Hongo
Diseñador
Buenas gente, el día de hoy me decidí a publicar en este foro un texto el cual describe el escenario en el que se desarrolla el juego que tengo planeado hacer, "Fábula: Alanterra".
Es un texto bastante largo, el cual es narrado con naturalidad en el juego. Tengo pensado que la narrativa del juego sea natural, dinámica y orgánica, con el propósito de no aburrir al jugador con textos largos o discursos.
Mis objetivos con este juego son hacer un juego con buena jugabilidad y que cuente una gran historia de la mejor manera posible. Un RPG de mucha fantasía.
Estoy consciente de que proyectos como estos toman años, pero hago esto por amor al oficio.
¡Toda crítica es siempre bienvenida!
Es un texto bastante largo, el cual es narrado con naturalidad en el juego. Tengo pensado que la narrativa del juego sea natural, dinámica y orgánica, con el propósito de no aburrir al jugador con textos largos o discursos.
Mis objetivos con este juego son hacer un juego con buena jugabilidad y que cuente una gran historia de la mejor manera posible. Un RPG de mucha fantasía.
Estoy consciente de que proyectos como estos toman años, pero hago esto por amor al oficio.
¡Toda crítica es siempre bienvenida!
El Principio de Arrabrea
Durante el primer sol, Arrabrea no era más que un desierto ardiente y repleto de volcanes, no existía ninguna forma de vida sobre las tierras. Entonces los dioses mayores crearon a las primeros seres vivos y formaron un sol más débil que reemplazara al original, para de ésta forma permitir a los nuevos seres prosperar.
Durante el segundo sol, nacieron las plantas, los árboles y animales variados; sin embargo Arrabrea era dominada por los gigantes y los dragones, quienes combatían constantemente entre sí, hasta llevar a los gigantes a esconderse de los dragones.
Pronto los dioses vieron que era muy difícil que la vida prosperara, y constantemente tenían que intervenir para que ésta siguiera existiendo; para solucionar esto formaron a otro sol, el cual era más ardiente que el segundo pero menos que el primero. En poco tiempo, Arrabrea fue poblada por la vida, pero aún necesitaba constante ayuda; ante esto, los dioses le otorgaron a los seres vivos la capacidad de la adaptación, y con esto lograron su supervivencia.
Tiempo después crearon a los primeros humanoides: los elfos y los enanos. Ambos eran inteligentes, pero se les dieron formas y capacidades distintas. Elfos y enanos vagaron por la tierra hasta que se asentaron en lugares distintos: los elfos, por ejemplo, prefirieron las regiones selváticas y boscosas, en donde abundaba la vida y les era fácil sobrevivir; los enanos, en cambio, se adaptaron a las montañas y regiones con terrenos traicioneros y escabrosos.
Pasados los siglos, ambos humanoides se habían adaptado a sus terrenos y hubo poca interacción entre ambos, pero eran tiranizados por los dragones, quienes mantuvieron su reinado cazando a todo ser viviente.
Mucho tiempo después, los dioses aceptaron en que los dragones eran una plaga muy grave, así que decidieron acabar con ella; sin embargo no intervendrían ellos mismos, sino que crearon a los humanos para ayudar a los elfos y enanos.
La Gran Guerra
Al principio, los humanos eran agresivos ante toda forma de vida y depredaban a todo lo que se les cruzara, además eran increíblemente adaptables. Muy rápido, los humanos descubrieron lo que a los elfos y enanos les tomó siglos, y desde el momento en que se encontraron con ellos los humanos se volvieron sus enemigos; fue así hasta que los dragones encontraron a los humanos y los cazaron, destrozando todo lo que construyeron y lo que los hizo grandes. Sólo entonces los humanos aceptaron formar una alianza con los elfos y los enanos para combatir contra los dragones, iniciando así la Gran Guerra.
Los enanos pronto se convirtieron en los herreros del ejército humanoide, pues probaron ser hábiles con los metales y estaban adaptados a la minería, aunque también combatían en el frente como infantería pesada.
Los elfos poseían gran destreza y visión, además de gran agilidad, lo que los puso como los arqueros predilectos.
Luego los humanos, quienes fueron la columna vertebral del ejército, se desempeñaron en todos los campos con efectividad gracias a su inigualable adaptación. Eran tanto soldados de primera línea como tropas de soporte, y formaban gran parte del total de las tropas de combate.
La guerra fue larga y cobró muchas vidas, y ha dejado cicatrices en el paisaje que a día de hoy se pueden apreciar. En Alanterra se peló La Gran Caída de Arstas, en donde perecieron miles de humanoides y decenas de dragones a lo largo de las cordilleras de Arstas que rodean el Valle Negro y la ciudad de Báster.
Los humanoides tenían pocas ventajas contra los dragones aparte de sus números, pero sus victorias fueron casi siempre catastróficas para los dragones; un ejemplo es La Masacre de Troba, en la que centenas de dragones jóvenes murieron a manos de humanoides, quienes encontraron poca resistencia pues los dragones no creían a sus enemigos capaces de subir la montaña Huérfana Troba, en donde refugiaban a sus crías.
Al cabo de siglos de guerra, los avistamientos de dragones se volvieron nulos, aunque se dice que aún existen algunos.
Se declaró la victoria en el año XXXX, 1ra Tierra, con la caída de El Dragón Blanco de Iríaba, en las montañas frías del norte de Arrabrea. Desde entonces, los humanoides formaron una alianza con la que gobernaron cómodamente toda Arrabrea, y dieron inicio a la 2da Tierra en su propio calendario. Desde aquí, la cultura humanoide dio un estallido y avanzó a un paso nunca antes visto.
La Segunda Tierra
Durante la segunda tierra aparecieron muchos híbridos entre humanos, elfos y enanos, con lo que se diversificaron las ciudades a cambio de perturbaciones en la recién formada Gran Sociedad. Pasados los siglos de su existencia, la sociedad estaba muy dividida entre escalones sociales y económicos, estando los humanos siempre más beneficiados por los gobiernos, con lo que se formaron segregaciones y situaciones de odio racial.
A comienzos del quinto siglo de la 2da Tierra se descubrió la magia, y los estudios acerca de este descubrimiento se volvieron un tema importante para los reyes y universitarios.
La magia fue reconocida como un poder de proporciones potencialmente catastróficas, y sólo algunos miembros de las órdenes templarias tenían derecho a enterarse sobre los descubrimientos llevados a cabo por los investigadores especializados, quienes serían conocidos como “arcanistas”.
Los arcanistas eran gente remarcablemente inteligente y bien conectada con el gobierno, y eran temidos por sus conocimientos sobre la magia.
Durante el primer siglo desde el descubrimiento de la magia existía gran especulación sobre su poder; se le veía más como un arma que como medio de salvación, lo que probaría ser catastrófico para la ya debilitada Gran Alianza de los humanoides.
Poco después de cien años desde el comienzo del estudio de la magia, los reyes a lo largo de Arrabrea buscaban los servicios de arcanistas dispuestos a trabajar en investigaciones secretas, las cuales no eran conocidos ni siquiera por los templarios o los grandes monarcas. Esto, aunado al creciente odio racial, fue la gota que colmó el vaso.
La Caída de la Gran Alianza
Durante el séptimo siglo de la 2da Tierra, muchos nobles intentaron liberarse de su juramento ante sus propios monarcas, iniciando catastróficas guerras que trajeron la desgracia a Arrabrea. Muchas de estas rebeliones eran iniciadas por nobles que prometieron a su pueblo una mejor vida, sobre todo en los casos de nobles enanos y elfos.
Durante la plenitud de las guerras, los estudios sobre la magia alcanzaron su mayor punto al encontrar maneras de transformarla; por primera vez en la historia, un humanoide había manipulado la magia. Fue un elfo quien le dio la forma y el poder del fuego, y probó ser increíblemente destructiva.
La noticia de que los elfos arcanistas del rey Alzer “El Terrible” Orzmas le habían dado forma a la magia corrió por todo el continente, trayendo pánico a los reyes y los nobles del mundo. A causa de esto, los humanos y enanos masacraron a las minorías de elfos en sus ciudades, acusándolos de ser gente problemática y una amenaza para la vida. Los sobrevivientes huyeron en un doloroso éxodo hacia Dromas, la ciudad gobernada por Alzer Orzmas que se convertiría en el bastión de los elfos.
Los elfos nombraron a Alzer Orzmas su único y eterno rey, y juraron defender a su raza hasta la última gota de sangre. Los reyes humanos y enanos encontraron un poderoso enemigo común, y se aliaron en malos términos con el único fin de aniquilar a Alzer y sus elfos; pero en sus filas, enanos y humanos se odiaban profundamente.
Los elfos sabían que era cuestión de tiempo para que su bastión fuera asediado, y Alzer sabía mejor que todos que en un combate limpio los elfos sería aniquilados a manos de una infantería superior. Al final, Alzer apenas aceptó la propuesta de sus comandantes y sus altos templarios de entrenar a sus elfos para que utilizaran magia en combate.
Por su parte, los comandantes y reyes de la alianza Enano-Humana sabían que los elfos usarían magia y tenían pocas defensas ante ésta, así que decidieron que su mejor apuesta sería acercarse lo suficiente a las tropas élficas como para que no pudieran utilizar la magia sin autodestruirse.
El escenario para el inicio de la Segunda Gran Guerra estaba listo.
Durante el primer sol, Arrabrea no era más que un desierto ardiente y repleto de volcanes, no existía ninguna forma de vida sobre las tierras. Entonces los dioses mayores crearon a las primeros seres vivos y formaron un sol más débil que reemplazara al original, para de ésta forma permitir a los nuevos seres prosperar.
Durante el segundo sol, nacieron las plantas, los árboles y animales variados; sin embargo Arrabrea era dominada por los gigantes y los dragones, quienes combatían constantemente entre sí, hasta llevar a los gigantes a esconderse de los dragones.
Pronto los dioses vieron que era muy difícil que la vida prosperara, y constantemente tenían que intervenir para que ésta siguiera existiendo; para solucionar esto formaron a otro sol, el cual era más ardiente que el segundo pero menos que el primero. En poco tiempo, Arrabrea fue poblada por la vida, pero aún necesitaba constante ayuda; ante esto, los dioses le otorgaron a los seres vivos la capacidad de la adaptación, y con esto lograron su supervivencia.
Tiempo después crearon a los primeros humanoides: los elfos y los enanos. Ambos eran inteligentes, pero se les dieron formas y capacidades distintas. Elfos y enanos vagaron por la tierra hasta que se asentaron en lugares distintos: los elfos, por ejemplo, prefirieron las regiones selváticas y boscosas, en donde abundaba la vida y les era fácil sobrevivir; los enanos, en cambio, se adaptaron a las montañas y regiones con terrenos traicioneros y escabrosos.
Pasados los siglos, ambos humanoides se habían adaptado a sus terrenos y hubo poca interacción entre ambos, pero eran tiranizados por los dragones, quienes mantuvieron su reinado cazando a todo ser viviente.
Mucho tiempo después, los dioses aceptaron en que los dragones eran una plaga muy grave, así que decidieron acabar con ella; sin embargo no intervendrían ellos mismos, sino que crearon a los humanos para ayudar a los elfos y enanos.
La Gran Guerra
Al principio, los humanos eran agresivos ante toda forma de vida y depredaban a todo lo que se les cruzara, además eran increíblemente adaptables. Muy rápido, los humanos descubrieron lo que a los elfos y enanos les tomó siglos, y desde el momento en que se encontraron con ellos los humanos se volvieron sus enemigos; fue así hasta que los dragones encontraron a los humanos y los cazaron, destrozando todo lo que construyeron y lo que los hizo grandes. Sólo entonces los humanos aceptaron formar una alianza con los elfos y los enanos para combatir contra los dragones, iniciando así la Gran Guerra.
Los enanos pronto se convirtieron en los herreros del ejército humanoide, pues probaron ser hábiles con los metales y estaban adaptados a la minería, aunque también combatían en el frente como infantería pesada.
Los elfos poseían gran destreza y visión, además de gran agilidad, lo que los puso como los arqueros predilectos.
Luego los humanos, quienes fueron la columna vertebral del ejército, se desempeñaron en todos los campos con efectividad gracias a su inigualable adaptación. Eran tanto soldados de primera línea como tropas de soporte, y formaban gran parte del total de las tropas de combate.
La guerra fue larga y cobró muchas vidas, y ha dejado cicatrices en el paisaje que a día de hoy se pueden apreciar. En Alanterra se peló La Gran Caída de Arstas, en donde perecieron miles de humanoides y decenas de dragones a lo largo de las cordilleras de Arstas que rodean el Valle Negro y la ciudad de Báster.
Los humanoides tenían pocas ventajas contra los dragones aparte de sus números, pero sus victorias fueron casi siempre catastróficas para los dragones; un ejemplo es La Masacre de Troba, en la que centenas de dragones jóvenes murieron a manos de humanoides, quienes encontraron poca resistencia pues los dragones no creían a sus enemigos capaces de subir la montaña Huérfana Troba, en donde refugiaban a sus crías.
Al cabo de siglos de guerra, los avistamientos de dragones se volvieron nulos, aunque se dice que aún existen algunos.
Se declaró la victoria en el año XXXX, 1ra Tierra, con la caída de El Dragón Blanco de Iríaba, en las montañas frías del norte de Arrabrea. Desde entonces, los humanoides formaron una alianza con la que gobernaron cómodamente toda Arrabrea, y dieron inicio a la 2da Tierra en su propio calendario. Desde aquí, la cultura humanoide dio un estallido y avanzó a un paso nunca antes visto.
La Segunda Tierra
Durante la segunda tierra aparecieron muchos híbridos entre humanos, elfos y enanos, con lo que se diversificaron las ciudades a cambio de perturbaciones en la recién formada Gran Sociedad. Pasados los siglos de su existencia, la sociedad estaba muy dividida entre escalones sociales y económicos, estando los humanos siempre más beneficiados por los gobiernos, con lo que se formaron segregaciones y situaciones de odio racial.
A comienzos del quinto siglo de la 2da Tierra se descubrió la magia, y los estudios acerca de este descubrimiento se volvieron un tema importante para los reyes y universitarios.
La magia fue reconocida como un poder de proporciones potencialmente catastróficas, y sólo algunos miembros de las órdenes templarias tenían derecho a enterarse sobre los descubrimientos llevados a cabo por los investigadores especializados, quienes serían conocidos como “arcanistas”.
Los arcanistas eran gente remarcablemente inteligente y bien conectada con el gobierno, y eran temidos por sus conocimientos sobre la magia.
Durante el primer siglo desde el descubrimiento de la magia existía gran especulación sobre su poder; se le veía más como un arma que como medio de salvación, lo que probaría ser catastrófico para la ya debilitada Gran Alianza de los humanoides.
Poco después de cien años desde el comienzo del estudio de la magia, los reyes a lo largo de Arrabrea buscaban los servicios de arcanistas dispuestos a trabajar en investigaciones secretas, las cuales no eran conocidos ni siquiera por los templarios o los grandes monarcas. Esto, aunado al creciente odio racial, fue la gota que colmó el vaso.
La Caída de la Gran Alianza
Durante el séptimo siglo de la 2da Tierra, muchos nobles intentaron liberarse de su juramento ante sus propios monarcas, iniciando catastróficas guerras que trajeron la desgracia a Arrabrea. Muchas de estas rebeliones eran iniciadas por nobles que prometieron a su pueblo una mejor vida, sobre todo en los casos de nobles enanos y elfos.
Durante la plenitud de las guerras, los estudios sobre la magia alcanzaron su mayor punto al encontrar maneras de transformarla; por primera vez en la historia, un humanoide había manipulado la magia. Fue un elfo quien le dio la forma y el poder del fuego, y probó ser increíblemente destructiva.
La noticia de que los elfos arcanistas del rey Alzer “El Terrible” Orzmas le habían dado forma a la magia corrió por todo el continente, trayendo pánico a los reyes y los nobles del mundo. A causa de esto, los humanos y enanos masacraron a las minorías de elfos en sus ciudades, acusándolos de ser gente problemática y una amenaza para la vida. Los sobrevivientes huyeron en un doloroso éxodo hacia Dromas, la ciudad gobernada por Alzer Orzmas que se convertiría en el bastión de los elfos.
Los elfos nombraron a Alzer Orzmas su único y eterno rey, y juraron defender a su raza hasta la última gota de sangre. Los reyes humanos y enanos encontraron un poderoso enemigo común, y se aliaron en malos términos con el único fin de aniquilar a Alzer y sus elfos; pero en sus filas, enanos y humanos se odiaban profundamente.
Los elfos sabían que era cuestión de tiempo para que su bastión fuera asediado, y Alzer sabía mejor que todos que en un combate limpio los elfos sería aniquilados a manos de una infantería superior. Al final, Alzer apenas aceptó la propuesta de sus comandantes y sus altos templarios de entrenar a sus elfos para que utilizaran magia en combate.
Por su parte, los comandantes y reyes de la alianza Enano-Humana sabían que los elfos usarían magia y tenían pocas defensas ante ésta, así que decidieron que su mejor apuesta sería acercarse lo suficiente a las tropas élficas como para que no pudieran utilizar la magia sin autodestruirse.
El escenario para el inicio de la Segunda Gran Guerra estaba listo.
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