijo haha
 

Caeles

Midnight Melody
Un Lannister siempre paga sus deudas
Yeah, epic quotes ftw.
Es verdad que Black es estereotipado (incluido el nombre xD), pero justamente eso es lo que va a hacer divertida su evolución como personaje. Ser detective en el mundo pokémon no es fácil xD Siempre he pensado que el mundo pokémon era uno de los más abiertos a la hora de hacer fanfics. Quiero decir, ¡puedes incluso capturar a tu Dios creador! xD
En cuanto a las descripciones, creo que mi estilo ahora ha cambiado un poco del tiempo al que escribí ese capítulo, pero revisaré eso, gracias :3

Kasse♥;275072 dijo:
La hostia puta de oros, simplemente excelente o_O
Me gusta la forma de narrar, aunque es muchísimo texto, cada párrafo da mucho de sí. Simplemente buen trabajo!
Ya me sonaba tu nick de algo, hasta ahorita que me fijo haha
¡Gracias! Sep, he aprendido durante estos años que no puedes poner 10 páginas de word como capítulo en internet xD Los dos siguientes tendrán un poco esta extensión (creo que son algo más cortos) por estar ya estructurados, pero a partir del 4 la reduciré para tener algo legible sin que sea un tocho como estos xD

Gracias a ambos ^^
 

Caeles

Midnight Melody
¡Segundo capítulo! Ay, ¿de verdad hacía descripciones tan largas? xD He acortado las que he podido. Al menos después de este solo queda un capítulo tocho xD Gracias a todos los que siguen la historia; si alguien quisiera que le avisase cuando saliese un nuevo capítulo no tiene más que decírmelo :3 Intentaré actualizar con frecuencia semanal.

¡Gracias por leer!

Capítulo 2:
Destinos Distantes, Sueños Cercanos.




—¡Acabemos con esto! ¡Ventisca!

El pokémon azul cielo alzó su cabeza, bamboleando sus dos tiras de un cian oscuro que le caían de los laterales de la misma, de idéntico color que el adorno de su frente. Sus puntiagudas orejas se echaron para atrás mientras movía su ancha y corta cola situada a su espalda, sentado sobre las patas traseras. Al instante, una esfera azulada se materializó en su boca y de ella emergió un gélido viento helado que ascendió en forma de doble hélice hacia la cúpula del gigantesco escenario. En cuanto llegó a su punto álgido, la corriente cambió repentinamente de sentido y ambas ramificaciones chocaron la una contra la otra, deshaciéndose al instante y esparciendo un brillante polvo blanco por todo el recinto. El chico moreno observó la escena, nostálgico.

—Me encanta la nieve. ¿A ti no, Polaris?
—¡Glaiii!

El Glaceon sonrió elegantemente mientras el público aplaudía entusiasmado. El joven se adelantó un par de pasos e hizo una reverencia cara a sus espectadores y los jueces.

—¡Y aquí concluye la actuación del joven coordinador Bastian Lerousse! ¡Gracias por participar, Bastian! ¡Tomaremos un pequeño descanso antes de dar los resultados finales para efectuar las medias de los jueces! ¡Mucha suerte a todos los participantes!

***​

Bastian entró a la sala de reunión donde los coordinadores esperaban su turno, completamente exhausto. Para él, el peor momento de una actuación no era el tener que salir a escena ni el miedo a que algo saliera mal delante del público; era la agobiante espera a los resultados.

—De verdad... ¿no podrían hacerlo como en el resto de regiones normales? Una eliminatoria, las batallas y listo. ¿Por qué tienen que hacernos esperar?
—Piensa que en Cedán siempre hemos sido un tanto especiales.

Una chica rubia con el pelo corto se sentó a su lado, sonriente.

—¡Yo creo que es más divertido de esta forma! —continuó—. Después de todo, es en lo que consiste ser un coordinador, ¿no? Además, así los concursos no se hacen tan largos y pesados.

El chico suspiró. Los mechones rubios del flequillo de su amiga golpearon sobre su frente cuando se levantó de golpe, inquieta y nerviosa, llevándose la mano al bolsillo de la riñonera que llevaba a un lateral de la cadera en un gesto de inseguridad.

—Puede que para ti sea bueno, Sophie... —inquirió el joven, entre divertido y molesto por la actitud de su amiga—...pero así no nos dan ni una oportunidad a los tipos normales contra gente como tú, “Hada del escenario”.
—¡No seas tan pesimista! Esta vez lo has hecho mucho mejor. Y Polaris ha estado espectacular. Estoy segura de que tienes muchas posibilidades. ¡Hasta puede que ganes!
—Gracias por el cumplido, pero sigo sin poder superaros a ti y a tu Mantine —admitió con una sonrisa resignada.
—No soy tan buena, en serio. Más bien… no sé, yo pienso que soy como el promedio. Tampoco tengo la impresión de estar haciendo nada tan espectacular como para obtener las notas que me dan.

El chico sonrió, pero el sonido del altavoz resonó en toda la sala de estar, interrumpiendo la conversación.

“Rogamos a los participantes del séptimo torneo mensual de coordinación pokémon de Pueblo Scherzo que se dirijan al escenario principal para la entrega de premios con sus pokémon. Repito...”

—¡Bien, vamos! ¿No querrás llegar el último, verdad?

Sophie salió corriendo de la sala, dejando a Bastian solo, tendido en aquel sillón con mirada cansada. Se levantó pesadamente emitiendo un largo suspiro y se dirigió hacia la puerta, siguiendo a su impaciente amiga en la oscuridad de los pasillos.

***​

—¡Señoras, señores y coordinadores, tras un intenso debate, los jueces han llegado a las conclusiones que se muestran en pantalla!

La presentadora comenzó a recitar las notas medias de todos y cada uno de los coordinadores que se habían presentado en al concurso. Bastian dirigió su mirada hacia la enorme pantalla, buscando su foto y la de su compañero. Al final la halló cerca de uno de los bordes del monitor. Debajo de su rostro y el de un Glaceon, se hallaba su nombre y el del pokémon, seguido de una cifra.

Siete coma seis.

No pudo evitar sonreír y mirar a Polaris, que movía la cola alegremente a sus pies. Los jueces de Scherzo tenían fama de ser de los que más duramente evaluaban, y aún así habían conseguido sacar una nota tan magnífica como aquella. A su alrededor, solamente había cuatros, cincos, e incluso algún que otro seis, pero nada más lejos que eso. Quizás Sophie tuviera razón, quizás esta vez pudiera...

—¡Sophie Cleiran, nueve coma ocho!

Su sonrisa desapareció de repente. ¿Nueve coma ocho? ¿Cómo... era posible? Aún con todos los rumores sobre la dureza de los jueces...
El impactado público comenzó a susurrar, mientras los coordinadores de su alrededor la observaban con la boca abierta. Esa cifra era prácticamente astronómica.

Sin embargo, a pesar de que notó algo romperse dentro de sí, no se sorprendió, sino que bajó la cabeza apesadumbrado. Examinó de reojo a la chica que estaba a su lado y que miraba con asombro a la pantalla. Ella le cogió del brazo y señaló a su fotografía, alegre, como si no fuese capaz de creérselo.

—¡Mira, Bastian, mira! ¡Casi un diez! ¿Qué te parece?

Él dirigió la vista hacia su amiga y asintió como pudo. Ella le observó, pensativa, y le devolvió el gesto mientras extendía su brazo y levantaba el pulgar hacia arriba, intentando animarle.

—¡No te preocupes! Aunque esta vez haya ganado yo, ¡seguro que a la siguiente lo consigues!
—Sí... claro. Enhorabuena.

La presentadora tomó aliento y se dirigió hacia el público.

—Y la ganadora, con la puntuación media más alta, por la habilidad demostrada y la belleza de sus ejecuciones es... ¡Sophie Cleiran, con un nueve coma ocho!

Sophie saltó en el sitio, excitada por su victoria y fue corriendo junto con su Mantine hacia la chica situada en el centro del escenario, que la llamaba con la mano. Un hombre con un esmoquin trajo un estuche alargado. La presentadora lo tomó, mostrando su contenido a la joven; un pequeño lacito de color blanco como la Luna. La presentadora lo tomó y se lo tendió a Sophie, que lo cogió y dio una vuelta sobre sí misma con él entre las manos emocionada por su logro. Se lo mostró alegre a su pokémon, que sacudía las aletas con jovialidad, como si estuviera contagiado por entusiasmo de su entrenadora.

Polaris se frotó contra la pierna de Bastian, que observaba la escena con mirada perdida. Se agachó e hizo el amago de una sonrisa, mientras acariciaba al Glaceon.

—Lo siento, compañero. Te he fallado.
—¡Glai! —negó el pokémon con la cabeza, a la vez que le miraba con sus resplandecientes pupilas blancas.

Suspiró. Ni siquiera él podía vencer a una genio como lo era Sophie.
La miró, saludando a la audiencia, tan brillante y alegre como era normalmente. La lluvia de confeti y papelitos multicolor bañaba todo el escenario, cubriéndola de más colores que los que tenía el mismísimo arco iris.

El también sonrió. Se entristecía de no haberla alcanzado tampoco esta vez, pero no era un gran problema en esos momentos. Ya tendría tiempo de preocuparse cuando ambos se clasificaran para el Gran Festival. O al menos, ese era su triste consuelo.


[align=right][PUEBLO SCHERZO]
"construido sobre la Sabiduría del Pasado"[/align]


Tan pronto como ambos atravesaron las puertas mecánicas del edificio, un chico alto de pelo negro que vestía una camiseta blanca debajo de una camisa azul de manga corta desabrochada, adornada con un estampado de cuadros azules claritos y blancos los saludó efusivamente, apoyado en una columna cercana.

—¡Bast, Sophie! —exclamó mientras se dirigía hacia ellos.
—¿Cuántas veces te he dicho que no me llames así, Erik? —suspiró Bastian— Además, ¿por qué no le acortas el nombre también a ella?
—¿Uh? —él ladeó la cabeza divertido y puso sus brazos en posición de jarra, inclinándose hacia el chico— ¿Por qué iba a acortar un nombre tan precioso como el de nuestra hermosa Sophie?
—¡Vamos, Erik! ¡Deja de tomarnos el pelo! —rió la aludida, sonrojada.
—Yo nunca le tomaría el pelo, my lady. —contestó él poniendo voz grave y haciendo una reverencia— ¡Oh, por cierto!

Erik se enderezó de un salto y se metió las manos a los bolsillos.

—¿Qué tal el concurso? Siento no haber estado allí. Han tardado demasiado en atenderme en el médico. Ya no quedaban más entradas para espectadores cuando he llegado.
—Sophie se ha llevado la cinta, como siempre —contestó Bastian encogiendo los hombros y alzando los brazos hacia los lados— ¿Qué tal estás tú? ¿Te han dicho algo de lo del brazo?
—Me ha dolido más el tener que esperar tres cuartos de hora a que me atiendan que el pasar la consulta. Por lo visto no tengo nada, pero el médico me ha recomendado reposo un tiempo, o podría dislocármelo. Ese último combate fue bestial. Aún me pregunto cómo pude salir volando por los aires.
—¿Y lo vas a cumplir? El reposo, me refiero —preguntó Sophie.

El chico se volvió y dio un par de pasos hacia delante. Entonces los miró de reojo y sonrió ampliamente.

—¡Ni de coña!

Alzó el puño hacia el cielo, entusiasmado.

—¡Mi siguiente medalla me espera! ¡No tengo tiempo que perder!
—Imaginaba que dirías algo así —apuntó Bastian.

Los otros dos se pusieron a su par, mientras Erik se colocaba bien la mochila de su espalda y comenzaron a andar hacia la salida del patio del recinto.

—Entonces, ¿a dónde vais a ir ahora? —preguntó la chica.
—Yo viajaré a Ciudad Badinerie. ¡He oído que su gimnasio es divertidísimo!
—Yo me moveré hacia Ciudad Tordion en el aquatren. Quiero visitar a un amigo que tengo allí antes del siguiente concurso —dijo Bastian— ¿Qué hay de ti, Sophie?
—¿Yo? Iré hacia Pueblo Forlane. Tendrán un concurso la próxima semana, así que participaré allí. ¡Estoy deseando obtener mi cuarta cinta!
—No te preocupes por eso, ¡seguro que la consigues! —exclamó Erik— ¡Ya veréis! ¡Mientras vosotros estáis por ahí consiguiendo listones para el Gran Festival, yo ganaré montones y montones de medallas!

Bastian y Sophie rieron. Los tres se habían conocido hacía ya unos meses atrás, mientras viajaban juntos en un barco. La casualidad hizo que sus destinos coincidieran, y terminaron viajando juntos por numerosas ciudades, convirtiéndose en amigos inseparables. Muchas veces habían tenido que tomar rutas diferentes debido a los inflexibles horarios de los concursos de coordinación y de los gimnasios, pero siempre habían terminado reencontrándose cuando se enteraban de que el otro iría a la misma ciudad.

—¿Os gustaría tomar algo? —preguntó Erik—¿Un café en el Centro Pokémon o algo así?
—Lo siento, yo me voy a ir yendo ya a coger el ticket del tren —se disculpó su compañero— Me gustaría llegar a la ciudad lo antes posible.
—¿No puedes quedarte un rato más, Bastian? —preguntó la chica, extrañada.
—No, perdonad. ¡Nos vemos!

El otro joven lo miró, pensativo. Comprendía cómo se debía sentir su amigo. No había ser humano en el mundo que pudiera hacer frente a Sophie en un escenario. Ella ya tenía tres de las cinco cintas necesarias para entrar en el Gran Festival, tantas como concursos había participado, mientras su compañero solamente poseía una que había ganado durante uno de los trayectos en los que se habían separado... pero aún así, creía que se estaba torturando demasiado a sí mismo. Aún quedaban suficientes meses para conseguir los listones.

—¡Bueno, pues disfruta del viaje, Bast! ¡Llámanos cuando puedas!
—Claro, buena suerte a los dos.

Bastian se despidió de ellos y emprendió la marcha hacia la estación del aquatren. Erik suspiró. Cuando se ponía así, no había quien hiciera entrar en razón a ese chico.

—¿Quieres tú algo? Invito yo.
—¡Claro! ¡Gracias, Erik!


[align=right][ESTACIÓN SCHERZO]
"Línea Scherzo - Tordion"[/align]


El aquatren de Scherzo era uno de los principales emblemas turísticos de la ciudad. Aquella parte de la región se hallaba separada del resto del gigantesco territorio principal, y durante muchos años habían tenido que depender de los pokémon voladores o de los barcos para poder pasar de un lado a otro. El problema era que, aunque tuvieras uno de los primeros, no abundaban criaturas que pudiesen recorrer una distancia así sin cansarse, y el fuerte viento de la zona hacía que la tarea fuese todavía más difícil de lo que era en un inicio, y en cuanto a los barcos, simplemente tardaban demasiado en ir de un lugar a otro. Pero todo eso cambió cuando se inauguró el aquatren de alta velocidad. En poco menos de una hora podías plantarte en la estación de Ciudad Tordion sin grandes dificultades, gracias a las vías del conducto que habían sido construidas sobre el mar para poder atravesar el océano.

Sin embargo, cuando Bastian llegó a la estación, no vio el usual ajetreo al que estaba acostumbrado, sino un grupo de personas, la mayoría trajeadas, congregadas frente a la puerta.

—¡Y cómo vamos entonces al trabajo! —exclamó un hombre cercano a él, alterado— ¡Si no estoy en Tordion en cincuenta minutos seré despedido!
—¡Mi hijo va en ese tren! ¡¿Qué le ha pasado a mi hijo?! ¡El móvil no funciona!

Bastian se acercó al grupo de gente, tímidamente.

—¿Disculpe...? —preguntó a un hombre que estaba sentado en un banco, mordiéndose las uñas, nervioso— ¿Qué ha ocurrido? ¿Y el tren?
—¿Que qué ha ocurrido? ¿Que qué ha ocurrido? ¡Que el tren se ha parado!
—Se ha... ¿parado?
—¡Sí, se ha parado! ¿Qué pasa, es que los críos como vosotros no ven las noticias? Oh, claro. ¡Os pasáis la mañana viendo los dibujos animados y luego no os enteráis de nada!
—Perdone, pero...
—Agh, lo siento, chico. Estoy un poco nervioso —cortó aquella persona—. Disculpa, no quería contestarte mal. Si no cojo ese tren, la voy a fastidiar pero bien...
—¿Qué ha pasado?
—Nadie lo sabe. El tren se ha detenido de repente en mitad de la vía y por ahí dicen que no se puede contactar con los que iban en él. Allí dentro está pasando algo, tengo ese presentimiento. Las estaciones de Scherzo y Tordion han cerrado temporalmente hasta que se resuelva la situación.

De repente, la conversación fue interrumpida por los pitidos que precedían al típico anuncio de la estación que anticipaba la llegada de los trenes a la estación.

“Seguimos intentando contactar con los pasajeros del aquatren detenido. Las causas del repentino parón siguen siendo desconocidas. Un equipo de investigadores se está dirigiendo hacia allí en estos momentos, rogamos su paciencia y cooperación. Disculpen las molestias.”

—¡¿Y eso es todo lo que tienen que decir después de todo este rato?! ¡No me jodas! —exclamó el hombre furiosamente, levantándose del banco del que estaba sentado de un respingo.

Bastian suspiró y marcó en su videomisor el número de su amigo mientras se despedía del hombre.

—¿Erik? Esto... ¿dónde estáis?

[align=right][CENTRO POKÉMON (SCHERZO)]
"Cuidamos a tus cansados pokémon"[/align]


—Así que, en resumen... ¿no puedes tomar el tren?
—Esa sería una buena síntesis, sí —dijo Bastian mientras tomaba un sorbo de su café con leche.
—Qué raro. —se extrañó Sophie—. Pensaba que el aquatren estaba sometido a una revisión constante. ¿Qué puede haber sucedido?
—Ni idea. ¿Creéis que será buena idea esperar hasta que lo reparen?
—¿Quién sabe? —apuntó Erik— Por como la describes, tengo el presentimiento de que les va a llevar un tiempo.
—¿Cuánto puede costar ir hasta allí y ver qué ha pasado? Hay gente ahí dentro, seguramente para esta tarde ya esté todo arreglado.
—¿Tú crees? Llámalo intuición si quieres, pero... —el chico en frente suyo se cruzó de brazos, pensativo— me parece todo muy extraño.
—¡Ya sé! —exclamó Sophie, levantándose de golpe— ¿Por qué no vas en barco? Seguro que con el parón han puesto una embarcación para ir hacia Tordion mientras tanto.
—Es posible, aunque preferiría ir en tren. Es mucho más rápido.
—Bueno, todo depende de cuánto te quieras arriesgar. Puedes esperarte aquí o tomar un barco. Y si vas a hacer lo segundo, te aconsejaría que te dieras prisa en ir a comprobarlo y conseguir el ticket. Estoy seguro de que mucha gente necesitará llegar a la ciudad pronto. Los viajes volarán. Si quieres te acompañamos a comprarlo; nosotros dos también tenemos que ir hacia el puerto.
—Yo esperaré un par de horas más. Además, el siguiente no sale hasta las ocho de la tarde y siempre hay algún billete de sobra para los rezagados de última hora.
—Por el momento, ¿qué tal si comemos los tres juntos? Ya son las dos, ¡me muero de hambre! —sugirió Sophie con una gran sonrisa en el rostro.
—¡Estoy de acuerdo! —afirmó Erik, cambiando de tema— Tú también vienes, ¿no Bast?
—Verás, yo pref...

Erik se levantó de su sitio, agarró de repente a Bastian de la muñeca y lo forzó a irse con él hacia la salida del centro pokémon sin que le diese tiempo a negarse siquiera.

—¡Estupendo! ¡Decidido entonces! ¡Vamos, vamos, conozco un restaurante por aquí para chuparse los dedos! ¡Síguenos, Sophie!
—¡Sí!

***​

—¡Bast, tío! ¡Despierta, Bastian!

El chico abrió los ojos lentamente. Miró a su alrededor, confuso. Estaba una de las típicas habitaciones con literas de los centros pokémon, completamente a oscuras. Más concretamente, en la habitación que él había alquilado a medias con Erik durante su estancia en Scherzo. Le costó un poco acostumbrarse a la luz y ver la cara de su amigo, que le miraba preocupado, apurándolo a levantarse.

—¿Qué pasa? —preguntó somnoliento.
—¿Que qué pasa? ¡Que nos hemos dormido! ¡Son las siete y media!
—¡¿Qué?!

Rápidamente, el joven saltó de la cama de arriba y comenzó a ponerse las zapatillas, con nerviosismo.

—¿Por qué no ha sonado el despertador? ¡Habíamos quedado en levantarnos a las seis para comprar los tickets de los barcos!
—No, si sonar ha sonado... la alarma está desactivada...
—¡¿Entonces qué ha pasado?! —gritó con nerviosismo.
—Pues verás... recuerdo levemente haber apagado algo pero...
—¡Eso pasa por hacerte caso y dejar que me convenzas! ¡No te vuelvo a dejar en la cama de abajo para que apagues la alarma en la vida! ¿Y dónde está Sophie? ¡Se supone que debería habernos levantado!
—Bueno, ya lo sabes, a Sophie nunca le han gustado los despertadores... Seguramente siga durmiendo tranquilamente en su cuarto con un amasijo de engranajes a los pies de su cama.
—¡Quién me mandaría a mí tomarme una siesta justo después de comer! Peor aún, ¡quién me mandaría a mí confiar en vosotros dos para esto! ¡Sois un desastre! —mientras el joven profería gritos por doquier, se terminó de calzar, hizo un intento de arreglarse el cabello en décimas de segundo y salió disparado hacia la puerta de la habitación, cerrando de un portazo.

Erik le gritó a sus espaldas mientras Bastian corría por el pasillo sin detenerse un instante.

—¡Acuérdate de coger ticket para nosotros dos también! ¡Iré allí con Sophie enseguida!

Lo vio perderse en una esquina y suspiró cansadamente antes de dirigirse hacia el cuarto de su amiga para levantarla.

—Pero si has sido tú quien ha insistido en que nos echemos todos una siesta hasta que saliésemos para compensar lo que cuesta la estadía en el cuarto...


[align=right][EMBARCADERO SCHERZO]
"Se agradece el no pegar chicles en los pasamanos de los barcos"[/align]


Bastian corrió por el pavimento de asfalto a través del puerto, que escuchaba el rítmico paso de sus apresuradas pisadas. El sol había empezado a ocultarse detrás del mar en el lejano horizonte. El olor del agua salada copaba los sentidos de todo aquel que avanzase hasta el interior de aquella zona. Los graznidos de los Wingull, como heraldos del atardecer, sobrevolaban los hangares y los contenedores de colores apilados los unos sobre los otros, examinando con sus ojos a los escasos transeúntes que todavía andaban por allí a esas horas, observando a Bastian con compasión. Sin embargo, su reloj digital no parecía tenerle la más mínima pena, pues los números que indicaban los minutos avanzaban frenéticamente sin detenerse. Finalmente, el chico encontró su destino: una pequeña caseta con un letrero justo encima de la puerta que rezaba “Venta de billetes”. Recuperó aliento unos segundos y la abrió, revisando el reloj. Ocho menos veinte. Veinte minutos para embarcar.


Dentro, la luz del exterior creaba un confortable sentimiento de calidez, que sumado a las tablas de madera que formaban el suelo y las paredes hacían de este un espacio acogedor, aunque algo pequeño por sus dimensiones. Sin embargo, a pesar de esto todavía quedaba espacio para una fila de sillas donde la gente podía sentarse en caso de estar cansando o de esperar a que llegase el encargado de vender los tickets. En una de ellas un hombre con traje de completamente negro y gafas de sol, con las manos en los bolsillos de su pantalón y cara de pocos amigos seguía los movimientos del joven por la habitación. Bastian evitó su mirada y se dirigió hacia el mostrador, donde un hombre de rostro curtido lo miraba divertido con una amplia sonrisa en el rostro.

—¿Comprando a última hora, joven? —le preguntó burlón cuando se acercó.
—Necesito tres ticktes —contestó él ignorando el comentario.
—Tú dirás. Si quedan y pagas, son todos tuyos. ¿Hacia dónde?
—Para Ciudad Tordion, Ciudad Badinerie y Pueblo Forlane.

El hombre emitió un suspiro y se dio la vuelta para rebuscar en un archivador.

—Has tenido suerte, chico —le dijo acercándole tres pequeños papeles rectangulares—. Quedaban algunos para Forlane y Badinerie, pero te has llevado el último hacia Tordion. De todas formas, yo me apresuraría, o se te escapará el barco.

Bastian le tendió el dinero y salió de la tienda, mientras la última llamada a los pasajeros de las embarcaciones resonaba en el aire. El chico se disponía a seguir su camino cuando una voz le llamó a su espalda.

—Eh, tú.

El hombre que había visto dentro del puesto estaba ahora observándole con sus ojos de hielo detrás de los cristales de las negras gafas. Sacó la mano de su bolsillo y le mostró un pequeño cubo que tenía dibujados por toda su superficie triángulos de color negro, blanco y gris, repartidos por cada una de las caras, con una muesca negra que se metía hacia dentro justo en el centro del mismo. Acto seguido, lo lanzó hacia él, que lo cogió al vuelo.

—Resuélvelo con la combinación que te han dado. Tienes diez segundos para introducirla a tiempo.

Él lo examinó cuidadosamente. Se parecía mucho a esos cubos con cuadros de colorines en los que había que conseguir que cada una de las caras fueran de un mismo color. De repente, Bastian oyó un leve “click” enfrente suyo. Cuando levantó la vista, tenía una pistola apuntándole.

—¿Preparado? Si fallas… ya sabes lo que te espera.

Una gota de sudor frío bajó por su cabeza. ¿Qué… estaba pasando? El cuerpo le temblaba, tenía las piernas y los brazos paralizados de terror. Presentía que aquel tipo iba en serio. No podía correr, no podía hablar, ni tampoco apartar la mirada del oscuro cañón de muerte orientado hacia su pecho.

—¿Qué es lo que pasa? Vamos, voy a empezar a contar. Diez, nueve, ocho…

Sus manos no respondían, ni tampoco sus piernas. Trató de aclarar la mente como pudo y observó con cuidado el objeto entre sus manos. Su mirada pasó de aquel loco al objeto con rapidez. Parecía que no le quedaba más remedio que intentar lo que le decía. ¿Pero de qué combinación estaba hablando?
Parecía que era alguna especie de acertijo. Probó a girar levemente una de las caras del puzzle y tal como había esperado, el resto del objeto que tenía sostenía entre sus temblorosos dedos siguió el movimiento. Lo retornó a su posición inicial y tragó saliva, inseguro.

—Siete, seis, cinco…

Había hecho de estos antes, o al menos parecidos, de los de cuadrados. Suponía que todo lo que había que hacer era poner juntos los del mismo color, igual que con sus análogos. No parecía demasiado complicado, si ignoraba la tensión psicológica a la que se enfrentaba en esos momentos, fruto de la pistola que le amenazaba.
Hizo unos cuantos movimientos al cubo y observó como las piezas se movían a su antojo, mientras dibujaba en su mente el boceto de la imagen final de aquel objeto.

—Cuatro, tres, dos, uno…

Giros rápidos, veloces, fugaces. Dos de las caras estaban ya completas, y las otras dos lo estarían cuando hiciese ese último paso. ¿Diez segundos? Menuda tontería. Podía resolverlo en seis si hacía falta.

—Cero.
—¡He term-!

PUM.

.
.
.
.
…No sintió nada.
Y de repente, rojo. Su cuerpo temblaba. ¿Tenía miedo? No, no era eso. Se llevó la mano al pecho.

Sangre.

Sus pupilas saltaban nerviosamente los lados. Rojo. El cañón humeante. El ruido de las olas. Sangre. El artefacto cayó al suelo, con un ruido sordo.

Sangre.

Comenzaba a perder el sentido. En el suelo, un charco escarlata se formaba a sus pies. ¿Era sangre?

Sangre.

Cayó al suelo, de rodillas. No podía respirar; cada vez le costaba más, más, más… No tenía aire, no le llegaba el oxígeno. El color rojo inundaba su visión. Se sujetó el pecho, tembloroso. Pensó que sentiría algo líquido, cálido, pero no sintió nada. Ya no podía sentir nada. Nunca más podría sentir nada.
Cayó a peso sobre el asfalto. Y cerró los ojos.

Para siempre.

—Tché —masculló el hombre, molesto—. No ha sido lo suficientemente rápido con la contraseña… ¿No podían haber hecho una prueba o algo? Mira que les dijimos que nada de inútiles… ahora me he tenido que manchar las manos por culpa de esos incompetentes. De todas formas, ¿a quién se le ocurre enviar a un crío? Por mucha promesa que sea, un niño no es apto para esta clase de cosas.

Dio unos pasos atrás y se giró para volver a mirar al cadáver inerte del chico una última vez.

—Tus compañeros vendrán a recogerte junto a esa cosa —le dijo, a pesar de que él ya no podía oírle—. No te preocupes por si la policía llega antes y encuentra el cubo. Total, habría que ser un verdadero genio para poder resolverlo sin el código. Y en cuanto a ti... qué más da. Después de todo, los tuyos no tienen nombre… ¿no es cierto...

Arrastró sus pies camino a uno de los muchos callejones del embarcadero, perdiéndose entre las sombras. Antes de salir de la escena del crimen, habló en un oscuro susurro, de forma que únicamente él mismo y el fantasma del joven pudieran oírle.

—…Diabolus Ex Machina?


cAPíTuLO 2 – FIN :
Destinos Distantes, Sueños Cercanos.
Diabolus Ex Machina.


 
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