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[LU] La Llamada Imposible

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~Skakterx-

Dancing with a Stranger

Abril del 2006, Villa ortuzar, Buenos Aires, Argentina.

Un muchacho, de nombre Nicolás, y con su casa sobre Charlone, recibe en su teléfono celular un mensaje de texto que diría mas o menos así:

El picnic es mañana al mediodía, Nos juntamos en Heredia y 14 de Julio.
Nicolás estaba seguro de que el mensaje no era para él. No tenia agendado ningún picnic a confirmar. El remitente habria marcado su número por error, no era la primera vez que le pasaba. Aunque este mensaje era diferente. Dos cosas le llamaban la atención. Una era el número de origen: si no contaba mal constaba de dieciséis dígitos. Eran muchos números hasta para uno de larga distancia.

La otra era la dirección citada en el mensaje. A Heredia y 14 de Julio las conocía muy bien, eran las calles de su barrio. El problema estaba en que eran paralelas, no se cruzaban nunca. Nicolás estuvo a punto de borrar el mensaje y olvidarse. Pero la curiosidad es poderosa. Ese número, ésa dirección... con llamar no perdía nada.

Llamó desde su celular a aquél número interminable. Cuándo desde el otro lado le llegó un "hola" pronunciado por una voz de mujer, se quedó mudo. Era la voz más hermosa que hubiera escuchado jamás. Entonces él dijo "hola" y se conocieron. La chica se llamaba Aldana, vivía en su mismo barrio. Y parecía disfrutar del diálogo tanto como él, pues lo terminó invitando al famoso picnic. Él aceptó de inmediato.
"Nos encontramos en la entrada de la calesita", le dijo ella. Luego se despidieron y cortaron.

Nicolás se había embobado de tal manera con aquella voz que olvidó lo de las dieciséis cifras del teléfono y, sobre todo, lo de la dirección equivocada.
Tenia que ser racional: había una única plaza ubicada entre Heredia y 14 de Julio, al 1100 de ambas calles: la Plaza 25 de agosto que casualmente tenia calesita.

Y allí fue Nicolás al mediodía siguiente. Nunca había deseado conocer a alguien. Fuera de como fuera el aspecto físico de Aldana, a través de su voz se había enamorado de élla. Doce y media, una de la tarde, una y media.
Nada. ¿Habría pasado algo? ¿Se habría suspendido el picnic y no le hubiera avisado?
Dos de la tarde, dos y Media. Ya era suficiente; abrió la tapa de su teléfono para llamar a Aldana.

No tenia señal. Tal vez había querido avisarle de un cambio de planes y no pudo comunicarse con él.
¿Sería la calesita? ¿Algo en su mecanismo que podría llegar a bloquear la señal de su móvil?
Pero si se alejaba de ahí Aldana podría llegar justo en ese momento y pensaría que ya se había marchado o que ni siquiera había ido.
Tres y cuarto. Ahora si, algo había pasado. ¿O habría sido todo una broma?
Se alejó un buen techo de la calesita hasta que tuvo señal. Entonces llamó. Lo atendió Aldana. Aquélla voz le sacó toda la bronca de la espera.

- ¿Por qué no viniste? - le preguntó Aldana - ¿Pasó algo?-
Nicolás le explicó a donde había estado, y porqué había elegido esa plaza.
Las palabras de ella lo desconcertaron; - No me mientas. Yo estuve ahí desde las once y media en 25 de agosto. Te esperé en la entrada de la calesita. A las tres me fui y vos no apareciste nunca. ¿Y de donde sacaste que 14 de Julio y Heredia son paralelas?
Se cruzan en una de las esquinas de la plaza. ¿Sabés?, no sé por que, pero tenia muchas ganas de conocerte. Ahora ya no. - Y le cortó.

Nicolás se quedó alli tratando de asimilar el golpe. Tenía la boca abierta, como si estuviera a punto de comerse el celular.
No se encontraron. No entendía cómo, pero no se encontraron.
¿A qué hora dijo Aldana que había dejado la plaza? A las tres. Eran tres y veinte. No podían estar muy lejos. La volvió a llamar, pero no lo atendió. Seguía ofendida, entonces le mando un mensaje de texto:

"Contestame, por favor, algo pasó. No te mentí."

A los pocos minutos, ella le contestó:

"Llamame. Pero esta vez decime la verdad."

Él la llamó. Le dijo que no le había mentido, que no entendía como no se habían encontrado, que le diera otra oportunidad, que él también quería conocerla.
Le preguntó donde estaba ella ahora. Aldana le respondió que estaba llegando a otra plaza, caminando por Estomba.
"Tiene que ser la Plaza Malaver" pensó él. Nicolás le dijo que conocía esa plaza y que no estaba tan lejos.
"¿Podés esperarme en la esquina de Estomba y Girardot? Por favor."
Por un momento pensó que le diría que aquellas calles no se cruzaban.
"Ok " le dijo Aldana y él respiró aliviado. - Te espero en ésa esquina.

Nunca corrió tan rápido. Estomba y girardot. En la esquina habia una anciana y un perro. Nicolás llamó a Aldana:

- ¿En donde estas?
- En la esquina de Estomba y Girardot - le respondió ella.
- No puede ser. Yo estoy ahí. Tenés que estar en otra de las esquinas de la plaza.
- ¡No! ¿Me estas jodiendo? No soy boluda. Estoy parada en Estomba y Girardot.
- Perdoname, pero... no sé... Algo anda mal. No te estoy jodiendo.
¿Qué tipo le haría una joda así a una chica que no conoce, a una chica con la que tiene una cita, que se muere por conocerla?
Te juro que lo que más quiero en el mundo es verte, pero... no entiendo.
Por favor, describime el lugar donde estás, lo que llegás a ver.

Aldana pareció creerle. Hizo lo que él le pidió. La descripción fue perfecta, estaba en la misma esquina donde él estaba. ¿Pero cómo?

- Una abuela- dijo Nicolás - ¿Tenés cerca tuyo a una señora mayor, a una abuela paseando un perrito?
- No. No hay nadie. Estoy sola... y está empezando a lloviznar, me estoy mojando. Por eso me fuí temprano de 25 de agosto, por que vi que se venía una tormenta.

Aldana agregó algo más, pero Nicolas la escuchó como entrecortada, no pudo entenderla. Miró la pantalla de su celular, todavía tenia batería, la había cargado a la mañana y tenía buena señal.
"Sería la tormenta" pensó, pero... si estaba él bajo un sol radiante.
Entonces recordó algo. El número interminable de Aldana, los dieciséis dígitos de su celular. No supo por qué, pero se le ocurrió que en aquello podía estar la clave, la explicación a aquél misterio.

-El número de tu celular es raro, es muy largo- Nicolas tuvo que repetir su observación unas tres veces, para que Aldana lo escuchara. La estaba perdiendo.
- El número de TÚ celular es raro - la voz de Aldana llegaba muy baja - Te lo quise decir desde un comienzo y me olvidé. Son pocos numeros y, además... no habia conocido.... - la voz de la muchacha se perdió en la rítmica estática de fondo, ¿Las gotas de lluvia golpeando el móvil?

- No entendí lo último que me dijiste - le dijo Nicolás.
- Que no habia conocido ningún número de celular que, como el tuyo, empezara con 1548. Pensé que todos empezaban con... - Volvió a perderla.
- ¡Hola! - gritó Nicolás. Fué entonces cuando un hilo de voz casi inaudible le llegó desde el otro lado.
- Dios mio, creo que lo entiendo- alcanzó a escuchar Nicolás la voz de Aldana como si estuviera ella llorando.
- Espero que me sigas escuchando. Respondeme esta pregunta: ¿Quién es nuestro presidente?
Nicolás dudó por un momento, intentando comprender a que iba la pregunta - Kirchner- respondió luego sin titubear.
- ¿Quién?- gritó Aldana sorprendida.
- ¡Kirchner! - gritó. Pero ya no obtuvo respuesta. Ni Aldana, ni estática... Nada. La había perdido.

Intentó volver a llamarla. Una maquina con voz de mujer le anunció que el número marcado era inexsistente. Insistió. La misma máquina diciendo el mismo mensaje, mensaje que escucharía durante toda aquella semana, y durante la siguiente, y la siguiente, siempre que marcara aquéllos números malditos grabados en su celular.

Aunque no pudiera comunicarse, la voz de Aldana continuaba en su mente.
"Dios mio, creo que lo entiendo" ¿y él? ¿entendería lo que habia pasado?
La clave, sospechaba que tenía que estar en la última pregunta que le había hecho Aldana, en la perplejidad de ella después de que él se la respondiera. Aquélla reacción, aquél contundente "¿Quién?" le había llegado debilitado, como desde el fondo de un pozo. Pero aún así había podido apreciar sus matices.

Aquél "¿Quién?" no era el de alguien que había escuchado mal, no, aquel "¿Quién?" tenía un tono especial.
Un tono que solo podía identificarse con el de un asombro extraordinario, un tono que solo podía surgir de alguien que jamás había escuchado el apellido del actual presidente, como si ese alguien habitara... en un Universo diferente.
Un Universo donde Argentina estaba presidida por otro mandatario, un Universo donde los celulares tenían dieciséis números, donde las calles Heredia y 14 de Julio se cruzaban...
 
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