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[Biblioteca] ENTROPIA

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Cerrado para nuevas respuestas.
Advertencia: no soy escritor, ni intento serlo, no tengo la mejor redacción y tampoco tengo la mejor ortografía.

Los que gusten quedarse sean bienvenidos, a su derecha podrán ver ideas en desorden y su izquierda, verán la inexperiencia de un estudiante de ingeniería jugando con las letras. El resto tendrán que descubrirlo ustedes mismos. GRACIAS.


-El Legado: es una historia de fantasía/aventuras en un ambiente medieval.

Trate de no ser tan descriptivo, para evitar aburrirlos y para no hacer capítulos tan largo (ojala así comenten) :p
Cualquier sugerencia es bienvenida.

Todo comenzó hace uno cuantos años. Cuando solía vivir a las afueras de Vastyrl.
Junto a mis padres trabaje en su granja durante casi toda mi infancia.
La vida era tranquila en ese lugar, los lobos y los impuestos eran nuestra única preocupación, pero aquella paz se esfumaría a un ritmo para el que no estaba preparado.

Diez años atrás el país había entrado en guerra, y se expandía rápidamente, al igual que las ambiciones de los duques, quienes hambrientos de poder, provocaron una guerra de guerrillas dentro del territorio.
Vastyrl no era un ducado, de echo, apenas era un pueblo mercante. La guerrilla nunca nos alcanzo, pero los bandidos y ladrones atacaban en todo momento a la gente del pueblo. En consecuencia, aquel pueblo que algún día fue prospero, entro en decadencia, se convirtió en una guarida perfecta para mercenarios y asesinos.

El futuro de mi familia era incierto, mi madre suplico que nos marcháramos cuanto antes, pero mi padre confiaba en que el rey pronto enviaría tropas para culminar con las guerrillas y los estragos que causaron.
Convenció a algunos campesinos de acompañarle a vender las cosechas, y durante días pareció ser una buena idea. Pero los días se hacían semanas, y las semanas meses.
Y En cada viaje a la ciudad, las familias en los campos esperábamos con preocupación, veíamos a los hombres partir y rezábamos por que estos volvieran. Nuestros miedos pronto se hicieron realidad, habían pasado días y no había señales de ellos. No pasaron muchos días, cuando como cada madrugada contemplábamos el horizonte, rogando ver sus figuras aproximándose; El sol salia y nuestras esperanzas aumentaban con cada rayo que iluminaba la lejanía. Eran ellos, eran las sombras de nuestros campesinos, tenían que serlo. La alegría invadía nuestros corazones, la felicidad era casi incontenible, pero, las risas de alegría pronto se convirtieron en gestos de horror.
Aquel día vi por primera vez la muerte, esos hombres, eran nuestros hombres, sus cuerpos sin vida solo eran sostenidos por la estaca que les atravesaba.
Lagrimas recorrieron mis mejillas y los gritos de dolor de la gente, desgarraron el ultimo vestigio de mi niñez. El mundo en el que ahora vivía, había dejado de ser un lugar para niños.


Acto II

Un día después de masacre en Vastyrl, mi madre preparo una caravana para marcharnos de ahí, también tomo sus objetos de mayor valor y partió en una misión suicida para conseguir algo de oro en el pueblo. Me sentía impotente al solo poder esperar. Estaba cansado de esperar.

Una campesina que había sido mi amiga desde que eramos críos, se acerco a conversar conmigo. Me contó sobre lo que había averiguado, me explico que fueron bandidos quienes tomaron el control de esas tierras y que matarían a todo aquel que no les sirviera. Mientras narraba como su madre era amedrentada a punta de espada por esos bandidos mi mente solo pensaba en todo lo que había perdido, y lo que ya nunca podría haber sido, a causa de ese suceso.
Mis pensamientos se despejaron cuando su mano rozo con la mía, me confeso que soñaba que algún día no casaríamos y criaríamos hijos en esas mismas tierras. No podía mas que mirarla con desasosiego, y solo guarde silencio. Quería decirle, que, yo también lo había soñado, pero ya no importaba mas. Me abrazo con fuerza y se marcho llorando.
La noche caía y mi madre aun no llegaba, comencé a pensar lo peor.
De pronto los perros comenzaron a ladrar, se empezaron a escuchar gritos y ajetreo, corrí hacia una pequeña colina cerca de mi lugar para poder observar, mis piernas se congelaron, eran guerreros a caballo y se aproximaban a gran velocidad. El pánico invadía los campos, solo podía observar petrificado como incendiaban las casas cercanas, varios de ellos bajaban de sus caballos para saquear las posadas y violar a la mujeres.
Uno de ellos cabalgaba directo hacia mi, creí que seria mi fin.

Cerre los ojos y sentí el aire de su acero recorriendo mi cara, no lo entendía.
Fallo? Como pudo haber fallado? Me di la vuelta y observaba como ese bandido caía de su caballo.
Pronto identifique lo que lo había derribado: un par de flechas le atravesaban el cuello y el estomago.
Los jinetes seguían cayendo uno tras otro, no podía creer lo que veía. Eran solo cuatro hombres los que le hacían frente a mas de veinte guerreros.

La batalla había terminado y la lluvia torrencial hacia ríos de sangre entre los campos.
Pero no había nada que celebrar, los bandidos cobraron la vida de muchos en la aldea. La rabia me invadía, pues sabia que ese solo seria el inicio de muchos ataques. Mi cuerpo temblaba y las lagrimas no paraban de brotar.
Solo el dulce abrazo de mi madre logro apaciguarme.
Habia llegado a salvo y fue ella quien trajo al grupo de cazarrecompensas. Cierta parte de mi se sentía aliviada, pero los lamentos aun no paraban en los campos. Solo el grupo de guerreros lucia sobrio, revisaban los cadáveres en búsqueda de objetos de valor y oro.
Me aleje precipitadamente de los brazos de mi madre cuando recordé no haber visto a... Judith.
Corrí tan rápido como pude entre el barro, caí en mas de una ocasión antes de llegar a la posada.
Abrí la puerta y el aliento abandono mis entrañas.

Su madre la sostenía entre sus brazos mientras balbuceaba "fueron ellos, ellos... fueron, la mataron, ellos..." mi cuerpo se sentía pesado y caí de rodillas, mis vista se nublaba y mis ojos rápidamente se inundaron, mas las lagrimas no corrían mas, no tenia mas lagrimas para llorar.
La noche volvía a caer y la única ayuda que podía brindar era cavar las tumbas, mis manos sangraban de tan arduo trabajo, mas en ese momento no importaba, era mi ultimo regalo, era mi ultimo adiós.

Deseaba darles los honores necesarios, pero, era momento de partir.
Me reuní con mi madre y los escoltas a las afueras de la aldea, donde estaban un grupo de aldeanos pidiendo poder acompañarnos. Mi madre habría accedido con gusto, pero los cazarrecompensas habían cerrado el trato, el camino a la ciudad mas cercana podría tener cuando mucho un enfrentamiento, aquel era el costo de nuestras ultimas monedas de oro, y la batalla ya se había librado.

Mi madre relleno sus ropas con paja para aparentar ser un tipo regordete y cubrió parte de su cabeza con una capucha que usaban los hombres en las granjas cuando trabajaban bajo el calor abrazador. Partimos tan pronto pudimos, tratamos de convencer a los aldeanos que habían pedido nuestra ayuda, pero ya sin escoltas se rehusaron, así que abandonamos la aldea aun sabiendo el riesgo que corríamos, caminamos durante mas de un par de horas, la luna era la única luz que guiaba nuestro camino. Delante de nosotros estaba el bosque bardo, las leyendas cuentan que los mejores relatos nacieron en ese mismo bosque, y no es de sorprenderse, pues aquel lugar conectaba los caminos de los ducados mas influyentes en el reino y era el destino de toda clase de guerreros.

En Vastyrl se solía decir que cada buen relato tiene su precio, era un chiste popular pues, el bosque estaba infestado de ladrones que esperaban pacientemente su próxima victima.
Los ladrones eran el menor de nuestros temores. En ese mismo camino marchaban las levas del duque Efran quienes tenían la orden de matar a todo aquel que se les cruzase en el camino, por esa razón no podíamos elegir el día para partir.
Las copas de los arboles pronto cubrieron nuestras cabezas, apenas podíamos mirar por donde íbamos, las antorchas no eran una opción en ese sitio. Solo las hendiduras en el camino que fueron creadas por carretas advertían nuestro rumbo.

El buey que tiraba de la carreta se estremeció y paro de golpe, el aire entre los arboles cubría cualquier sonido que no fuera el susurro del viento, mi madre desenvaino su espada, que no era mas que una vieja y oxidada espada. Reconocimos la luz en las cercanías, eran antorchas entre el bosque que se movían rápidamente entre la oscuridad. Era el fin del camino para nosotros.


Las luces estaban cada vez mas cerca, era difícil saber el numero que había, pues las luces desaparecían entre los grandes robles, calcule que era un grupo de 10.
Tome la horca de la carreta y me pare junto a mi madre, que apenas podía sostener su espada de los escalofríos.
Las luces se apagaron, no había forma de predecir de donde vendría el ataque, escuche las pisadas cerca de unos arbustos y sin pensarlo dos veces me abalance y lance un golpe esperando herir a alguno de los atacantes pero solo conseguí que mi arma se atascara entre las ramas, luche con todas mis fuerzas para sacarla sin lograr hacerlo.
Escuche las pisadas, ahora por detrás de nosotros. Force aun mas fuerte y libere mi arma, me dispuse a lanzar otro golpe, pero, ya no importaría. Sentía el filo de su daga en mi cuello, el sonido de un objeto caer me hacia entender lo que pasaba, yo también deje caer mi arma.
Mi captor me pregunto: "¿Que esperabas hacer después de herirme?, ¿Realmente creías que los demás te hubieran dejado vivo después de matarme?" para mi sorpresa quito la daga de mi piel y las antorchas volvían a ser prendidas, eran esos bastardos.

Los cuatro infelices parecían disfrutar de nuestro miedo, no solo habían cobrado el rescate de la aldea, ahora también nos robarían. Me jure que no odiaría a los hombres que nos habían echo daño, pues ese era el camino de nuestro dios. Pero aquello era inaceptable, tome del suelo la espada y quise asestarle al hombre que ahora me daba la espalda.
Con un simple giro evito mi ataque y solo pude saborear la tierra tras esa dura caída.
"Eres un chiquillo muy desagradecido, ¿lo sabias? mira que volver para ayudaros y que me apuñalen por la espalda. Imagináis lo denigrante que seria que contaran mi muerte a manos de un crió"me dijo.
"Pagaría por una historia de este tipo" contestaba uno de sus compañeros mientras carcajeaba.
Mi madre seco sus lagrimas y me ayudo a levantar, no había tiempo para los retrasos.


Caminamos durante casi toda la noche, paramos solo para descansar y comer un poco.
"¿Por que regresaron?" pregunto mi madre.
"Nos contratasteis para llevarte Fratgh. Nuestro oficio podría no ser el mas digno, pero..."
"¡Nos abandonaron en la aldea!"
"El trato eran dos personas, no podíamos llevar a toda la aldea por un par de monedas"
Mi madre lo entendía, pero su rosto solo reflejaba su tristeza.
"Conozco un par de leñadores, podríamos descansar un poco con ellos" dijo el hombre.
La pausa había terminado, salimos del camino y nos abrimos paso entre el bosque hasta llegar a un pequeño claro donde estaba la cabaña.
No había nadie dentro, el grupo no le importo y paso a los aposentos y nosotros con ellos, solo dejaron un par de sus arcos en la entrada, avisando a los dueños nuestra llegada.
Pocos momentos después todo el grupo se encontraba dormido, el descanso fue breve, los leñadores estaban de regreso. Entraron bastante animados y su voces era tan gruesas que nadie en la habitación pudo continuar durmiendo.
"Hei!, Rodg, hacia añoj que no noj visitaban" decía el mas viejo de ellos
"De que habláis anciano, hace un par de meses estuvimos aquí"
"¿Me estaj desafiando enclenque?"
Todo el grupo empezó a reír.
"No estamos aquí para eso, de echo si no te importa, me gustaría que dejases descansar a mis clientes"
"Te bulaj en mi cara y aun así tienej la osadía de pedirme un favor?, debería degollarte muchacho"
El leñador apuntaba su hacha muy cerca del rostro del líder del grupo. Lo miro unos instantes a los ojos y carcajeo junto con el grupo.
"Vengan conmigo"
Nos condujo a una habitación donde había un par de camas cubiertas con pieles de oso, eran enormes, no podía imaginar como un par de viejos podían haber cazado semejantes criaturas, la zona de la cabeza cubría con facilidad todo mi torso.
Mi madre y yo ocupamos una sola de ellas y aun parecía ser demasiado. Solo uno de los integrantes del grupo decidió dormir en la otra cama.
El resto paso toda la tarde bebiendo y conversando con aquel par tan peculiar, lo sabia por que apenas podía dormir, en su lugar escuchaba los relatos que contaban. Acerca de escaramuzas y enfrentamientos.
Pero la fatiga era mas grande que mi curiosidad e inevitablemente caí profundamente dormido.
Era la primera ves en semanas que había conciliado el sueño de esa forma.


La noche volvía a caer y debíamos volver a la marcha, mis piernas aun dolían, pero no podíamos perder mas tiempo, el mas joven de los leñadores nos condujo de nuevo al camino y se despidió del grupo. La noche avanzaba rápidamente los arboles lucían cada vez mas pequeños, ese tenia que ser el final del bosque.
Rodg nos dijo que una ves saliéramos del bosque podríamos buscar una posada en una aldea cercana.
Por alguna extraña razón, la simple idea me daba ánimos en medio de la penumbra.
El sol se escurría entre los arboles, y pudimos visualizar el final del bosque, lo habíamos logrado, la parte mas difícil del camino había terminado.
Tome de la mano a mi madre y aliviados, sonreímos.
Pero los arqueros no lucían tranquilos, constantemente intercambiaban miradas y onservaban los alrededores.
"¿Que pasa?" pregunte
Se volvieron a mirar antes de que uno de ellos respondiera.
"En el oficio, cuando algo sale muy bien para ser cierto, significa que puede que no sea cierto del todo" respondió el mas alto entre ellos
"Tanta tranquilidad me pone de nervios" añadió el que compartiese la habitación con nosotros
"No lo entiendo, estamos por salir del bosque"
"Hemos cruzado el bosque incontables ocasiones y en cada una nos hemos ganado una cicatriz nueva, algo pasa y debemos estar preparados" concluyo Rodg.

Salimos del aquel lugar sin problemas y nos dirigimos a la posada prometida.
Una vez ahí tuvimos que intercambiar lo ultimo de nuestros víveres por una habitación donde apenas cabíamos. En esta ocasión los tres que no habían dormido la ultima vez, procedían a descansar.
Mi madre no podía mas con su atuendo y saco la paja de su ropa, pero su comezón no desaparecía.
Aquello me hacia mucha gracia. Me sentía aliviado de poder reír después de lo que había pasado.
Ella también se dispuso a dormir. Solo eramos yo y uno del grupo.
Durante ese tiempo apenas y nos dirigimos la palabra, solo respondía algunas preguntas que le hacia de vez en vez con curiosidad.
Solo podía imaginar con anhelo la ciudad de Fratgh, le pedí a dios que a partir de ese momento solo vinieran tiempos mejores.


Era un día nuevo y el grupo estaba listo para partir, y lo mas importante era que ya no teníamos que viajar de noche, después de aquel día en la cabaña me aterraba encontrarme en medio de la noche con algún oso.
Un escalofrió recorrió mi cuerpo, al imaginarme siendo devorado por alguna bestia de ese tamaño.
"¿Que es lo que piensas niño?" Me cuestionaba el hombre que había charlado conmigo.
Me invadía la vergüenza.
"Yo, esto, solo estaba..."
"No pensareis en atacarme de nuevo" Intervenía Rodg
"Lo siento por eso, no sabia que ustedes habían vuelto para ayudarnos"
"Hey chaval, no volvimos para ayudaros, solo hacemos nuestro trabajo"
Me sentí aliviado de que no me guardara ningún rencor, ser el blanco de un cazarecompenzas era lo ultimo que deseaba.

Las colinas que nos rodeaban delimitaban la frontera de Fratgh, ese seria el ultimo viaje junto a el cuarteto, no podía agradecerles lo suficiente por habernos protegido todo ese largo trayecto.
Mi madre no podía ocultar su felicidad.
Tras pasar la colina mas alta pudimos observar el gran rió Nills y el aun mas grande puente de Fratgh.
Ningún ejercito había intentado atacar la ciudad antes, ya que no solo era una ciudad amurallada, también tenia una excelente protección natural.
El destino era claro para aquellos que lo intentaran. Acabar muerto ante una lluvia de flechas.

El grupo se detuvo súbitamente.
"¿Que es lo que pasa?" pregunto mi madre
"¡SE ACERCAN!"
Los jinetes surgían entre la colinas, a la par las flechas de nuestros guardias que eran disparadas hacia los blancos. Pero solo un par de ellas acertaban y esas pocas terminaban en los caballos, el terreno era el menos indicado para los guerreros.
"¡NO SE SEPAREN!" nos advertía uno de ellos.
Pero era demasiado tarde, mi madre invadida por el miedo monto la carreta y avanzo a toda marcha hacia el puente.
Corrí hacia una roca para evitar ser blanco de alguno de los jinetes.
Mire hacia donde huía mi madre y veía como era abatida por una de las flechas enemigas.


Iracundo corrí hacia el cadáver mas cercano mientras un par de flechas quedaban clavadas a centímetros de mi posición, tome la lanza del guerrero y tan pronto gire la cabeza veía una imagen que me traía recuerdos, uno de los guerreros cabalgaba hacia mi y blandía su espada en dirección a mi cabeza, esta ves no tendría ayuda. Decidido hice mi ataque.
Mi lanza atravesó el pecho del guerrero. Mas no pude evitar el impacto de la espada.
Esta recorrió desde mi costado izquierdo hasta mi hombro derecho.
Para mi fortuna, no era un golpe letal, pero el dolor me impedía hacer movimientos bruscos.
Me levante con gran pesades y me hallaba cubierto de sangre.
Si bien mi herida no fue letal, perdía mucha sangre, tambaleante observaba la batalla.

El hombre con quien mas había conversado intentaba tapar la herida de muerte que tenia en el cuello, el mas alto yacía muerto no muy lejos de ellos. Rodg había terminado de ocupar todas sus flechas.
Solo combatía con una espada corta, con la que apenas podía evitar los ataques y el ultimo de sus hombres repartía guerra con cada una de sus ultimas flechas.

Uno de los guerreros aunque moribundo, se levanto y le enterró su puñal al ultimo de los hombres de Rodg. Seguí caminando lentamente, esta vez hacia el cuerpo de mi madre. Los jinetes ya no me atacaban, tal vez por mi estado decadente, por condolencia o tal vez para ver como moria desangrado.

Aun seguía viva, sonreí casi forzado.
"No morirás, no aquí" fueron las ultimas palabras de mi madre.
Dirigí la mirada nuevamente a la batalla. A Rodg le rodeaban mas de 30 jinetes.
Uno de ellos abandono su montura y le disparo una flecha a la pierna.
"¡Pudimos haber dominado Vastyrl juntos!" le dijo aquel hombre a Rodg
"Pudimos construir una cofradía, pero me abandonaste"
Rodg solo se retocia del dolor.
"Encima matasteis una docena de mis hombres hace un par de días, eramos hermanos, ahora solo serais un muerto mas"
Lanzo una ultima flecha al rostro del que había sido mi protector.
Quería aferrarme a las palabras de mi madre pero con los bandidos dirigiéndose hacia mi, y a punto de desmayarme era difícil mantener la esperanza.
El asesino de Rodg esta casi frente a mi.


-Nirvana es un cuento que aborda "imparcialmente" (o al menos eso trate) el conflicto entre algunas teorías científicas y el fundamentalismo religioso.
Es un día lluvioso de febrero, las calles están vacías, solo algunos carros pasan entre la densa cortina de agua, las personas están refugiadas en sus hogares y unas cuantas almas desafortunadas esperan en la seguridad de algún lugar seco para después continuar su camino.
Entre la desolación un niño corre entre charcos y gotas de agua, las miradas de asombro y lastima no faltan, pero el semblante del niño no refleja incomodidad. Se detiene en una vieja tienda de libros que parece estar cerrada, se escurre el agua tanto como puede y entra en la calidez de la pequeña construcción.
-¡Hey! ¡Viejo! He llegado puntual como me habías dicho… (grito el niño mientras dejaba su chamarra empapada en el perchero de la entrada y avanzaba entre los estantes)… ¡Anciano! Ya estoy aquí (grito más fuerte mientras revisaba el lugar).
El silencio invade la habitación mientras el niño se distrae viendo un viejo cachivache que en apariencia parece una tortuga, recorre el lugar con la mirada hasta notar las huellas que había dejado en el piso al entrar, se apresura a tomar un trapo cercano cuando de pronto una voz surgió del primer piso de la tienda.



-¡Entra! ¡Entra! Debes estar congelado (respondió una voz entre toses).
Un hombre de edad avanzada baja por las escaleras con esfuerzo y lentitud. El usa una bufanda y ropas gruesas que denotan su estado de resfriado. Entre pequeñas pausas al bajar se lleva la mano a la boca para tapar sus fuertes carraspeos.
-Así que, ¿has venido aquí a descubrir la verdad? ¿no es así? (dijo el viejo mientras se prepara un café).
-Si esperaba que usted… (se detiene mientras es interrumpido).
-¿Gustas una taza de café? (el niño niega con la cabeza)… en que estábamos ¡Ah sí!, la verdad, ¿no eres un poco joven para querer saber eso?
-No lo sé yo solo quería… (vuelve a ser interrumpido).
-De cualquier forma ¿qué clase de verdad estas buscando? (contesta mientras se sienta cerca de su escritorio)
-Yo solo quiero saber la verdad verdad.
-¿La verdad verdad?
-Si esa que solo los sabios conocen.
-Pues entonces tal vez deberías preguntarle a un sabio (responde con un tono burlón).
-Por eso estoy aquí.
-Yo no soy ningún sabio ni tampoco conozco la verdad verdad (dijo entre risas).
-Pero usted debe saberla, usted conoce todos los libros del mundo.
-Esos son bastantes libros, pero solo he leído algunos cuantos, solo dime que te gustaría saber.
-¡Quiero saber la verdad! mis padres dicen que fuimos hechos por Dios, pero en la escuela dicen que éramos changos o algo así.
-Te recuerdo que yo no conozco esa verdad y no creo que alguien la conozca, pero conozco un cuento que tal vez te pueda ayudar.
-No, no anciano, yo no necesito un cuento de mentira, ya no soy un bebe para escuchar cuentos yo solo quiero saber que somos y para que existimos, estoy harto que mis padres me confundan con lo que aprendo en la escuela. (exclamo con un gesto de enojo)
-Los cuentos entretienen a chicos y a grandes por igual y en ellos a veces existen historias que hablan de la verdad verdad
-¿Su cuento trata de la verdad verdad?
-Exacto, ¿quieres que te lo cuente? (responde con seguridad mientras termina su café)
-¡Si! (dijo el niño con admiración)
- Empecemos entonces, la historia comienza en nuestro propio universo, antes de todo…
-¿Antes de dios? (interrumpe el niño mientras se acerca a las escaleras para sentarse)
-Antes de todo todo (dijo con un poco de enojo), solo existían dos seres que danzaban en armonía en el vacío, uno era luz, fuerte, caótico y destructivo. La otra era obscuridad, delicada, ordenada, constructiva y estable.
-El malo y la buena. (replica el niño)
-¡No! ¡No! No te confundas los dos seres poseían cualidades y defectos pero aun no existía lo bueno y lo malo, o al menos nadie para decidir que lo eran (tose fuertemente tras haberse levantado para regañar al niño) sería mejor llamarlos Yin y Yang, como sea (prosigue mientras se sienta de nuevo) su danza mantenía un equilibrio en el universo, pero ninguno de los dos podía ser libre del otro así que decidieron crear el Cosmos que era…



-¿Qué es el Cosmos? (pregunta embobado)
-Muy buena pregunta, es todo lo que existió, existe y existirá y todos somos parte de el (dijo con brillo en los ojos)… y entonces crearon el cosmos (continuo con el cuento) pero para hacerlo debían sacrificar su propia existencia, así fue como por primera vez su danza termino con una gran explosión que era una de las mejores cualidades de Yang, el nuevo ser: Cosmos fue iluminado durante años con la luz de la explosión y tras la aparente destrucción surgían planetas y estrellas…
-La construcción de Yin (interrumpió de nuevo).
-Veo que eres muy atento y en efecto es la construcción de Yin y a su vez su oscuridad que terminaría reinando así como el caos de Yang que destruía planetas enteros para crear galaxias completas y nuevas explosiones que iluminaban nuevamente parte del universo. Así durante mucho tiempo Cosmos continuo con la tarea para la que fue creado, pero estaba cansado de destruir y construir, así que creo nuestro mundo de tal forma que alguien más surgiera del caos y continuara con su labor, así la vida en nuestro planeta surgió, y millones de criaturas vivientes peleaban por ser el ser más destructivo y constructivo, hasta que nosotros llegamos.
-¿Así que fuimos hechos para destruir y crear? (dijo el niño con tristeza).
-Claro está y como Cosmos hemos cumplido nuestro cometido.
-¿Y Dios? (pregunto cabizbajo).
-¿No es Dios muy parecido a Cosmos?
-¿Y los changos?
-Eran tiempos muy fríos antes, necesitábamos mucho pelo para estar calientes.
-(el niño ríe) ¿Y entonces cual es la verdad verdad?
-(el anciano sonríe) Creo que eso deberás averiguarlo por ti mismo.

El niño se levanta del escalón en el que estaba sentado, da las gracias al viejo, toma su chamarra aun mojada y sale de la tienda. Al salir un baño de sol le empapa la cara, la lluvia se había desvanecido por completo y las calles estaban casi secas, el niño inspecciona la luz a su alrededor y murmura: -Yang (con una sonrisa en su rostro).

-Enigmas busca ser una novela Thriller/Psicológico/Drama en un mundo futurista.
Departamento de Psiquiatria
Reclusorio central
Nicea
Diez de Agosto, año 240 D.H.

-Señorita Pardo, el Profesor Zimbardo ha llegado- Dijo un hombre mientras entraba a la oficina.
-Hágale pasar- Contesto la mujer que yacía sentada detrás de un escritorio
-Por supuesto.

La mujer llevo las palmas de sus manos hasta su frente y exhalo con pesadez. Mantuvo su posición hasta que escucho los pasos provenientes del pasillo aledaño y de inmediato recobro su postura sobria, tras una breve pausa la puerta de aquella oficina se volvía a abrir.

-Frida, perdona la interrupción- anuncio una figura que se adentraba dentro de aquel cuarto. Era un hombre barbado, de cabellera plateada y de postura firme.
-No te preocupes Albert, como bien sabes, ya he dejado el caso. De otra forma no estarías aquí- replico la señorita.
-(ríe entre dientes) Ya había olvidado esa sutileza tuya. Así que, dime, a que se debe tu decisión tan repentina. Si no mal recuerdo en tus últimos reportes sostenías una fuerte convicción con…
-¡Conozco muy bien mi trabajo profesor! usted más que nadie debe saber que la psique humana guarda misterios que ni el mejor psicoanalista podría descifrar- Interrumpía la mujer mientras se ponía súbitamente de pie.
-Perdone mi arrebato, solo me resulta extraño escuchar esas palabras de quien afirmaba solemnemente descifrar la mente humana- respondió con desaliento.
-(suspira) No, perdóname tú a mi padre, es solo que, no puedo seguir más con este caso. Temo que, de seguir, mi cordura se vea afectada.
-No abra marcha atrás, si dejas este caso.
-¡Lo sé! Lo sé muy bien, aquello que ese hombre esconda se lo llevara a la tumba- dijo con inquietud. Bajo la mirada y comenzó a caminar por la habitación.
-Necesitas descansar hija, cualquiera sea el motivo debes superarlo. Ve tranquila, yo me encargare de ahora en adelante- advirtió a la mujer mientras llevaba la mano al hombro de la chica, quien de inmediato rechazo la acción alejándose.
-Mi bitácora de trabajo está en el segundo cajón, los reportes médicos están en el expediente confidencial en la planta baja, me asegurare de que tengas acceso y…

El profesor se acercó, la tomo de los hombros y la miro fijamente.
-Frida, debes irte
Lucia impotente, pero aliviada. Abrazo a su padre y dijo:
-Gracias…- Sonrió brevemente - ¡George, pasa por favor!

-Dígame, Señorita- respondió el ayudante.
-Ayuda al profesor Zimbardo en lo que necesite.
-Con gusto.
Frida tomo su abrigo y unos cuantos papeles del escritorio, miro a los hombres y tras bajar ligeramente la cabeza dejo en claro su partida.
-Con su permiso.
Ambos hombres asintieron mientras dejaba la habitación.
No fue hasta que el sonido de las pisadas dejaron de escucharse cuando uno de los hombres hablo.
-George.
-Dígame, profesor.
-Llámame Albert. Ahora, ¿podrías llevarme a la celda de…- preguntaba mientras hojeaba los papeles que quedaban en el escritorio.
-Prisionero 265, Nicolai Zedong- Advirtió el ayudante, antes de que el profesor pudiera siquiera desordenar los documento.
-Por supuesto, Nicolai.
-Acompáñeme, por aquí.
El ayudante le guio a la celda del prisionero, hasta que en su camino se encontraron con dos guardias que les impidieron seguir.
*Debemos revisarlo, procedimiento de rutina* Dijeron.
El profesor accedió para poder culminar el recorrido. Uno de los guardias los acompaño hasta la celda y procedió a abrirla. Albert entro sin compañía al cuarto de aura sombría, donde yacía un hombre acostado en una cama en la que apenas cabía.
Aquel hombre ni se inmuto tras el ruido del evento.
La puerta se cerró tan pronto el profesor entro.

-Buenos días Nicolai, ¿Cómo te encuentras?- pregunto Albert al hombre que le daba las espaldas.
-¿Que le paso a la chica?- contesto sin dejar su posición.
-La Doctora ha decidido dejar el caso, sabes lo que eso significa, ¿no es así?
El silencio inundo la celda, a lo que Albert continuo diciendo:
-Sin embargo me ha pedido personalmente que concluya con el caso.
Así que, solo me tomara un par de días, unas cuantas preguntas, una evaluación física y podremos terminar.
El profesor volvió a esperar una respuesta, que no obtuvo.
-Dime Nicolai. ¿Te puedo llamar Nicolai?, ¿o prefieres Zedong?
… Correcto, Dime Nicolai, ¿Sabes qué día es hoy?
-¿Realmente importa?- replico con poco interés.
-No lo sé, dime ¿importa?
Nicolai abandono su postura y llevo su mirada a los ojos del profesor.
-¿Hablo con ella?
-No, pero el sector me ha dado la información necesaria.
Con cierto alivio el hombre volvió a su posición.
-Cuando ella llego no sabía nada, ¿Por qué tu si?- pregunto Nicolai
-¿Realmente importa?...
Volvió a preguntar sin respuesta alguna.
-Bien, esta podría ser tu última charla con alguien, ¿no tienes nada más que agregar?
El preso solo rasco su espalda y no emitió un sonido más. Albert se quitó los anteojos y respiro profundamente, acto seguido camino hasta la puerta de la celda y cuando se encontraba casi fuera de la habitación, declaro:
-Es todo por hoy, hagan los preparativos de la ejecución.

Reclusorio central
Quince de Agosto, año 240 D.H.

-¡Despierta Nicolai!, el día a llegado, los altos mandos esperan con ansia el show- Dijo el profesor Albert, al que Nicolai solo podía observar a los ojos tras la rejilla de la puerta de su celda.
Nicolai mojo sus labios, se incorporo de su cama que ya había adoptado la forma de su cuerpo, se levanto y se dirigió al escusado, tiro de la palanca y el agua putrefacta era remplazada por agua limpia, aunque poco importaba pues aquel inodoro tenia una higiene deplorable mas eso no le importo al preso, se hinco frente el deposito de agua, llevo sus manos adentro y tratando de extraer la mayor cantidad de agua, llevo sus manos a su cara para limpiarla. Aquella acción le había agitado la respiración, miro aun hincado hacia la pared que estaba frente a el, e imagino la luz del sol tocando su piel. Pero en lugar de eso, solo gotas de agua rodaban por sus mejillas. Deseo por un momento que fuesen las lagrimas que nunca pudo llorar. Se estremeció.
Abrió los ojos, se reincorporo y comenzó a cambiarse sus harapos por la ropa que le habían dejado frente a su puerta, aquella ropa le causaba una gran nostalgia, era la ropa con la que ingreso a la prisión hacia ya 10 años.
Tan pronto se acerco a la puerta, esta se abrió, Le esperaban George el antiguo asistente de la Doctora Frida junto con un guardia. Este ultimo lo esposo y encadeno tan pronto salio, luego le tomo por el brazo y lo condujo junto a George hasta el comedor general, donde Albert disfrutaba en una de las mesas una comida generosa.
Le llevaron y sentaron frente a el. El rostro de Nicolai era completamente inexpresivo, tenia la mirada fija en el viejo que no paro de comer.
-Sabes Nicolai, no se por que los presos se quejan tanto, la comida aquí es deliciosa- decía mientras pequeños trozo de comida salían de su boca.
Comenzó a reír solo a causa de aquel chiste irónico.
-¡Vamos Nicolai! muestra algo de espíritu, te has alimentado durante años de ese engrudo asqueroso, deberías estar agradecido que te he conseguido una comida decente.
El profesor seguía esperando una palabra, o un pequeño gesto del preso.
-No tienes idea lo que me costo convencer a los altos mandos de hacerlo, les dije "en vista de que haremos una ejecución a la antigua, deberíamos de respetar el protocolo antiguo y darle una ultima comida de su agrado"- carcajeo - deberías haber visto su rostro, era maléfico, se miraron y poco después accedieron...-trago su bocado-
En fin, según tu archivo militar, la sopa de patatas y el salmón son tus comidas preferidas, y déjame decirte, amigo mio, que ahora se por que- Levanto su mano izquierda y grito - ¡Cocinero, trae la comida!-Apenas podía contener la risa. Espero hasta que le trajeran la comida, mas Nicolai no tenia el mas mínimo interés.
Albert parecía enojado, se limpio con un pañuelo y abandono su comida, miro a Nicolai y se levanto.
-Como quieras, incluso pensaba darte una navaja para que limpiaras ese horrible rostro.
Fue hasta ese momento que Nicolai giro la cabeza para seguir el caminar del profesor que abandonaba el salón.

El guardia le levanto y le volvió a conducir, caminaron hasta la habitación que culminaría con el destino de Nicolai. Solo entraron George y Nicolai. Frente a ellos un gran cristal dejaba al descubierto la audiencia que le esperaba. El asistente, le despojo de las cadenas, mientras Nicolai no le apartaba la vista ni un segundo. Recostó a nicolai en una base inclinada que ademas de retenerlo, dejaría ver a todos cada una de sus emociones. Ato sus manos y pies firmemente a la base, solo su cabeza no fue a atada, Nicolai apenas podía hacer movimiento alguno, solo podía seguir con sus ojos los movimientos del verdugo. Y tan pronto termino, procedió a sacar una jeringa del único mueble en aquella habitación, extrajo todo el liquido que había en uno de los frascos, cuando bajo la inyección, sus ojos se encontraron con los de Nicola, que pronuncio unas palabras, que solo George pudo escuchar. De inmediato los espectadores enfurecieron y demandaron conocer que es lo que aquel hombre había dicho, lleno de nervios Albert se acerco a la bocina y la encendió para hablar y escuchar al sentenciado.
-George, repite lo que te ha dicho
El ayudante palideció y cuando se disponía a hablar, Nicolai intervino.
-Solo he pedido decir mis ultimas palabras
El publico indignado, accedía mediante gestos a aquella petición.
-Muy bien preso 265, tienes el permiso para hablar.
Tras una pausa hablo.
-Me parece curioso que quieran asesinarme de esta manera -sonríe- y es que... Irónicamente ustedes no son muy diferentes de aquellos humanos que inventaron este método -los espectadores comenzaron a blasfemar y a guitonear - pero, no los culpo, aquellos que no conocen la historia, están condenados a repetirla -aquellas palabras causaron aun mas revuelo, todos y cada uno abandono su asiento para gritar contra aquel hombre, Albert impotente, hizo la señal a George y este inyecto el liquido letal en Nicolai.
Los altos mandos callaron, esperando morbosamente el sufrimiento del preso. Nicolai respiraba rápidamente, se retorcía muy ligeramente, su mandíbula estaba rígida. El alboroto volvió a surgir, esta vez de dicha y placer, aquellas voces vitoreaban el dolor.
Nicolai logro mantenerse quieto, dirigió su mirada a ellos y en su rostro se dibujaba una sonrisa.
Aquella era su muerte, y mientras su vista se apagaba, observaba a los altos mandos perder los estribos de rabia.

-Eutanasia son esos textos que no he podido seguir (no es como que escriba diario) por falta de tiempo, imaginación o incapacidad de unir ideas. Y que sin embargo me niego a dejarlos ir.
Ahí estaba el veterano de mil batallas, un soldado retirado que disfrutaba de emborracharse. Ahí estaba el, tomando un tarro de la asquerosa cerveza de Alterone, la ciudad por excelencia para los bandidos y ladrones.
El letrero del lugar asegura ser una taberna, pero solo es una pocilga llena de mercenarios. Mientras el viejo se llevaba el tarro a la boca, un par de soldados del imperio de Rindo entraban al lugar dejando entrar una gran cantidad de luz al siniestro sitio, se sentaron junto al anciano en la barra y mientras se acomodaban uno de ellos veía con curiosidad las cicatrices del rostro del ex-soldado. Todos en la taberna guardaron silencio y dirigieron sus miradas a los inesperados visitantes, el viejo simplemente mantenía su mirada fija hacia el frente mientras colocaba su tarro de nuevo en la barra.
Uno de los soldados pidió dos cervezas y el otro recargaba su codo izquierdo en la barra y giraba la cabeza para dar un vistazo al asqueroso local, mientras lo hacia el bullicio en el lugar poco a poco retomaba su ritmo habitual.
- Necesito información.
Dijo uno de los soldados en voz baja al encargado de la taberna.
- Todos quieren información.
Contesto con un tono burlón el robusto cantinero, mientras se cruzaba de brazos.
-¿Me estás diciendo que te niegas a colaborar con el imperio de Rindo?
Replico el soldado, mientras recargaba su codo más fuerte en la barra e inclinaba su cuerpo en forma desafiante hacia el encargado.
El cantinero sonrió, llevo su mano derecha a su espalda y en un parpadeo clavo su cuchillo a escasos centímetros del brazo del soldado. Sus rostros quedaron frente a frente, el soldado no se movió de su posición y el encargado sostenía firmemente el cuchillo con su mano.
-¡Esta ciudad no pertenece a ningún imperio!
Dijo el cantinero con una voz amenazante mientras veía fijamente los ojos del soldado.
-Vienen sin invitación a mi taberna, incomodan a mis clientes y me amenazan. Dame un motivo para no matarlos ahora mismo.
Continuo diciendo mientras el segundo soldado veía con miedo la acción y de reojo miraba a todos los hombres de la taberna que volvían a mirar a los extraños sujetos.
Hubo una breve pausa y el primer soldado saco una bolsa de oro con su brazo derecho que puso bruscamente junto al cuchillo, el encargado retiro el cuchillo, relajo el cuerpo y dijo tras haber tomado la bolsa:
-Ja Ja ¡ahora si nos entendemos!
Ambos soldados volvieron a acomodarse y el asistente del cantinero les acerco sus cervezas, al mismo tiempo todos en la taberna volvieron a sus asuntos.
-¿Qué es lo que quieres saber?
-Estoy buscando al dragón Earnest
El viejo volteo interesado en la conversación.
- No sé mucho de él: es un mercenario, solía venir a esta ciudad. Pero si yo fuera ustedes no me esforzaría en encontrarlo, tiene una reputación con los soldados que…
- Esta muerto
Dijo el viejo mientras interrumpía la conversación, termino su cerveza y se preparaba para marcharse. Los dos soldados y el encargado voltearon desconcertados hacia el anciano.
-¿A qué te refieres con “muerto”?
Pregunto el soldado.
-Murió, eso es todo la información que queda de él. ¿Qué parte no entiendes?
-¿Cómo lo sabes?
El viejo guardo silencio y camino hacia la salida.
-Solo es un viejo balbuceando tonterías, no se fié de esa información.
Dijo en voz baja el tabernero a los soldados.
 
Última edición:
Nueva historia (El Legado)
Piensa ser una historia de fantasía/aventuras en un ambiente medieval.

Trate de no ser tan descriptivo, para evitar aburrirlos y para no hacer capítulos tan largos (ojala así comenten) :p
Cualquier sugerencia es bienvenida.

Todo comenzó hace uno cuantos años. Cuando solía vivir a las afueras de Vastyrl.
Junto a mis padres trabaje en su granja durante casi toda mi infancia.
La vida era tranquila en ese lugar, los lobos y los impuestos eran nuestra única preocupación, pero aquella paz se esfumaría a un ritmo para el que no estaba preparado.

Diez años atrás el país había entrado en guerra, y se expandía rápidamente, al igual que las ambiciones de los duques, quienes hambrientos de poder, provocaron una guerra de guerrillas dentro del territorio.
Vastyrl no era un ducado, de echo, apenas era un pueblo mercante. La guerrilla nunca nos alcanzo, pero los bandidos y ladrones atacaban en todo momento a la gente del pueblo. En consecuencia, aquel pueblo que algún día fue prospero, entro en decadencia, se convirtió en una guarida perfecta para mercenarios y asesinos.

El futuro de mi familia era incierto, mi madre suplico que nos marcháramos cuanto antes, pero mi padre confiaba en que el rey pronto enviaría tropas para culminar con las guerrillas y los estragos que causaron.
Convenció a algunos campesinos de acompañarle a vender las cosechas, y durante días pareció ser una buena idea. Pero los días se hacían semanas, y las semanas meses.
Y En cada viaje a la ciudad, las familias en los campos esperábamos con preocupación, veíamos a los hombres partir y rezábamos por que estos volvieran. Nuestros miedos pronto se hicieron realidad, habían pasado días y no había señales de ellos. No pasaron muchos días, cuando como cada madrugada contemplábamos el horizonte, rogando ver sus figuras aproximándose; El sol salia y nuestras esperanzas aumentaban con cada rayo que iluminaba la lejanía. Eran ellos, eran las sombras de nuestros campesinos, tenían que serlo. La alegría invadía nuestros corazones, la felicidad era casi incontenible, pero, las risas de alegría pronto se convirtieron en gestos de horror.
Aquel día vi por primera vez la muerte, esos hombres, eran nuestros hombres, sus cuerpos sin vida solo eran sostenidos por la estaca que les atravesaba.
Lagrimas recorrieron mis mejillas y los gritos de dolor de la gente, desgarraron el ultimo vestigio de mi niñez. El mundo en el que ahora vivía, había dejado de ser un lugar para niños.


Un día después de masacre en Vastyrl, mi madre preparo una caravana para marcharnos de ahí, también tomo sus objetos de mayor valor y partió en una misión suicida para conseguir algo de oro en el pueblo. Me sentía impotente al solo poder esperar. Estaba cansado de esperar.

Una campesina que había sido mi amiga desde que eramos críos, se acerco a conversar conmigo. Me contó sobre lo que había averiguado, me explico que fueron bandidos quienes tomaron el control de esas tierras y que matarían a todo aquel que no les sirviera. Mientras narraba como su madre era amedrentada a punta de espada por esos bandidos mi mente solo pensaba en todo lo que había perdido, y lo que ya nunca podría haber sido, a causa de ese suceso.
Mis pensamientos se despejaron cuando su mano rozo con la mía, me confeso que soñaba que algún día no casaríamos y criaríamos hijos en esas mismas tierras. No podía mas que mirarla con desasosiego, y solo guarde silencio. Quería decirle, que, yo también lo había soñado, pero ya no importaba mas. Me abrazo con fuerza y se marcho llorando.
La noche caía y mi madre aun no llegaba, comencé a pensar lo peor.
De pronto los perros comenzaron a ladrar, se empezaron a escuchar gritos y ajetreo, corrí hacia una pequeña colina cerca de mi lugar para poder observar, mis piernas se congelaron, eran guerreros a caballo y se aproximaban a gran velocidad. El pánico invadía los campos, solo podía observar petrificado como incendiaban las casas cercanas, varios de ellos bajaban de sus caballos para saquear las posadas y violar a la mujeres.
Uno de ellos cabalgaba directo hacia mi, creí que seria mi fin.

Cerre los ojos y sentí el aire de su acero recorriendo mi cara, no lo entendía.
Fallo? Como pudo haber fallado? Me di la vuelta y observaba como ese bandido caía de su caballo.
Pronto identifique lo que lo había derribado: un par de flechas le atravesaban el cuello y el estomago.
Los jinetes seguían cayendo uno tras otro, no podía creer lo que veía. Eran solo cuatro hombres los que le hacían frente a mas de veinte guerreros.
 
Actu (29/01/17)
El Legado Actos III, IV, V, VI, VII, VIII, IX.

La batalla había terminado y la lluvia torrencial hacia ríos de sangre entre los campos.
Pero no había nada que celebrar, los bandidos cobraron la vida de muchos en la aldea. La rabia me invadía, pues sabia que ese solo seria el inicio de muchos ataques. Mi cuerpo temblaba y las lagrimas no paraban de brotar.
Solo el dulce abrazo de mi madre logro apaciguarme.
Habia llegado a salvo y fue ella quien trajo al grupo de cazarrecompensas. Cierta parte de mi se sentía aliviada, pero los lamentos aun no paraban en los campos. Solo el grupo de guerreros lucia sobrio, revisaban los cadáveres en búsqueda de objetos de valor y oro.
Me aleje precipitadamente de los brazos de mi madre cuando recordé no haber visto a... Judith.
Corrí tan rápido como pude entre el barro, caí en mas de una ocasión antes de llegar a la posada.
Abrí la puerta y el aliento abandono mis entrañas.

Su madre la sostenía entre sus brazos mientras balbuceaba "fueron ellos, ellos... fueron, la mataron, ellos..." mi cuerpo se sentía pesado y caí de rodillas, mis vista se nublaba y mis ojos rápidamente se inundaron, mas las lagrimas no corrían mas, no tenia mas lagrimas para llorar.
La noche volvía a caer y la única ayuda que podía brindar era cavar las tumbas, mis manos sangraban de tan arduo trabajo, mas en ese momento no importaba, era mi ultimo regalo, era mi ultimo adiós.

Deseaba darles los honores necesarios, pero, era momento de partir.
Me reuní con mi madre y los escoltas a las afueras de la aldea, donde estaban un grupo de aldeanos pidiendo poder acompañarnos. Mi madre habría accedido con gusto, pero los cazarrecompensas habían cerrado el trato, el camino a la ciudad mas cercana podría tener cuando mucho un enfrentamiento, aquel era el costo de nuestras ultimas monedas de oro, y la batalla ya se había librado.

Mi madre relleno sus ropas con paja para aparentar ser un tipo regordete y cubrió parte de su cabeza con una capucha que usaban los hombres en las granjas cuando trabajaban bajo el calor abrazador. Partimos tan pronto pudimos, tratamos de convencer a los aldeanos que habían pedido nuestra ayuda, pero ya sin escoltas se rehusaron, así que abandonamos la aldea aun sabiendo el riesgo que corríamos, caminamos durante mas de un par de horas, la luna era la única luz que guiaba nuestro camino. Delante de nosotros estaba el bosque bardo, las leyendas cuentan que los mejores relatos nacieron en ese mismo bosque, y no es de sorprenderse, pues aquel lugar conectaba los caminos de los ducados mas influyentes en el reino y era el destino de toda clase de guerreros.

En Vastyrl se solía decir que cada buen relato tiene su precio, era un chiste popular pues, el bosque estaba infestado de ladrones que esperaban pacientemente su próxima victima.
Los ladrones eran el menor de nuestros temores. En ese mismo camino marchaban las levas del duque Efran quienes tenían la orden de matar a todo aquel que se les cruzase en el camino, por esa razón no podíamos elegir el día para partir.
Las copas de los arboles pronto cubrieron nuestras cabezas, apenas podíamos mirar por donde íbamos, las antorchas no eran una opción en ese sitio. Solo las hendiduras en el camino que fueron creadas por carretas advertían nuestro rumbo.

El buey que tiraba de la carreta se estremeció y paro de golpe, el aire entre los arboles cubría cualquier sonido que no fuera el susurro del viento, mi madre desenvaino su espada, que no era mas que una vieja y oxidada espada. Reconocimos la luz en las cercanías, eran antorchas entre el bosque que se movían rápidamente entre la oscuridad. Era el fin del camino para nosotros.


Las luces estaban cada vez mas cerca, era difícil saber el numero que había, pues las luces desaparecían entre los grandes robles, calcule que era un grupo de 10.
Tome la horca de la carreta y me pare junto a mi madre, que apenas podía sostener su espada de los escalofríos.
Las luces se apagaron, no había forma de predecir de donde vendría el ataque, escuche las pisadas cerca de unos arbustos y sin pensarlo dos veces me abalance y lance un golpe esperando herir a alguno de los atacantes pero solo conseguí que mi arma se atascara entre las ramas, luche con todas mis fuerzas para sacarla sin lograr hacerlo.
Escuche las pisadas, ahora por detrás de nosotros. Force aun mas fuerte y libere mi arma, me dispuse a lanzar otro golpe, pero, ya no importaría. Sentía el filo de su daga en mi cuello, el sonido de un objeto caer me hacia entender lo que pasaba, yo también deje caer mi arma.
Mi captor me pregunto: "¿Que esperabas hacer después de herirme?, ¿Realmente creías que los demás te hubieran dejado vivo después de matarme?" para mi sorpresa quito la daga de mi piel y las antorchas volvían a ser prendidas, eran esos bastardos.

Los cuatro infelices parecían disfrutar de nuestro miedo, no solo habían cobrado el rescate de la aldea, ahora también nos robarían. Me jure que no odiaría a los hombres que nos habían echo daño, pues ese era el camino de nuestro dios. Pero aquello era inaceptable, tome del suelo la espada y quise asestarle al hombre que ahora me daba la espalda.
Con un simple giro evito mi ataque y solo pude saborear la tierra tras esa dura caída.
"Eres un chiquillo muy desagradecido, ¿lo sabias? mira que volver para ayudaros y que me apuñalen por la espalda. Imagináis lo denigrante que seria que contaran mi muerte a manos de un crió"me dijo.
"Pagaría por una historia de este tipo" contestaba uno de sus compañeros mientras carcajeaba.
Mi madre seco sus lagrimas y me ayudo a levantar, no había tiempo para los retrasos.


Caminamos durante casi toda la noche, paramos solo para descansar y comer un poco.
"¿Por que regresaron?" pregunto mi madre.
"Nos contratasteis para llevarte Fratgh. Nuestro oficio podría no ser el mas digno, pero..."
"¡Nos abandonaron en la aldea!"
"El trato eran dos personas, no podíamos llevar a toda la aldea por un par de monedas"
Mi madre lo entendía, pero su rosto solo reflejaba su tristeza.
"Conozco un par de leñadores, podríamos descansar un poco con ellos" dijo el hombre.
La pausa había terminado, salimos del camino y nos abrimos paso entre el bosque hasta llegar a un pequeño claro donde estaba la cabaña.
No había nadie dentro, el grupo no le importo y paso a los aposentos y nosotros con ellos, solo dejaron un par de sus arcos en la entrada, avisando a los dueños nuestra llegada.
Pocos momentos después todo el grupo se encontraba dormido, el descanso fue breve, los leñadores estaban de regreso. Entraron bastante animados y su voces era tan gruesas que nadie en la habitación pudo continuar durmiendo.
"Hei!, Rodg, hacia añoj que no noj visitaban" decía el mas viejo de ellos
"De que habláis anciano, hace un par de meses estuvimos aquí"
"¿Me estaj desafiando enclenque?"
Todo el grupo empezó a reír.
"No estamos aquí para eso, de echo si no te importa, me gustaría que dejases descansar a mis clientes"
"Te bulaj en mi cara y aun así tienej la osadía de pedirme un favor?, debería degollarte muchacho"
El leñador apuntaba su hacha muy cerca del rostro del líder del grupo. Lo miro unos instantes a los ojos y carcajeo junto con el grupo.
"Vengan conmigo"
Nos condujo a una habitación donde había un par de camas cubiertas con pieles de oso, eran enormes, no podía imaginar como un par de viejos podían haber cazado semejantes criaturas, la zona de la cabeza cubría con facilidad todo mi torso.
Mi madre y yo ocupamos una sola de ellas y aun parecía ser demasiado. Solo uno de los integrantes del grupo decidió dormir en la otra cama.
El resto paso toda la tarde bebiendo y conversando con aquel par tan peculiar, lo sabia por que apenas podía dormir, en su lugar escuchaba los relatos que contaban. Acerca de escaramuzas y enfrentamientos.
Pero la fatiga era mas grande que mi curiosidad e inevitablemente caí profundamente dormido.
Era la primera ves en semanas que había conciliado el sueño de esa forma.


La noche volvía a caer y debíamos volver a la marcha, mis piernas aun dolían, pero no podíamos perder mas tiempo, el mas joven de los leñadores nos condujo de nuevo al camino y se despidió del grupo. La noche avanzaba rápidamente los arboles lucían cada vez mas pequeños, ese tenia que ser el final del bosque.
Rodg nos dijo que una ves saliéramos del bosque podríamos buscar una posada en una aldea cercana.
Por alguna extraña razón, la simple idea me daba ánimos en medio de la penumbra.
El sol se escurría entre los arboles, y pudimos visualizar el final del bosque, lo habíamos logrado, la parte mas difícil del camino había terminado.
Tome de la mano a mi madre y aliviados, sonreímos.
Pero los arqueros no lucían tranquilos, constantemente intercambiaban miradas y onservaban los alrededores.
"¿Que pasa?" pregunte
Se volvieron a mirar antes de que uno de ellos respondiera.
"En el oficio, cuando algo sale muy bien para ser cierto, significa que puede que no sea cierto del todo" respondió el mas alto entre ellos
"Tanta tranquilidad me pone de nervios" añadió el que compartiese la habitación con nosotros
"No lo entiendo, estamos por salir del bosque"
"Hemos cruzado el bosque incontables ocasiones y en cada una nos hemos ganado una cicatriz nueva, algo pasa y debemos estar preparados" concluyo Rodg.

Salimos del aquel lugar sin problemas y nos dirigimos a la posada prometida.
Una vez ahí tuvimos que intercambiar lo ultimo de nuestros víveres por una habitación donde apenas cabíamos. En esta ocasión los tres que no habían dormido la ultima vez, procedían a descansar.
Mi madre no podía mas con su atuendo y saco la paja de su ropa, pero su comezón no desaparecía.
Aquello me hacia mucha gracia. Me sentía aliviado de poder reír después de lo que había pasado.
Ella también se dispuso a dormir. Solo eramos yo y uno del grupo.
Durante ese tiempo apenas y nos dirigimos la palabra, solo respondía algunas preguntas que le hacia de vez en vez con curiosidad.
Solo podía imaginar con anhelo la ciudad de Fratgh, le pedí a dios que a partir de ese momento solo vinieran tiempos mejores.


Era un día nuevo y el grupo estaba listo para partir, y lo mas importante era que ya no teníamos que viajar de noche, después de aquel día en la cabaña me aterraba encontrarme en medio de la noche con algún oso.
Un escalofrió recorrió mi cuerpo, al imaginarme siendo devorado por alguna bestia de ese tamaño.
"¿Que es lo que piensas niño?" Me cuestionaba el hombre que había charlado conmigo.
Me invadía la vergüenza.
"Yo, esto, solo estaba..."
"No pensareis en atacarme de nuevo" Intervenía Rodg
"Lo siento por eso, no sabia que ustedes habían vuelto para ayudarnos"
"Hey chaval, no volvimos para ayudaros, solo hacemos nuestro trabajo"
Me sentí aliviado de que no me guardara ningún rencor, ser el blanco de un cazarecompenzas era lo ultimo que deseaba.

Las colinas que nos rodeaban delimitaban la frontera de Fratgh, ese seria el ultimo viaje junto a el cuarteto, no podía agradecerles lo suficiente por habernos protegido todo ese largo trayecto.
Mi madre no podía ocultar su felicidad.
Tras pasar la colina mas alta pudimos observar el gran rió Nills y el aun mas grande puente de Fratgh.
Ningún ejercito había intentado atacar la ciudad antes, ya que no solo era una ciudad amurallada, también tenia una excelente protección natural.
El destino era claro para aquellos que lo intentaran. Acabar muerto ante una lluvia de flechas.

El grupo se detuvo súbitamente.
"¿Que es lo que pasa?" pregunto mi madre
"¡SE ACERCAN!"
Los jinetes surgían entre la colinas, a la par las flechas de nuestros guardias que eran disparadas hacia los blancos. Pero solo un par de ellas acertaban y esas pocas terminaban en los caballos, el terreno era el menos indicado para los guerreros.
"¡NO SE SEPAREN!" nos advertía uno de ellos.
Pero era demasiado tarde, mi madre invadida por el miedo monto la carreta y avanzo a toda marcha hacia el puente.
Corrí hacia una roca para evitar ser blanco de alguno de los jinetes.
Mire hacia donde huía mi madre y veía como era abatida por una de las flechas enemigas.


Iracundo corrí hacia el cadáver mas cercano mientras un par de flechas quedaban clavadas a centímetros de mi posición, tome la lanza del guerrero y tan pronto gire la cabeza veía una imagen que me traía recuerdos, uno de los guerreros cabalgaba hacia mi y blandía su espada en dirección a mi cabeza, esta ves no tendría ayuda. Decidido hice mi ataque.
Mi lanza atravesó el pecho del guerrero. Mas no pude evitar el impacto de la espada.
Esta recorrió desde mi costado izquierdo hasta mi hombro derecho.
Para mi fortuna, no era un golpe letal, pero el dolor me impedía hacer movimientos bruscos.
Me levante con gran pesades y me hallaba cubierto de sangre.
Si bien mi herida no fue letal, perdía mucha sangre, tambaleante observaba la batalla.

El hombre con quien mas había conversado intentaba tapar la herida de muerte que tenia en el cuello, el mas alto yacía muerto no muy lejos de ellos. Rodg había terminado de ocupar todas sus flechas.
Solo combatía con una espada corta, con la que apenas podía evitar los ataques y el ultimo de sus hombres repartía guerra con cada una de sus ultimas flechas.

Uno de los guerreros aunque moribundo, se levanto y le enterró su puñal al ultimo de los hombres de Rodg. Seguí caminando lentamente, esta vez hacia el cuerpo de mi madre. Los jinetes ya no me atacaban, tal vez por mi estado decadente, por condolencia o tal vez para ver como moria desangrado.

Aun seguía viva, sonreí casi forzado.
"No morirás, no aquí" fueron las ultimas palabras de mi madre.
Dirigí la mirada nuevamente a la batalla. A Rodg le rodeaban mas de 30 jinetes.
Uno de ellos abandono su montura y le disparo una flecha a la pierna.
"¡Pudimos haber dominado Vastyrl juntos!" le dijo aquel hombre a Rodg
"Pudimos construir una cofradía, pero me abandonaste"
Rodg solo se retocia del dolor.
"Encima matasteis una docena de mis hombres hace un par de días, eramos hermanos, ahora solo serais un muerto mas"
Lanzo una ultima flecha al rostro del que había sido mi protector.
Quería aferrarme a las palabras de mi madre pero con los bandidos dirigiéndose hacia mi, y a punto de desmayarme era difícil mantener la esperanza.
El asesino de Rodg esta casi frente a mi.
 

Tyren Sealess

A fullmetal heart.
Hola, perdón por no comentar antes, este curso me está matando... Solo he leído los primeros textos (El Legado tendrá que esperar). Los fallos lo primero. He visto que utilizas mal la puntuación, por ejemplo, a veces no pones punto al final de las frases de un diálogo o insertas las acciones como acotaciones en un texto teatral en vez de interrupciones del diálogo. Explicaré esto último:
-La construcción de Yin (interrumpió de nuevo)
Eso debería ser:
- La construcción de Yin- interrumpió de nuevo.

Lo bueno: sabes expresarte muy bien. Tu estilo es simple y directo, bastante bueno para tratar temas como los tuyos de una manera más objetiva o argumentativa que artística. A mí me ha enganchado y recordado a Camus (Por el estilo, no por lo que expresas). Intentaré sacar tiempo para leer más cositas de aquí. ¡Sigue así!
 
Estado
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