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[Historia] Rojo y la irrupción del Equipo Dragón. [Cap. 2]

Jesusgba

El Joven Simulador
2-Entre la espesura se origina una nueva aventura
Rojo presentía que algo no andaba bien. Lentamente el grito de los pokémon comenzó a llegarle a sus oídos, parecían sufrir, como si estuvieran rogando por ayuda, sus desesperados ruegos se confundían con las ráfagas que agitaban las copas de los arboles; en el suelo, vio como poco a poco una suave neblina estaba tiñendo el terreno, el frío golpeó su rostro de pronto y sin previo aviso el viento se levantó alrededor, el muchacho cerró sus ojos pero no cesó sus pasos, se movía por instinto, impulsado por el deseo de descubrir que era aquello que estaba desencadenando tan peculiar acontecimiento. Cuando volvió a abrir sus ojos quedó sorprendido, se detuvo a contemplar el escenario, pero no había nada que ver, la niebla se volvió espesa y lo había engullido todo, el bosque quedó reducido a tenues sombras entre capas blanquecinas y el grito de los pokémon se vio convertido en apenas un susurro para terminar siendo sofocado al cabo de unos pocos segundos por aquellas paredes heladas.



Cada roca, cada árbol, cada obstáculo pasaba ante sus ojos a la velocidad de un rayo.



–¿Cómo va la cacería? –Se escuchó por el auricular.

–Hemos capturado una docena de Vibrava, hallamos algunos Ivysaur de buen tamaño, fue una sorpresa, no teníamos registros de esta especie tan al sur del continente, es un verdadero hallazgo. Nos hicimos con un par de decenas de Mudkip, Shroomish y Treecko, pero por desgracia la mayoría de los Swablu han huido apenas llegamos.

–No quiero que nada más se escape. –ordenó con voz lenta y rígida. –Atrapen todo, nos servirá.

–Por supuesto.



Se acerca, a toda velocidad, con su fuerza, dispuesto a defender el orden natural. Luchara, aunque se le vaya la vida en ello.



Usó el pokegear para ubicarse, no estaba lejos de la base de la montaña, siguió guiándose por el mapa y dio gracias a la última actualización que recibió por parte del profesor tan solo hace unos días, ambos habían estado haciendo un mapeo de todos los senderos del bosque. Las ráfagas heladas seguían llegando en oleadas, la fuerza de estas se incrementaba una tras otra y Rojo no paraba de preguntarse por lo que le esperaría tras superar la neblina y la violencia del viento.



–¿Qué han encontrado allí arriba?

–Hemos obtenido buenas cosas jefe, más de 15 Bagon y un par de Graveler mientras bajaban. El 2º escuadrón siguió camino a la cima y el 3º quedó capturando en el perímetro indicado.

–Bien hecho Lorea. –dijo mientras desplegaba una sonrisa de satisfacción.

–Es mi deber jefe. –afirmó secamente, pero orgullosa de su trabajo.

–¿El 5º escuadrón ya se encargó del pueblo?

–Están en eso, el reporte parcial indica que no han encontrado resistencia, pero tampoco nada de valor.

–Bien. Tomaré la nave, tienen todo bajo control aquí. Supervisaré la requisa del pueblo.



Su razón, enfocada únicamente en proteger el ambiente, al débil y a los corazones nobles. Su rugido, capaz de intimidar hasta al contrincante más poderoso. Su poder, capaz de detener la tormenta más violenta.

Se acerca...




Pronto la neblina se hizo menos espesa, su visión recobro distancia, el frío menguó, pero ya no volvió el grito de los pokémon.
Aunque el frió desaparecía, Rojo se encontró con pequeñas rocas de hielo desperdigadas por el camino, extremadamente inusual le resultó aquello, pues no era zona de nevadas ni tampoco era habitada por los pokémon tipo hielo. La verde hierba de primavera le cedió lugar a una fina película de cristal helado, los arboles ya no se movían, nada se movía, un silencio sepulcral se adueñó del lugar, el hielo se engrosaba a cada paso hasta que dejó de ser cristalino y se volvió de un tono verdoso profundo, prácticamente dominaba el bosque. Un susurro macabro le llegó de más adelante, sonaba enfadado. Rojo apresuro el paso hasta que la niebla quedo atrás por completo, las tiras de hielo se intercalaban con filas de árboles caídos, alcanzó a divisar 3 figuras de espalda, una de ellas flotaba por sobre un arbusto. Sin más ademán les gritó.
 
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