Tyren Sealess
A fullmetal heart.
Me pediste un reto literario, y aquí está. Sé que esta no es mi mejor historia, pero es la que tengo a mano ahora mismo. Es parte de algo muy, muy grande que anda rondando mi mente estos días.
El rey de Then, que vivía en la Ciudadela de Engol, tenía a su servicio, como es natural, a un bufón. Este inteligente hombre era capaz de tocar cuatro instrumentos, hacer piruetas, malabares, prestidigitación y chistes con una facilidad pasmosa. En sus actuaciones le ayudaban su mujer y sus dos hijos. Estos eran gemelos, chico y chica, y ya a sus diez años parecían haber heredado el talento de su padre. Sin embargo, la chica prefería usar su memoria para aprender el arte de los médicos, algo de lo que en la familia era motivo de risa.
Llegó el día del cumpleaños del overlord de Puerto de Esandell, el segundo del rey, y este le mandó como regalo a su bufón y su familia, para que deleitaran a su súbdito con su mejor actuación.
Pero Puerto de Esandell es mucho más grande que la Ciudadela, y en ella hay más pobreza y menos honradez. Cuando la familia de bufones atravesaba en su carro los barrios más pobres, alguien prendió fuego a la madera, otro desató los caballos, un tercero rompió la puerta para entrar a desvalijar a los viajeros. El bufón y su mujer se resistieron para dar a sus hijos mellizos una oportunidad de escapar. Los niños se perdieron en la noche mientras sus padres viajaban a la noche eterna.
Pronto ambos encontraron su lugar: ella empezó a trabajar junto a un humilde sacerdote que curaba a los más desfavorecidos aprovechando sus conocimientos de medicina. Él empezó usando su habilidad de prestidigitador para vaciar los bolsillos de los más incautos. Un día estaba robando a un noble. Su bolsa estaba muy bien anudada, así que tomó la daga que llevaba el hombre al cinto para abrirla, cortando el cuero. El noble se dio cuenta de esto, y fue a gritar para que atraparan al ladrón. Pero el niño fue rápido, y le clavó la daga en el cuello. El hombre murió silenciosamente. A raíz de esto, se ganó una reputación, y pronto
era el
asesino a sueldo más efectivo y reclamado de los barrios bajos.
Seis años
después, ella era la mejor sanadora de los barrios bajos, y él, el mejor asesino. Todos querían su amistad. Se extendió el rumor de que eran mellizos, y a partir de eso, debido a sus tan distintas ocupaciones, se empezó a decir que a pesar de ser hermanos, se odiaban tanto que nunca se miraban a los ojos. Nada más lejos de la realidad. Vivían en la misma ruinosa casa, y cada noche contaban las monedas que habían ganado, y se ilusionaban cada vez más: querían volver a la Ciudadela de Engol a ofrecer al rey sus antiguos servicios y sus nuevos talentos. Finalmente reunieron el dinero, compraron dos caballos, y nunca se les volvió a ver en Puerto de Esandell.
Se unieron a una caravana, un gran grupo de personas, caballos y carros con los que compartían viaje y destino.
Todo parecía ir bien, hasta que un día u
hombre se cayó de su caballo. Cuando se levantó, todos vieron que las venas que se veían a través de su piel y sus labios eran del color del carbón. Además, sus ojos ya no decían nada. ¡Horror! ¡Era un Innombrable! ¡Morirían todos, y nadie podría hacer nada!
El ser de forma humana lanzó una onda de magia que mató a muchos e hirió a otros, como los gemelos. Después, el Innombrable empezó a pasear entre los cadáveres para rematar a los heridos. Los mellizos supieron que era su fin.
¿O no? La chica vio, asombrada, cómo la herida de su vientre se curaba y desaparecía. ¡Tenía la bendición de la magia! ¡Había esperanza! Puso sus manos sobre la piel de su hermano. Un dolor, el dolor que sentía él en ese instante, la atenazó, pero se fue rápido: la herida del joven se había cerrado.
Se levantaron y echaron a correr, pero el ser les vio y fue hacia ellos, rápido como el rayo. Entonces el joven le encaró. Sus iris, que habían sido grises, se volvieron negro noche, y con un movimiento de mano, hizo una ola de sombras que derribó al sorprendido ser. Pero no le hizo daño. Pocas eran las cosas que dañaban a un Innombrable.
Pero llegaron. ¡Llegaron! De un puñetazo, el ser salió volando, y en el aire, otro golpe le hizo precipitarse al suelo, donde fue atravesado por una espada llena de filigranas. ¡Allí estaban! ¡Eran los Eternos, esos tres magos poderosos e inmortales que habían sido benditos por los dioses y mataban a los Innombrables! ¡Los mellizos estaban salvados!
-Gracias- les dijo uno de los Eternos, un fornido hombre.- Sin vosotros, no habríamos llegado a tiempo.
- ¿Es secreto vuestro destino?- les preguntó un mago de ojos azul mar.
-No- respondió la joven.- Íbamos a la Ciudadela. Somos amigos, supongo, del rey.
-¿Y si os propongo otro lugar al que ir?- les dijo una pequeña de dorados cabellos.- Venid al Santuario.
Los mellizos se miraron. ¡Ir al Santuario! ¡Al hogar de los Eternos! ¡Era una invitación a unirse a los Eternos!
-¡Claro!- exclamaron al unísono.- ¡Iremos con vosotros!
Y fueron al Santuario, y bebieron el Tehíor, el líquido color zafiro que otorga la inmortalidad, y desde ese día fueron cinco los Eternos.
Cinco días, votos infinitos. ¡Suerte, @Master Brock!
El rey de Then, que vivía en la Ciudadela de Engol, tenía a su servicio, como es natural, a un bufón. Este inteligente hombre era capaz de tocar cuatro instrumentos, hacer piruetas, malabares, prestidigitación y chistes con una facilidad pasmosa. En sus actuaciones le ayudaban su mujer y sus dos hijos. Estos eran gemelos, chico y chica, y ya a sus diez años parecían haber heredado el talento de su padre. Sin embargo, la chica prefería usar su memoria para aprender el arte de los médicos, algo de lo que en la familia era motivo de risa.
Llegó el día del cumpleaños del overlord de Puerto de Esandell, el segundo del rey, y este le mandó como regalo a su bufón y su familia, para que deleitaran a su súbdito con su mejor actuación.
Pero Puerto de Esandell es mucho más grande que la Ciudadela, y en ella hay más pobreza y menos honradez. Cuando la familia de bufones atravesaba en su carro los barrios más pobres, alguien prendió fuego a la madera, otro desató los caballos, un tercero rompió la puerta para entrar a desvalijar a los viajeros. El bufón y su mujer se resistieron para dar a sus hijos mellizos una oportunidad de escapar. Los niños se perdieron en la noche mientras sus padres viajaban a la noche eterna.
Pronto ambos encontraron su lugar: ella empezó a trabajar junto a un humilde sacerdote que curaba a los más desfavorecidos aprovechando sus conocimientos de medicina. Él empezó usando su habilidad de prestidigitador para vaciar los bolsillos de los más incautos. Un día estaba robando a un noble. Su bolsa estaba muy bien anudada, así que tomó la daga que llevaba el hombre al cinto para abrirla, cortando el cuero. El noble se dio cuenta de esto, y fue a gritar para que atraparan al ladrón. Pero el niño fue rápido, y le clavó la daga en el cuello. El hombre murió silenciosamente. A raíz de esto, se ganó una reputación, y pronto
era el
asesino a sueldo más efectivo y reclamado de los barrios bajos.
Seis años
después, ella era la mejor sanadora de los barrios bajos, y él, el mejor asesino. Todos querían su amistad. Se extendió el rumor de que eran mellizos, y a partir de eso, debido a sus tan distintas ocupaciones, se empezó a decir que a pesar de ser hermanos, se odiaban tanto que nunca se miraban a los ojos. Nada más lejos de la realidad. Vivían en la misma ruinosa casa, y cada noche contaban las monedas que habían ganado, y se ilusionaban cada vez más: querían volver a la Ciudadela de Engol a ofrecer al rey sus antiguos servicios y sus nuevos talentos. Finalmente reunieron el dinero, compraron dos caballos, y nunca se les volvió a ver en Puerto de Esandell.
Se unieron a una caravana, un gran grupo de personas, caballos y carros con los que compartían viaje y destino.
Todo parecía ir bien, hasta que un día u
hombre se cayó de su caballo. Cuando se levantó, todos vieron que las venas que se veían a través de su piel y sus labios eran del color del carbón. Además, sus ojos ya no decían nada. ¡Horror! ¡Era un Innombrable! ¡Morirían todos, y nadie podría hacer nada!
El ser de forma humana lanzó una onda de magia que mató a muchos e hirió a otros, como los gemelos. Después, el Innombrable empezó a pasear entre los cadáveres para rematar a los heridos. Los mellizos supieron que era su fin.
¿O no? La chica vio, asombrada, cómo la herida de su vientre se curaba y desaparecía. ¡Tenía la bendición de la magia! ¡Había esperanza! Puso sus manos sobre la piel de su hermano. Un dolor, el dolor que sentía él en ese instante, la atenazó, pero se fue rápido: la herida del joven se había cerrado.
Se levantaron y echaron a correr, pero el ser les vio y fue hacia ellos, rápido como el rayo. Entonces el joven le encaró. Sus iris, que habían sido grises, se volvieron negro noche, y con un movimiento de mano, hizo una ola de sombras que derribó al sorprendido ser. Pero no le hizo daño. Pocas eran las cosas que dañaban a un Innombrable.
Pero llegaron. ¡Llegaron! De un puñetazo, el ser salió volando, y en el aire, otro golpe le hizo precipitarse al suelo, donde fue atravesado por una espada llena de filigranas. ¡Allí estaban! ¡Eran los Eternos, esos tres magos poderosos e inmortales que habían sido benditos por los dioses y mataban a los Innombrables! ¡Los mellizos estaban salvados!
-Gracias- les dijo uno de los Eternos, un fornido hombre.- Sin vosotros, no habríamos llegado a tiempo.
- ¿Es secreto vuestro destino?- les preguntó un mago de ojos azul mar.
-No- respondió la joven.- Íbamos a la Ciudadela. Somos amigos, supongo, del rey.
-¿Y si os propongo otro lugar al que ir?- les dijo una pequeña de dorados cabellos.- Venid al Santuario.
Los mellizos se miraron. ¡Ir al Santuario! ¡Al hogar de los Eternos! ¡Era una invitación a unirse a los Eternos!
-¡Claro!- exclamaron al unísono.- ¡Iremos con vosotros!
Y fueron al Santuario, y bebieron el Tehíor, el líquido color zafiro que otorga la inmortalidad, y desde ese día fueron cinco los Eternos.
Cinco días, votos infinitos. ¡Suerte, @Master Brock!