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[Original] Almas del Desierto RIP QEPD

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Karlsetin

Leyenda de WaH




Título: Almas del Desierto
Autor: yo (Calayax)
Capítulos: Indef.
Persona gramatical: 3ª persona.
Agradecimientos: Tyren Lanister.



Siguiendo la temática que parece estar de moda (la Arena) en ésta zona narrativa del foro, y encontrándome algo inspirado cosa rara decidí dar vida a un relato distinto a los que hubiera trabajado y separado de mi mundo literario de fantasía, aunque me fue imposible no influir con aquél, el de éste.

Les presento éste relato 100% creado para Wah, dedicado especialmente a Tyren Lanister y Dani_sr_17, cuyos relatos dieron fruto a mis pesadillas nocturnas ojalá fuera chiste que se tradujeron en el comienzo de ésta historia.

Antes que todo, quisiera aclarar, que no tiene gatos personificados ni jinetes de dragón al menos no alados deseando que les guste de todo corazón y al menos tener un lector la historia sea de interés.

Soy consciente que los nombres puedan enredar un poco, pero espero que no lo suficiente para que den por sentado que no continuarán leyendo.-

Cualquier sugerencia / crítica / opinión / idea será del todo recibida por mis asistentes personales y me ayudarán a mejorar por lo que estaré agradecido.

PD: si alguno tiene una idea para nombre, no estaría mal...
Los tres cazadores de las arenas montaban los enormes dragones de komodo conocidos como Oldos, mientras recorrían el inmenso desierto de Tharani, completamente cubiertos de los fuertes rayos del sol por medio de sus oscuras túnicas grises, siendo lo único que se dejaba entre ver sus oscuros ojos color sangre, característica innata de todos los hombres de las tierras septentrionales, más allá del círculo de fuego y hogar de los primeros hombres.

Las antiguas leyendas cuentan que los primeros hombres fueron forjados por el gran padre de todos los seres, Thaeros, usando para ello las llamas del fuego de la vida y siendo posteriormente esculpidos de la lava seca del volcán del cual en tiempos antiguos había emergido el gigante conocido como Tiempo, padre de los antiguos dioses, del Sol y la Luna. Fue así que se le dio vida a la primera mujer, de cuyo vientre nacerían los primeros hijos, padre y madre de los primeros hombres.

Fue por los materiales usados para su creación que los primeros hombres fueron sinónimo de grandeza, perfección y guerra. Las llamas que en sus corazones ardieron desde su nacimiento era difícil de apagar y también de controlar.

Fue por lo mismo que eran una raza que siempre buscaba llegar más lejos, siendo esa la razón por la cual lograron habitar en cada rincón del las grandes tierras. Destructivos como las llamas de los demonios del inframundo e insaciables como los canes de la Gula, que en tiempos antes del tiempo habían amenazado con devorar el mundo.

Fue entonces que se llegó a un punto tal en que los hijos del fuego se enfrentaron entre ellos. En aquellos años tempestuosos clanes diversos nacieron, siendo el clan de la llama roja y el clan del eclipse los más grandes entre todos ellos. Fueron tiempos de guerras interminables, de matanzas, de crueldad y grande era el dolor de los dioses al ver morir al hermano en manos del hermano.

Era tal el dolor de los dioses que una noche de eclipse Niba, la diosa de la noche, decidió descender entre los hombres y depositar en el vientre de la gran madre del clan del eclipse a Malgar, heredero de la energía divina de la luna y portador de la sangre de los primeros hombres, lo que hacía de él un gran guerrero con un gran espíritu, la última esperanza de los dioses para dar paz al mundo.

Malgar fue desde el comienzo un gran hombre, un poderoso guerrero, un gran esposo, un gran padre, un gran líder y la única barrera entre el clan de la llama roja y la paz. Siendo por ello amado y odiado.

Él era capaz no tan solo de conquistar a sus enemigos, sino que también dominar la llama de sus hermanos, unificando así los clanes con un puño de hierro, pero también con amabilidad y humildad, un hecho completamente extraño entre seres cuya existencia la habían atribuida a la crueldad y a la guerra. Los cantares de los bardos no tardaron en hablar de sus lazos como hijo de la estrella madre, de su grandeza profetizada por largos años, de los años de paz que vendrían junto a él, del fin de la llama roja y del comienzo de una nueva llama cuya luz traerían consigo la nueva luz del mundo, una llama pura como nunca hubo antes en las grandes tierras.

Pero el clan de la llama roja, otrora el más poderoso de los clanes, conspiró en contra de Malgar y en medio de una noche sin estrellas se adentraron en la fortaleza de Orkeste a través de traidores, que veían con recelo el inmenso poder que acumulaba el clan del eclipse. Recorrieron las calles de piedra de aquella ciudadela inmensa edificada en medio del desierto, la verdad era que si ella se veía sitiada por el enemigo era más probable muriera antes de atravesar sus muros, por ello el líder del clan de la llama roja había decidido no hacer un ataque un frontal y atacar cuando menos se lo esperaban.

Un ejército de miles de aguerridos guerreros cayó sobre la desprevenida gente de Orkeste mientras dormía, fue en medio del sueño que muchos de ellos partieron a las profundidades del mundo siendo realmente los afortunados, pues todos aquellos despertaron, intentaran o no luchar, no corrieron la suerte de una muerte rápida e indolora.

Cuando la alarma fue dada en la fortaleza fueron los mismos del clan de la llama roja los que se encargaron de hacer sonar los grandes y pesados gongs de oro de las cuatro esquinas de la fortaleza, si había algo que aquellos hombres amaban era ver a su presa aterrorizada. Sólo les tomó una noche tomar la fortaleza, sólo una noche destruir todas las esperanzas de los primeros hombres y los dioses.

Tanto Malgar como sus hijos y esposa fueron arrastrados de manera brutal hasta la plazoleta central de la fortaleza, lugar en el cual los sanguinarios hombres comenzaron a hacer cortes en los cuerpos de los niños, parte por parte, cauterizando las heridas para evitar que la hemorragia los hiciera perder el conocimiento. Primero se mató a los niños, a pesar de que la esposa de Malgar implorara entre lágrimas que fuera su vida la que tomaran en lugar de los pequeños. Pero ni Malgar ni sus hijos pidieron clemencia, se inmutaron, ni mostraron el más mínimo grado de dolor, aún cuando sus vidas llegaban a su fin, ellos no tenían miedo de lo que traería la muerte.

Cuando ya se hubo dado muerte a los niños y a la esposa del gran líder, luego de haberle hecho mirar fijamente como mataban a sus seres queridos, el capitán del clan de la llama roja se acercó a él con una sonrisa macabra en su rostro, sintiéndose triunfal y fue entonces que miró a los ojos al hombre que lo había perdido todo, encontrándose inmediatamente aterrorizado pues se dice que vio en los ojos de Malgar su propia muerte, una muerte peor que la que hubo dado a la gente del reino y luego se oyó salir de los labios del gran líder la siguiente frase: “Ni todos los ejércitos del mundo te salvarán de los espíritus de la venganza”. Tras lo cual una Malgar arremetió contra los guardias, no era el tipo de hombres que moriría sin dar la pelea, se cuenta que cien flechas cayeron sobre su piel desnuda, siendo el mismo número de guerreros del clan de la llama roja que asesinó con sus propias manos, y que cuando el legendario guerrero vio que ya no podía resistir más, y para evitar que sus enemigos hicieran con su cuerpo lo que ellos quisieran, se incinero vivo sin mostrar el más mínimo rastro de dolor.

Toda la esperanza de un nuevo mundo se perdió aquella noche, mas hay quienes hablan de que Malgar tenía en realidad un tercer hijo. Que él siempre supo lo que ocurriría siendo por la misma razón que se lo entregó a su medio hermano y le indicó que partiera lejos de Orkeste días antes de que el sol sangriento cayera sobre la fortaleza del eclipse.

Desde aquél día se conoció a la fortaleza como la roca de los gritos, pues el destino para los que sobrevivieron consistió en ser colgados vivos de las murallas con muñecas y pies atados. Recibiendo el intenso sol del desierto, demostrando su falta de hidratación. Fueron ancianos, mujeres y niños los que sufrieron aquél destino.

Días y noches gritaron de agonía, implorando a los dioses su socorro, pidiendo ayuda a los desafortunados viajeros que no conocían la suerte de Orkeste y llegaban hasta sus murallas, o de aquellos que sabiendo querían poder ver con sus propios ojos la ruina del bastión de la paz. Pero al final fueron sus almas en pena las que siguieron gritando eternamente en aquella enorme edificación de piedra fría, fueron sus almas en penas las que juraron venganza de todo aquél que cruzase por sus tierras.

La destrucción del primer bastión de la paz en el mundo sólo logró avivar aún más las llamas del caos reinante. El mismo que reemergió con una furia aún mayor, ascendiendo el enorme ejército del clan de la llama roja por la ladera de la montaña de Arimalia, la más alta de cuantas hay sobre el mundo, y hogar de los dioses, hasta llegar a la cima misma donde Thaeros y Niba se encontraban junto a un número sin igual de dioses de diversa jerarquía, listos para la batalla en la cima más alta del mundo.

Aquella fue la noche más larga de los días antiguos, en la que padres e hijos pelearon con igual furia. La caída de Orkeste era el mayor pesar de los grandes dioses que en aquella edificación habían depositado la única esperanza de las grandes tierras, el final de Malgar y sus hijos, el final de la nueva llama que alumbraría el mundo, era el dolor que encendía los corazones de los mismos.

Dioses y primeros hombres cayeron por igual, hasta que las grandes olas, olas como jamás hubo antes en el mundo y se reza desde entonces para que jamás la vuelva a haber, cubrieron las grandes tierras inundando la gran montaña de Arimalia y poniendo fin al mundo como se le conocía.

- ¿Entonces que ocurrió? – preguntó Valko interrumpiendo el relato del más anciano.

Ya hace algunas horas que había caído la noche y los tres cazadores habían encendido una hoguera y reunido en torno a la llama que les dotaría de calor aquella segunda noche de cacería, la segunda infructuosa noche. Detrás de ellos, y siendo usados como respaldos, se encontraban reposando las tres enormes criaturas.

- Paciencia, paciencia Valko – dijo el anciano de iris rojas – Ya es hora de dormir si queremos despertar temprano para continuar la cacería –

- Pero padre – intervino de improviso el tercer cazador, más joven que Valko y de mirada curiosa. – Ésta podría ser nuestra última noche, estamos en medio de nuestras tierras y las tierras de los kaelis, los gusanos de kolok moran junto a ellos y los espíritus de las ediseas rondan en estas tierras de nadie…-

- Por eso será mejor que duerman, no nos gustaría a ninguno de nosotros toparnos con aquellas criaturas – señaló el anciano, demostrando que nada que de lo que pudieran decir los jóvenes alteraría su opinión.

- Ésta podría ser nuestra última noche… – repitió, pero ya el anciano se había recostado en el lomo de su Oldo y cerrado los ojos, dando por sentado que no seguiría la discusión.

Entonces ambos jóvenes tomaron las antorchas que llevaban junto a ellos y las pusieron en torno al círculo formado por las bestias, así mantendrían alejados a los malos espíritus según las creencias de su pueblo, pero mientras lo hacían el más joven no podía dejar de ver a su alrededor con miedo, sintiendo que eran rodeados por aquellos espíritus de otros tiempos, pudiendo apreciar la figura de una mujer a lo lejos, la llamó pesando que podía encontrarse perdida, temiendo que algo malo le pudiera ocurrir y sintiéndose aliviado de haber sido él capaz de verle antes de que los peligros de aquellas tierras de nadie tuvieran influencia sobre aquella muchacha que a él le pareció la mujer más hermosa que hubiera visto, y sintiéndose por tanto inevitablemente atraído por ella.

Cuando Valko terminó de poner sus antorchas y se volteó para encontrarse con él no pudo encontrarlo.

- ¡Aaargaaas! – gritó, pero sintió su voz tan lejana, tan ajena, que ni el anciano dormido pudo oírla. Las probabilidades de que el joven estuviera vivo eran de una en un millón, pero Valko sabía que sin él no lograrían llegar muy lejos.
La desaparición de Argas suponía varios conflictos, el primero de ellos era el suponer que los espíritus de aquellas tierras se lo habían llevado, de ser así ¿Cómo salvarlo? ¿Cómo traerlo de vuelta? El otro de ellos era el de hacerse a la idea de que simplemente habría ido al baño, pero Valko conocía muy bien a su amigo quien jamás sería capaz de ir al baño solo, en la noche, en tierras tan lejanas a las suyas y lejos del círculo del clan, incluso de hacerlo, siempre le habría avisado para que le cuidara la espalda. Pero si Argas se encontraba en peligro se desviarían enormemente del rumbo de su viaje y de todos modos, Valko tenía claro que al despertar el anciano éste tomaría la decisión más fría y cruel que un padre pueda tomar, abandonaría al hijo sin importar su destino, pues por el sólo hecho de no haberle obedecido se habría originado todo el conflicto.

Tomó entonces una de las antorchas, la encendió luego con el fuego de la hoguera y avanzó fuera del círculo que al menos serviría para proteger al dormido padre de Argas. Luego Valko desenfundó su espada de metal cactiliano, un mineral que se cuenta proviene de las montañas de fuego trabajado por los maestros herreros de aquella región perdida del desierto anterior a las grandes olas, ahora aquella espada debía formar parte de algún museo de los grandes reinos de las tierras más allá de las arenas, pero los cazadores del desierto descendientes de los primeros hombres, conocían el poder mágico de aquellas armas cactilianas, siendo las únicas capaces de luchar contra los espectros del pasado, los seres de otro tiempo que aún habitan nuestro mundo, que conociendo el poder de las armas cactilianas, aprendieron a temerles.

-¡Aaargaaaas! – volvió a llamar, su piel blanca, su mirada penetrante, sus oídos atentos de cazador, todo lo que conformaba a cazador le parecía atractivo a los espectros, a la tiniebla.

¿Cuántos de ellos podían regodearse de haber atrapado a uno de los primeros hombres? ¿Cuántas de aquellas almas en pena eran capaces de concretar su venganza en aquellos herederos remotos de los causantes de su pesar? Pues la verdad era que muy pocos, y el hecho de poder atraer a sus redes a dos de aquellos hombres de iris rojas era un hecho que esperaban desde días de antaño.

La sombra como una neblina blanquecina se movió a través del rabillo de su ojo, de inmediato se giró sin poder ver nada. El aullido del viento, las sombras que no dejaban de pasar a través del rabillo de sus ojos, la respiración en su oído y el frío suspiro que sentía desvanecerse en su nuca. De pronto una audaz vuelta sobre sus talones y un ágil movimiento de muñeca que le permitió sacar la daga que llevaba en su muñeca le terminó haciéndole colocar el cálido metal cactiliano de la daga en el cuello de su amigo.

- ¿Qué te ocurre Valk? – Preguntó el joven ante la estupefacta mirada del cazador – Estaba con Nafsi cuando te vi caminar como un… -

- ¿Nafsi? –

- Si, Naf es ella – señaló Agnas presentándole a la muchacha, a primera vista era difícil distinguir si se trataba o no de una niña, sus rasgos físicos se encontraban en el punto medio por lo que Valko pudo calcular unos trece o catorce años, lucía asustada pero se notaba aferrada a su amigo por una fuerza casi magnética. Su ropa se encontraba desecha demostrando que había tenido que pasar por varias dificultades antes de llegar hasta aquél lugar.

- ¿De dónde es? – preguntó Valko, Agnas simplemente negó con la cabeza.

- No sé nada de ella, habla una lengua distinta pero parece confiar en mí –

- ¿Y confías en ella? – repudió Valko aceptando de buena gana la idea de atravesar el pecho de la muchacha y verla deshacerse como uno de aquellos espíritus del desierto. Pero de inmediato el menor se interpuso.

- No puedo permitirte que le hagas daño amigo – el mayor de ellos sólo bufó de mala gana y alejó su espada.

- Será tu responsabilidad, pero dudo puedas persuadir a tu padre con la misma facilidad –

La muchacha sólo miraba a ambos alternativamente al hablar mientras parecía presentir un peligro a su alrededor.

- ¡Naaaaaafsiii! – gritó la muchacha con un tono plagado de angustia y miedo.

Rápidamente los dos muchachos se pusieron espalda con espalda, en torno a ellos un denso manto de tinieblas tomaba forma. Del manto de tinieblas rápidamente comenzaron a emerger un sinfín de manos espectrales, rostros de otros tiempos se alternaban en la neblina danzante mientras la chica sollozaba sin dejar de temblar. Fue entonces Valko le entregó la daga a la muchacha, la pequeña le miró y comprendió que deberían pelear, respiró profundo y dejó de temblar y sollozar, era como si aquella confianza depositada por el iris rojas se hubiera transmitido junto al filo de la daga. Miraran hacia donde miraran podían ver aquella densa niebla monstruosa que parecía cerrarse cada vez más sobre ellos.

- ¿Qué es eficaz contra estas criaturas Argas? –

- El sol – contestó el experto en criaturas, si se podían señalar lo que hacía especial a ese grupo de cazadores era exactamente su conformación. Argas era un experto en las criaturas del desierto; formas, debilidades, habilidades, comportamiento e incluso los lugares en que éstos habitaban. Pero todo aquello era sólo conocimiento teórico puesto que era la primera vez que salía de las tierras de su pueblo, el padre de Argas era un anciano cazador de los años de las grandes bestias, posteriores a la gran ola, siendo un hombre muy experimentado y conocedor del mundo que ahora habitaban y Valko…

De pronto una de las criaturas que formaban parte de la neblina se abalanzó sobre Agnar con enormes dedos terminados en garras estirándose lo más que podía, buscando con su dedo cortar el cuello del muchacho logrando abrir una pequeña y delgada herida a lo largo del cuello del muchacho antes de que la chica se lanzara con su daga de cactilinia y la clavara en la criatura haciéndole soltar un alarido estremecedor que les heló la sangre antes desvanecerse. Para Valko fue imposible controlar la risa.

- Pensé que serías tú él que la protegería, todo parece demostrar que ella es quien te defiende a ti – bromeó, antes de tener que volver a la defensiva.

- Me ha herido ese maldito - gruñó Agnar, para luego mirar a la chica y agradecerle con la mirada.

- Está bien, ya sabemos que podemos matarlos con nuestras armas. ¿Alguna otra debilidad? –

- Los espíritus de las ediseas, criaturas de las tierra de nadie…- comenzó a recitar Agnar buscando recordar con la mayor precisión la información dada a él por su maestro al respecto - … fantasmas en penas de los años antes de las grandes olas, vulnerables al día, al mineral de las viejas forjas de Cactilia, al poder de los brujos de Arkarioma, al viento. Bien se sabe que al ser seres de sombra se alejan del fuego , pero aún más fuerte que todo aquello es la sangre de Malgar la única que puede librarlos de la maldición impuesta por el clan de la llama roja, la única que les permitirá partir –

La pequeña miraba atenta a Agnar, como si fuera capaz de entender cada una de las palabras que éste decía.

- Malgar ahsis – contestó la muchacha luego acercó la daga a su muñeca y cortó horizontalmente la palma de su mano para luego estirarla hacia la tiniebla, para ambos jóvenes era difícil comprender lo que estaban viendo pero lo fue aún más cuando vieron aquel enorme manto de tinieblas desvanecerse al tacto de la sangre la muchacha.

- Una descendiente de Malgar… - digo Valko sorprendido – creí que estaban…-

- Muertos – Terminó de decir Agnar.
Habían vuelto al campamento antes del alba, la pequeña con su lengua casi inentendible era para los dos jóvenes un completo misterio, sobre todo a raíz de los últimos sucesos y de que por alguna razón comenzaban a creer que aquella debía ser una descendiente perdida de Malgar, de ser así el hecho de que el gran héroe de las leyendas hubiera sabido que moriría le daba ahora los muchachos un aspecto de mayor grandeza. Pero fue mayor a su sorpresa la que experimentó el anciano al despertar y encontrarse a los dos jóvenes despiertos junto a la misteriosa chica.

- ¿De dónde la han sacado? – gruñó el anciano de mala gana, ya de por sí era difícil realizar una travesía a través del desierto y esperar no morir en el intento como para además tener que alimentar y cuidar de una cuarta boca.

- Se encontraba perdida – señaló Agnar

- ¡Les dije que durmieran! – Gritó enfadado el mayor de los cazadores, la gente solía perderse en el desierto, y para el hombre de largos años el destino de aquellos quedaba en manos de los dioses, no tenían porque cargarle a él aquellos temas – ahora no tendrán las fuerzas para enfrentar la larga jornada que tenemos por delante – añadió, al ver que ninguno de ellos había dormido.

- No sabes padre lo que hemos descubierto...-

- Preparen a los Oldos, debemos partir cuanto antes, además de cubrir nuestro rastro por si somos seguidos por alguna tribu de salvajes, ya sabes bien Agnar que son frecuentes en ésta región – señaló con total indiferencia a lo que su hijo pudiera decir.

- ¿Y qué haremos con ella? – preguntó Valko.

- ¿Qué haremos? – Preguntó el anciano girándose violentamente para mirar al joven cara a cara – Nada, eso haremos, la chica no irá con nosotros –

- Pero…- los dos muchachos se apresuraron en protestar, pero no fueron sus palabras las que llamaron la atención del anciano, si no la misma pequeña.

- Nafsi – dijo la chica y el anciano se giró velozmente a mirarla.

- Nut ulsa – contestó ante la mirada de los chicos que no entendían lo que ocurría.

- Arest amuni – señaló ella – Kiro et Mana -

La mirada en el rostro del anciano se transformó del enfado a la más clara muestra de sorpresa.

- Cambio de planes muchachos, alisten sus Oldos iremos al norte –

- ¿Qué hay en el norte padre? –

- Orkeste – contestó tajantemente ante la sorpresa de los muchachos que poco a poco veían como cosas que siempre habían considerado parte de leyendas y antiguos relatos comenzaban a tornarse cada vez más reales.

Tras preparar a los Oldos se alistaron para el viaje. Pero no sin antes usar sus palas para cubrir los restos de la hoguera, buscando con ello impedir la posibilidad de ser rastreados por alguna criatura o pueblo peligroso.

Aquél fue un día largo y caluroso, el sol pegaba fuerte en el cielo y la arena parecía arder del mismo modo que lo hacen las llamas de una hoguera. Así era el desierto de Tharani, un lugar demasiado hostil para vivir, un sitio donde las personas iban en busca de su muerte, no era por lo tanto poco frecuente encontrar personas perdidas, encontrar rufianes y vándalos, preparados para dejar sin nada a aquellos que cruzaran las ardientes arenas sin los resguardos necesarios. Misma razón por la cual los pueblos y razas del desierto no solían frecuentarse y no se tenían grandes rutas comerciales, no era frecuente el turismo y al que llegara a las tierras de uno u otro se le consideraba por las mismas razones alguien peligroso. ¿Por qué otra razón podía llegar alguien de un pueblo donde su tierra y forma de vida le otorgaba comodidad a algún lugar lejano atravesando tierras peligrosas? Las posibilidades podían ser muchas pero algo estaba claro, en el mejor de los casos se trataba de un exiliado y en el peor, de algún espíritu peligroso. En ambos el ser hospitalario no podía ser considerado una buena opción. Entonces ¿Por qué estos tres cazadores del desierto se encontraban tan lejos de sus tierras y planeaban incluso llegar más allá?

Una leyenda, un antiguo relato del que poco se sabía y tenía claridad y que consistía en la creencia cada vez mayor de que había un lugar más allá del desierto al cual se podía llegar, un lugar en que el desierto ya no era desierto, en que los árboles crecían altos como las antiguas ciudadelas y en gran abundancia, una tierra con ríos y aguas infinitas. Una tierra que para toda criatura del desierto era semejante al paraíso.

Lo que hacía diferente a ésta búsqueda de otras tantas que hubo antes y habría después tenía relación a que Valko había sido visitado por Niba en unos de sus sueños, indicándole el camino a seguir y señalando a quienes debía llevar consigo, la forma en que debían ir equipados, las armas, cada indicación le fue transmitida a él por medio de aquél sueño. Al despertar, sorprendido por su visión de aquella noche, fue llevado hasta el chamán quien a través de un ritual logró compartir la visión del joven cazador pero vio en todo ello muchas cosas de las que Valko fue ciego, pues la memoria del sueño es cruel y se desvanece rápido, dejando en el olvido muchos detalles, en muchos casos detalles importantes.

- ¿Qué ocurre? – preguntó de improviso Argas al meditativo Valko. La herida hecha por el espíritu de la edisea a lo largo de su cuello ya había logrado cicatrizar quedando sólo como un leve rasguño en la piel.

- Y si… - comenzó a decir Valko a Argas que iba junto a él, ambos cerraban la marcha sobre sus Oldos, delante iba el anciano junto a la joven. – Creo que en realidad no estábamos destinados a encontrar aquél lugar donde las aguas fluyen y grandes sombras cubren una tierra suave y hermosa. –

- ¿A qué te refieres? – preguntó el joven sorprendido y Valko miró hacia la chica.

- Creo que la razón de éste viaje era encontrarla a ella – señaló – Ahora nos desviamos de nuestro viaje de forma precipitada y soy consciente de que el chamán habló con tu padre, estoy seguro que él pudo ver más de mi sueño, cosas que no me quiso decir –

- Tranquilo, si fue así entonces vamos por buen camino… además – dirigió una mirada cómplice a su compañero de viaje – dicen que las grandes riquezas del clan del eclipse siguen en Orkeste –

Ambos muchachos rieron ante aquello, la verdad era que las grandes riquezas poco o nada les servirían en momentos como ese, pero ambos habían siempre soñado con un día poder tener todo lo que quisieran, una vida más sencilla.

Aquella noche acamparon en medio del desierto del mismo modo que lo habían hecho la noche anterior, sólo que ésta vez el anciano se preocupó de supervisar el cierre del círculo de fuego para así evitar los inconvenientes de la noche anterior, junto a la hoguera se comenzaron a levantar rápidamente fluidas conversaciones entre el padre de Argas y la muchacha, por lo cual ambos jóvenes podían apreciar con total claridad que ambos lograban comprender un idioma del que ellos eran sólo meros espectadores distantes.

Alrededor el cielo nublado dejaba entrever las luminosas constelaciones, que los sabios podían usar para leer el pasado y el futuro, y más allá de donde pudiera alcanzar la vista la infinita nada.

- Parece que mi padre encontró algo que le fascina – señaló Argas a regañadientes.

- El anciano siempre ha vivido añorando la vieja gloria de nuestra raza, no puedes enojarte porque encontró algo que vuelve real todos sus cuentos –

- Pero Valko, casi pareciera que nosotros no existiéramos –
Ambos miraron la escena, el anciano y la muchacha hablando en aquél idioma incomprensible con total libertad y riéndose mutuamente.

- Llevaba muchas lunas sin ver reír al anciano – confesó Valko – desde la muerte de tu madre que nadie volvió a verle alegre, déjale disfrutar el momento – al terminar de decir aquello se acurrucó en el lomo de su Oldo – será mejor que durmamos, se nos viene una larga jornada –

A regañadientes Argas le hizo caso a su amigo, a fin de cuentas, ambos tenían muchas horas de sueño perdidas a raíz de lo ocurrido la noche anterior y no era difícil saber que mientras más avanzaran más difícil se tornaría el camino.

Un ejército. El desierto. Enormes criaturas con fauces gigantescas plagadas de afilados colmillos que brillaban como el metal ante la luz del sol y sobre aquellas criaturas hombres de piel oscura como la noche sin estrellas, con ojos plateados como la luna. El más alto de ellos señaló entonces un nombre, nait, neid, neib, no había como estar seguro pues fue demasiado fugaz y poco claro como para entenderle. La verdad, todo sucedía demasiado rápido. Una tormenta. Un rayo. Un grito a lo lejos. La vida y la muerte danzando juntas en un mar de espadas, y Valko parado en medio de todo aquello sin lograr encontrar la lógica a todo lo que ocurría, escuchaba a Argas gritar por ayuda y al voltearse a verlo le encontró arrodillado sobre el cuerpo de…

Despertó sobresaltado, respiraba agitado y no pudo evitar dirigir una rápida mirada a sus compañeros de viaje, todo estaban durmiendo tranquilamente ante las danzantes llamas de la hoguera. No pudo evitar controlar el dolor que le había producido ver todo aquello en su sueño. Luego, mirando a la luna, dejó que un suplicio saliera desde lo más profundo de su corazón, sin lograr evitar que las lágrimas cayeran por sus mejillas, no quería que esta vez se tratase de otro sueño profético, de ser así… Miró a Argas y no pudo evitar desear despertarlo y decirle que huyera lejos, que corriera lo más lejos que hubiera podido hacerlo en su vida y que jamás mirara atrás, pero sabía una cosa con total claridad, nadie puede escapar de su destino.

A la mañana siguiente cuando despertaron encontraron a Valko durmiendo con total tranquilidad, siendo imposible para ellos imaginarse lo que había significado aquella noche para el joven cazador, sólo la joven lo sabía pues le había escuchado llorar.

- ¿Qué le ha dicho Nafsi? – preguntó cuando emprendieron la marcha Valko, el anciano le miró con una sonrisa.

- Su nombre es Neití, nafsi es sólo un término para decir espíritu maligno – ante ello el muchacho se quedó pensativo.

La segunda jornada de viaje desde el encuentro de Neití se prolongó eterna y para Argas era curioso notar el cambio de su amigo que parecía querer estar solo, su silencio, no era para él difícil comprender que algo le había ocurrido aunque le fuera imposible conocer la razón. El sol se sentía cada vez más fuerte cuando encontraron a lo lejos un extraño oasis a la distancia.

- Puede ser un espejismo – señaló Argas.

- Apá – dijo el anciano golpeando el costado de su Oldo - ¿Es agua lo que hay delante? – el rugido de la bestia fue la afirmación que necesitaban, para encontrarse una hora más tarde descansando bajo las sombras de enormes y frondosos Olivos, la muchacha se lanzó al agua a penas llegaron para comenzar a nadar en aquella refrescante fuente de vida. Allí pudieron llenar sus cueros con agua, que comieron de los frutos que los árboles entregaban en abundancia.

Mientras Neití nadaba por las aguas de aquél oasis pudo ver una extraña reliquia hundida en lo más profundo del lago, salió a flote una vez más para respirar profundo y sumergirse hasta aquél objeto peculiar.

- No comprendo cómo se maneja tan bien bajo el agua – dijo con admiración Argas a su padre.

- Creció en la costa, es normal que los pueblos de pescadores tengan una habilidad indudable en el nado – señaló el anciano.

- Nafsi una descendiente de Malgar y perteneciente a un pueblo de pescadores, es todo un misterio aquella muchacha – señaló Argas mirando al infinito. El anciano volvió a reír.

- ¿Valko no te lo dijo verdad? – preguntó

- ¿Decirme qué? – señaló Argas confundido.

- La muchacha se llama Neití, significa cielo en la lengua antigua de los primeros hombres. Nafsi, en tanto, significa espíritu maligno –

Fue en ese momento en que a lo lejos, en el horizonte, una línea de sombras oscuras como el carbón comenzó a visualizarse.

- ¿Qué es eso? – preguntó Argas señalando las siluetas que rompían la armonía del desierto.

- Debemos irnos - señaló rápidamente Valko, que apareció sorpresivamente junto a padre e hijo. El anciano no pudo evitar comprender que toparse con seres desconocidos podía significar un peligro para ellos, para Neití, para la misión y para su viaje.

- ¡Neití! – llamaron, sabían que la muchacha estaba en el lago pero no salía, parecía que hubiera desaparecido.

- Iré por ella –dijo Valko decidido.

- Pero no sabes nad… - era demasiado tarde, el ojisrojos había tomado impulso y saltado a las misteriosas aguas de aquel extraño lugar.
El agua, una sustancia muy distinta a todas cuantas hubiera conocido con anterioridad en su vida. No era como estar en medio de una tormenta donde sentías cada parte de tu cuerpo siendo empujada por una fuerza superior y en una dirección concreta, esto era distinto, pues el agua te empujaba en todas direcciones y a ninguna a la vez, estar completamente sumergido en ella era una sensación tan extraña, tan nueva, que para Valko era difícil comprender como moverse en su interior. En vano intentó abrir los ojos, sólo tenía claro que respirar y abrir la boca en aquella sustancia era cometer un gran error, muchos grandes hombres habían muerto ahogados... entre ellos su padre. Fue entonces que vio en las profundidades, o creyó ver, un resplandor.

Con gran dificultad comenzó el desplazamiento, si brillaba con aquella intensidad teniendo él los ojos cerrados debía ser algo realmente brillante y sólo entonces pudo escuchar una voz en sus oídos, era suave y hermosa, abrió los ojos de golpe a pesar de la dificultad y vio entonces con total claridad a una criatura con rasgos de Oldo, rasgos humanos. Su piel escamosa estaba constituida por lo que parecía ser diamante, y tenía unos ojos rojos que irradiaban muerte.

- Vete – dijo la criatura sin mover siquiera sus labios, o como pudiera designarse a aquella constitución escamosa sobre y bajo la ranura de su hocico.

No me iré, pensó Valko, sin saber cómo contestarle al ver lo inseguro de abrir la boca en las profundidades. Entonces la criatura pareció poder entender sus pensamientos y abrió enorme sus fauces dejando ver un sinfín de hileras plagadas de filosos y aserrados dientes, y en el interior de ellos. ¿Dónde está? Preguntó él, del mismo modo, ante lo cual la criatura pareció sonreír, para finalmente apuntar con su enorme garra a una colosal ostra que brillaba con intensidad.

Valko se lanzó hacia la ostra pero rápidamente la criatura se interpuso.

- Mía – sonó en la cabeza del cazador.

Si tú lo dices. Pensó Valko y desenfundó su arma de cactilia viendo como esta comenzaba a brillar con gran intensidad en un sinfín de colores y llevando a que la criatura involuntariamente a taparse los ojos con el brazo.

- Imposible – gruñó la criatura – No es posible que un hijo del fuego sea capaz de portar un arma de los hijos del hielo y ser capaz de hacer lo que haces –
Pero lo estás viendo, señaló Valko con enfado, sin lograr entender a qué se refería la criatura con hijos del hielo. Pero algo para él era verdad. Nunca había visto una espada de cactilia brillar con tal intensidad.

Entonces Valko se lanzó con la espada hacía la criatura y esta retrocedió violentamente para responder con un golpe de su larga cola que golpeó a Valko por el costado. Fue en ese momento que empezó a sentir que se ahogaba y miró hacia arriba para ver la superficie comenzando a buscar llegar a ella para tomar una bocanada de aíre. La criatura bajo él subía con violencia.

La cabeza de Valko se asomó un instante sólo para ver a su amigo y al anciano rodeados por los hombres de piel negra que había visto en su visión.

-Valk… - alcanzó a pronunciar Argas al verle, pero al instante fue agarrado por la criatura del lago y llevado de golpe al interior del mismo.

- Esa espada – dijo entonces el hombre de piel negra al anciano.

- Cactiliana – respondió él.

Dio rápidos gestos a los hombres que estaban a su mando y se lanzaron al agua, fueron en total nueve de ellos los que se sumergieron a gran velocidad y maestría, y al instante se pudo apreciar desde la superficie del agua como distintos brillos comenzaban a llenar la laguna, pertenecientes a cada uno de aquellos hombres.

- Son segundos hijos – dijo el anciano mirando al hombre de piel negra.

- Preferimos que nos llamen cactilianos – aclaró con una bajada y subida de cabeza en muestra de afirmación.

- Creí que estaban extintos –

- Y nosotros que ustedes lo estaban – Argas miraba sin comprender nada, las enormes criaturas de los piel negra habían hecho temer a los Oldos y se habían mostrado enormemente peligrosas, pero en el instante en que aquellos hombres vieron sus ojos y cabellos rojos dieron la señal a sus bestias para que se calmaran y descendieron de ellas para reunírseles. La verdad era que ver a un cactiliano de frente, a uno de los hombres de aquél pueblo que creó las grandes armas que ellos portaban y cuyo reino se consideraba destruido por los hombres del clan de la llama roja en tiempos anteriores a las grandes olas. – Nunca pensé que volvería a ver a un miembro del clan de la llama roja
– señaló mirando al anciano.

Mientras tanto en las profundas aguas del lago los cactilianos con sus espadas también brillando se colocaban en torno a la bestia. Con una maestría y coordinación casi excepcional luchaban y esquivaban a la bestia mientras Valko nadaba hacia la ostra para rescatar a Neití.

A lo lejos el joven oía los gritos de la criatura, sus súplicas pidiéndole a Valko que les dijera que se detuvieran, y aunque no estaba interesado en hacerlo una frase rompió su voluntad.

- Sabes bien lo que ocurrirá a continuación, ves el futuro como un hijo del clan de la eclipse, pero puedes evitarlo, puedes cambiar lo que ocurrirá –
De inmediato Valko ascendió y se colocó entre la criatura y los nueve guerreros. Dime lo que sabes, pidió a través de su pensamiento.

- Habrá cosas que no quieres saber – escuchó, a lo que inmediatamente contestó con un: no me importa.
Luego fue algo demasiado brusco y se sintió atrapado en los ojos de la criatura.

-Ahora verás todo lo que te puedo enseñar y necesitarás saber para continuar tu viaje –

De pronto se encontraba en un cuerpo que sentía muy ajeno al suyo, y ante él un hombre de piel oscura y ojos de estrella, que llegaba montando en su enorme bestia carnívora, la misma criatura que había visto en su sueño la noche anterior.

- Dame a la chica – dijo con una ronca, casi gutural, voz.

- ¡Jamás! – gritó él, aunque sin su voz, sentía que otro controlaba sus acciones, como si él fuera sólo un mero espectador.

- No sabes en qué te estás metiendo muchacho – gruñó el jinete de la bestia.

- ¡Sólo sé que ustedes le harán daño! – gritó.

- Nosotros somos los segundos hombres, los que vinieron después de los hombres del fuego, somos hielo ¡Somos vida! -
Fue entonces que notó que junto a él se encontraba una muchacha, sus rasgos eran parecidos a los suyos, pero con unos ojos plateados como los del guerrero delante de ellos, y ella lloraba abrazándolo con fuerza, se notaba que tenía miedo.

- No te dejaré acercarte a ella, vuelve tu camino y evitarás tener problemas –

- No entiendes, hemos cruzado el cielo para llegar hasta aquí, es nuestro destino cruzar el mismo camino rey de los primeros nacidos, y será así siempre. Tú, ella, yo hemos estado siempre destinados a cruzarnos pues somos de una misma raza, de un mismo origen, somos hijos de las estrellas y no somos parte de éste mundo, él nos repudia, su gente nos teme, no debes porque luchar para defenderles, la paz que tanto se le ha prometido a éstas tierras vendrá con las grandes olas, el día en que la raza de los primeros hombres sea erradicada del mundo –

¿Rey de los primeros hombres? ¿Grandes olas? No podía comprender sobre qué quería decir el hombre de piel oscura, fue entonces que el jinete descendió de la criatura con una enorme espada de metal verduzco. Cactilia, pensó Valko al reconocer aquél mineral.

- No eres nadie para la espada de Cactil, te derrotaré y luego me llevaré lo que es mío, el mundo será de los segundos hijos luego de que los primeros conozcan su final –

Entonces notó que él también sacaba su espada y se preparaba para pelear contra el segundo hijo.

Luego de golpe se vio en una enorme habitación con paredes de piedras y frente a sí al mismo hombre contra el cual había comenzado la lucha. Aunque no dejaba de notarse que en la mirada de aquél ya no se encontraba el mismo frío ardiente odio que en aquél primer encuentro.

- ¿Estás seguro hermano? – se sintió preguntar, tenía el corazón afligido, pero a pesar de su creencia de que ahora estaba en el cuerpo de otro hombre se dio cuenta de que era el mismo con el cual se había encontrado frente al jinete.

- Las estrellas lo han escrito en el firmamento, las sombras así lo susurran, el día de nacimiento de tu tercer hijo será también el día en que Orkeste caerá – Orkeste, aquél nombre que se había vuelto tan recurrente desde el inicio de su viaje, la fortaleza del clan del eclipse, el lugar al cual debían ir ahora junto a Neití. No lograba entender lo que ocurría.

- ¿Y qué quieres que haga? – se escuchó decir con gran pesar, sintiendo su mirada cargada de lágrimas - ¿Ver morir a quienes quiero en manos de la llama roja? ¿Ver morir las esperanzas que tanto tiempo hemos forjado, de darle al fin la paz al mundo antes de que los dioses decidan que las grandes olas son la solución? –

- Siempre supimos que sería imposible detener a Destino – sentenció Cactil – Pero aún podemos hacer algo para evitar que los primeros hombres mueran –

- ¿Qué quieres que haga hermano? – dijo entonces apoyando su mano en el hombro de su anterior rival – Dime qué puedo hacer para que mi gente sobreviva –

- Llévalos a las minas, las olas no serán capaces de romper la tierra, sólo purificarla. –

- Ambos sabemos que tu pueblo y mi raza nunca podrán llevarse, somos seres tan opuestos y tan iguales como lo podemos ser de nuestros reflejos en el frío cristal y en las profundas olas –

- No hablo de Cactilia hermano, hablo de Valkiria, son minas construidas al sureste de Orkeste, en tierras temidas por primeros y segundos por igual. Pero he logrado que mis hombres entraran en aquellas tierras donde la primera sangre se derramó y alzado una ciudad enorme siguiendo las indicaciones dadas por nuestra diosa lunar. Será cosa de tiempo para que la ciudad de la esperanza esté construida y pueda refugiar a tu pueblo. –

Entonces le dio la mano a su amigo y ambos se abrazaron con fuerza.

- Siempre has sido un buen amigo Cactil – se escuchó decir.

- No siempre. Hubo un tiempo en que tú y yo nos quisimos muertos – recordó el piel negra, ambos rieron. - En aquél entonces eramos muy jóvenes y las pasiones reinaban nuestros comportamientos.-

Luego volvió a cambiar el entorno, se vio de pronto ante una hermosa mujer, sus ojos plateados, su piel clara y él acariciando su mejilla. Aunque le costó darse cuenta al poco pensarlo comprendió que era la misma muchacha que anteriormente había protegido de aquél que se había llamado Cactil.

- Estarás segura, lo prometo –

- Valkiria es un lugar lejano y sé que no volveré a verte – dijo la mujer.

- No moriré del todo mientras la flor de nuestro amor nazca. Siempre seguiré existiendo en ti – él la besó – seguiremos viviendo juntos en el legado de nuestra sangre – ella lloró, luego vio que allí estaba Cactil y él se la entregó.

- Creo que al final fuiste tú quien ganó el combate, tú seguirás y la tendrás a tu lado – Cactil bajó la mirada con tristeza.

- Ve en paz Malgar, que nuestros caminos se volverán a cruzar en los días que vendrán – Subió entonces a su caballo y comenzó un rápido viaje a todo galope por la fría arena del desierto bajo el cielo del atardecer. Entonces pudo ver la enorme Orkeste en su máximo esplendor, el último que alguna vez tendría.

Fue empujado rápidamente entre visiones dispares, pudo apreciar a un hombre con la apariencia de uno de los primeros hombres y hubo en aquél rostro algo que no pudo evitar llamar su atención, era el rostro de Argas el que veía dibujado en el capitán del clan de la llama roja.

- Morirás – dijo entonces aquél hombre. A su lado pudo ver los cuerpos sin vida de dos muchachos y de una mujer. Se acercó entonces con una sonrisa en su rostro, se veía triunfal y fue entonces que ambos se vieron a los ojos. Luego lo vio retroceder aterrorizado.

- Ni todos los ejércitos del mundo te salvarán de los espíritus de la venganza - escuchó decir mientras el capitán retrocedía espantado. Tras lo cual se sintió arremeter con fuerza contra los guardias.

- ¡No! – gritó el capitán a lo lejos, sintió el filo de las flechas caer sobre su cuerpo y el cobarde veneno de las mismas palpitar al contacto de su carne. El capitán se veía asustado, pero sus hombres no parecían obedecerle, inmediatamente vio al hombre con el rostro de Argas lanzarse sobre él y las flechas detenerse – Debes huir Malgar, debes huir, imploraba en un tono que nadie más podía oír, por favor perdóname, perdóname. – lo veía implorar y sentía el dolor de aquél hombre.

- Las olas vienen, sálvate, nuestros hijos necesitarán que sigas con vida. Ve a Cactilia, allí te ayudarán–

Luego sintió que una fuerza sin igual lo empujaba contra el capitán para finalmente lanzarse sobre una inmensa hoguera en la que reposaban los cuerpos de los muertos, allí sintió que las llamas lo quemaban sin sentir dolor y luego vio como su cuerpo parecía elevarse. No, no era su cuerpo. Como su alma parecía alejarse.

Luego una última brusca escena en que vio una inmensa oscuridad, seguida de una luz al final de un túnel, sintió que luchaba por vivir y allí tras un fuerte resplandor se encontró en medio de lo que parecían ser matronas de los segundos hombres.

- Felicidades, es un varón – oyó decir a la dama que lo tomaba en brazos. - ¿Cómo lo llamará? –

Un último suspiro decía una única palabra: Valko, esperanza en la lengua antigua de los primeros hombres, él era aquél bebe. Luego vio como la matrona gritaba, pedía auxilio, decía que la ama estaba muerta. Allí aparecieron juntos Cactil y el capitán de la llama roja.

- He llegado demasiado tarde – dijo entonces el capitán – No pude salvarlo a él y tampoco pude salvarla a ella. – Entonces Cactil lo tomó del cuello y lo alzó con gran fuerza.

- Deberás llevar al niño a Valkiria –

- ¿Transportar al hijo de Malgar sólo por el desierto a través de las tierras prohibidas a todos los hombres? ¿Y mi esposa, mi hijo? –

- Tu mujer lleva la corrupción de la llama roja en su alma, aquél clan no puede seguir existiendo en el mundo que vendrá y sólo en las tierras prohibidas a todo hombre podrás encontrar el refugio a lo que vendrá –

- Pero… yo también soy del clan de la llama roja - oyó decir al hombre.

- De todos modos eres el único que puede asegurar la paz del mañana – terminó por decir Cactil antes de que todo se volviera a tonar negro para Valko y se encontrara fuera de aquél lago acostado sobre el suave pasto del oasis. Junto a él estaba Neití y tras ella el anciano, Argas y los hombres de ojos plateados. Pudiendo reconocer entre ellos al de mayor estatura y gallardía, el único que no se había sumergido en las aguas del oasis, él estaba seguro que aquél hombre era Cactil.

- ¿Qué pasó? – preguntó confundido.

- Detuviste a la criatura con gran valentía, pudimos salvar a tu hermana, pero perdiste el conocimiento, nos temíamos que no despertarías – contestó entonces el hombre de piel negra.

- ¿Mi hermana? – fue entonces abrazado con fuerza por Neití – Claro, mi hermana – añadió sobándose la cabeza, no sabía muy bien que era lo que había ocurrido, pero tenía algo claro y era que le debía la vida a los cactilianos.

Unas horas más tarde y ante el cielo nocturno, las grandes criaturas de los segundos hombres y los Oldos marchaban juntas hacía el amanecer. Fue en aquél trayecto que el líder de los segundos hombres acercó a su criatura al Oldo de Valko.

- No creas todo lo que te ha enseñado esa criatura, puedo ver en tus ojos un gran secreto, un gran temor y un gran conocimiento. Sé mejor que mis hermanos que aquella criatura no era sino una antigua deidad expulsada de Arimalia por someter a los hombres a pensamientos disparatados que les llevaba a la locura… -

- No sé de qué habla, señor – señaló Valko – Ahora si me lo permite debo reunirme con mi amigo – añadió con respeto antes de hacer a su Oldo apurar la marcha para alejarse de aquél hombre.

- Tan perdido que estabas hermano – dijo Argas con una sonrisa al verlo junto a él.

- Huye Argas, huye, vete lejos donde nadie te conozca, ve a las tierras más allá del desierto – señaló con lágrimas recorriendo su rostro – Me temo que si no lo haces los días se tornarán cada vez más oscuros para ti, debes vivir las aventuras que prometimos que tendríamos juntos.-

- Valko, no entiendo de qué hablas… -

- ¡Ahora! – gritó Valko con fuerza, moviendo a su Oldo y desenfundando su arma para desafiar al líder de aquellos hombres. Argas simplemente obedeció, perdiéndose rápidamente a la distancia, mientras Valko desafiaba a aquellos diez hombres que habían salvado su vida en el oasis.
Era difícil no desear mirar atrás, no querer devolverse. Volver por su padre, por Neití, por su amigo de toda la vida, Valko. ¿Pero qué podía hacer? Sabía y tenía total conocimiento de los sueños proféticos que habían atormentado largamente a su mejor amigo, a veces les había sacado triunfantes de problemas y otras tantas habían tenido que sufrir las consecuencias de lo que ocurriría a pesar de saber muy bien ambos lo que pasaría. ¿Y si esta vez era lo mismo? ¿Y si Valko le había dicho que huyera para alejarlo de algo que había visto y temido decirle?

La luna en lo alto, el susurro del viento a su alrededor, no podía estar seguro de qué era lo que debía hacer. Su bestia gruñó y se colocó a la defensiva. Cuando Argas se percató ya era demasiado tarde, fueron rodeados por una docena de seres con lanzas, no eran del tamaño de los hombres de piel negra y se veían más bien escuálidos portando grandes máscaras con grandes ojos negros y todas ellas decoradas con un número sin igual de plumas, entonces una sola y brusca palabra cruzó la mente del joven fugitivo. Terceros…
La luna resplandecía alta en el cielo, se encontraba en su plenitud lo que llenaba el desierto con cierto resplandor plateado único en aquél mar de tinieblas que es la noche.

- ¿Qué estás haciendo? – preguntó de manera agresiva el hombre de piel ébano.

- No permitiré que nos maten –

- ¿Por qué mataríamos a alguien que salvamos de aquella criatura en el oasis? –

- Sé lo que harán, lo he visto –

- ¿Ves el futuro…? – Hubo una pausa mientras el líder de aquellos hombres intentaba comprender lo que acaba de oír - Entonces eres un hijo de Malgar, un miembro del clan del eclipse. El eclipse es día y noche; sol y luna; pasado, presente y futuro, todo ello en un mismo instante, era por ello que los miembros del clan del eclipse eran temidos, era por ello también que Malgar y sus hijos enfrentaron con la cara en alto su muerte, sabían que en el futuro habría paz y no sería el clan de la llama roja capaz de hacerla arder, no sería el clan de la llama roja él que reduciría a cenizas la paz de los hombres del mañana. Y también sabían de ti y de mí, sabían que nosotros nos encontraríamos en los días después de las grandes olas y seríamos capaces de traer la gloria de nuestra gente a éste nuevo mundo –

- ¿De qué estás hablando? –

- Mi nombre es Elir, hijo primero de Cactil, y por lo que veo tú debes ser Valko…-

- Último heredero de Malgar – dijo entonces el mismo joven aludido, Neití no pudo evitar dirigir una mirada al muchacho junto a ella y analizarle detenidamente, como si se encontrara buscando algo que otros no pudieran percibir.

- ¡NO! – Gritó entonces el anciano cruzando su Oldo entre ambos – Él no es… -

- ¿Hasta cuando le mentirás anciano? Se ve en sus ojos que lo sabía muy bien, de no haberlo sabido se habría sorprendido y nada en él ha cambiado. Valko, debo llevarte junto a mi padre, él sabrá qué es lo que tienes que hacer, nuestra gente tiempo atrás tendió la mano a tu familia, no dudo que podamos ser grandes amigos como lo fueron nuestros padres en los años anteriores a las grandes olas –

- Se nota que no conocías a tu padre Elir, si no sabrías bien que antes de ser amigos fueron grandes enemigos –

- La mano de tu madre era un tesoro muy preciado en aquellos años, los terceros hombres tenían para ellos las mujeres más bellas de cuantas hay entre las razas del mundo y una dama así sabía robar el corazón de cualquiera –

- No lucharemos por amor, pero de un modo u otro la lucha nos está destinada –

Elir hizo una semireverencia desde su bestia dentuda y descendió del animal, repitiendo aquello Valko y quedando ambos hombres de pies frente a frente.

- No peleen muchachos, una vez que lleguemos ante Cactil podremos arreglar todo esto –

- Apártate anciano – dijo Elir con agresividad y respeto, una forma extraña de expresión que no pudo sino obedecer, ya no eran los mismos años que él experimentó cuando los clanes de los primeros hombres luchaban por el control del mundo, ya no era un joven lleno de sueños y esperanzas, ahora era un hombre viejo, siendo el tiempo el mayor rival de cuantos alguna vez tuvo, pues era el único que le había quitado todo cuanto alguna vez quiso y fue.

Los compañeros de Elir, el anciano y Neití habían formado un círculo al interior del cual se desarrollaría el combate, fue entonces que ambos desenfundaron sus espadas de cactilia, siendo la de aquél hombre de piel oscura la de mayor tamaño.

- No tendrás ninguna posibilidad – gruñó el guerrero.

- No es mi hora de morir – fue lo único que Valko antes de lanzarse contra su rival.

Los filos de ambas espadas chocaban con fuerza produciendo un eco estruendoso y cristalino, para los espectadores no dejaba de sorprender el espectáculo, en parte porque los compañeros de Elir nunca antes habían visto a hombre alguno resistir más de dos golpes de aquella enorme y pesada espada de Cactilia, y en parte porque el anciano estaba seguro de haber visto aquella pelea antes, era claro que ambos jóvenes eran el vivo recuerdo de sus padres.

La espada de Elir caía con fuerza sobre Valko, pero éste lograba esquivarla por algunos milímetros respondiendo rápidamente con un golpe latera de su espada para entrar por el indefenso costado de su rival, pero éste teniendo total claridad de su punto débil lograba hacer una hazaña completamente sorprendente y usando su espada enterrada como apoyo alzaba por el cielo su pesado cuerpo para colocarse del lado contrario a Valko sin darle tiempo de respuesta.

- ¿Hasta cuándo huirás? – gritó Valko ofuscado, cada vez que se encontraba cerca de enterrar su espada lograba aquél corpulento hombre esquivarle con una gracia y maestría que no dejaba ninguna duda sobre su habilidad con aquella pesada arma.

- ¿Huir? – El hombre sonrió – Me caes bien muchacho, eres el único rival que ha osado hablarme así a lo largo de mi vida. Sólo por eso te daré la muerte más rápida posible – alteró entonces el punto de apoyo para hacer un rápido movimiento desenterrando su arma y dando un golpe horizontal destinado a partir en dos a Valko.

- ¡NOOOOOO! – gritó entonces Neití con fuerza.

En ese momento todo ocurrió demasiado rápido, Valko alzando rápidamente su espada lograba golpear el arma de cactil lo suficiente como para desviar la trayectoria que ya tenía fijado el destino mortal del guerrero, pero fue aquél roce de espadas el que hizo que se alzara una enorme columna de fuego policromático, ambos rivales retrocedieron de golpe ante la fascinación de aquella extraña forma pírica que combinaba en su interior una llama con un color rojo intenso con una llama azulada y una verdosa que parecía emerger entre ambas y destellaba alrededor.

- La Poliflama – dijo entonces Elir con sorpresa, tras retroceder dos pasos se arrodilló ante Valko y la flama – No podía creerlo hasta que no lo viera, mi padre tenía razón al hablar de que la pelea entre él y tu padre fue dura pero generó algo mágico.

- ¿Qué es la Poliflama? – preguntó entonces Valko dejando de lado su espada, la verdad era que aquella maravilla de fuego le había hecho olvidar que había estado al borde de la muerte de no haber sido por sus reflejos.

- Cuenta la leyenda que antes que los hombres nacieran, antes que los primeros, los segundos, terceros y los que vendrían después de ellos, hubieran pisado por primera vez la faz de Priorterra, existió la primera mujer: Ammat. Fue a ella a la que se le otorgó el don de la poliflama, siendo la esencia creadora de la vida, nada está vivo si en su cuerpo no habita esta poderosa energía y era Ammat, la que podía crear vida usando para ello éste poderoso don, y más tarde nos lo otorgó todos sus hijos e hijas, para que juntos pudiéramos tener hijos e hijas. Ammat, siendo la dama de la poliflama fue la madre de todas nuestras familias, de hecho, cada hombre, mujer y niño desciende de aquella poderosa dama. La poliflama, entonces, de dividió en todos sus hijos y los hijos de los hijos hasta nuestros días. Pero nuestras familias entablaron guerras, primeros y segundos, primeros y primeros, segundos y segundos, la guerra era fuerte entre los hijos de Ammat y creó a los terceros con un corazón tan humilde y hospitalario como no lo hubo antes. Pero la guerra también los alcanzó y fue que se predijo que sólo la poliflama que son capaces de crear guerreros de distintas familias sería capaz de dar nueva vida a nuestro mundo ya extinto por las llamas del fuego que en otrora lo quemó y obligó a las grandes olas alzarse desde las profundidades del mar. Es por ello que el hecho de que dos miembros de razas distintas sean capaces de producir una poliflama refleja la esperanza de éste mundo. –

- Es eso entonces lo que encontraron nuestros padres aquél día – dijo Valko sorprendido, viendo como los últimos destellos de aquella poderosa flama se perdían en el firmamento. Elir afirmó.

- Aquella llama logró que ambos forjaran en sus corazones un apego enorme a pesar del intenso odio existente entre nuestras razas, apego al cuál los primeros hombres que aún habitan en nuestro mundo deben su existencia –

- Las minas de Valkyria – señaló entonces Valko con una sonrisa – No esperaba encontrarme con la razón de que ambos forjaran tan férrea amistad, pero si aquello es verdad, entonces tú eres nuestro enemigo… - bajó la mirada un segundo y la levantó deprisa, se apresuró a correr a su Oldo y comenzar el viaje hecho por Argas pero al llegar hasta la cima de la duna más cercana y mirar hacia el horizonte se dio cuenta de que era demasiado tarde. Más allá de donde acaban las arenas del infinito desierto el sol comenzaba a alzarse señalando el comienzo del día. Allá en la cima de la duna se le reunió Elir.

- Es tarde amigo – dijo entonces – Sólo puedes tener una cosa segura, si lo viste en tu visión del futuro entonces nos lo volveremos a encontrar – Fue en ese momento que Valko dirigió una mirada cargada de dolor al hombre a su lado.

- No lo entiendes, lo vi siendo el asesino de su padre… No puedo permitir que aquello ocurra –

- El destino es incierto, sólo puedo estar seguro que lo volverás a encontrar en tu camino –

- Puede que esté muerto – a Valko le pesaba enormemente el sentirse responsable de haber mandado a su muerte a su mejor amigo.

- Dímelo tú. Es tu amigo y cómo tal tu corazón sabrá si sigue o no con vida – Valko rió.

- Me sorprende lo que la poliflama ha podido hacer con nosotros, hace tan solo un instante nos queríamos muertos –

- Reunámonos con el resto, debemos volver a la marcha, nueva Cactilia no está muy lejos, y si mi gente se ha topado con tu amigo lo sabremos –
Mientras ambos rivales se encontraban en la cima de una duna, los hombres de Elir se encontraban en la cima de otra de aquellas dunas, apostados todos ellos en línea recta para contemplar el amanecer, el espectáculo más maravilloso luego de que la oscuridad reinara a lo largo de la noche, pues era símbolo de cómo la vida le ganaba a las tinieblas y volvía a emerger.

Aprovechando la ocasión el anciano se acercó a la joven.

- Hablas nuestra lengua – sentenció, la joven avergonzada bajó la mirada - ¿Por qué no les dijiste? – preguntó.

- Tú me tenías por una sobreviviente del antiguo clan, una joven criada con la lengua de nuestros ancestros y desconocedora de la que hablan los hombres de éste tiempo, porque nadie es capaz de creer lo que yo soy, nunca nadie estuvo ni estará para mí – La joven sonrió con pesar- Yo nací de las grandes olas y de los restos de nuestros clanes y puedo bien ser llamada hija de Malgar o Nafsi o lo que sea, porque mi existencia como la de mis hermanos escapó de toda regla – ante la mirada inquisitiva del aciano la joven añadió - Malgar tuvo dos hijos con su esposa, un hijo con la tercera nacida, pero también hubieron quienes nacieron de sangre desde la hoguera misma en que ardió en su morir y que llevamos con nosotros su memoria, su sangre, su esencia, su ser… No somos ni seremos parte de ninguna raza pues somos parte de aquellos que descienden de la noche, somos hijos de Niba y no de Ammat, no poseemos la poliflama sin embargo vivimos – la chica miró entonces con pesar como se borraban las últimas estrellas del cielo quedando en el olvido con la llegada del sol. – Cuando el sol brilla la luz de las estrellas no se apaga, sigue existiendo aunque nadie las pueda ver, eso somos nosotros, la luz que brillaba en la oscuridad antes de las grandes olas y que hoy la luz de estos nuevos tiempos han dejado en el olvido –

- ¿No estás sola entonces? –

- Mis hermanos sobreviven en Orkeste, por eso te he pedido que me lleves hacia allá. Yo vivía junto a ellos… pero un día, cuando desperté, me encontré en medio de las arenas del desierto, sabía que sólo podía ser porque Niba me tenía una misión por delante y fue en ese instante en que me encontré con Argas y Valko, ahora lo tengo todo más claro en mi mente. Estoy destinada a llevar de regreso la Poliflama a Orkeste, para que su energía creadora llene nuevamente aquella vieja estructura de la vida que la ha olvidado y de a su gente la esperanza que se ha perdido –

- ¿Qué ocurrió en el oasis? – preguntó entonces el anciano, había logrado notar que la chica había emergido diferente desde el oasis cuando fue rescatada por los hombres de Elir y no dejaba de llamarle la atención aquello.

- La noche anterior había soñado con las aguas de aquél oasis y la poliflama pero no pude divisar más allá. Por eso creí que en las aguas sería capaz de encontrarla. Nadé y nadé, pero lo único que pude ver fue una hermosa reliquia y tuve la esperanza de que fuera la fuente de la poliflama. Pero no sabía que era la trampa de una deidad que buscaba con ella atraer a los viajeros desprevenidos que codiciosos quisieran obtener su tesoro. Por ello acabé atrapada en una ostra y pensé que mi vida llegaría a su fin, creí que esa sería mi muerte, allí resistiendo por no perder el poco aíre que había y queriendo despertar en mi cama al interior de Orkeste y sentir que todo había sido sólo un mal sueño. Pero allí pude ver a través de la ostra el poder de Valko, él posee una antigua habilidad que los actuales hijos de aquellas razas ya han olvidado – miró entonces la muchacha al anciano – perdona por haberte mentido, pero temía que desconfiaras de mí –

El anciano se encontraba perplejo, no sabía que pensar, no sabía que creer, lo único que tenía claro era que su hijo se encontraba ahora en algún lugar lejano pero guardaba la esperanza de que se encontrara con vida. Por su parte Neití en aquél corto periodo se había vuelto la hija que nunca tuvo, el haber develado el misterio a Valko sobre su origen era algo que le pesaba, puesto que había prometido que el hijo de Malgar podría tener una vida normal y no tendría que cargar sobre sus hombros el peso de una guerra milenaria.

- No debemos permitir que el resto se entere, llevaremos a Valko a Orkeste cueste lo que cueste –

- ¿Y qué pasará con Argas? – preguntó entonces la muchacha. El anciano miró al cielo que ya se encontraba completamente iluminado por el sol y suspiró.

- Si alguien conoce el desierto mejor que yo ese es mi hijo – luego bajó la mirada con pesar al imaginarlo perdido, solo – él sabe orientarse con las estrellas y podrá hallar el camino a casa – añadió al final, como un vano intento para poder convencerse a sí mismo de que su hijo estaría bien.

Luego se reunieron los hombres de Eril y Valko junto a ambos pelirrojos, ya el ambiente hostil que se había experimentado desde su encuentro en el oasis había desaparecido por completo, ahora en su lugar reinaba una paz y armonía que parecía volver completamente falsa la pelea vivida hace algunos momentos entre ambos jóvenes.

- Nueva Cactilia está a tres soles de marcha, será mejor que emprendamos el camino ahora que aún no se torna más caluroso – señaló Eril, y de inmediato comenzaron la nueva travesía por el desierto.

Cuando abrió los ojos él no logró recordar lo que había ocurrido, ni cómo, ni cuándo había llegado hasta allí, la verdad era que cuando él despertó se había encontrado de golpe en aquella choza, recordaba a duras penas el día en que había abandonado su tierra junto a su padre y amigo, y por un momento se preguntó si no había sido sólo un sueño aquella travesía por el desierto junto a ambos montados en sus Oldos…
Fue luego de tres largos días que el grupo de Eril y Valko llegó hasta el reino de Nueva Cactilia. Construido en la falda de una inmensa montaña se edificaba alta, con grandes torreones que se alzaban intentando alcanzar las estrellas, la más imponente edificación realizada por los hombres entre las arenas del desierto. Se encontraba tallada vivamente de la misma roca sobre la que se sostenía lo que parecía significar que la misma ciudad entera había sido en otro tiempo una alta montaña que los segundos hombres habían logrado trabajar durante largo tiempo hasta crear en ella todas aquellas estancias, torres, murallas, calles y lugares que le constituían. No era difícil para los hombres de Elir descubrir el asombro de sus invitados.

- Bienvenidos a mi reino hermanos míos – señaló entonces Elir con gran emoción – Aquí yace la gran Nueva Cactilia, edificada por nosotros tras la caída de Cactilia en manos del clan de la Llama Roja – fue en ese momento que Elir dirigió una mirada al anciano – Todas las maravillas del viejo y nuevo mundo yacen aquí dentro –

Ante la llegada del grupo los guardias encargados de las grandes y pesadas puertas del reino procedieron a abrirlas dejando sonar el pesado rechinido de metales cediendo a medida que el lento movimiento de dos pesadas y enormes estructuras de roca procedía a abrir el paso a los recién llegados. Fue así que, incluso antes de que las puertas abrieran por completo, los extranjeros pudieron divisar la inmediata grandeza de aquella raza.

Avanzaron por una gran y empinada calle que subía entorno a la estructura principal de aquella enorme montaña, una calzada que a simple vista debía de medir sus diez metros de ancho y que en cada tanto encontraba la sombra bajo un techado de roca perfecto con grandes diseños y grabados en su edificación.

- Éste reino fue hecho sin más que nuestras manos, nuestro coraje y nuestras ganas de vivir – explicaba Elir a Valko que iba junto a él – Usando materiales de la vieja Cactilia en nuestra huida de la destrucción fue que logramos abrirnos paso en la roca con facilidad, pero ha sido siempre un trabajo complicado –

-¿Por qué? – no pudo evitar preguntar Valko, cuya única ciudad conocida consistía en el montón de casas construidas de distintos minerales y con una forma tal, que podríamos asimilarles a los iglús.

- Todo lo que ves querido hermano forma parte de una misma estructura, Nueva Cactilia es la armonía perfecta a la que puede llegar una misma cosa. Pero un quiebre de aquella armonía podría traer consigo la destrucción de todo – señaló, luego apuntando hacia el centro de la estructura que circundaba el camino añadió – Todo el reino pende de aquello, una excavación mal hecha en la base de la estructura y las torres superiores caerán sobre las partes inferiores, moriría mucha gente y no podemos permitirlo. – Entonces Valko afirmó.

- Comprendo – señaló el joven – La grandeza de éste reino es a la vez su mayor debilidad – Elir sonrió.

- Es la perfecta armonía del mismo lo que permite que siga así – luego se detuvieron ante lo que parecía ser una posada y se dirigió al grupo – Compañeros, ésta es la mejor de cuantas posadas encontrarán en todo el ancho y largo de mi reino, no se preocupen que seré yo, él que pagará –

Los hombres de piel negra bajaron con gran emoción de sus criaturas celebrando a Elir por la invitación, detrás de ellos un confundido grupo de primeros hombres conformados por el anciano, Neití y Valko contemplaban el umbral de aquella estructura construida en el corazón mismo del reino. En el centro de la estructura que sostenía Nueva Cactilia. Al ingresar se dieron cuenta de que había a lo largo y ancho diversas excavaciones llenas de agua. Fuera el calor se volvía cada vez más intenso.

- ¿Por qué aguas termales? – preguntó el anciano confundido.

- ¿Termales? – preguntó de pronto uno de los guerreros que había formado parte de la escolta de Elir. – Estas no son aguas iguales a las que los primeros tuvieron en sus reinos, éstas son aguas de los segundos, son aguas de los hijos del hielo –

- Aguas frías – dijo entonces Valko maravillado, para él la idea de ser hijo de un rey aún le resultaba complicada, la verdad toda una vida creyendo que era huérfano y creyendo que sus padres habían muerto ahogados en las aguas siendo salvado de bebé por el anciano nunca le había llevado a pensar en la remota posibilidad de que aquellos padres muertos fueran personas importantes.

- Refresquen sus cuerpos chicos – dijo Elir – Aguas como éstas no las encontrarán en cualquier lugar y será buena para todos –

De pronto se reunieron con Elir, el anciano junto a Neití. El gigantón de piel negra se encontraba feliz viendo como sus hombres se refrescaban en aquellas aguas luego de aquellas jornadas de viaje.

- Disculpe Elir, pero ella es mujer y…- El gigante los miró con aquella enorme sonrisa aún en su rostro, pudiendo notarse lo feliz que le hacía salir de aquél inmenso y sofocante desierto.

- Mis disculpas a la joven Neití – dijo Elir haciendo una reverencia – Por acá están las aguas para las mujeres – añadió, guiándolos a través de las largas piscinas de aguas frías hasta una cortina que dividía la zona de hombres de las chicas – Acá podrá disfrutar de nuestras aguas sin problemas –

Cuando Neití se hubo ido el muchacho miró al anciano de pies a cabezas.

- Me sorprende que Atargas siga vivo – dijo entonces el gigante, parecía haber perdido toda su alegría de golpe, como si ella no hubiera sido más que fingida – Te necesito Atargas –

- Atargas murió en manos de tu padre Elir – dijo entonces el anciano, ambos miraban a las piscinas mientras hablaban, a lo lejos podía verse a Valko relajado en una de aquellas fuentes de agua fría.

- Sé muy bien que el hijo de Malgar fue llevado por Atargas junto a su propio hijo hasta Valkiria para salvarse de las grandes olas por mediación de mi padre la noche en que el pequeño nació – las palabras de Elir eran directas y severas – Pero no te hablo como un enemigo, tampoco como un rey, te hablo como un hombre que quiere salvar a su gente – El anciano le miró extrañado - Los encontré en el oasis por una razón, tiempos de guerra vendrán y ustedes son los únicos que podrán permitir que éste reino, y otros tantos como él, sigan en pie –

- ¿Y qué quieres que hagamos? – preguntó el anciano.

- Necesito que Atargas vuelva, que el gran capitán de la Llama Roja vuelva a vestir glorioso una armadura, que enseñe a mi gente el arte antigua de la guerra para saber defenderse, para organizarse. Claro, sabemos pelear, pero no tenemos ningún conocimiento ni táctico, ni estratégico. Dos cosas de las cuales un hombre con tus habilidades debería ser capaz –

- ¿Y si no acepto? – preguntó el anciano mirando al gigante que tenía junto a él.

- Ese es el tema, mi amigo – señaló Elir poniendo su pesado brazo sobre el hombro del pelirrojo – El tema es que dudo que puedas negarte –

Después de decir aquello el corpulento hombre de piel negra se quitó aquél capuchón oscuro que llevaba encima y se dirigió a las piscinas, dejando atrás al hombre de pelos rojos, piel tostada y arrugas dispersas por su rostro que a pesar de todo aún no lograban retratar a la perfección la verdadera edad del anciano.

- Entonces… - dijo mirando a Valko, la sonrisa de éste y la idea de que podría tener su hijo estando en aquél lugar, le llevó a pensar en dónde podría encontrarlo y sólo podía saber con total claridad que si era cierto que una guerra estaba por venir entonces sería cosa de tiempo para que todo el inmenso desierto se hiciera un lugar pequeño, y que los caminos de unos y otros estaban destinados a cruzarse – … Volveré a ser aquél que he buscado negar que alguna vez fui por todos estos años – suspiró – Si esa es la única forma para volver a encontrar a mi hijo, eso haré –

Pasaron entonces los días al interior de Nueva Cactilia, el primer día disfrutaron de todas las grandes cosas que estaba destinado a ofrecer aquél maravilloso reino a todos sus visitantes.

Para Valko aquellas maravillas infinitas y la hospitalidad de los segundos hombres le llevaba a pensar cuántos reinos habría en realidad dispersos por el desierto y cuántos más podrían encontrarse más allá de los límites de éste, ahora más que nunca se encontraba completamente convencido de que los miedos sobre la hospitalidad de los pueblos del desierto habían estado siempre infundados. ¿Cómo podía decirse que no eran hospitalarios cuando todo aquél inmenso reino se encontraba ahora siéndolo con ellos? Lo que más llamaba su atención fue el hecho de no saber cómo, ni el por qué no tardó en sentir que él era realmente un rey y había sido destinado a aquello toda su vida, reinando junto a Elir y asesorándose éste por los consejos del que no tardó en volverse un gran compañero tras experimentar juntos la poliflama.

Así fue como a lo largo, ancho y alto de Nueva Cactilia no se les tardó en ver recorriendo las calles juntos, no se tardó en ver a Valko en las salas de consejo, incluso Atargas formó parte de algunas de las largas sesiones en que se encargaban de tomar decisiones de gran importancia y valor para todo el reino en lo concerniente del futuro del mismo.

A su vez al anciano se le había pedido por parte de ambos que se encargara de enseñarle a Neití la lengua común para así poder comunicarse con todos sin dificultad, necesitaban poder lograr que la niña fuera independiente por un solo y simple motivo, la joven ya no requeriría de la interpretación de Atargas para poder conseguir lo que fuera necesario para ella.

- Señor – dijo entonces Neití ante Atargas - ¿Está seguro de que sea buena idea de que ambos andemos solos por éste reino? – El anciano respiró profundo mientras miraba el sol perderse en occidente.

- Me temo que no, por ello será mejor que sigamos manteniendo en las cabezas de nuestros aliados y enemigos la idea de que eres una muchacha que sólo conoce la lengua antigua – el anciano acarició entonces la espada que tenía ante él con los antiguos grabados de su clan mientras mantenía en su mente una larga batalla entre la idea de volver a vestir aquella dolorosa identidad de la que tanto había huido o poner en peligro a los que quería – Yo mismo te enseñaré, eso me lo han pedido ambos – hizo una pausa apreciando el manto plateado sobre las olas de arena - Supongo que para Valko resulta una buena idea y una meta noble que tú puedas ser independiente y comunicarte con facilidad – Neití sonrió sentada en su cama mientras apreciaba al hombre que una vez hubo forjado tantas leyendas dentro de la historia de la Llama Roja, su apariencia lucía muy distinta de la de aquél anciano que había conocido entre las arenas, ahora lucía sereno y severo aunque mostrándose su gran capacidad.

- Será fácil fingir que estoy aprendiendo, he podido fingir largamente que no conozco la lengua de ustedes… No creo que sea demasiado difícil seguir mintiendo – señaló la joven. Sus cabellos ondulantes caían sobre sus hombros desnudos.

- No me preocupa aquello, sé que eres una maestra en el arte de la mentira – La joven no supo como tomarlo ¿Un cumplido? Sin embargo, ni siquiera el anciano sabía si era algo bueno o malo aquello – Me preocupa lo que pueda ocultar éste reino y que nos esté jugando en contra. Necesito saber qué es lo que danza entre las sombras del reino de hielo –

- Señor, siempre he sido conocida por mis pies ligeros y mis oídos atentos, podré ser ojos y oídos que te servirán si con ello logramos que el hijo de Malgar sobreviva – las palabras del a joven calaron en el anciano que giró su arrugado rostro para observar a la joven y con pesar sonrió.

- Tienes razón, no podemos permitir que Valko muera – luego el anciano se dirigió hacia la entrada, era una puerta de madera tallada a mano con una gran variedad de diseños cactilianos, formas que dibujaban grandes bosques, peces y aves que difícilmente se podrían encontrar en el desierto – Será mejor que descanses, se vienen días largos – la joven se dirigió rápidamente hacia el anciano tomándole del brazo y haciéndole voltear la mirada.

- Señor, necesitaré algo de su parte – el anciano se mostró interesado – necesito que me enseñe a luchar con la maestría de nuestro clan. Sé luchar pero me hace falta práctica y sé que si no peleamos fácilmente seremos aplastados en éste reino por su piedra fría – el anciano simplemente afirmó con un ademán de su cabeza y abandonó la habitación. Sabía que sólo tenía en todo el reino a aquella muchacha, desde la partida de Argas y el alejamiento de Valko desarrollado por Elir tras la poliflama, se podía llegar a aceptar que el único amigo que tenían en aquellas tierras desconocidas era el uno al otro.

No muy lejos, entre las sombras de uno de los pilares de aquél pasillo del castillo una mujer asechaba. Su cuerpo esbelto y oscuro lograba perderse con total facilidad entre las sombras de aquellos pilares bajo la lejana luz de la luna. Esperó pacientemente a que el anciano desapareciera en la esquina del pasillo para reincorporarse y comenzar su paso silencioso pero veloz hasta uno de los aposentos que se encontraba en la dirección contraria a la que el anciano había tomado, pasando por varias puertas talladas y pilares antes de encontrarse ante una entrada distinta donde dos corpulentos y oscuros guardias resguardaban un cortina plateada cruzando dos lanzas cactilianas hechas con el verdoso mineral y con varios e inmensos dientes filosos.

- Vengo a ver al jefe – dijo entonces la muchacha moviendo su chasquilla oscura para que los hombres pudieran ver sus seductores ojos plateados.
Ambos separaron sus lanzas cruzadas y dejaron pasar a la dama, tras ingresar procedió a arrodillarse con rapidez.

- Levántate y dime lo que te ha traído – dijo entonces el hombre de piel negra al otro lado de la habitación, se encontraba de espaldas pudiendo distinguirse difícilmente a contraluz.

- Atargas ha abandonado la habitación de la muchacha – dijo entonces la mujer parándose.

- ¿Has oído algo? – preguntó entonces el misterioso personaje.

- La verdad no he podido acercarme demasiado, aquél malnacido de Elir ha logrado seleccionar la habitación correcta para la joven, no hay entradas accesibles, no hay pilares que sirvan para ocultarse, sólo he podido ver desde lejos lo ocurrido –

Fue entonces que aquél inmenso hombre se volteó pudiendo sólo verse a medias la marca del fuego dibujada en la mitad izquierda de su rostro y marcada por sombras plateadas entre la piel oscura de su cuerpo.

- Será mejor que logres infiltrarte entre ambos, en caso contrario será demasiado difícil que podamos hacer realidad las metas de nuestro padre -

En los días que pasaron Neití comenzó a disfrazar su desconocimiento de la lengua común usando para ello un idioma a medio camino, cruzando términos de ambos idiomas y simulando entonaciones complicadas dentro de las palabras que se le enseñaban. Siendo por los avances logrados en el aprendizaje de Neití que Elir decidió visitar al anciano una calurosa mañana cuando el sol comenzaba a salir por oeste.

- Y bien, ¿Qué has decidido? – Preguntó el corpulento gigante negro con ojos de luna - ¿Volverá Atargas a servir a un rey? – Sentado frente a frente a aquél inmenso hombre el anciano tomó un sorbo de la copa de vino que había servido el cactiliano para la ocasión.

- Acepto – dijo cortante tras posar el vaso vacío en la mesa – Sólo pediré a cambio que Neití tenga acceso a libros de la biblioteca de su majestad, siento que el acceso a aquello podrá permitirle aprender con mayor facilidad nuestras lenguas e historia – Elir bebió un sorbo del vino celeste que se encontraba en su copa mientras meditaba respecto a la oferta del anciano.

- Me parece – dijo entonces con una sonrisa – Me emociona la idea de ver al gran Atargas en combate – dijo entonces el muchacho antes de levantarse – Será mejor que cortes esos cabellos maltratados y elijas una de las armaduras de la armería… - tras un instante continuó – si no me equivoco deberán haber por allí armaduras de tu gente con las que sentirte cómodo –

- Gracias su majestad – dijo Atargas bajando solemnemente su cabeza antes de que el señor de Nueva Cactilia abandonara el lugar.

Entonces el renacido Capitán Atargas, se dirigió ante la peluquera del castillo para realizarse un corte de cabello al más puro estilo militar. Comenzando aquella misma tarde a entrenar a los segundos hombres en el arte de la guerra táctica y estratégica, puesto que el estilo de combate de los segundos hombres era mucho más cercano al salvaje barbarismo de los pueblos germanos que a un acoplado y coordinado ejército romano. No tardó en poder ver Valko al mismísimo Capitán de la Llama Roja que en otrora dirigió el ataque contra Orkeste. Su semblante ahora lucía el carácter serio y severo de un hombre con su rango, sin tardar en resaltar en la lucha a doble espada. Mostrando una maestría tal que todos cuantos le veían en combate llegaban a preguntarse cómo hubiera sido aquél guerrero en los años de su juventud, en aquellos años en que se dice que uno es más fuerte, más ágil y veloz.

Valko, por su parte en aquellos días desarrolló un severo cambio en su actitud. Aconsejado por Elir se dedicó a dar forma a una inmensa melena que le daba el aspecto de un guerrero león y bajo todo lo que lograba ver a su alrededor desarrolló la idea de recuperar el reino de Orkeste, recuperar el trono de su padre y ser allá del mismo modo que Elir actuaba en Nueva Cactilia, pero no dejaba de aflijirle el destino de Argas, no podía ni tenía como saber que éste se encontraba buscándolo en aquél mismo momento en el lejano lugar en que se vieron por última vez, antes de ser encontrados por Elir y su gente.

- Creo que tengo algo – dijo entonces la voz de un muchacho al otro lado del oasis, los misteriosos personajes apresuraron el paso montando lo que parecían ser enormes aves similares al ñandú y que se desplazaban con gran agilidad por sobre la arena del desierto corrieron rápidas para reunir a sus jinetes en el lugar en que se hallaba aquél muchacho.

- Por aquí – señaló a sus compañeros, hasta mostrar un conjunto de huellas.

- Croquidras – señaló entonces el pelirrojo entre aquel mar de peliazules– y también un conjunto de Oldos –

- Entonces, tú y tu gente se encontraron con los segundos – sentenció uno de aquellos jinetes que actuaba con ademanes propios de un líder – me temo que de ser así resulte peligroso para ellos y para nosotros – un silencio se extendió entre los presentes.

- ¿A qué te refieres? – la voz del pelirrojo cortó de golpe aquello.

- Los hijos del hielo no tardarán en alzarse en armas contra los primeros hijos. En el pecho de Elir arde la fría llama de la venganza desde que Cactilia fue destruida. Él nunca perdonará haber visto como Atargas y su ejército aniquilaba a su gente, fue de los pocos que sobrevivió a las llamas rojas de aquél día nefasto.
 
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Nachoius

Caminante del cielo
Respuesta: [Original] Aún sin nombre (Aventura/arena/fantasía/magia/espadas)

Se ve que el terno del texto es épico, legendario o como se le quiera llamar por todos lados jajaaja, lo que me incomoda un poco al leer es que es mucha información, entonces es difícil retenerla, mi opinión personal es que quizás se podrían poner menos acciones y enfocarse más en la descripción de algunas cosas relevantes, creo que los sucesos van muy rápidos, y por lo menos a mi me cuesta un poco asimilarlos, creo que mayor descripcion le dará más pausa a los hechos de la historia y también el lector podrá asimilarlos con mayor profundida, pero bien, en general está super bien, sigue así
 
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Karlsetin

Leyenda de WaH
Respuesta: [Original] Aún sin nombre (Aventura/arena/fantasía/magia/espadas)

Gracias por comentar y leer, espero ésta segunda parte sea más agradable al lector que la primera.

PD: para facilitar la lectura del Cap. 1 (y aunque me duela decirlo...) pueden saltarse lo latero e ir al primer diálogo. Al final no es algo TAN importante para el Cap. 2 y tal vez lo explique y planteé mejor en el Cap. 3



La desaparición de Argas suponía varios conflictos, el primero de ellos era el suponer que los espíritus de aquellas tierras se lo habían llevado, de ser así ¿Cómo salvarlo? ¿Cómo traerlo de vuelta? El otro de ellos era el de hacerse a la idea de que simplemente habría ido al baño, pero Valko conocía muy bien a su amigo quien jamás sería capaz de ir al baño solo, en la noche, en tierras tan lejanas a las suyas y lejos del círculo del clan, incluso de hacerlo, siempre le habría avisado para que le cuidara la espalda. Pero si Argas se encontraba en peligro se desviarían enormemente del rumbo de su viaje y de todos modos, Valko tenía claro que al despertar el anciano éste tomaría la decisión más fría y cruel que un padre pueda tomar, abandonaría al hijo sin importar su destino, pues por el sólo hecho de no haberle obedecido se habría originado todo el conflicto.

Tomó entonces una de las antorchas, la encendió luego con el fuego de la hoguera y avanzó fuera del círculo que al menos serviría para proteger al dormido padre de Argas. Luego Valko desenfundó su espada de metal cactiliano, un mineral que se cuenta proviene de las montañas de fuego trabajado por los maestros herreros de aquella región perdida del desierto anterior a las grandes olas, ahora aquella espada debía formar parte de algún museo de los grandes reinos de las tierras más allá de las arenas, pero los cazadores del desierto descendientes de los primeros hombres, conocían el poder mágico de aquellas armas cactilianas, siendo las únicas capaces de luchar contra los espectros del pasado, los seres de otro tiempo que aún habitan nuestro mundo, que conociendo el poder de las armas cactilianas, aprendieron a temerles.

-¡Aaargaaaas! – volvió a llamar, su piel blanca, su mirada penetrante, sus oídos atentos de cazador,. Todo lo que conformaba al cazador le parecía atractivo a los espectros, a la tiniebla.

¿Cuántos de ellos podían regodearse de haber atrapado a uno de los primeros hombres? ¿Cuántas de aquellas almas en pena eran capaces de concretar su venganza en aquellos herederos remotos de los causantes de su pesar? Pues la verdad era que muy pocos, y el hecho de poder atraer a sus redes a dos de aquellos hombres de iris rojas era un hecho que esperaban desde días de antaño.

La sombra como una neblina blanquecina se movió a través del rabillo de su ojo, de inmediato se giró sin poder ver nada. El aullido del viento, las sombras que no dejaban de pasar a través del rabillo de sus ojos, la respiración en su oído y el frío suspiro que sentía desvanecerse en su nuca. De pronto una audaz vuelta sobre sus talones y un ágil movimiento de muñeca que le permitió sacar la daga que llevaba en su muñeca le terminó haciéndole colocar el cálido metal cactiliano de la daga en el cuello de su amigo.

- ¿Qué te ocurre Valk? – Preguntó el joven ante la estupefacta mirada del cazador – Estaba con Nafsi cuando te vi caminar como un… -

- ¿Nafsi? –

- Si, Naf es ella – señaló Agnas presentándole a la muchacha, a primera vista era difícil distinguir si se trataba o no de una niña, sus rasgos físicos se encontraban en el punto medio por lo que Valko pudo calcular unos trece o catorce años, lucía asustada pero se notaba aferrada a su amigo por una fuerza casi magnética. Su ropa se encontraba desecha demostrando que había tenido que pasar por varias dificultades antes de llegar hasta aquél lugar.

- ¿De dónde es? – preguntó Valko, Agnas simplemente negó con la cabeza.

- No sé nada de ella, habla una lengua distinta pero parece confiar en mí –

- ¿Y confías en ella? – repudió Valko aceptando de buena gana la idea de atravesar el pecho de la muchacha y verla deshacerse como uno de aquellos espíritus del desierto. Pero de inmediato el menor se interpuso.

- No puedo permitirte que le hagas daño amigo – el mayor de ellos sólo bufó de mala gana y alejó su espada.

- Será tu responsabilidad, pero dudo puedas persuadir a tu padre con la misma facilidad –

La muchacha sólo miraba ambos alternativamente al hablar mientras parecía presentir un peligro a su alrededor.

- ¡Naaaaaafsiii! – gritó la muchacha con un tono plagado de angustia y miedo.

Rápidamente los dos muchachos se pusieron espalda con espalda, en torno a ellos un denso manto de tinieblas tomaba forma. Del manto de tinieblas rápidamente comenzaron a emerger un sinfín de manos espectrales, rostros de otros tiempos se alternaban en la neblina danzante mientras la chica sollozaba sin dejar de temblar. Fue entonces Valko le entregó la daga a la muchacha, la pequeña le miró y comprendió que deberían pelear, respiró profundo y dejó de temblar y sollozar, era como si aquella confianza depositada por el iris rojas se hubiera transmitido junto al filo de la daga. Miraran hacia donde miraran podían ver aquella densa niebla monstruosa que parecía cerrarse cada vez más sobre ellos.

- ¿Qué es eficaz contra estas criaturas Argas? –

- El sol – contestó el experto en criaturas, si se podían señalar lo que hacía especial a ese grupo de cazadores era exactamente su conformación. Argas era un experto en las criaturas del desierto; formas, debilidades, habilidades, comportamiento e incluso los lugares en que éstos habitaban. Pero todo aquello era sólo conocimiento teórico puesto que era la primera vez que salía de las tierras de su pueblo, el padre de Argas era un anciano cazador de los años de las grandes bestias, posteriores a la gran ola, siendo un hombre muy experimentado y conocedor del mundo que ahora habitaban y Valko…

De pronto una de las criaturas que formaban parte de la neblina se abalanzó sobre Agnar con enormes dedos terminados en garras estirándose lo más que podía, buscando con su dedo cortar el cuello del muchacho logrando abrir una pequeña y delgada herida a lo largo del cuello del muchacho antes de que la chica se lanzara con su daga de cactilinia y la clavara en la criatura haciéndole soltar un alarido estremecedor que les heló la sangre antes desvanecerse. Para Valko fue imposible controlar la risa.

- Pensé que serías tú él que la protegería, todo parece demostrar que ella es quien te defiende a ti – bromeó, antes de tener que volver a la defensiva.

- Me ha herido ese maldito - gruñó Agnar, para luego mirar a la chica y agradecerle con la mirada.

- Está bien, ya sabemos que podemos matarlos con nuestras armas. ¿Alguna otra debilidad? –

- Los espíritus de las ediseas, criaturas de las tierra de nadie…- comenzó a recitar Agnar buscando recordar con la mayor precisión la información dada a él por su maestro al respecto - … fantasmas en penas de los años antes de las grandes olas, vulnerables al día, al mineral de las viejas forjas de Cactilia, al poder de los brujos de Arkarioma, al viento. Bien se sabe que al ser seres de sombra se alejan del fuego , pero aún más fuerte que todo aquello es la sangre de Malgar la única que puede librarlos de la maldición impuesta por el clan de la llama roja, la única que les permitirá partir –

La pequeña miraba atenta a Agnar, como si fuera capaz de entender cada una de las palabras que éste decía.

- Malgar ahsis – contestó la muchacha luego acercó la daga a su muñeca y cortó horizontalmente la palma de su mano para luego estirarla hacia la tiniebla, para ambos jóvenes era difícil comprender lo que estaban viendo pero lo fue aún más cuando vieron aquel enorme manto de tinieblas desvanecerse al tacto de la sangre la muchacha.

- Una descendiente de Malgar… - digo Valko sorprendido – creí que estaban…-

- Muertos – Terminó de decir Agnar.
 
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Tyren Sealess

A fullmetal heart.
Respuesta: [Original] Almas del Desierto (nombre provisorio) Cap I y II

Quizá hubiera estado bien mencionarnos a Dani y a mí.
Bueno, empecemos. Estoy ilusionado porque me has dedicado algo, es la primera vez que alguien hace eso por mí... Pero pasemos al análisis. Puedo ver varias referencias a mi escrito, empezando por el título (?). Veo que has cogido mis conceptos de clanes, la Matanza y el Señor del Agua y la Arena. Sin embargo, el tono de esta historia es épico, no como la mía, que es antiépica.
El único fallo que le puedo ver es la leyenda del primer capítulo: demasiados nombres y acciones juntos, es muy confusa.
¡Sigue así!
 

Karlsetin

Leyenda de WaH
Respuesta: [Original] Almas del Desierto (nombre provisorio) Cap I y II

CAPITULO 1 PARTE 1 NUEVA NARRACIÓN (MÁS SIMPLIFICADA ESPERO)

Por favor espero comentarios, necesito saber si ahora tiene y toma mejor forma para oficializarlo. Gracias a ambos por sus comentarios, y espero pueda darles en esta historia algo lindo ^-^



Los tres cazadores de las arenas montaban los enormes dragones de komodo conocidos como Oldos, mientras recorrían el inmenso desierto de Tharani, completamente cubiertos de los fuertes rayos del sol por medio de sus oscuras túnicas grises, siendo lo único que se dejaba entre ver sus oscuros ojos color sangre, característica innata de todos los hombres de las tierras septentrionales, más allá del círculo de fuego y hogar de los primeros hombres.
Las antiguas leyendas cuentan que los primeros hombres fueron forjados por el gran padre de todos los seres, Thaeros, usando para ello las llamas del fuego de la vida y siendo posteriormente esculpidos de la lava seca del volcán del cual en tiempos antiguos había emergido el gigante conocido como Tiempo, padre de los antiguos dioses, del Sol y la Luna. Fue así que se le dio vida a la primera mujer, de cuyo vientre nacerían los primeros hijos, padre y madre de los primeros hombres.
Fue por los materiales usados para su creación que los primeros hombres fueron sinónimo de grandeza, perfección y guerra. Las llamas que en sus corazones ardieron desde su nacimiento era difícil de apagar y también de controlar.
Fue por lo mismo que eran una raza que siempre buscaba llegar más lejos, siendo esa la razón por la cual lograron habitar en cada rincón del las grandes tierras. Destructivos como las llamas de los demonios del inframundo e insaciables como los canes de la Gula, que en tiempos antes del tiempo habían amenazado con devorar el mundo.
Fue entonces que se llegó a un punto tal en que los hijos del fuego se enfrentaron entre ellos. En aquellos años tempestuosos clanes diversos nacieron, siendo el clan de la llama roja y el clan del eclipse los más grandes entre todos ellos. Fueron tiempos de guerras interminables, de matanzas, de crueldad y grande era el dolor de los dioses al ver morir al hermano en manos del hermano.
Era tal el dolor de los dioses que una noche de eclipse Niba, la diosa de la noche, decidió descender entre los hombres y depositar en el vientre de la gran madre del clan del eclipse a Malgar, heredero de la energía divina de la luna y portador de la sangre de los primeros hombres, lo que hacía de él un gran guerrero con un gran espíritu, la última esperanza de los dioses para dar paz al mundo.
Malgar fue desde el comienzo un gran hombre, un poderoso guerrero, un gran esposo, un gran padre, un gran líder y la única barrera entre el clan de la llama roja y la paz.
Él era capaz no tan solo de conquistar a sus enemigos, sino que también dominar la llama de sus hermanos, unificando así los clanes con un puño de hierro, pero también con amabilidad y humildad, un hecho completamente extraño entre seres cuya existencia la habían atribuida a la crueldad y a la guerra. Los cantares de los bardos no tardaron en hablar de sus lazos como hijo de la estrella madre, de su grandeza profetizada por largos años, de los años de paz que vendrían junto a él, del fin de la llama roja y del comienzo de una nueva llama cuya luz traerían consigo la nueva luz del mundo, una llama pura como nunca hubo antes en las grandes tierras.
 

Tyren Sealess

A fullmetal heart.
Respuesta: [Original] Almas del Desierto (Nuevo Cap.I editado y simplificado]

Ahora mucho mejor, pero el resto del mito no lo pones, ¿es porque es igual o porque ya aparece después?
 

Karlsetin

Leyenda de WaH
Respuesta: [Original] Almas del Desierto (Nuevo Cap.I editado y simplificado]

Ahora mucho mejor, pero el resto del mito no lo pones, ¿es porque es igual o porque ya aparece después?
Es poque tenía que apagar xd me alegra que ahora esté mejor, espero terminarlo hoy y así tener la historia mucho mejor contada. Gracias
 

Karlsetin

Leyenda de WaH
Respuesta: [Original] Almas del Desierto (Editada y arreglada)

Capitulo 1 arreglado y modificado en su totalidad para mejor llegada narrativa, además lo ocurrido en Orkeste se ha contado con mayor detalle y más aíre épico.

Espero ya mañana poder traer el Capítulo 3. Y espero que ahora les pueda gustar mucho más el relato. Del mismo modo que a mi me gustó escribirlo.
 

Karlsetin

Leyenda de WaH
Respuesta: [Original] Almas del Desierto (Editada y arreglada)

Ya que dije que subiría el capitulo 3 hoy (31/12/14) y aún no lo termino por estar viciado con pkmn Naturia, he decidido subir la Parte 1.

Que tengan un feliz año nuevo chic@s ;3



Habían vuelto al campamento antes del alba, la pequeña con su lengua casi inentendible era para los dos jóvenes un completo misterio, sobre todo a raíz de los últimos sucesos y de que por alguna razón comenzaban a creer que aquella debía ser una descendiente perdida de Malgar, de ser así el hecho de que el gran héroe de las leyendas hubiera sabido que moriría le daba ahora los muchachos un aspecto de mayor grandeza. Pero fue mayor a su sorpresa la que experimentó el anciano al despertar y encontrarse a los dos jóvenes despiertos junto a la misteriosa chica.

- ¿De dónde la han sacado? – gruñó el anciano de mala gana, ya de por sí era difícil realizar una travesía a través del desierto y esperar no morir en el intento como para además tener que alimentar y cuidar de una cuarta boca.

- Se encontraba perdida – señaló Agnar

- ¡Les dije que durmieran! – Gritó enfadado el mayor de los cazadores, la gente solía perderse en el desierto, y para el hombre de largos años el destino de aquellos quedaba en manos de los dioses, no tenían porque cargarle a él aquellos temas – ahora no tendrán las fuerzas para enfrentar la larga jornada que tenemos por delante – añadió, al ver que ninguno de ellos había dormido.

- No sabes padre lo que hemos descubierto...-

- Preparen a los Oldos, debemos partir cuanto antes, además de cubrir nuestro rastro por si somos seguidos por alguna tribu de salvajes, ya sabes bien Agnar que son frecuentes en ésta región – señaló con total indiferencia a lo que su hijo pudiera decir.

- ¿Y qué haremos con ella? – preguntó Valko.

- ¿Qué haremos? – Preguntó el anciano girándose violentamente para mirar al joven cara a cara – Nada, eso haremos, la chica no irá con nosotros –

- Pero…- los dos muchachos se apresuraron en protestar, pero no fueron sus palabras las que llamaron la atención del anciano, si no la misma pequeña.

- Nafsi – dijo la chica y el anciano se giró velozmente a mirarla.

- Nut ulsa – contestó ante la mirada de los chicos que no entendían lo que ocurría.

- Arest amuni – señaló ella – Kiro et Mana -

La mirada en el rostro del anciano se transformó del enfado a la más clara muestra de sorpresa.

- Cambio de planes muchachos, alisten sus Oldos iremos al norte –

- ¿Qué hay en el norte padre? –

- Orkeste – contestó tajantemente ante la sorpresa de los muchachos que poco a poco veían como cosas que siempre habían considerado parte de leyendas y antiguos relatos comenzaban a tornarse cada vez más reales.

Tras preparar a los Oldos se alistaron para el viaje. Pero no sin antes usar sus palas para cubrir los restos de la hoguera, buscando con ello impedir la posibilidad de ser rastreados por alguna criatura o pueblo peligroso.

Aquél fue un día largo y caluroso, el sol pegaba fuerte en el cielo y la arena parecía arder del mismo modo que lo hacen las llamas de una hoguera. Así era el desierto de Tharani, un lugar demasiado hostil para vivir, un sitio donde las personas iban en busca de su muerte, no era por lo tanto poco frecuente encontrar personas perdidas, encontrar rufianes y vándalos, preparados para dejar sin nada a aquellos que cruzaran las ardientes arenas sin los resguardos necesarios. Misma razón por la cual los pueblos y razas del desierto no solían frecuentarse y no se tenían grandes rutas comerciales, no era frecuente el turismo y al que llegara a las tierras de uno u otro se le consideraba por las mismas razones alguien peligroso. ¿Por qué otra razón podía llegar alguien de un pueblo donde su tierra y forma de vida le otorgaba comodidad a algún lugar lejano atravesando tierras peligrosas? Las posibilidades podían ser muchas pero algo estaba claro, en el mejor de los casos se trataba de un exiliado y en el peor, de algún espíritu peligroso. En ambos el ser hospitalario no podía ser considerado una buena opción. Entonces ¿Por qué estos tres cazadores del desierto se encontraban tan lejos de sus tierras y planeaban incluso llegar más allá?

Una leyenda, un antiguo relato del que poco se sabía y tenía claridad y que consistía en la creencia cada vez mayor de que había un lugar más allá del desierto al cual se podía llegar, un lugar en que el desierto ya no era desierto, en que los árboles crecían altos como las antiguas ciudadelas y en gran abundancia, una tierra con ríos y aguas infinitas. Una tierra que para toda criatura del desierto era semejante al paraíso.

Lo que hacía diferente a ésta búsqueda de otras tantas que hubo antes y habría después tenía relación a que Valko había sido visitado por Niba en unos de sus sueños, indicándole el camino a seguir y señalando a quienes debía llevar consigo, la forma en que debían ir equipados, las armas, cada indicación le fue transmitida a él por medio de aquél sueño. Al despertar, sorprendido por su visión de aquella noche, fue llevado hasta el chamán quien a través de un ritual logró compartir la visión del joven cazador pero vio en todo ello muchas cosas de las que Valko fue ciego, pues la memoria del sueño es cruel y se desvanece rápido, dejando en el olvido muchos detalles, en muchos casos detalles importantes.

- ¿Qué ocurre? – preguntó de improviso Argas al meditativo Valko. La herida hecha por el espíritu de la edisea a lo largo de su cuello ya había logrado cicatrizar quedando sólo como un leve rasguño en la piel.

- Y si… - comenzó a decir Valko a Argas que iba junto a él, ambos cerraban la marcha sobre sus Oldos, delante iba el anciano junto a la joven. – Creo que en realidad no estábamos destinados a encontrar aquél lugar donde las aguas fluyen y grandes sombras cubren una tierra suave y hermosa. –

- ¿A qué te refieres? – preguntó el joven sorprendido y Valko miró hacia la chica.

- Creo que la razón de éste viaje era encontrarla a ella – señaló – Ahora nos desviamos de nuestro viaje de forma precipitada y soy consciente de que el chamán habló con tu padre, estoy seguro que él pudo ver más de mi sueño, cosas que no me quiso decir –

- Tranquilo, si fue así entonces vamos por buen camino… además – dirigió una mirada cómplice a su compañero de viaje – dicen que las grandes riquezas del clan del eclipse siguen en Orkeste –

Ambos muchachos rieron ante aquello, la verdad era que las grandes riquezas poco o nada les servirían en momentos como ese, pero ambos habían siempre soñado con un día poder tener todo lo que quisieran, una vida más sencilla.
 

Karlsetin

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Respuesta: [Original] Almas del Desierto [cap3part1]

Tras algunas complicaciones debí ausentarme. Pero ahora he vuelto a retomar el relato. Quizás sea algo corta, pero es parte del Cap. 3 y tiene todo lo que faltaba contar de aquella 3ra entrega.


Aquella noche acamparon en medio del desierto del mismo modo que lo habían hecho la noche anterior, sólo que ésta vez el anciano se preocupó de supervisar el cierre del círculo de fuego para así evitar los inconvenientes de la noche anterior, junto a la hoguera se comenzaron a levantar rápidamente fluidas conversaciones entre el padre de Argas y la muchacha, por lo cual ambos jóvenes podían apreciar con total claridad que ambos lograban comprender un idioma del que ellos eran sólo meros espectadores distantes.

Alrededor el cielo nublado dejaba entrever las luminosas constelaciones, que los sabios podían usar para leer el pasado y el futuro, y más allá de donde pudiera alcanzar la vista la infinita nada.

- Parece que mi padre encontró algo que le fascina – señaló Argas a regañadientes.

- El anciano siempre ha vivido añorando la vieja gloria de nuestra raza, no puedes enojarte porque encontró algo que vuelve real todos sus cuentos –

- Pero Valko, casi pareciera que nosotros no existiéramos –
Ambos miraron la escena, el anciano y la muchacha hablando en aquél idioma incomprensible con total libertad y riéndose mutuamente.

- Llevaba muchas lunas sin ver reír al anciano – confesó Valko – desde la muerte de tu madre que nadie volvió a verle alegre, déjale disfrutar el momento – al terminar de decir aquello se acurrucó en el lomo de su Oldo – será mejor que durmamos, se nos viene una larga jornada –

A regañadientes Argas le hizo caso a su amigo, a fin de cuentas, ambos tenían muchas horas de sueño perdidas a raíz de lo ocurrido la noche anterior y no era difícil saber que mientras más avanzaran más difícil se tornaría el camino.

Un ejército. El desierto. Enormes criaturas con fauces gigantescas plagadas de afilados colmillos que brillaban como el metal ante la luz del sol y sobre aquellas criaturas hombres de piel oscura como la noche sin estrellas, con ojos plateados como la luna. El más alto de ellos señaló entonces un nombre, nait, neid, neib, no había como estar seguro pues fue demasiado fugaz y poco claro como para entenderle. La verdad, todo sucedía demasiado rápido. Una tormenta. Un rayo. Un grito a lo lejos. La vida y la muerte danzando juntas en un mar de espadas, y Valko parado en medio de todo aquello sin lograr encontrar la lógica a todo lo que ocurría, escuchaba a Argas gritar por ayuda y al voltearse a verlo le encontró arrodillado sobre el cuerpo de…

Despertó sobresaltado, respiraba agitado y no pudo evitar dirigir una rápida mirada a sus compañeros de viaje, todo estaban durmiendo tranquilamente ante las danzantes llamas de la hoguera. No pudo evitar controlar el dolor que le había producido ver todo aquello en su sueño. Luego, mirando a la luna, dejó que un suplicio saliera desde lo más profundo de su corazón, sin lograr evitar que las lágrimas cayeran por sus mejillas, no quería que esta vez se tratase de otro sueño profético, de ser así… Miró a Argas y no pudo evitar desear despertarlo y decirle que huyera lejos, que corriera lo más lejos que hubiera podido hacerlo en su vida y que jamás mirara atrás, pero sabía una cosa con total claridad, nadie puede escapar de su destino.

A la mañana siguiente cuando despertaron encontraron a Valko durmiendo con total tranquilidad, siendo imposible para ellos imaginarse lo que había significado aquella noche para el joven cazador, sólo la joven lo sabía pues le había escuchado llorar.

- ¿Qué le ha dicho Nafsi? – preguntó cuando emprendieron la marcha Valko, el anciano le miró con una sonrisa.

- Su nombre es Neití, nafsi es sólo un término para decir espíritu maligno – ante ello el muchacho se quedó pensativo.

La segunda jornada de viaje desde el encuentro de Neití se prolongó eterna y para Argas era curioso notar el cambio de su amigo que parecía querer estar solo, su silencio, no era para él difícil comprender que algo le había ocurrido aunque le fuera imposible conocer la razón. El sol se sentía cada vez más fuerte cuando encontraron a lo lejos un extraño oasis a la distancia.

- Puede ser un espejismo – señaló Argas.

- Apá – dijo el anciano golpeando el costado de su Oldo - ¿Es agua lo que hay delante? – el rugido de la bestia fue la afirmación que necesitaban, para encontrarse una hora más tarde descansando bajo las sombras de enormes y frondosos Olivos, la muchacha se lanzó al agua a penas llegaron para comenzar a nadar en aquella refrescante fuente de vida. Allí pudieron llenar sus cueros con agua, que comieron de los frutos que los árboles entregaban en abundancia.

Mientras Neití nadaba por las aguas de aquél oasis pudo ver una extraña reliquia hundida en lo más profundo del lago, salió a flote una vez más para respirar profundo y sumergirse hasta aquél objeto peculiar.

- No comprendo cómo se maneja tan bien bajo el agua – dijo con admiración Argas a su padre.

- Creció en la costa, es normal que los pueblos de pescadores tengan una habilidad indudable en el nado – señaló el anciano.

- Nafsi una descendiente de Malgar y perteneciente a un pueblo de pescadores, es todo un misterio aquella muchacha – señaló Argas mirando al infinito. El anciano volvió a reír.

- ¿Valko no te lo dijo verdad? – preguntó

- ¿Decirme qué? – señaló Argas confundido.

- La muchacha se llama Neití, significa cielo en la lengua antigua de los primeros hombres. Nafsi, en tanto, significa espíritu maligno –

Fue en ese momento en que a lo lejos, en el horizonte, una línea de sombras oscuras como el carbón comenzó a visualizarse.

- ¿Qué es eso? – preguntó Argas señalando las siluetas que rompían la armonía del desierto.

- Debemos irnos - señaló rápidamente Valko, que apareció sorpresivamente junto a padre e hijo. El anciano no pudo evitar comprender que toparse con seres desconocidos podía significar un peligro para ellos, para Neití, para la misión y para su viaje.

- ¡Neití! – llamaron, sabían que la muchacha estaba en el lago pero no salía, parecía que hubiera desaparecido.

- Iré por ella –dijo Valko decidido.

- Pero no sabes nad… - era demasiado tarde, el ojisrojos había tomado impulso y saltado a las misteriosas aguas de aquel extraño lugar.
 

Karlsetin

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[Original] Almas del Desierto [cap4]

Con ustedes la 4ta entrega de Almas del Desierto, espero que sea del agrado de los lectores, así como también que en lo posible alguno se pronuncie para poder saber que opinan de la historia y de lo que va de ella.

Saludos.



El agua, una sustancia muy distinta a todas cuantas hubiera conocido con anterioridad en su vida. No era como estar en medio de una tormenta donde sentías cada parte de tu cuerpo siendo empujada por una fuerza superior y en una dirección concreta, esto era distinto, pues el agua te empujaba en todas direcciones y a ninguna a la vez, estar completamente sumergido en ella era una sensación tan extraña, tan nueva, que para Valko era difícil comprender como moverse en su interior. En vano intentó abrir los ojos, sólo tenía claro que respirar y abrir la boca en aquella sustancia era cometer un gran error, muchos grandes hombres habían muerto ahogados... entre ellos su padre. Fue entonces que vio en las profundidades, o creyó ver, un resplandor.

Con gran dificultad comenzó el desplazamiento, si brillaba con aquella intensidad teniendo él los ojos cerrados debía ser algo realmente brillante y sólo entonces pudo escuchar una voz en sus oídos, era suave y hermosa, abrió los ojos de golpe a pesar de la dificultad y vio entonces con total claridad a una criatura con rasgos de Oldo, rasgos humanos. Su piel escamosa estaba constituida por lo que parecía ser diamante, y tenía unos ojos rojos que irradiaban muerte.

- Vete – dijo la criatura sin mover siquiera sus labios, o como pudiera designarse a aquella constitución escamosa sobre y bajo la ranura de su hocico.

No me iré, pensó Valko, sin saber cómo contestarle al ver lo inseguro de abrir la boca en las profundidades. Entonces la criatura pareció poder entender sus pensamientos y abrió enorme sus fauces dejando ver un sinfín de hileras plagadas de filosos y aserrados dientes, y en el interior de ellos. ¿Dónde está? Preguntó él, del mismo modo, ante lo cual la criatura pareció sonreír, para finalmente apuntar con su enorme garra a una colosal ostra que brillaba con intensidad.

Valko se lanzó hacia la ostra pero rápidamente la criatura se interpuso.

- Mía – sonó en la cabeza del cazador.

Si tú lo dices. Pensó Valko y desenfundó su arma de cactilia viendo como esta comenzaba a brillar con gran intensidad en un sinfín de colores y llevando a que la criatura involuntariamente a taparse los ojos con el brazo.

- Imposible – gruñó la criatura – No es posible que un hijo del fuego sea capaz de portar un arma de los hijos del hielo y ser capaz de hacer lo que haces –
Pero lo estás viendo, señaló Valko con enfado, sin lograr entender a qué se refería la criatura con hijos del hielo. Pero algo para él era verdad. Nunca había visto una espada de cactilia brillar con tal intensidad.

Entonces Valko se lanzó con la espada hacía la criatura y esta retrocedió violentamente para responder con un golpe de su larga cola que golpeó a Valko por el costado. Fue en ese momento que empezó a sentir que se ahogaba y miró hacia arriba para ver la superficie comenzando a buscar llegar a ella para tomar una bocanada de aíre. La criatura bajo él subía con violencia.

La cabeza de Valko se asomó un instante sólo para ver a su amigo y al anciano rodeados por los hombres de piel negra que había visto en su visión.

-Valk… - alcanzó a pronunciar Argas al verle, pero al instante fue agarrado por la criatura del lago y llevado de golpe al interior del mismo.

- Esa espada – dijo entonces el hombre de piel negra al anciano.

- Cactiliana – respondió él.

Dio rápidos gestos a los hombres que estaban a su mando y se lanzaron al agua, fueron en total nueve de ellos los que se sumergieron a gran velocidad y maestría, y al instante se pudo apreciar desde la superficie del agua como distintos brillos comenzaban a llenar la laguna, pertenecientes a cada uno de aquellos hombres.

- Son segundos hijos – dijo el anciano mirando al hombre de piel negra.

- Preferimos que nos llamen cactilianos – aclaró con una bajada y subida de cabeza en muestra de afirmación.

- Creí que estaban extintos –

- Y nosotros que ustedes lo estaban – Argas miraba sin comprender nada, las enormes criaturas de los piel negra habían hecho temer a los Oldos y se habían mostrado enormemente peligrosas, pero en el instante en que aquellos hombres vieron sus ojos y cabellos rojos dieron la señal a sus bestias para que se calmaran y descendieron de ellas para reunírseles. La verdad era que ver a un cactiliano de frente, a uno de los hombres de aquél pueblo que creó las grandes armas que ellos portaban y cuyo reino se consideraba destruido por los hombres del clan de la llama roja en tiempos anteriores a las grandes olas. – Nunca pensé que volvería a ver a un miembro del clan de la llama roja
– señaló mirando al anciano.

Mientras tanto en las profundas aguas del lago los cactilianos con sus espadas también brillando se colocaban en torno a la bestia. Con una maestría y coordinación casi excepcional luchaban y esquivaban a la bestia mientras Valko nadaba hacia la ostra para rescatar a Neití.

A lo lejos el joven oía los gritos de la criatura, sus súplicas pidiéndole a Valko que les dijera que se detuvieran, y aunque no estaba interesado en hacerlo una frase rompió su voluntad.

- Sabes bien lo que ocurrirá a continuación, ves el futuro como un hijo del clan de la eclipse, pero puedes evitarlo, puedes cambiar lo que ocurrirá –
De inmediato Valko ascendió y se colocó entre la criatura y los nueve guerreros. Dime lo que sabes, pidió a través de su pensamiento.

- Habrá cosas que no quieres saber – escuchó, a lo que inmediatamente contestó con un: no me importa.
Luego fue algo demasiado brusco y se sintió atrapado en los ojos de la criatura.

-Ahora verás todo lo que te puedo enseñar y necesitarás saber para continuar tu viaje –

De pronto se encontraba en un cuerpo que sentía muy ajeno al suyo, y ante él un hombre de piel oscura y ojos de estrella, que llegaba montando en su enorme bestia carnívora, la misma criatura que había visto en su sueño la noche anterior.

- Dame a la chica – dijo con una ronca, casi gutural, voz.

- ¡Jamás! – gritó él, aunque sin su voz, sentía que otro controlaba sus acciones, como si él fuera sólo un mero espectador.

- No sabes en qué te estás metiendo muchacho – gruñó el jinete de la bestia.

- ¡Sólo sé que ustedes le harán daño! – gritó.

- Nosotros somos los segundos hombres, los que vinieron después de los hombres del fuego, somos hielo ¡Somos vida! -
Fue entonces que notó que junto a él se encontraba una muchacha, sus rasgos eran parecidos a los suyos, pero con unos ojos plateados como los del guerrero delante de ellos, y ella lloraba abrazándolo con fuerza, se notaba que tenía miedo.

- No te dejaré acercarte a ella, vuelve tu camino y evitarás tener problemas –

- No entiendes, hemos cruzado el cielo para llegar hasta aquí, es nuestro destino cruzar el mismo camino rey de los primeros nacidos, y será así siempre. Tú, ella, yo hemos estado siempre destinados a cruzarnos pues somos de una misma raza, de un mismo origen, somos hijos de las estrellas y no somos parte de éste mundo, él nos repudia, su gente nos teme, no debes porque luchar para defenderles, la paz que tanto se le ha prometido a éstas tierras vendrá con las grandes olas, el día en que la raza de los primeros hombres sea erradicada del mundo –

¿Rey de los primeros hombres? ¿Grandes olas? No podía comprender sobre qué quería decir el hombre de piel oscura, fue entonces que el jinete descendió de la criatura con una enorme espada de metal verduzco. Cactilia, pensó Valko al reconocer aquél mineral.

- No eres nadie para la espada de Cactil, te derrotaré y luego me llevaré lo que es mío, el mundo será de los segundos hijos luego de que los primeros conozcan su final –

Entonces notó que él también sacaba su espada y se preparaba para pelear contra el segundo hijo.

Luego de golpe se vio en una enorme habitación con paredes de piedras y frente a sí al mismo hombre contra el cual había comenzado la lucha. Aunque no dejaba de notarse que en la mirada de aquél ya no se encontraba el mismo frío ardiente odio que en aquél primer encuentro.

- ¿Estás seguro hermano? – se sintió preguntar, tenía el corazón afligido, pero a pesar de su creencia de que ahora estaba en el cuerpo de otro hombre se dio cuenta de que era el mismo con el cual se había encontrado frente al jinete.

- Las estrellas lo han escrito en el firmamento, las sombras así lo susurran, el día de nacimiento de tu tercer hijo será también el día en que Orkeste caerá – Orkeste, aquél nombre que se había vuelto tan recurrente desde el inicio de su viaje, la fortaleza del clan del eclipse, el lugar al cual debían ir ahora junto a Neití. No lograba entender lo que ocurría.

- ¿Y qué quieres que haga? – se escuchó decir con gran pesar, sintiendo su mirada cargada de lágrimas - ¿Ver morir a quienes quiero en manos de la llama roja? ¿Ver morir las esperanzas que tanto tiempo hemos forjado, de darle al fin la paz al mundo antes de que los dioses decidan que las grandes olas son la solución? –

- Siempre supimos que sería imposible detener a Destino – sentenció Cactil – Pero aún podemos hacer algo para evitar que los primeros hombres mueran –

- ¿Qué quieres que haga hermano? – dijo entonces apoyando su mano en el hombro de su anterior rival – Dime qué puedo hacer para que mi gente sobreviva –

- Llévalos a las minas, las olas no serán capaces de romper la tierra, sólo purificarla. –

- Ambos sabemos que tu pueblo y mi raza nunca podrán llevarse, somos seres tan opuestos y tan iguales como lo podemos ser de nuestros reflejos en el frío cristal y en las profundas olas –

- No hablo de Cactilia hermano, hablo de Valkiria, son minas construidas al sureste de Orkeste, en tierras temidas por primeros y segundos por igual. Pero he logrado que mis hombres entraran en aquellas tierras donde la primera sangre se derramó y alzado una ciudad enorme siguiendo las indicaciones dadas por nuestra diosa lunar. Será cosa de tiempo para que la ciudad de la esperanza esté construida y pueda refugiar a tu pueblo. –

Entonces le dio la mano a su amigo y ambos se abrazaron con fuerza.

- Siempre has sido un buen amigo Cactil – se escuchó decir.

- No siempre. Hubo un tiempo en que tú y yo nos quisimos muertos – recordó el piel negra, ambos rieron. - En aquél entonces eramos muy jóvenes y las pasiones reinaban nuestros comportamientos.-

Luego volvió a cambiar el entorno, se vio de pronto ante una hermosa mujer, sus ojos plateados, su piel clara y él acariciando su mejilla. Aunque le costó darse cuenta al poco pensarlo comprendió que era la misma muchacha que anteriormente había protegido de aquél que se había llamado Cactil.

- Estarás segura, lo prometo –

- Valkiria es un lugar lejano y sé que no volveré a verte – dijo la mujer.

- No moriré del todo mientras la flor de nuestro amor nazca. Siempre seguiré existiendo en ti – él la besó – seguiremos viviendo juntos en el legado de nuestra sangre – ella lloró, luego vio que allí estaba Cactil y él se la entregó.

- Creo que al final fuiste tú quien ganó el combate, tú seguirás y la tendrás a tu lado – Cactil bajó la mirada con tristeza.

- Ve en paz Malgar, que nuestros caminos se volverán a cruzar en los días que vendrán – Subió entonces a su caballo y comenzó un rápido viaje a todo galope por la fría arena del desierto bajo el cielo del atardecer. Entonces pudo ver la enorme Orkeste en su máximo esplendor, el último que alguna vez tendría.

Fue empujado rápidamente entre visiones dispares, pudo apreciar a un hombre con la apariencia de uno de los primeros hombres y hubo en aquél rostro algo que no pudo evitar llamar su atención, era el rostro de Argas el que veía dibujado en el capitán del clan de la llama roja.

- Morirás – dijo entonces aquél hombre. A su lado pudo ver los cuerpos sin vida de dos muchachos y de una mujer. Se acercó entonces con una sonrisa en su rostro, se veía triunfal y fue entonces que ambos se vieron a los ojos. Luego lo vio retroceder aterrorizado.

- Ni todos los ejércitos del mundo te salvarán de los espíritus de la venganza - escuchó decir mientras el capitán retrocedía espantado. Tras lo cual se sintió arremeter con fuerza contra los guardias.

- ¡No! – gritó el capitán a lo lejos, sintió el filo de las flechas caer sobre su cuerpo y el cobarde veneno de las mismas palpitar al contacto de su carne. El capitán se veía asustado, pero sus hombres no parecían obedecerle, inmediatamente vio al hombre con el rostro de Argas lanzarse sobre él y las flechas detenerse – Debes huir Malgar, debes huir, imploraba en un tono que nadie más podía oír, por favor perdóname, perdóname. – lo veía implorar y sentía el dolor de aquél hombre.

- Las olas vienen, sálvate, nuestros hijos necesitarán que sigas con vida. Ve a Cactilia, allí te ayudarán–

Luego sintió que una fuerza sin igual lo empujaba contra el capitán para finalmente lanzarse sobre una inmensa hoguera en la que reposaban los cuerpos de los muertos, allí sintió que las llamas lo quemaban sin sentir dolor y luego vio como su cuerpo parecía elevarse. No, no era su cuerpo. Como su alma parecía alejarse.

Luego una última brusca escena en que vio una inmensa oscuridad, seguida de una luz al final de un túnel, sintió que luchaba por vivir y allí tras un fuerte resplandor se encontró en medio de lo que parecían ser matronas de los segundos hombres.

- Felicidades, es un varón – oyó decir a la dama que lo tomaba en brazos. - ¿Cómo lo llamará? –

Un último suspiro decía una única palabra: Valko, esperanza en la lengua antigua de los primeros hombres, él era aquél bebe. Luego vio como la matrona gritaba, pedía auxilio, decía que la ama estaba muerta. Allí aparecieron juntos Cactil y el capitán de la llama roja.

- He llegado demasiado tarde – dijo entonces el capitán – No pude salvarlo a él y tampoco pude salvarla a ella. – Entonces Cactil lo tomó del cuello y lo alzó con gran fuerza.

- Deberás llevar al niño a Valkiria –

- ¿Transportar al hijo de Malgar sólo por el desierto a través de las tierras prohibidas a todos los hombres? ¿Y mi esposa, mi hijo? –

- Tu mujer lleva la corrupción de la llama roja en su alma, aquél clan no puede seguir existiendo en el mundo que vendrá y sólo en las tierras prohibidas a todo hombre podrás encontrar el refugio a lo que vendrá –

- Pero… yo también soy del clan de la llama roja - oyó decir al hombre.

- De todos modos eres el único que puede asegurar la paz del mañana – terminó por decir Cactil antes de que todo se volviera a tonar negro para Valko y se encontrara fuera de aquél lago acostado sobre el suave pasto del oasis. Junto a él estaba Neití y tras ella el anciano, Argas y los hombres de ojos plateados. Pudiendo reconocer entre ellos al de mayor estatura y gallardía, el único que no se había sumergido en las aguas del oasis, él estaba seguro que aquél hombre era Cactil.

- ¿Qué pasó? – preguntó confundido.

- Detuviste a la criatura con gran valentía, pudimos salvar a tu hermana, pero perdiste el conocimiento, nos temíamos que no despertarías – contestó entonces el hombre de piel negra.

- ¿Mi hermana? – fue entonces abrazado con fuerza por Neití – Claro, mi hermana – añadió sobándose la cabeza, no sabía muy bien que era lo que había ocurrido, pero tenía algo claro y era que le debía la vida a los cactilianos.

Unas horas más tarde y ante el cielo nocturno, las grandes criaturas de los segundos hombres y los Oldos marchaban juntas hacía el amanecer. Fue en aquél trayecto que el líder de los segundos hombres acercó a su criatura al Oldo de Valko.

- No creas todo lo que te ha enseñado esa criatura, puedo ver en tus ojos un gran secreto, un gran temor y un gran conocimiento. Sé mejor que mis hermanos que aquella criatura no era sino una antigua deidad expulsada de Arimalia por someter a los hombres a pensamientos disparatados que les llevaba a la locura… -

- No sé de qué habla, señor – señaló Valko – Ahora si me lo permite debo reunirme con mi amigo – añadió con respeto antes de hacer a su Oldo apurar la marcha para alejarse de aquél hombre.

- Tan perdido que estabas hermano – dijo Argas con una sonrisa al verlo junto a él.

- Huye Argas, huye, vete lejos donde nadie te conozca, ve a las tierras más allá del desierto – señaló con lágrimas recorriendo su rostro – Me temo que si no lo haces los días se tornarán cada vez más oscuros para ti, debes vivir las aventuras que prometimos que tendríamos juntos.-

- Valko, no entiendo de qué hablas… -

- ¡Ahora! – gritó Valko con fuerza, moviendo a su Oldo y desenfundando su arma para desafiar al líder de aquellos hombres. Argas simplemente obedeció, perdiéndose rápidamente a la distancia, mientras Valko desafiaba a aquellos diez hombres que habían salvado su vida en el oasis.
 

Karlsetin

Leyenda de WaH
Respuesta: [Original] Almas del Desierto Actu 8/1/15->Cap 4.

Bueno ya a estas alturas lo sigo para aquella gente que sé que si me lee aunque no comenta, que es capaz de charlar largas horas conmigo acerca de historias y con la cual nos hemos spoileado muchas cosas xD pero siempre manteniendo el misterio... Originalmente éste no iba a ser el cap. 5; al final ayer lo hice todo de nuevo de modo tal que cierta personita... *Cofcof* Tyren *Cofcof* posee entre sus colecciones de words descargados la pieza de museo original del mismo. Jejeje, espero sea del agrado de los lectores (lo expresen o no) y dar un agradecimiento especial tanto a Tyren como a cierta personita especial (/-\) por ser las dos grandes inspiraciones para seguir con esto.

Gracias a ambos <3



Era difícil no desear mirar atrás, no querer devolverse. Volver por su padre, por Neití, por su amigo de toda la vida, Valko. ¿Pero qué podía hacer? Sabía y tenía total conocimiento de los sueños proféticos que habían atormentado largamente a su mejor amigo, a veces les había sacado triunfantes de problemas y otras tantas habían tenido que sufrir las consecuencias de lo que ocurriría a pesar de saber muy bien ambos lo que pasaría. ¿Y si esta vez era lo mismo? ¿Y si Valko le había dicho que huyera para alejarlo de algo que había visto y temido decirle?

La luna en lo alto, el susurro del viento a su alrededor, no podía estar seguro de qué era lo que debía hacer. Su bestia gruñó y se colocó a la defensiva. Cuando Argas se percató ya era demasiado tarde, fueron rodeados por una docena de seres con lanzas, no eran del tamaño de los hombres de piel negra y se veían más bien escuálidos portando grandes máscaras con grandes ojos negros y todas ellas decoradas con un número sin igual de plumas, entonces una sola y brusca palabra cruzó la mente del joven fugitivo. Terceros…
La luna resplandecía alta en el cielo, se encontraba en su plenitud lo que llenaba el desierto con cierto resplandor plateado único en aquél mar de tinieblas que es la noche.

- ¿Qué estás haciendo? – preguntó de manera agresiva el hombre de piel ébano.

- No permitiré que nos maten –

- ¿Por qué mataríamos a alguien que salvamos de aquella criatura en el oasis? –

- Sé lo que harán, lo he visto –

- ¿Ves el futuro…? – Hubo una pausa mientras el líder de aquellos hombres intentaba comprender lo que acaba de oír - Entonces eres un hijo de Malgar, un miembro del clan del eclipse. El eclipse es día y noche; sol y luna; pasado, presente y futuro, todo ello en un mismo instante, era por ello que los miembros del clan del eclipse eran temidos, era por ello también que Malgar y sus hijos enfrentaron con la cara en alto su muerte, sabían que en el futuro habría paz y no sería el clan de la llama roja capaz de hacerla arder, no sería el clan de la llama roja él que reduciría a cenizas la paz de los hombres del mañana. Y también sabían de ti y de mí, sabían que nosotros nos encontraríamos en los días después de las grandes olas y seríamos capaces de traer la gloria de nuestra gente a éste nuevo mundo –

- ¿De qué estás hablando? –

- Mi nombre es Elir, hijo primero de Cactil, y por lo que veo tú debes ser Valko…-

- Último heredero de Malgar – dijo entonces el mismo joven aludido, Neití no pudo evitar dirigir una mirada al muchacho junto a ella y analizarle detenidamente, como si se encontrara buscando algo que otros no pudieran percibir.

- ¡NO! – Gritó entonces el anciano cruzando su Oldo entre ambos – Él no es… -

- ¿Hasta cuando le mentirás anciano? Se ve en sus ojos que lo sabía muy bien, de no haberlo sabido se habría sorprendido y nada en él ha cambiado. Valko, debo llevarte junto a mi padre, él sabrá qué es lo que tienes que hacer, nuestra gente tiempo atrás tendió la mano a tu familia, no dudo que podamos ser grandes amigos como lo fueron nuestros padres en los años anteriores a las grandes olas –

- Se nota que no conocías a tu padre Elir, si no sabrías bien que antes de ser amigos fueron grandes enemigos –

- La mano de tu madre era un tesoro muy preciado en aquellos años, los terceros hombres tenían para ellos las mujeres más bellas de cuantas hay entre las razas del mundo y una dama así sabía robar el corazón de cualquiera –

- No lucharemos por amor, pero de un modo u otro la lucha nos está destinada –

Elir hizo una semireverencia desde su bestia dentuda y descendió del animal, repitiendo aquello Valko y quedando ambos hombres de pies frente a frente.

- No peleen muchachos, una vez que lleguemos ante Cactil podremos arreglar todo esto –

- Apártate anciano – dijo Elir con agresividad y respeto, una forma extraña de expresión que no pudo sino obedecer, ya no eran los mismos años que él experimentó cuando los clanes de los primeros hombres luchaban por el control del mundo, ya no era un joven lleno de sueños y esperanzas, ahora era un hombre viejo, siendo el tiempo el mayor rival de cuantos alguna vez tuvo, pues era el único que le había quitado todo cuanto alguna vez quiso y fue.

Los compañeros de Elir, el anciano y Neití habían formado un círculo al interior del cual se desarrollaría el combate, fue entonces que ambos desenfundaron sus espadas de cactilia, siendo la de aquél hombre de piel oscura la de mayor tamaño.

- No tendrás ninguna posibilidad – gruñó el guerrero.

- No es mi hora de morir – fue lo único que Valko antes de lanzarse contra su rival.

Los filos de ambas espadas chocaban con fuerza produciendo un eco estruendoso y cristalino, para los espectadores no dejaba de sorprender el espectáculo, en parte porque los compañeros de Elir nunca antes habían visto a hombre alguno resistir más de dos golpes de aquella enorme y pesada espada de Cactilia, y en parte porque el anciano estaba seguro de haber visto aquella pelea antes, era claro que ambos jóvenes eran el vivo recuerdo de sus padres.

La espada de Elir caía con fuerza sobre Valko, pero éste lograba esquivarla por algunos milímetros respondiendo rápidamente con un golpe latera de su espada para entrar por el indefenso costado de su rival, pero éste teniendo total claridad de su punto débil lograba hacer una hazaña completamente sorprendente y usando su espada enterrada como apoyo alzaba por el cielo su pesado cuerpo para colocarse del lado contrario a Valko sin darle tiempo de respuesta.

- ¿Hasta cuándo huirás? – gritó Valko ofuscado, cada vez que se encontraba cerca de enterrar su espada lograba aquél corpulento hombre esquivarle con una gracia y maestría que no dejaba ninguna duda sobre su habilidad con aquella pesada arma.

- ¿Huir? – El hombre sonrió – Me caes bien muchacho, eres el único rival que ha osado hablarme así a lo largo de mi vida. Sólo por eso te daré la muerte más rápida posible – alteró entonces el punto de apoyo para hacer un rápido movimiento desenterrando su arma y dando un golpe horizontal destinado a partir en dos a Valko.

- ¡NOOOOOO! – gritó entonces Neití con fuerza.

En ese momento todo ocurrió demasiado rápido, Valko alzando rápidamente su espada lograba golpear el arma de cactil lo suficiente como para desviar la trayectoria que ya tenía fijado el destino mortal del guerrero, pero fue aquél roce de espadas el que hizo que se alzara una enorme columna de fuego policromático, ambos rivales retrocedieron de golpe ante la fascinación de aquella extraña forma pírica que combinaba en su interior una llama con un color rojo intenso con una llama azulada y una verdosa que parecía emerger entre ambas y destellaba alrededor.

- La Poliflama – dijo entonces Elir con sorpresa, tras retroceder dos pasos se arrodilló ante Valko y la flama – No podía creerlo hasta que no lo viera, mi padre tenía razón al hablar de que la pelea entre él y tu padre fue dura pero generó algo mágico.

- ¿Qué es la Poliflama? – preguntó entonces Valko dejando de lado su espada, la verdad era que aquella maravilla de fuego le había hecho olvidar que había estado al borde de la muerte de no haber sido por sus reflejos.

- Cuenta la leyenda que antes que los hombres nacieran, antes que los primeros, los segundos, terceros y los que vendrían después de ellos, hubieran pisado por primera vez la faz de Priorterra, existió la primera mujer: Ammat. Fue a ella a la que se le otorgó el don de la poliflama, siendo la esencia creadora de la vida, nada está vivo si en su cuerpo no habita esta poderosa energía y era Ammat, la que podía crear vida usando para ello éste poderoso don, y más tarde nos lo otorgó todos sus hijos e hijas, para que juntos pudiéramos tener hijos e hijas. Ammat, siendo la dama de la poliflama fue la madre de todas nuestras familias, de hecho, cada hombre, mujer y niño desciende de aquella poderosa dama. La poliflama, entonces, de dividió en todos sus hijos y los hijos de los hijos hasta nuestros días. Pero nuestras familias entablaron guerras, primeros y segundos, primeros y primeros, segundos y segundos, la guerra era fuerte entre los hijos de Ammat y creó a los terceros con un corazón tan humilde y hospitalario como no lo hubo antes. Pero la guerra también los alcanzó y fue que se predijo que sólo la poliflama que son capaces de crear guerreros de distintas familias sería capaz de dar nueva vida a nuestro mundo ya extinto por las llamas del fuego que en otrora lo quemó y obligó a las grandes olas alzarse desde las profundidades del mar. Es por ello que el hecho de que dos miembros de razas distintas sean capaces de producir una poliflama refleja la esperanza de éste mundo. –

- Es eso entonces lo que encontraron nuestros padres aquél día – dijo Valko sorprendido, viendo como los últimos destellos de aquella poderosa flama se perdían en el firmamento. Elir afirmó.

- Aquella llama logró que ambos forjaran en sus corazones un apego enorme a pesar del intenso odio existente entre nuestras razas, apego al cuál los primeros hombres que aún habitan en nuestro mundo deben su existencia –

- Las minas de Valkyria – señaló entonces Valko con una sonrisa – No esperaba encontrarme con la razón de que ambos forjaran tan férrea amistad, pero si aquello es verdad, entonces tú eres nuestro enemigo… - bajó la mirada un segundo y la levantó deprisa, se apresuró a correr a su Oldo y comenzar el viaje hecho por Argas pero al llegar hasta la cima de la duna más cercana y mirar hacia el horizonte se dio cuenta de que era demasiado tarde. Más allá de donde acaban las arenas del infinito desierto el sol comenzaba a alzarse señalando el comienzo del día. Allá en la cima de la duna se le reunió Elir.

- Es tarde amigo – dijo entonces – Sólo puedes tener una cosa segura, si lo viste en tu visión del futuro entonces nos lo volveremos a encontrar – Fue en ese momento que Valko dirigió una mirada cargada de dolor al hombre a su lado.

- No lo entiendes, lo vi siendo el asesino de su padre… No puedo permitir que aquello ocurra –

- El destino es incierto, sólo puedo estar seguro que lo volverás a encontrar en tu camino –

- Puede que esté muerto – a Valko le pesaba enormemente el sentirse responsable de haber mandado a su muerte a su mejor amigo.

- Dímelo tú. Es tu amigo y cómo tal tu corazón sabrá si sigue o no con vida – Valko rió.

- Me sorprende lo que la poliflama ha podido hacer con nosotros, hace tan solo un instante nos queríamos muertos –

- Reunámonos con el resto, debemos volver a la marcha, nueva Cactilia no está muy lejos, y si mi gente se ha topado con tu amigo lo sabremos –
Mientras ambos rivales se encontraban en la cima de una duna, los hombres de Elir se encontraban en la cima de otra de aquellas dunas, apostados todos ellos en línea recta para contemplar el amanecer, el espectáculo más maravilloso luego de que la oscuridad reinara a lo largo de la noche, pues era símbolo de cómo la vida le ganaba a las tinieblas y volvía a emerger.

Aprovechando la ocasión el anciano se acercó a la joven.

- Hablas nuestra lengua – sentenció, la joven avergonzada bajó la mirada - ¿Por qué no les dijiste? – preguntó.

- Tú me tenías por una sobreviviente del antiguo clan, una joven criada con la lengua de nuestros ancestros y desconocedora de la que hablan los hombres de éste tiempo, porque nadie es capaz de creer lo que yo soy, nunca nadie estuvo ni estará para mí – La joven sonrió con pesar- Yo nací de las grandes olas y de los restos de nuestros clanes y puedo bien ser llamada hija de Malgar o Nafsi o lo que sea, porque mi existencia como la de mis hermanos escapó de toda regla – ante la mirada inquisitiva del aciano la joven añadió - Malgar tuvo dos hijos con su esposa, un hijo con la tercera nacida, pero también hubieron quienes nacieron de sangre desde la hoguera misma en que ardió en su morir y que llevamos con nosotros su memoria, su sangre, su esencia, su ser… No somos ni seremos parte de ninguna raza pues somos parte de aquellos que descienden de la noche, somos hijos de Niba y no de Ammat, no poseemos la poliflama sin embargo vivimos – la chica miró entonces con pesar como se borraban las últimas estrellas del cielo quedando en el olvido con la llegada del sol. – Cuando el sol brilla la luz de las estrellas no se apaga, sigue existiendo aunque nadie las pueda ver, eso somos nosotros, la luz que brillaba en la oscuridad antes de las grandes olas y que hoy la luz de estos nuevos tiempos han dejado en el olvido –

- ¿No estás sola entonces? –

- Mis hermanos sobreviven en Orkeste, por eso te he pedido que me lleves hacia allá. Yo vivía junto a ellos… pero un día, cuando desperté, me encontré en medio de las arenas del desierto, sabía que sólo podía ser porque Niba me tenía una misión por delante y fue en ese instante en que me encontré con Argas y Valko, ahora lo tengo todo más claro en mi mente. Estoy destinada a llevar de regreso la Poliflama a Orkeste, para que su energía creadora llene nuevamente aquella vieja estructura de la vida que la ha olvidado y de a su gente la esperanza que se ha perdido –

- ¿Qué ocurrió en el oasis? – preguntó entonces el anciano, había logrado notar que la chica había emergido diferente desde el oasis cuando fue rescatada por los hombres de Elir y no dejaba de llamarle la atención aquello.

- La noche anterior había soñado con las aguas de aquél oasis y la poliflama pero no pude divisar más allá. Por eso creí que en las aguas sería capaz de encontrarla. Nadé y nadé, pero lo único que pude ver fue una hermosa reliquia y tuve la esperanza de que fuera la fuente de la poliflama. Pero no sabía que era la trampa de una deidad que buscaba con ella atraer a los viajeros desprevenidos que codiciosos quisieran obtener su tesoro. Por ello acabé atrapada en una ostra y pensé que mi vida llegaría a su fin, creí que esa sería mi muerte, allí resistiendo por no perder el poco aíre que había y queriendo despertar en mi cama al interior de Orkeste y sentir que todo había sido sólo un mal sueño. Pero allí pude ver a través de la ostra el poder de Valko, él posee una antigua habilidad que los actuales hijos de aquellas razas ya han olvidado – miró entonces la muchacha al anciano – perdona por haberte mentido, pero temía que desconfiaras de mí –

El anciano se encontraba perplejo, no sabía que pensar, no sabía que creer, lo único que tenía claro era que su hijo se encontraba ahora en algún lugar lejano pero guardaba la esperanza de que se encontrara con vida. Por su parte Neití en aquél corto periodo se había vuelto la hija que nunca tuvo, el haber develado el misterio a Valko sobre su origen era algo que le pesaba, puesto que había prometido que el hijo de Malgar podría tener una vida normal y no tendría que cargar sobre sus hombros el peso de una guerra milenaria.

- No debemos permitir que el resto se entere, llevaremos a Valko a Orkeste cueste lo que cueste –

- ¿Y qué pasará con Argas? – preguntó entonces la muchacha. El anciano miró al cielo que ya se encontraba completamente iluminado por el sol y suspiró.

- Si alguien conoce el desierto mejor que yo ese es mi hijo – luego bajó la mirada con pesar al imaginarlo perdido, solo – él sabe orientarse con las estrellas y podrá hallar el camino a casa – añadió al final, como un vano intento para poder convencerse a sí mismo de que su hijo estaría bien.

Luego se reunieron los hombres de Eril y Valko junto a ambos pelirrojos, ya el ambiente hostil que se había experimentado desde su encuentro en el oasis había desaparecido por completo, ahora en su lugar reinaba una paz y armonía que parecía volver completamente falsa la pelea vivida hace algunos momentos entre ambos jóvenes.

- Nueva Cactilia está a tres soles de marcha, será mejor que emprendamos el camino ahora que aún no se torna más caluroso – señaló Eril, y de inmediato comenzaron la nueva travesía por el desierto.

Cuando abrió los ojos él no logró recordar lo que había ocurrido, ni cómo, ni cuándo había llegado hasta allí, la verdad era que cuando él despertó se había encontrado de golpe en aquella choza, recordaba a duras penas el día en que había abandonado su tierra junto a su padre y amigo, y por un momento se preguntó si no había sido sólo un sueño aquella travesía por el desierto junto a ambos montados en sus Oldos…

(Continuará)


¿Qué ocurrió con Argas?¿Cómo será Nueva Cactilia?¿Qué trae consigo la Poliflama?¿Fueron reales todas y cada una de las visiones que tuvo Valko en el oasis?¿Podrá impedirse la muerte del anciano?¿Fue realmente el anciano él que asesoró la muerte de Malgar, y si es así, por qué ahora cuida tanto del hijo de aquel gran rey de Orkeste?¿Podrá encontrar Neití la forma de llevar a Valko con la gente de Orkeste? Todo eso y más véalo en los próximos capítulos de Almas del Desierto​
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Tyren Sealess

A fullmetal heart.
Respuesta: [Original] Almas del Desierto Actu 11/1/15->Cap 5.

Tengo una crítica, de la que me he dado cuenta al ver que casi no distinguía a Valko de Argas: no repites las descripciones. Me explico: les has descrito una sola vez, al principio, pero luego, al mencionarles, lo haces por su nombre y no por sus atributos, por ejemplo, en vez de "Valko" podrías decir "el hijo de Malgar", o también podrías recurrir a atributos físicos, y así renuevas las imágenes que tenemos los lectores en nuestras mentes, dañadas por la espera. No voy a decir nada bueno, no porque no lo haya, sino porque ya tienes 23 kilómetros de elogios en skype. Eso sí: espero tu próximo capítulo casi con tantas ganas como tú esperas el mío.
 

Karlsetin

Leyenda de WaH
Respuesta: [Original] Almas del Desierto Actu 8/1/15->Cap 4.

Honestamente esta historia sigue y seguirá en producción pase lo que pase en WAH, es verdad que la nula atención que veo me ha llevado a preguntarme en más de una ocasión si realmente vale la pena, pero tras ver el comentario de @Shido en mi perfil comprendo que igual hay quienes pueden estar interesados en esto.

Saludos~


Fue luego de tres largos días que el grupo de Eril y Valko llegó hasta el reino de Nueva Cactilia. Construido en la falda de una inmensa montaña se edificaba alta, con grandes torreones que se alzaban intentando alcanzar las estrellas, la más imponente edificación realizada por los hombres entre las arenas del desierto. Se encontraba tallada vivamente de la misma roca sobre la que se sostenía lo que parecía significar que la misma ciudad entera había sido en otro tiempo una alta montaña que los segundos hombres habían logrado trabajar durante largo tiempo hasta crear en ella todas aquellas estancias, torres, murallas, calles y lugares que le constituían. No era difícil para los hombres de Elir descubrir el asombro de sus invitados.

- Bienvenidos a mi reino hermanos míos – señaló entonces Elir con gran emoción – Aquí yace la gran Nueva Cactilia, edificada por nosotros tras la caída de Cactilia en manos del clan de la Llama Roja – fue en ese momento que Elir dirigió una mirada al anciano – Todas las maravillas del viejo y nuevo mundo yacen aquí dentro –

Ante la llegada del grupo los guardias encargados de las grandes y pesadas puertas del reino procedieron a abrirlas dejando sonar el pesado rechinido de metales cediendo a medida que el lento movimiento de dos pesadas y enormes estructuras de roca procedía a abrir el paso a los recién llegados. Fue así que, incluso antes de que las puertas abrieran por completo, los extranjeros pudieron divisar la inmediata grandeza de aquella raza.

Avanzaron por una gran y empinada calle que subía entorno a la estructura principal de aquella enorme montaña, una calzada que a simple vista debía de medir sus diez metros de ancho y que en cada tanto encontraba la sombra bajo un techado de roca perfecto con grandes diseños y grabados en su edificación.

- Éste reino fue hecho sin más que nuestras manos, nuestro coraje y nuestras ganas de vivir – explicaba Elir a Valko que iba junto a él – Usando materiales de la vieja Cactilia en nuestra huida de la destrucción fue que logramos abrirnos paso en la roca con facilidad, pero ha sido siempre un trabajo complicado –

-¿Por qué? – no pudo evitar preguntar Valko, cuya única ciudad conocida consistía en el montón de casas construidas de distintos minerales y con una forma tal, que podríamos asimilarles a los iglús.

- Todo lo que ves querido hermano forma parte de una misma estructura, Nueva Cactilia es la armonía perfecta a la que puede llegar una misma cosa. Pero un quiebre de aquella armonía podría traer consigo la destrucción de todo – señaló, luego apuntando hacia el centro de la estructura que circundaba el camino añadió – Todo el reino pende de aquello, una excavación mal hecha en la base de la estructura y las torres superiores caerán sobre las partes inferiores, moriría mucha gente y no podemos permitirlo. – Entonces Valko afirmó.

- Comprendo – señaló el joven – La grandeza de éste reino es a la vez su mayor debilidad – Elir sonrió.

- Es la perfecta armonía del mismo lo que permite que siga así – luego se detuvieron ante lo que parecía ser una posada y se dirigió al grupo – Compañeros, ésta es la mejor de cuantas posadas encontrarán en todo el ancho y largo de mi reino, no se preocupen que seré yo, él que pagará –

Los hombres de piel negra bajaron con gran emoción de sus criaturas celebrando a Elir por la invitación, detrás de ellos un confundido grupo de primeros hombres conformados por el anciano, Neití y Valko contemplaban el umbral de aquella estructura construida en el corazón mismo del reino. En el centro de la estructura que sostenía Nueva Cactilia. Al ingresar se dieron cuenta de que había a lo largo y ancho diversas excavaciones llenas de agua. Fuera el calor se volvía cada vez más intenso.

- ¿Por qué aguas termales? – preguntó el anciano confundido.

- ¿Termales? – preguntó de pronto uno de los guerreros que había formado parte de la escolta de Elir. – Estas no son aguas iguales a las que los primeros tuvieron en sus reinos, éstas son aguas de los segundos, son aguas de los hijos del hielo –

- Aguas frías – dijo entonces Valko maravillado, para él la idea de ser hijo de un rey aún le resultaba complicada, la verdad toda una vida creyendo que era huérfano y creyendo que sus padres habían muerto ahogados en las aguas siendo salvado de bebé por el anciano nunca le había llevado a pensar en la remota posibilidad de que aquellos padres muertos fueran personas importantes.

- Refresquen sus cuerpos chicos – dijo Elir – Aguas como éstas no las encontrarán en cualquier lugar y será buena para todos –

De pronto se reunieron con Elir, el anciano junto a Neití. El gigantón de piel negra se encontraba feliz viendo como sus hombres se refrescaban en aquellas aguas luego de aquellas jornadas de viaje.

- Disculpe Elir, pero ella es mujer y…- El gigante los miró con aquella enorme sonrisa aún en su rostro, pudiendo notarse lo feliz que le hacía salir de aquél inmenso y sofocante desierto.

- Mis disculpas a la joven Neití – dijo Elir haciendo una reverencia – Por acá están las aguas para las mujeres – añadió, guiándolos a través de las largas piscinas de aguas frías hasta una cortina que dividía la zona de hombres de las chicas – Acá podrá disfrutar de nuestras aguas sin problemas –

Cuando Neití se hubo ido el muchacho miró al anciano de pies a cabezas.

- Me sorprende que Atargas siga vivo – dijo entonces el gigante, parecía haber perdido toda su alegría de golpe, como si ella no hubiera sido más que fingida – Te necesito Atargas –

- Atargas murió en manos de tu padre Elir – dijo entonces el anciano, ambos miraban a las piscinas mientras hablaban, a lo lejos podía verse a Valko relajado en una de aquellas fuentes de agua fría.

- Sé muy bien que el hijo de Malgar fue llevado por Atargas junto a su propio hijo hasta Valkiria para salvarse de las grandes olas por mediación de mi padre la noche en que el pequeño nació – las palabras de Elir eran directas y severas – Pero no te hablo como un enemigo, tampoco como un rey, te hablo como un hombre que quiere salvar a su gente – El anciano le miró extrañado - Los encontré en el oasis por una razón, tiempos de guerra vendrán y ustedes son los únicos que podrán permitir que éste reino, y otros tantos como él, sigan en pie –

- ¿Y qué quieres que hagamos? – preguntó el anciano.

- Necesito que Atargas vuelva, que el gran capitán de la Llama Roja vuelva a vestir glorioso una armadura, que enseñe a mi gente el arte antigua de la guerra para saber defenderse, para organizarse. Claro, sabemos pelear, pero no tenemos ningún conocimiento ni táctico, ni estratégico. Dos cosas de las cuales un hombre con tus habilidades debería ser capaz –

- ¿Y si no acepto? – preguntó el anciano mirando al gigante que tenía junto a él.

- Ese es el tema, mi amigo – señaló Elir poniendo su pesado brazo sobre el hombro del pelirrojo – El tema es que dudo que puedas negarte –

Después de decir aquello el corpulento hombre de piel negra se quitó aquél capuchón oscuro que llevaba encima y se dirigió a las piscinas, dejando atrás al hombre de pelos rojos, piel tostada y arrugas dispersas por su rostro que a pesar de todo aún no lograban retratar a la perfección la verdadera edad del anciano.

- Entonces… - dijo mirando a Valko, la sonrisa de éste y la idea de que podría tener su hijo estando en aquél lugar, le llevó a pensar en dónde podría encontrarlo y sólo podía saber con total claridad que si era cierto que una guerra estaba por venir entonces sería cosa de tiempo para que todo el inmenso desierto se hiciera un lugar pequeño, y que los caminos de unos y otros estaban destinados a cruzarse – … Volveré a ser aquél que he buscado negar que alguna vez fui por todos estos años – suspiró – Si esa es la única forma para volver a encontrar a mi hijo, eso haré –

Pasaron entonces los días al interior de Nueva Cactilia, el primer día disfrutaron de todas las grandes cosas que estaba destinado a ofrecer aquél maravilloso reino a todos sus visitantes.

Para Valko aquellas maravillas infinitas y la hospitalidad de los segundos hombres le llevaba a pensar cuántos reinos habría en realidad dispersos por el desierto y cuántos más podrían encontrarse más allá de los límites de éste, ahora más que nunca se encontraba completamente convencido de que los miedos sobre la hospitalidad de los pueblos del desierto habían estado siempre infundados. ¿Cómo podía decirse que no eran hospitalarios cuando todo aquél inmenso reino se encontraba ahora siéndolo con ellos? Lo que más llamaba su atención fue el hecho de no saber cómo, ni el por qué no tardó en sentir que él era realmente un rey y había sido destinado a aquello toda su vida, reinando junto a Elir y asesorándose éste por los consejos del que no tardó en volverse un gran compañero tras experimentar juntos la poliflama.

Así fue como a lo largo, ancho y alto de Nueva Cactilia no se les tardó en ver recorriendo las calles juntos, no se tardó en ver a Valko en las salas de consejo, incluso Atargas formó parte de algunas de las largas sesiones en que se encargaban de tomar decisiones de gran importancia y valor para todo el reino en lo concerniente del futuro del mismo.

A su vez al anciano se le había pedido por parte de ambos que se encargara de enseñarle a Neití la lengua común para así poder comunicarse con todos sin dificultad, necesitaban poder lograr que la niña fuera independiente por un solo y simple motivo, la joven ya no requeriría de la interpretación de Atargas para poder conseguir lo que fuera necesario para ella.

- Señor – dijo entonces Neití ante Atargas - ¿Está seguro de que sea buena idea de que ambos andemos solos por éste reino? – El anciano respiró profundo mientras miraba el sol perderse en occidente.

- Me temo que no, por ello será mejor que sigamos manteniendo en las cabezas de nuestros aliados y enemigos la idea de que eres una muchacha que sólo conoce la lengua antigua – el anciano acarició entonces la espada que tenía ante él con los antiguos grabados de su clan mientras mantenía en su mente una larga batalla entre la idea de volver a vestir aquella dolorosa identidad de la que tanto había huido o poner en peligro a los que quería – Yo mismo te enseñaré, eso me lo han pedido ambos – hizo una pausa apreciando el manto plateado sobre las olas de arena - Supongo que para Valko resulta una buena idea y una meta noble que tú puedas ser independiente y comunicarte con facilidad – Neití sonrió sentada en su cama mientras apreciaba al hombre que una vez hubo forjado tantas leyendas dentro de la historia de la Llama Roja, su apariencia lucía muy distinta de la de aquél anciano que había conocido entre las arenas, ahora lucía sereno y severo aunque mostrándose su gran capacidad.

- Será fácil fingir que estoy aprendiendo, he podido fingir largamente que no conozco la lengua de ustedes… No creo que sea demasiado difícil seguir mintiendo – señaló la joven. Sus cabellos ondulantes caían sobre sus hombros desnudos.

- No me preocupa aquello, sé que eres una maestra en el arte de la mentira – La joven no supo como tomarlo ¿Un cumplido? Sin embargo, ni siquiera el anciano sabía si era algo bueno o malo aquello – Me preocupa lo que pueda ocultar éste reino y que nos esté jugando en contra. Necesito saber qué es lo que danza entre las sombras del reino de hielo –

- Señor, siempre he sido conocida por mis pies ligeros y mis oídos atentos, podré ser ojos y oídos que te servirán si con ello logramos que el hijo de Malgar sobreviva – las palabras del a joven calaron en el anciano que giró su arrugado rostro para observar a la joven y con pesar sonrió.

- Tienes razón, no podemos permitir que Valko muera – luego el anciano se dirigió hacia la entrada, era una puerta de madera tallada a mano con una gran variedad de diseños cactilianos, formas que dibujaban grandes bosques, peces y aves que difícilmente se podrían encontrar en el desierto – Será mejor que descanses, se vienen días largos – la joven se dirigió rápidamente hacia el anciano tomándole del brazo y haciéndole voltear la mirada.

- Señor, necesitaré algo de su parte – el anciano se mostró interesado – necesito que me enseñe a luchar con la maestría de nuestro clan. Sé luchar pero me hace falta práctica y sé que si no peleamos fácilmente seremos aplastados en éste reino por su piedra fría – el anciano simplemente afirmó con un ademán de su cabeza y abandonó la habitación. Sabía que sólo tenía en todo el reino a aquella muchacha, desde la partida de Argas y el alejamiento de Valko desarrollado por Elir tras la poliflama, se podía llegar a aceptar que el único amigo que tenían en aquellas tierras desconocidas era el uno al otro.

No muy lejos, entre las sombras de uno de los pilares de aquél pasillo del castillo una mujer asechaba. Su cuerpo esbelto y oscuro lograba perderse con total facilidad entre las sombras de aquellos pilares bajo la lejana luz de la luna. Esperó pacientemente a que el anciano desapareciera en la esquina del pasillo para reincorporarse y comenzar su paso silencioso pero veloz hasta uno de los aposentos que se encontraba en la dirección contraria a la que el anciano había tomado, pasando por varias puertas talladas y pilares antes de encontrarse ante una entrada distinta donde dos corpulentos y oscuros guardias resguardaban un cortina plateada cruzando dos lanzas cactilianas hechas con el verdoso mineral y con varios e inmensos dientes filosos.

- Vengo a ver al jefe – dijo entonces la muchacha moviendo su chasquilla oscura para que los hombres pudieran ver sus seductores ojos plateados.
Ambos separaron sus lanzas cruzadas y dejaron pasar a la dama, tras ingresar procedió a arrodillarse con rapidez.

- Levántate y dime lo que te ha traído – dijo entonces el hombre de piel negra al otro lado de la habitación, se encontraba de espaldas pudiendo distinguirse difícilmente a contraluz.

- Atargas ha abandonado la habitación de la muchacha – dijo entonces la mujer parándose.

- ¿Has oído algo? – preguntó entonces el misterioso personaje.

- La verdad no he podido acercarme demasiado, aquél malnacido de Elir ha logrado seleccionar la habitación correcta para la joven, no hay entradas accesibles, no hay pilares que sirvan para ocultarse, sólo he podido ver desde lejos lo ocurrido –

Fue entonces que aquél inmenso hombre se volteó pudiendo sólo verse a medias la marca del fuego dibujada en la mitad izquierda de su rostro y marcada por sombras plateadas entre la piel oscura de su cuerpo.

- Será mejor que logres infiltrarte entre ambos, en caso contrario será demasiado difícil que podamos hacer realidad las metas de nuestro padre -

En los días que pasaron Neití comenzó a disfrazar su desconocimiento de la lengua común usando para ello un idioma a medio camino, cruzando términos de ambos idiomas y simulando entonaciones complicadas dentro de las palabras que se le enseñaban. Siendo por los avances logrados en el aprendizaje de Neití que Elir decidió visitar al anciano una calurosa mañana cuando el sol comenzaba a salir por oeste.

- Y bien, ¿Qué has decidido? – Preguntó el corpulento gigante negro con ojos de luna - ¿Volverá Atargas a servir a un rey? – Sentado frente a frente a aquél inmenso hombre el anciano tomó un sorbo de la copa de vino que había servido el cactiliano para la ocasión.

- Acepto – dijo cortante tras posar el vaso vacío en la mesa – Sólo pediré a cambio que Neití tenga acceso a libros de la biblioteca de su majestad, siento que el acceso a aquello podrá permitirle aprender con mayor facilidad nuestras lenguas e historia – Elir bebió un sorbo del vino celeste que se encontraba en su copa mientras meditaba respecto a la oferta del anciano.

- Me parece – dijo entonces con una sonrisa – Me emociona la idea de ver al gran Atargas en combate – dijo entonces el muchacho antes de levantarse – Será mejor que cortes esos cabellos maltratados y elijas una de las armaduras de la armería… - tras un instante continuó – si no me equivoco deberán haber por allí armaduras de tu gente con las que sentirte cómodo –

- Gracias su majestad – dijo Atargas bajando solemnemente su cabeza antes de que el señor de Nueva Cactilia abandonara el lugar.

Entonces el renacido Capitán Atargas, se dirigió ante la peluquera del castillo para realizarse un corte de cabello al más puro estilo militar. Comenzando aquella misma tarde a entrenar a los segundos hombres en el arte de la guerra táctica y estratégica, puesto que el estilo de combate de los segundos hombres era mucho más cercano al salvaje barbarismo de los pueblos germanos que a un acoplado y coordinado ejército romano. No tardó en poder ver Valko al mismísimo Capitán de la Llama Roja que en otrora dirigió el ataque contra Orkeste. Su semblante ahora lucía el carácter serio y severo de un hombre con su rango, sin tardar en resaltar en la lucha a doble espada. Mostrando una maestría tal que todos cuantos le veían en combate llegaban a preguntarse cómo hubiera sido aquél guerrero en los años de su juventud, en aquellos años en que se dice que uno es más fuerte, más ágil y veloz.

Valko, por su parte en aquellos días desarrolló un severo cambio en su actitud. Aconsejado por Elir se dedicó a dar forma a una inmensa melena que le daba el aspecto de un guerrero león y bajo todo lo que lograba ver a su alrededor desarrolló la idea de recuperar el reino de Orkeste, recuperar el trono de su padre y ser allá del mismo modo que Elir actuaba en Nueva Cactilia, pero no dejaba de aflijirle el destino de Argas, no podía ni tenía como saber que éste se encontraba buscándolo en aquél mismo momento en el lejano lugar en que se vieron por última vez, antes de ser encontrados por Elir y su gente.

- Creo que tengo algo – dijo entonces la voz de un muchacho al otro lado del oasis, los misteriosos personajes apresuraron el paso montando lo que parecían ser enormes aves similares al ñandú y que se desplazaban con gran agilidad por sobre la arena del desierto corrieron rápidas para reunir a sus jinetes en el lugar en que se hallaba aquél muchacho.

- Por aquí – señaló a sus compañeros, hasta mostrar un conjunto de huellas.

- Croquidras – señaló entonces el pelirrojo entre aquel mar de peliazules– y también un conjunto de Oldos –

- Entonces, tú y tu gente se encontraron con los segundos – sentenció uno de aquellos jinetes que actuaba con ademanes propios de un líder – me temo que de ser así resulte peligroso para ellos y para nosotros – un silencio se extendió entre los presentes.

- ¿A qué te refieres? – la voz del pelirrojo cortó de golpe aquello.

- Los hijos del hielo no tardarán en alzarse en armas contra los primeros hijos. En el pecho de Elir arde la fría llama de la venganza desde que Cactilia fue destruida. Él nunca perdonará haber visto como Atargas y su ejército aniquilaba a su gente, fue de los pocos que sobrevivió a las llamas rojas de aquél día nefasto.
 

Karlsetin

Leyenda de WaH
Bueno, el título lo dice.

El proyecto ha muerto, no entiendo que le ha pasado a mi computador que ha muerto y en caso de lograr revivirlo no podría recuperar todo aquello que ya no está. La historia ya habia avanzado demasiado, tenia hasta el capítulo 9, una gram cantidad de fragmentos de episodios así como episodios sin desarrollar (o terminar) que vendrían más adelante, me duele dar la noticia pero sé que si alguno de verdad leía esta historia y la seguía probablemente entenderá lo destrozado q me siento.

Gracias a los q mostraron interés en esto y... Eso..
 
Estado
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