Sephiroth
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Radiohead - Kid A
La banda inglesa, más concretamente, originaria de Abingdon, Oxfordshire, se encorva sobre sus instrumentos. El lento pálpito/beat de Thom Yorke encima del piano, cantando, con los ojos parcialmente abiertos. Los hermanos Greenwood, uno de ellos pulsando suavemente el bajo y el otro tocando acordes que a primera vista podrían resultar disonantes en su Telecaster Plus; y no sólo: porque el multi instrumentalista británico también aprovecha sus dones en el gear, tocando sintetizadores.
Para mí, Radiohead es capaz de capturar el angst existencial de una manera brillante. No sólo eso, también la belleza: las canciones poseen una calidad catártica extremadamente extensa, y un monocromismo a veces puede parecer pesado, pero que refleja el lado más profundo y a la vez ligeramente aleatorio del grupo. Siempre me ha fascinado la temática tan pintoresca y a la vez distópica, tratando un futuro hipotético en el que la sociedad, ciñéndose sobre sí misma, pierde el control de su mente, y la tecnología toma las riendas de nuestro destino; su música se eleva sobre el suelo del cinismo apreciando las emociones más naturales del hombre. Lo que estoy a punto de decir tal vez suene estúpido o poco convincente, pero Kid A, cada vez que lo escucho, me hace sentir efímero, humano, de nuevo.
La banda inglesa, más concretamente, originaria de Abingdon, Oxfordshire, se encorva sobre sus instrumentos. El lento pálpito/beat de Thom Yorke encima del piano, cantando, con los ojos parcialmente abiertos. Los hermanos Greenwood, uno de ellos pulsando suavemente el bajo y el otro tocando acordes que a primera vista podrían resultar disonantes en su Telecaster Plus; y no sólo: porque el multi instrumentalista británico también aprovecha sus dones en el gear, tocando sintetizadores.
Para mí, Radiohead es capaz de capturar el angst existencial de una manera brillante. No sólo eso, también la belleza: las canciones poseen una calidad catártica extremadamente extensa, y un monocromismo a veces puede parecer pesado, pero que refleja el lado más profundo y a la vez ligeramente aleatorio del grupo. Siempre me ha fascinado la temática tan pintoresca y a la vez distópica, tratando un futuro hipotético en el que la sociedad, ciñéndose sobre sí misma, pierde el control de su mente, y la tecnología toma las riendas de nuestro destino; su música se eleva sobre el suelo del cinismo apreciando las emociones más naturales del hombre. Lo que estoy a punto de decir tal vez suene estúpido o poco convincente, pero Kid A, cada vez que lo escucho, me hace sentir efímero, humano, de nuevo.