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3 miserables historias cortas

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Dockun

Veterano reencarnado
“3 miserables historias cortas” es una recopilación de tres textos cortos escritos para un concurso en otro foro. Hace poco los revise y amplié y pensé en compartirlos en varios sitios. Y, eh, ya que hoy me ha dado por entrar en Wah pensé ¿por qué no?

Sin más preámbulos os dejo con los relatos:
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Nº 1. Daedale. Regret.

Érase una vez una torre que se alzaba por encima de las nubes. Cuentan que la princesa que allí era prisionera bien podría ser capaz de rozar los cuerpos celestes con la yema de los dedos desde su balcón; que cuando hubiera de caer una estrella ella siempre habría de ser la primera en pedir un deseo. Siempre el mismo: quiero viajar a un lugar lejano donde no llegué la sombra de esta torre endemoniada. ¿Y por qué no simplemente abría la puerta y se iba? Oh, eso era porque un monstruo terrible la mantenía allí encerrada y solamente la espada esgrimida por un príncipe de ojos celestes podría destruir a la bestia y liberar a la doncella de su encarcelamiento. ¿Cuánto tiempo llevaba esperando ya? Por lo que a ella respectaba bien podrían haber pasado eones. A lo mejor el mundo exterior había sido destruido ya un centenar de veces y vuelto a rehacer por la mano del wyrd –la voluntad última del universo–. Y su príncipe seguía sin aparecer.


Un buen día una mariposa entró por el balcón de la torre que era la más alta en todo el mundo. La mariposa le contó a la princesa que allí habitaba como era presa de un encantamiento que únicamente el deseo sincero de una doncella pura de corazón a una estrella podría romper. Yo no puedo desear por mi misma, dijo y apiadándose del pequeño insecto la princesa pidió el deseo a la siguiente estrella fugaz. Se obró el milagro y la mariposa se transformó en una joven aventurera de ojos verdosos.
–Os agradezco desde lo más profundo de mi corazón, mi hermosa dama, vuestro gentil gesto –dijo mientras le hacía una reverencia.
–Por favor, no es precisa tanta formalidad. No obstante hay algo que me gustaría pediros antes de que partieseis. –Agachó la mirada dubitativa. Tomó aire. Decidió que no era momento para dudas–. Entiendo sois una aventurera. Entonces habréis viajado mucho, ¿me equivoco?
–No os equivocáis.
–Entonces, por piedad os pido, ¡contadme sobre vuestras aventuras en tierras lejanas!
A la joven viajera pareció cogerle por sorpresa tal petición, pero por su honor no podía negarse. Así pues, le habló de cuando había viajado a un país oriental dominado por un dragón de infinitas cabezas. Había acompañado a un guerrero valeroso en su periplo por derrotar a la bestia; a través de valles y montañas, hasta que al fin dieron con la espada de la luz y la hundieron en el podrido corazón de la criatura dándole muerte.
–He de irme ahora, mi señora. Sin embargo, siento que aún no he pagado mi deuda con vos. Me pregunto si no querrías escapar de este lugar conmigo y ver el mundo con vuestros propios ojos. –Pero ella negó con la cabeza. Al fin y al cabo estaba esperando a su príncipe–. Ya veo, en ese caso… –La tristeza pintó cada rincón de su rostro, pero se esforzó por disimularlo lo mejor que pudo–. ¿Os importaría si vuelvo mañana al anochecer y os cuento otra historia?
Ella asintió sin disimular su amplía sonrisa; no tan amplía como la que se dibujaba en su corazón lleno de júbilo. La viajera salió al balcón y sacó de su alforja una alfombra mágica que la llevaría de vuelta a la superficie. Se despidió con una última mirada cargada de un sentimiento que entonces la pobre cautiva no reconoció.
Tal y como lo había prometido volvió al día siguiente y le contó otra historia sobre como había ayudado a vencer a un leviatán que se había auto-proclamado dueño de los mares del sur, bloqueando una importante ruta de comercio para las gentes de las islas. Había luchado junto a los más grandiosos héroes elegidos por el mismísimo rey Sabio. Viajaron hasta la lejana Sirenum scopulieran donde pidieron a su reina que les prestará su lanza encantada para matar al leviatán. ¡Mas, en menuda se habían metido, pues cuando se quiso dar cuenta todos los hombres del grupo habían sido atrapados por el hechizo del canto de aquellas nereidas! Menos mal que estaba ella allí para salvar el día.
–Veréis, las sirenas, y en concreto su reina, aman los juegos. Yo tampoco me lo creía cuando escuché el rumor en una aldea alejada de la mano del wyrd pero así es y aquel día pude comprobarlo –explicó muy animada cada pequeño detalle de como había engañado a su majestad la señora de las sirenas para apostar la lanza y la vida de los hombres de su grupo en un juego de azar del que obviamente salió vencedora.
Al día siguiente volvió una vez más y le contó otra historia. Y al día siguiente, y al día que vino después. Todas muy parecidas entre ellas; todas apasionantes a oídos de la doncella que no conoce más mundo que su habitación y su balcón. Cierto día la princesa preguntó:
–¿Por qué no sois nunca la protagonista de vuestras historias?
–¡Eso no podría ser! –replicó ella–. Los protagonistas son los caballeros, los héroes, los príncipes… Yo no soy ninguna de esas cosas. Soy sólo una viajera cuyo único deseo es seguir viajando.
–¿Puedo haceros otra pregunta? –Asintió–. ¿Por qué viajáis?
Silencio. Esa era una pregunta que no deseaba contestar. Es decir, ¿cómo iba a decírselo? Que viajaba para escapar de una sombra a la que inevitablemente se veía atraída una y otra vez a causa de ese único sentimiento que había moldeado su corazón en los últimos años. Suficiente por hoy. Se despidió. Le dijo que pasaría un tiempo hasta que la volviera a ver, pues pretendía viajar de nuevo a algún lugar lejano. Volveré y te contaré muchas más historias, fueron sus últimas palabras. Y en cuanto se había ido la princesa volvió a convertirse en una muñeca de madera.


Un buen día un demonio disfrazado de hechicero se presentó en la torre donde la princesa era cautiva. Le ofreció un trato: él crearía una muñeca de madera de ella y en la muñeca quedarían sellados todos sus temores. Así podría reunir el coraje necesario para enfrentarse a la bestia y escapar por fin. Sin saber el precio a pagar ella, ya harta de tanto esperar, aceptó sin dudar. Y quien sabe cuanto tiempo había estado esperando por su príncipe, pero cuando reunió el coraje para abrir la puerta se encontró con que el monstruo que guardaba la torre hacía años había perecido ya por viejo. Escapó al mundo exterior y dedicó su vida a viajar, tal y como siempre había soñado. Sin embargo, cuanto más se alejaba de la que había sido su prisión más crecía cierto sentimiento en su corazón. Se preguntaba si la muñeca era realmente ella, si sentiría lo que ella había sentido. Su impotencia; su desazón. Y esas preguntas crecieron en su corazón como un agujero negro consumiendo todo lo demás. El precio a pagar había sido en efecto demasiado alto y antes de pararse a pensar en lo que hacía había cambiado el rumbo. Volvía allí.


Nº 2. Memento Mori. A lonely tear.

¿Por qué estamos vivos? se preguntó cierto día lluvioso un anciano rey. A fin de encontrar la respuesta mandó buscar al hombre más sabio en todo el mundo y quisieron los hados que en esa precisa estación un afamado y poderoso mago nacido en las montañas del norte estuviera viajando por sus tierras. No perdió tiempo su majestad y ordenó que lo trajeran a su presencia presto. Al hechicero hizo el soberano de aquel reino la pregunta que no dejaba de repetirse en su mente. Le contó como un buen día un espíritu se la había susurrado mientras dormía y desde entonces no podía sacársela de la cabeza. El ínclito mago explicó al rey que el espectro que había visitado sus sueños no era sino la sombra de la muerte que había comenzado a cernirse sobre él.
–Es natural para un hombre a punto de morir el preguntarse por el sentido de la vida. A decir verdad, hace poco yo también he recibido una premonición sobre mi propio óbito. Espero que juntos podamos resolver este rompecabezas.
Para el hechicero fue construido el más puntero laboratorio subterráneo de investigación mágica. Allí experimentó durante más de un lustro con los hechizos prohibidos, invocando a seres provenientes de las más antiguas leyendas. Una tras otra le desvelaron tan fantásticas criaturas todos sus secretos. Así aprendió el brujo un encantamiento con la capacidad de sanar cualquier dolencia y la más temible maldición con el suficiente poder para poner de rodillas a toda una nación. Mas ninguna supo darle la respuesta que ansiaba y el rey estaba cada vez más decrépito. Una noche muy oscura llamó al mago, con el cual había llegado con los años a entablar una profunda amistad, a sus aposentos. Allí le reveló que últimamente podía ver a aquel espectro incluso en estado de vigilia. Lo veía por el rabillo del ojo, acechando desde las sombras. Su amigo abandonaría sus aposentos aquella noche con una profunda preocupación pintando cada trazo de su faz; el rey, por su parte… No viviría para ver el siguiente amanecer.
–¿¡Por qué!? ¿¡Por qué habéis tenido que morir vos antes que yo!?
Con su corazón completamente oscurecido se encerró el hechicero en su laboratorio donde siguió investigando usando su propio cuerpo para experimentar con peligrosas pócimas y encantamientos.
–¿¡Quién anda ahí!?
Oh, era el espectro que le miraba con los ojos rojos centelleando con expectación desde las sombras. Así que ahora le había llegado el turno a él, ¿eh? Decidió morir mirando al cielo. Tal vez así lo último que verían sus ojos podría ser la sonrisa de su amigo dándole la bienvenida. Escalón a escalón; puerta a puerta; ascendió a la superficie. Empero no consiguió ver el cielo azul. Sobre su cabeza nubes negras habían denegado el último deseo del hombre moribundo. Se hizo una una vez más la maldita pregunta: ¿por qué estoy vivo? Justo antes de morir; una epifanía. Una única gota de lluvia que cayó sobre su mejilla cual lágrima solitaria. Y, demasiado tarde, lo compendió.


Nº 3. Dopplelgänger. Inspiration.

Estoy caminando entre las ruinas de lo que antaño fuera mi ciudad. La noche acaba de alcanzar su punto álgido; la oscuridad es total. La luz de la luna pálida en el cielo sin estrellas es lo único que impide que estas sombras que me acechan desde los rincones cubiertos en tinieblas, que solamente puedo alcanzar a entrever por el rabillo del ojo, salten sobre mi pescuezo para devorarme. No hay nadie en las calles; ni un alma en pena lanzando sollozos de una desesperación caduca a la noche. Creo que hasta los muertos han abandonado ya este mundo que se cae a pedazos.
Ante mis ojos una casa donde ya no vive nadie. Completamente dominada por basura que ha perdido cualquier atisbo de forma; una metáfora de la entropía. Las estancias se muestran ante mi cochambrosas y polvorientas. Pero, si cierro los ojos durante un instante, puedo ver un hogar bien distinto. Bañado por la luz de un sol dorado y por la dicha desdichada de un hombre humilde y bueno, que jamás hizo mal alguno a nadie. Aquí, en esta misma casa con el tejado cian, vivía mi amada. Pero ella ya no está aquí. Ya nadie está aquí. Solamente yo y las sombras que esperan impacientes el momento en el que puedan consumir mi ser. Cuando lo hagan entonces sí que la ciudad quedará totalmente vacía. ¿Qué habrá de pasar después? Por supuesto la ciudad dejará de existir en un pestañeo. De hecho, la ciudad y el mismísimo universo. En una milésima de segundo, reducidos a polvo flotando en la oscuridad que separa dos estrellas. Y luego el polvo se convierte en nada y las estrellas también se desvanecen en jirones de luz que acaban por perderse en la negrura infinita del espacio vacuo. La tendencia a la nada. Tal es el infausto sino al que todas las cosas están sometidas.
Sopla una agradable brisa nocturna. He vuelto a la colina donde se lo dije. Bajo la sombra del árbol –ahora podrido su tronco y caída hasta la última de sus hojas– donde ella lloró. Jamás supe si de tristeza o no. Quería creer que no. Pero, ¿cuál era la realidad?
–¿Quién soy yo realmente?
–No un hombre humilde. Tampoco un hombre bueno. Mucho menos uno que nunca hizo mal al prójimo. –La voz me sobresaltó. Me volví y el rostro ante mi iluminado por la luz lunar me hizo estremecer. Hablaba un espectro que llevaba puesta una careta de mi cara–. La realidad absoluta no es sino una ilusión del hombre débil. El hombre fuerte forja su propia realidad con sus manos desnudas. Más allá del logos. Más allá del wyrd mismo.
–Dime, mi dopplelgänger, entonces. ¿Lloraba ella de alegría o no?
–No. Lloraba de vergüenza. Por ti. Pero, ¿importa eso realmente?
–Ella está muerta. Todos están muertos. En este mundo nadie puede debatirnos. Aquí la verdad es realmente libre.
–Veo que lo entiendes. Ahora, deja que amanezca y contempla por primera vez la verdadera forma del astro rey.
Un destello de luz repentino ilumina el mundo entero abrasando a las sombras; expulsando a la oscuridad y cegándome momentáneamente. Cuando mis ojos se han acostumbrado a la claridad diurna puedo verlo. El sol desnudo. Y ya no es dorado. ¿De qué color es? Es de un color que no ha existido en este mundo hasta este precioso instante.
 

Luna

Goody Two Shoes
Es inevitable resistirme a esgrimir la icónica frase; ¡Allons-Y!

Bien, en ironía hoy rescate de una tienda de segunda mano un volumen de "Canterbury Tales" y ahora que llego a mi hogar, me encuentro con esto, disfruto de haber hecho tal elección y la adjudico a mi perezosa suerte.

Las historias me han gustado, siendo la segunda la ganadora de mi predilección, (por ello hablare únicamente de esta, no obstante resalto mi agrado en cuanto a sus hermanas y lo que allí se plantea, prefiero mantener el mensaje corto, de lo contrario me encontraría en situación apresurada y posiblemente termine cual informe de la marina, "No me dice nada que no supiese y no explica nada de lo que yo deseaba saber".) me agrada el recurso de la muerte crepitante y visible únicamente a los ojos de los moribundos; aunque esto ultimo es cuestionable, el espectro de la muerte siempre esta visible, simplemente decidimos ignorarlo en pos de nuestra fingida eternidad. La relación de los personajes y su desesperada carrera en busca del sentido de la existencia recuerda a la perplejidad de los primeros años lejos de la infancia, el ímpetu juvenil cuya característica es la duda y reflexiones apresuradas del sentido de la vida junto su papel en el mundo. Hace ver a los viejos, jóvenes, tal como dos niños que se sorprenden ante el habilidoso engaño de un truco de magia simple.

Y ahora que escribo esto me asalta la duda; en cuanto a ti, ¿Por qué venimos al mundo?

Personalmente justifico la existencia en base a Schopenhauer:

"Querer es esencialmente sufrir, y como vivir es querer, toda vida es por esencia dolor. Cuanto más elevado es el ser, más sufre..."
 
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