Registrarse

[Historia] Rojo y la irrupción del Equipo Dragón. [Cap. 3]

Jesusgba

El Joven Simulador
3-Se acerca…
–¡Deténganse! –ordenó Rojo.

Las tres figuras se detuvieron, alertados por semejante grito de alarma, voltearon a ver quién les había encontrado. Se miraron el uno al otro, parecieron sonreír de manera ingenua, un joven había interrumpido su tarea.

–¿Quieres encargarte de él? –le dijo una de estas figuras a la otra.

–Dalo por hecho –contestó de inmediato la otra. –Adelántate, enseguida los alcanzaré.

Sin otra respuesta, la figura sombreada siguió camino hasta perderse entre el bosque. Mientras, la que quedó, puso marcha, con paso confiado y lento, en dirección al joven.

–¿Qué están haciendo? –gritó Rojo. –¿Acaso no ven que están destruyendo el bosque? Rompen su armonía natural.

–Destruiremos mucho más que eso pequeño –pronuncio de manera pausada mientras salía de la densidad del follaje, su rostro y forma cobraron definición. No podía afirmarse que se tratara de una chica, tampoco de un chico, poseía una voz suave, aunque profunda, su serenidad denotaba total conciencia de sus actos. Su rostro portaba ojos remarcados, decorados con cejas rectas, casi finas, y sus labios se veían apenas morados, quizá producto del frío que este mismo había provocado. La vestimenta enteramente gris tapizaba un cuerpo delgado, aunque entrenado, y de altura promedio.

–¿Quién eres? –interrogó el joven.

Una sonrisa burlona fue todo lo que obtuvo de la otra persona.

–¿Quién eres? –volvió a repetir.

–Tu perdición, mocoso –respondió secamente. –¡Glalie, ventisca!

El pokémon salió de entre las sombras, sus ojos brillaban como cristales, su dentadura diabólica y su figura diamantina lo hacían lucir terriblemente amenazante. Enfocó su atención en el muchacho y tras un rugido, lanzo olas de viento helado contra él, acompañada de pequeños trozos de hielo que lo golpearon, una y otra vez como si de una ráfaga de balas se tratara. Rojo retrocedió, al tiempo que se cubría el rostro con sus brazos y lanzaba un quejido, producto del choque que lo congelaba y dañaba.

–Alto –se escuchó y el pokémon detuvo su accionar.

Rojo cayó al suelo, sus piernas entumecidas por el frío se habían dado por rendidas.

–Soy Magenta, recluta del Equipo Dragón –dijo la muchacha a modo de presentación al instante que extendía su mano en dirección a Rojo. –Tienes dos opciones, te retiras de aquí o serás aplastado –intimó mientras le señalaba.

–¡No me iré hasta saber qué está pasando! –le respondió a la joven, enfurecido.

–Muy bien. Glalie, usa envestida.

El pokémon, obediente, cargó contra el muchacho mientras este se ponía en pie. Su choque lo arrojó varios metros por el aire hasta que un árbol detuvo abrupta y dolorosamente su trayectoria. El grito proferido a causa del dolor fue tremendo.

–Ultima advertencia, corre o quedaras tendido sufriendo hasta la muerte.

–No… –el dolor le impedía respirar y dificultaba cualquier intento de articular una palabra. –No… no me iré hasta...

–Muy bien, así lo has elegido. ¡Glalie, rayo hielo!

Una vez más, el pokémon cargó contra Rojo.

Vio como un brillo cegador, helado, y cargado de muerte, era lanzado hacia él, sin poder moverse a causa del golpe anterior, sólo se dedicó a cerrar los ojos y esperar el trágico desenlace.

Escuchó la explosión, la sintió, pero no estaba muerto, ni herido. Volvió a abrir lentamente sus ojos, con temor, una nube, arremolinada, de polvo, hielo y hojas se había levantado a escasos metros y lo cubría todo. El ataque de Glalie había sido detenido. Algo, lo impactó. Cuando la nube de polvo se disipó, allí seguían Glalie y la recluta del Equipo Dragón, ambos con gesto de sorpresa pintadas en sus rostros ante lo ocurrido. Un rugido estrepitoso hizo eco en el sitio y rompió con aquella tensión. Todos dirigieron su atención al sitio de donde había provenido el sonido. Encima de Rojo, erguido sobre un risco de baja altura se encontraba la bestia. Blanca como la nieve, de pelaje sobrio y reluciente, ojos rojos como el fuego y de semblante severo.
 
Última edición:
Arriba