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[Historia] Rojo y la irrupción del Equipo Dragón. [Cap. 4]

Jesusgba

El Joven Simulador
4-Un nuevo despertar, desolado.

El miedo inundo a Magenta y Glalie, ambos paralizados y aún en shock sólo atinaron a retroceder lentamente. Absol arrojó un rugido y saltó hacia ellos, aterrizó sobre la hierba congelada, sus patas parecían no tocar el suelo, se deslizaba con total relajo, como quien sabe que domina la situación. Se acercó hasta escasos metros y cuando los tuvo cara a cara, lanzó viento cortante contra Glalie. El ataque resultó crítico, y el pokémon quedó vencido al instante. Magenta devolvió a Glalie a su pokebola y tras unos segundos congelada, por la intimidante mirada de Absol, se decidió por huir.

Rojo apenas pudo contemplar lo sucedido, su visión nublada y la falta de energía producto del daño recibido le impedían discernir con claridad los hechos.

Absol dio la vuelta, comenzó a caminar hacia Rojo. Olfateó al muchacho y arrojó un creciente aullido que se esparció por el bosque. Rojo, se desmayó.



Tibio, así se sentía, tibio y acogedor. Su percepción le decía que se encontraba a salvo, y ya no en el gélido bosque. Poco a poco fue recobrando la consciencia y sus sentidos fueron activándose. Despertó en el interior de una habitación, la estancia era acogedora. Con una chimenea en la pared enfrente de donde se encontraba, el fuego vivido hacía danzas sus cálidos pétalos de manera alegre y sonora, contra pared adyacente se encontraba un robusto escritorio de madera oscura, con una pila de carpetas y papeles encima. Una puerta terminaba de coronar la estancia, sólida y con un motivo rustico que le otorgaba una tenue señalación de hogar. Su ropa, reposaba limpia en una silla a su lado mientras él vestía una camiseta y pantalones blancos, muy finos, pero cálidos, lejos estaba de parecerse a la vestimenta de un hospital, pero algo le hacía recordar a ello. Se sentó sobre la cama y quedó escudriñando el lugar, nunca lo había visto antes, no sabía que era aquel sitio y tampoco por qué se encontraba allí.

–Has despertado, que bien.

–¿Cómo? –dijo Rojo y se volvió para observar a una joven de cabello ondulado bajo el marco de la puerta, ahora abierta. –¿Quién eres?

–Ven, te estábamos esperando.

Rojo siguió a la joven por un pasillo suavemente iluminado hasta llegar a una estancia del doble de la habitación, una hoguera encendida iluminaba todo el espacio y se colaba por parte del pasillo, dos sillones largos se alojaban a su alrededor y allí, sentados, se encontraban dos hombres, con la mirada perdida en el fuego.

–Bienvenido –dijo el más joven.

–Ohh muchacho –exclamó el mayor mientras se ponía de pie. –¿Cómo te encuentras?

–Bien –respondió Rojo, algo dubitativo. –¿Qué hago acá? ¿Quiénes son?

–Siamo la luce nell'ombra –susurró al tiempo que tomaba unos lentes del sillón y se los colocaba. –Disculpa. Me llamo Lorenzo, este joven es Neil y la bella señorita detrás es Victoria.

–Yo te encontré, estabas desmayado y bastante golpeado –mencionó la muchacha dando un paso adelante. –¿Cómo te encuentras? ¿te duele algo?

–No. No. Estoy bien, gracias –miró a los tres con gesto confuso. –¿Cómo me han encontrado?

–Íbamos detrás del Equipo Dragón –comenzó a decir Neil, pero Rojo lo interrumpió.

–¿Qué?

–Quienes –prosiguió Neil. –Los que te atacaron, son una organización delictiva que ha operado de manera invisible durante mucho tiempo, recientemente han cometido una serie de ataques, aquel día se dirigieron Pueblo Claro en busca de un objeto que necesitan para lograr su fin.

–¿Y ustedes? ¿Quiénes son?

–Investigadores, protectores de la naturaleza –respondió Neil con una sonrisa en su rostro.

–Supimos que el Equipo Dragón iría allí y los seguimos –dijo Lorenzo tomando la palabra–, y fuimos allí a detenerlos, pero llegamos tarde, destruyeron el pueblo, capturaron los pokémon de la zona y casi te matan, por suerte te encontramos antes de que suceda.

–Esperen –dijo Rojo en un tono confuso–, el pueblo. ¿Destruyeron el pueblo? ¿Qué ha sucedido?

–Estaban allí en busca de un objeto valioso, suponemos que lo encontraron y destruyeron todo a su paso.

–Mi hermano. Mi hermano se encontraba en el pueblo junto al profesor.

–No hemos encontrado a nadie –dijo Victoria, en tono apesumbrado. –Lo siento, sólo había quedado fuego y escombros; dos ancianos que derivamos al centro de salud de Ciudad Faro, pero ningún niño.

–No… no lo entiendo.

–Lo sentimos, son seres nefastos que sólo dejan destrucción en cada sitio que visitan.

–Será mejor que te sientes –le dijo Neil–, te traeré algo caliente de tomar.

–Iré a buscar un bocadillo –dijo Victoria y desapareció junto a Neil.

Un angustioso sentimiento de pérdida y una total confusión se apoderaron de Rojo. Mientras tomaba asiento, sus manos le comenzaron a temblar, no entendía nada de lo que le decían. Se preguntaba qué había pasado con Max mientras las lágrimas comenzaban a brotar lentamente de sus ojos, brillantes como la escarcha e igual de heladas.
 
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