Calma. Sombra. Tormenta.
Me siento en la sombra nocturna de los árboles que bloquean las luces del parque.
Allí, casi se puede acariciar la oscuridad, suave y tersa como el lomo de un gato.
En ese lugar recuerdo, con sentimiento de hogar, dónde supo mi alma vivir hace mucho tiempo.
Jugaba con el abismo, fatal para quien lo abrace, y me burlaba de aquella vida que la sociedad construía para mí. ¿Qué importaba mientras pudiera estar danzando con la muerte? ¿A caso existiría algo más excitante que eso? Mirar esos bastos ojos negros, sin fondo, preguntarle si ni siquiera ella me quería. La calaverica siempre me respondía la misma respuesta. Algún día, más no hoy. Y me enseñaba alguna lección.
Ay, cómo bailé con las sombras, yo era una más en ésta ciudad. De día se me notaba, pero de noche desaparecía. Aprendí pasos cada día, dónde ir, dónde no. Vivía tan desnudo de vida que sólo me cubría la soledad y el mundo se volteaba al verme, en vez de ayudarme. Hubo ángeles que quisieron ayudarme y velar por mí, pero con pequeñas alas se fueron y me dejaron atrás. Vinieron entonces los demonios y me enseñaron a reir. Y sí que aprendí a reir...
El viento de la tormenta, el ruido de las ramas sacudiéndose, me trae de nuevo a éste lugar bajo el árbol del parque, me marcho, recordando, sabiendo, que una danza con la muerte en el momento justo me hizo olvidar muchas cosas, pero me enseñó el doble y me dio una oportunidad de vivir como ninguna otra, la vida de la muerte.
Me siento en la sombra nocturna de los árboles que bloquean las luces del parque.
Allí, casi se puede acariciar la oscuridad, suave y tersa como el lomo de un gato.
En ese lugar recuerdo, con sentimiento de hogar, dónde supo mi alma vivir hace mucho tiempo.
Jugaba con el abismo, fatal para quien lo abrace, y me burlaba de aquella vida que la sociedad construía para mí. ¿Qué importaba mientras pudiera estar danzando con la muerte? ¿A caso existiría algo más excitante que eso? Mirar esos bastos ojos negros, sin fondo, preguntarle si ni siquiera ella me quería. La calaverica siempre me respondía la misma respuesta. Algún día, más no hoy. Y me enseñaba alguna lección.
Ay, cómo bailé con las sombras, yo era una más en ésta ciudad. De día se me notaba, pero de noche desaparecía. Aprendí pasos cada día, dónde ir, dónde no. Vivía tan desnudo de vida que sólo me cubría la soledad y el mundo se volteaba al verme, en vez de ayudarme. Hubo ángeles que quisieron ayudarme y velar por mí, pero con pequeñas alas se fueron y me dejaron atrás. Vinieron entonces los demonios y me enseñaron a reir. Y sí que aprendí a reir...
El viento de la tormenta, el ruido de las ramas sacudiéndose, me trae de nuevo a éste lugar bajo el árbol del parque, me marcho, recordando, sabiendo, que una danza con la muerte en el momento justo me hizo olvidar muchas cosas, pero me enseñó el doble y me dio una oportunidad de vivir como ninguna otra, la vida de la muerte.
7 Días.
Según las reglas (cómo las entiendo) se puede "pelear" con cualquier cosa xD
¡Saludos!