Karlsetin
Leyenda de WaH
Titulo: Adventuras Fakemon
Autor: Calayax
Capítulos: 4/??
Persona Gramatical: Primera persona
Autor: Calayax
Capítulos: 4/??
Persona Gramatical: Primera persona
Para comenzar ésta es la historia en la que he trabajado para un futuro Hack que pienso llegar a construir en un futuro no muy lejano y la razón detrás del trabajo de Fakes que he llevado a cabo en mi galería. Por infortunios del destino el pendrive en el cual guardaba la cantidad de sprites que tenía realizados (Tenía más de los que llegué a subir aquí) se perdieron para siempre y tendré que hacerlos desde cero una vez más, lo que no me desmotiva del todo, pero me ha llevado a querer construir la historia en tanto para no sentir que tengo que repetir completamente el trabajo ya hecho.
Agradecimientos especiales a mi polola Nathalie y a @Tyren, por haberme subido el ánimo y ser grandes pilares en lo que constituye mi creatividad e inspiración del día a día, por ser dos grandes personas que se han vuelto paradojicamente fundamentales en mi vida en las mismas fechas. Además de ello agradecer a un gran amigo de la U llamado Luis, que me ha ayudado bastante con ideas para el Hack (y ahora historia) además de con diseños, ideas, y demases cosas del fakemundo.
Esta historia no sé de qué tildarla (Hay que ser honestos) se podría decir que es un fanfic, que es original, que es una imitación barata de una franquicia completamente innovadora llamada
Sin más que decir (ni ganas de que esta introducción sea más largo que la historia xd) me despido.
ADVENTURAS FAKEMON
Por Calayax
Historia:
Bitácora de Andrés.
El día previo al desembarco
Más de dos meses de viaje a bordo de éste pequeño barco para llegar al lugar que todos quieren poder llegar aunque sea una vez en sus vidas. Muchas leyendas urbanas rodean el misticismo de ésta isla perdida en el pacífico sur, hay quienes dicen que aquí habitan unas cuantas criaturas que no se pueden encontrar en ninguna otra parte de la Tierra. ¿El nombre de estas criaturas? En las historias que he oído en las tabernas de Valparaíso se ha hablado de ellas como los monstruos de Fake Corp. O el anglicanismo que hemos decidido adoptar, él de Fakemons. Hay tanto de mentira en las historias que hemos escuchado junto a Victor que no me atraía del todo la idea de conocer la isla, pero he de aceptar que el día que llegó la carta enviada por un tal Robert Windar invitándonos a formar parte de su equipo de investigación a cambio de grandes sumas de dinero, fama y poder… ¿Quién no habría de aceptar una oferta como aquella? No nos tomó demasiado el decidir que subiríamos al H.M.S Beagle en dirección a aquél misterioso fragmento del mundo.
Hoy, me he planteado continuamente la pregunta de si ha sido lo correcto, hombres de mar han caído en la locura diciendo oír en sus sueños el llamado del mar y que al abrir los ojos han visto a una misteriosa criatura danzar en torno a ellos, los vigías por su parte han hablado de un guerrero similar a un poderoso león que camina sobre las olas con un tridente de plata y marfil, y a pesar de que Victor y yo seamos dos personas bastante escépticas, hay algo en todo esto que nos llama a aceptarlo como verdad.
El capitán del barco nos ha indicado que al amanecer arribaremos hasta la famosa isla. ¿Qué nos deparará esta aventura? ¿Quién será Robert Windar? Ya a la distancia en éste último atardecer hemos podido contemplar con mayor exactitud aquél lugar al que nos dirigimos, se logra entrever una inmensa isla con dos enormes montañas y un pequeño y modesto puerto en la dirección en la cual nos dirigimos.
Dejaré la pluma a un lado para recostarme en el camarote y tomar la última incómoda siesta de éste casi eterno viaje.
El día previo al desembarco
Más de dos meses de viaje a bordo de éste pequeño barco para llegar al lugar que todos quieren poder llegar aunque sea una vez en sus vidas. Muchas leyendas urbanas rodean el misticismo de ésta isla perdida en el pacífico sur, hay quienes dicen que aquí habitan unas cuantas criaturas que no se pueden encontrar en ninguna otra parte de la Tierra. ¿El nombre de estas criaturas? En las historias que he oído en las tabernas de Valparaíso se ha hablado de ellas como los monstruos de Fake Corp. O el anglicanismo que hemos decidido adoptar, él de Fakemons. Hay tanto de mentira en las historias que hemos escuchado junto a Victor que no me atraía del todo la idea de conocer la isla, pero he de aceptar que el día que llegó la carta enviada por un tal Robert Windar invitándonos a formar parte de su equipo de investigación a cambio de grandes sumas de dinero, fama y poder… ¿Quién no habría de aceptar una oferta como aquella? No nos tomó demasiado el decidir que subiríamos al H.M.S Beagle en dirección a aquél misterioso fragmento del mundo.
Hoy, me he planteado continuamente la pregunta de si ha sido lo correcto, hombres de mar han caído en la locura diciendo oír en sus sueños el llamado del mar y que al abrir los ojos han visto a una misteriosa criatura danzar en torno a ellos, los vigías por su parte han hablado de un guerrero similar a un poderoso león que camina sobre las olas con un tridente de plata y marfil, y a pesar de que Victor y yo seamos dos personas bastante escépticas, hay algo en todo esto que nos llama a aceptarlo como verdad.
El capitán del barco nos ha indicado que al amanecer arribaremos hasta la famosa isla. ¿Qué nos deparará esta aventura? ¿Quién será Robert Windar? Ya a la distancia en éste último atardecer hemos podido contemplar con mayor exactitud aquél lugar al que nos dirigimos, se logra entrever una inmensa isla con dos enormes montañas y un pequeño y modesto puerto en la dirección en la cual nos dirigimos.
Dejaré la pluma a un lado para recostarme en el camarote y tomar la última incómoda siesta de éste casi eterno viaje.
Bitácora de Andrés.
Día 1
El gran día ha llegado, la noche transcurrió con dificultad, en mis sueños podía sentir una extraña presencia a mí alrededor y no dejo de pensar que se debió al haberme acostado con la idea de que pudieran ser reales las historias de los marineros, al abrir los ojos en aquél extraño sueño pude apreciar una extraña y borrosa forma. En vano busqué mis lentes en el velador, y cuando ya los pude encontrar y colocármelos la figura había desaparecido por completo, y sentí un frío invadir aquella habitación, permitiéndome notar que uno de los ojos de buey del barco se encontraba abierto, me levanté siguiendo el resplandor argento de la luna y pude apreciar allí por sobre las olas a la extraña criatura que los marineros contaban ver en sus sueños, allí parada en el horizonte sobre las olas del mar, con una barba y capa de espumas…
Cuando desperté Víctor me decía que ya habíamos arribado y que Robert Windar nos estaba esperando. Me vestí con rapidez sólo para descubrir que llevaba las gafas puestas, y nos dispusimos a abandonar aquél nido que había sido nuestro hogar los últimos dos meses. Pero a diferencia de aquél sentimiento que suele invadir a ciertas personas al abandonar algo que se ha vuelto un hogar yo no podía encontrarme más emocionado por abandonarlo, ahora podría tener una cama de verdad, con colchón y almohadas de verdad, comer comidas de verdad con horarios acordes a las necesidades de mi cuerpo, pues tener que encontrarme satisfecho con unas pocas raciones de comidas al día no ha sido de lo más gratificante, y sé que Víctor se da cuenta y por ello mismo suele recordarme que detrás de todo esto estará el dinero, el poder y la fama que tan lejos de nuestras tierras nos ha traído.
Al abandonar el barco creí me imaginaba que el señor Windar sería un hombre joven y lleno de vitalidad, no mucho mayor que Víctor y yo, que buscaba compañeros para realizar tan colosal aventura a través de ésta isla que ya llevaba unos tres años en boca de todos. Pero grande fue mi sorpresa al encontrarme con un hombre mayor, un hombre de unos cincuenta y pico años, de mirada seria y barba espesa, grande fue la sorpresa cuando nos dio la bienvenida y nos guió a su laboratorio ubicado sobre una colina y dominando toda aquella bahía. Los demás hombres del barco se dirigieron a las casas de madera levantadas junto al muelle para… bueno, ¿realmente es necesario decirlo?
Una vez en el laboratorio Robert Windar se presentó, nos señaló que él llevaba años trabajando en una teoría sobre la evolución en nuestro mundo, haciendo entender que no había forma en que realmente esta isla fuera parte de aquél. Explicándonos entonces que los Fakemons eran criaturas dotadas de una peculiar habilidad, la de transformarse en una nueva criatura saltándose de este modo las eras y todo el tiempo que pudiera haber costado a una criatura de nuestro mundo llegar a esa etapa. Él nos explicaba que en base a sus estudios podía llegar a teorizar que una inmensa bomba de poder podía hacer que las células de las criaturas tuvieran un desarrollo acelerado conocido como fakevolución, que permitiría pasar de un estado A a un estado B de un modo completamente sorprende, al punto de que aún ninguno de ellos hubiera podido apreciar el momento exacto de la fakevolución “Es como un haz de luz que te enceguece, y cuando has abierto los ojos te das cuenta que la criatura frente a ti ha cambiado por completo, y todo lo que creías saber de ella se vuelve nada”; pero eso no era realmente lo más sorprende de todo esto de la isla misteriosa perdida en el pacífico sur, ni tampoco lo más sorprendente de la investigación misma que deberíamos de llevar a cabo, sino que junto a esta peculiaridad habían criaturas que manifestaban extraños comportamientos, pero no quiso profundizar mayormente en el tema y prefirió enseñarnos a uno de estos fakemons… lo que tuve frente a mis ojos en ese momento parecía haber sido sacado de un cuento de fantasía…
El fakemon era literalmente una criatura de no más de 60 centímetros con forma de elefante, pero dos inmensas orejas similares a dos inmensas hojas completamente verdes que tenían su origen junto a los ojos de la criatura y por debajo de lo que parecía ser un casco de madera en su frente, su cola a su vez era larga y acababa en una hoja más pequeña y todo su cuerpo tenía una pigmentación verdosa que le daba un aspecto completamente digno de ser estudiado… No pude evitar acercarme y chequear si lo que veía estaba bien al entre subir mis gafas para comparar aquella imagen borrosa y verdosa con la, algo más nítida, forma de aquel elefante.
“Se trata de Hofanti, es un fakemon” fue lo único que nos dijo al vernos, tanto a mí como a Víctor, fascinados con la criatura. Cuando hubimos de terminar nuestros análisis de verosimilitud, oír a la criatura hacer sonidos completamente nuevos para nuestros oídos y comprobar que no era falsa, el señor Windar nos invitó a una habitación contigua. Allí sobre la mesa se encontraban dos peculiares criaturas, a las cuales el anfitrión sumó a la que recién nos había presentado. Junto al elefante se encontraba una criatura que era similar a un carnero, de porte similar y con el lomo lleno de brazas al vivo que parecía no quemarle, su pigmentación era anaranjada y sobre su frente parecían nacer dos pequeños cuernos. Junto a éste se encontraba, sobre sus patas traseras, una suerte de castor, por lo que parecían indicar tanto sus dientes como su cola ancha y escamosa. Llevaba lo que parecía ser un pantalón café y sobre su cadera, y el resto de su cuerpo, llevaban una pigmentación azulosa, lo que me hizo pensar que debía de ser una forma ideal de camuflaje, al ser una criatura de ambientes acuáticos. “Como mis invitados les permitiré que escojan a una de estas criaturas, la gente en esta zona del mundo aún no ha sido invadida por las restricciones de los animalistas del otro lado del mar, es más, aún son pocos los que conocen la ruta para llegar y aún menos los que se atreven a atravesar estas aguas para llegar hasta aquí, y es por ello que hay quienes gustan de usar a los fakemons para combatir”, de inmediato Víctor repitió aquella última palabra, entre signos de preguntas sin lograr comprender cómo sería aquello posible. “Bien, el tema es un tanto más serio” señaló entonces el hombre de cabello cano “Aquí es fácil morir, por ello es necesario tener quien te defienda, y hemos podido aprender que estas criaturas son bastante inteligentes, pudiendo asimilar sin grandes dificultades distintos trucos, como pueden ver las obviedades nos indican que cada criatura es más propensa a cierto tipo de trucos, de modo que las hay que controlan las llamas, que lanzan agua, que usan hojas y otras muchas y variadas clases de ataque y habilidades. Y claramente si ustedes trabajaran para mí en esta inmensa isla deberán de tener sus propios compañeros” La verdad, sonaba lógica la necesidad de un compañero, aunque nos fuera del todo ajena la idea de aquellos trucos, claro, habíamos experimentado peleas de gallos en el pasado, pero ¿Cuán diferente hubiera sido todos si aquellos gallos hubieran tenido integradas habilidades del todo extraordinarias? ¿Cómo hubiera sido si uno de aquellos hubiera podido lanzar llamaradas por doquier? La verdad es que todo hubiera sido mucho más diferente… Entonces miré a Víctor sin saber qué hacer, y él con una sonrisa en su rostro me invitaba a que fuera yo quien escogiera a mi compañero, así fue que pedí al señor Windar que Hofanti fuera para mí, entonces, Víctor se precipitó sobre el castor y Robert nos dijo que ambas habían sido buenas elecciones.
Pasamos el resto del día en aquel puerto. El lugar se llama Bahía Soledad, por alguna razón tenía un encanto maravilloso y a la vez melancólico, mientras iba anocheciendo la sombra de las montañas fueron cubriendo la bahía hasta que sólo existió el resplandor distante reflejado en las olas más lejanas.
Fue en esas últimas horas del día que nos sentamos para contemplar el mar, a mi lado se encontraba Hofanti recostado, mientras junto a Víctor y en posición completamente rígida, se encontraba aquél que Windar nos indicó que era Castagua. “¿Te imaginabas algo como esto?” me preguntó entonces, yo lo miré y negué con la cabeza “Hasta el momento en que los vi con mis propios ojos no lo hubiera podido creer” le indiqué.
No tardó en oscurecer y volvimos entre las luces de los faros al laboratorio de Robert Windar, acá él nos tenía el alojamiento preparado, por lo que ya mañana sabremos más de lo que tenemos por delante.
Ha sido un día largo para narrar y ya pesa sobre mí el deseo de dormir, Hofanti duerme enrollado en un colchón hecho a la medida, y todo me parece indicar que mañana será un día aún más largo y eterno de lo que ha sido éste primer día en la isla.
Día 1
El gran día ha llegado, la noche transcurrió con dificultad, en mis sueños podía sentir una extraña presencia a mí alrededor y no dejo de pensar que se debió al haberme acostado con la idea de que pudieran ser reales las historias de los marineros, al abrir los ojos en aquél extraño sueño pude apreciar una extraña y borrosa forma. En vano busqué mis lentes en el velador, y cuando ya los pude encontrar y colocármelos la figura había desaparecido por completo, y sentí un frío invadir aquella habitación, permitiéndome notar que uno de los ojos de buey del barco se encontraba abierto, me levanté siguiendo el resplandor argento de la luna y pude apreciar allí por sobre las olas a la extraña criatura que los marineros contaban ver en sus sueños, allí parada en el horizonte sobre las olas del mar, con una barba y capa de espumas…
Cuando desperté Víctor me decía que ya habíamos arribado y que Robert Windar nos estaba esperando. Me vestí con rapidez sólo para descubrir que llevaba las gafas puestas, y nos dispusimos a abandonar aquél nido que había sido nuestro hogar los últimos dos meses. Pero a diferencia de aquél sentimiento que suele invadir a ciertas personas al abandonar algo que se ha vuelto un hogar yo no podía encontrarme más emocionado por abandonarlo, ahora podría tener una cama de verdad, con colchón y almohadas de verdad, comer comidas de verdad con horarios acordes a las necesidades de mi cuerpo, pues tener que encontrarme satisfecho con unas pocas raciones de comidas al día no ha sido de lo más gratificante, y sé que Víctor se da cuenta y por ello mismo suele recordarme que detrás de todo esto estará el dinero, el poder y la fama que tan lejos de nuestras tierras nos ha traído.
Al abandonar el barco creí me imaginaba que el señor Windar sería un hombre joven y lleno de vitalidad, no mucho mayor que Víctor y yo, que buscaba compañeros para realizar tan colosal aventura a través de ésta isla que ya llevaba unos tres años en boca de todos. Pero grande fue mi sorpresa al encontrarme con un hombre mayor, un hombre de unos cincuenta y pico años, de mirada seria y barba espesa, grande fue la sorpresa cuando nos dio la bienvenida y nos guió a su laboratorio ubicado sobre una colina y dominando toda aquella bahía. Los demás hombres del barco se dirigieron a las casas de madera levantadas junto al muelle para… bueno, ¿realmente es necesario decirlo?
Una vez en el laboratorio Robert Windar se presentó, nos señaló que él llevaba años trabajando en una teoría sobre la evolución en nuestro mundo, haciendo entender que no había forma en que realmente esta isla fuera parte de aquél. Explicándonos entonces que los Fakemons eran criaturas dotadas de una peculiar habilidad, la de transformarse en una nueva criatura saltándose de este modo las eras y todo el tiempo que pudiera haber costado a una criatura de nuestro mundo llegar a esa etapa. Él nos explicaba que en base a sus estudios podía llegar a teorizar que una inmensa bomba de poder podía hacer que las células de las criaturas tuvieran un desarrollo acelerado conocido como fakevolución, que permitiría pasar de un estado A a un estado B de un modo completamente sorprende, al punto de que aún ninguno de ellos hubiera podido apreciar el momento exacto de la fakevolución “Es como un haz de luz que te enceguece, y cuando has abierto los ojos te das cuenta que la criatura frente a ti ha cambiado por completo, y todo lo que creías saber de ella se vuelve nada”; pero eso no era realmente lo más sorprende de todo esto de la isla misteriosa perdida en el pacífico sur, ni tampoco lo más sorprendente de la investigación misma que deberíamos de llevar a cabo, sino que junto a esta peculiaridad habían criaturas que manifestaban extraños comportamientos, pero no quiso profundizar mayormente en el tema y prefirió enseñarnos a uno de estos fakemons… lo que tuve frente a mis ojos en ese momento parecía haber sido sacado de un cuento de fantasía…
El fakemon era literalmente una criatura de no más de 60 centímetros con forma de elefante, pero dos inmensas orejas similares a dos inmensas hojas completamente verdes que tenían su origen junto a los ojos de la criatura y por debajo de lo que parecía ser un casco de madera en su frente, su cola a su vez era larga y acababa en una hoja más pequeña y todo su cuerpo tenía una pigmentación verdosa que le daba un aspecto completamente digno de ser estudiado… No pude evitar acercarme y chequear si lo que veía estaba bien al entre subir mis gafas para comparar aquella imagen borrosa y verdosa con la, algo más nítida, forma de aquel elefante.
“Se trata de Hofanti, es un fakemon” fue lo único que nos dijo al vernos, tanto a mí como a Víctor, fascinados con la criatura. Cuando hubimos de terminar nuestros análisis de verosimilitud, oír a la criatura hacer sonidos completamente nuevos para nuestros oídos y comprobar que no era falsa, el señor Windar nos invitó a una habitación contigua. Allí sobre la mesa se encontraban dos peculiares criaturas, a las cuales el anfitrión sumó a la que recién nos había presentado. Junto al elefante se encontraba una criatura que era similar a un carnero, de porte similar y con el lomo lleno de brazas al vivo que parecía no quemarle, su pigmentación era anaranjada y sobre su frente parecían nacer dos pequeños cuernos. Junto a éste se encontraba, sobre sus patas traseras, una suerte de castor, por lo que parecían indicar tanto sus dientes como su cola ancha y escamosa. Llevaba lo que parecía ser un pantalón café y sobre su cadera, y el resto de su cuerpo, llevaban una pigmentación azulosa, lo que me hizo pensar que debía de ser una forma ideal de camuflaje, al ser una criatura de ambientes acuáticos. “Como mis invitados les permitiré que escojan a una de estas criaturas, la gente en esta zona del mundo aún no ha sido invadida por las restricciones de los animalistas del otro lado del mar, es más, aún son pocos los que conocen la ruta para llegar y aún menos los que se atreven a atravesar estas aguas para llegar hasta aquí, y es por ello que hay quienes gustan de usar a los fakemons para combatir”, de inmediato Víctor repitió aquella última palabra, entre signos de preguntas sin lograr comprender cómo sería aquello posible. “Bien, el tema es un tanto más serio” señaló entonces el hombre de cabello cano “Aquí es fácil morir, por ello es necesario tener quien te defienda, y hemos podido aprender que estas criaturas son bastante inteligentes, pudiendo asimilar sin grandes dificultades distintos trucos, como pueden ver las obviedades nos indican que cada criatura es más propensa a cierto tipo de trucos, de modo que las hay que controlan las llamas, que lanzan agua, que usan hojas y otras muchas y variadas clases de ataque y habilidades. Y claramente si ustedes trabajaran para mí en esta inmensa isla deberán de tener sus propios compañeros” La verdad, sonaba lógica la necesidad de un compañero, aunque nos fuera del todo ajena la idea de aquellos trucos, claro, habíamos experimentado peleas de gallos en el pasado, pero ¿Cuán diferente hubiera sido todos si aquellos gallos hubieran tenido integradas habilidades del todo extraordinarias? ¿Cómo hubiera sido si uno de aquellos hubiera podido lanzar llamaradas por doquier? La verdad es que todo hubiera sido mucho más diferente… Entonces miré a Víctor sin saber qué hacer, y él con una sonrisa en su rostro me invitaba a que fuera yo quien escogiera a mi compañero, así fue que pedí al señor Windar que Hofanti fuera para mí, entonces, Víctor se precipitó sobre el castor y Robert nos dijo que ambas habían sido buenas elecciones.
Pasamos el resto del día en aquel puerto. El lugar se llama Bahía Soledad, por alguna razón tenía un encanto maravilloso y a la vez melancólico, mientras iba anocheciendo la sombra de las montañas fueron cubriendo la bahía hasta que sólo existió el resplandor distante reflejado en las olas más lejanas.
Fue en esas últimas horas del día que nos sentamos para contemplar el mar, a mi lado se encontraba Hofanti recostado, mientras junto a Víctor y en posición completamente rígida, se encontraba aquél que Windar nos indicó que era Castagua. “¿Te imaginabas algo como esto?” me preguntó entonces, yo lo miré y negué con la cabeza “Hasta el momento en que los vi con mis propios ojos no lo hubiera podido creer” le indiqué.
No tardó en oscurecer y volvimos entre las luces de los faros al laboratorio de Robert Windar, acá él nos tenía el alojamiento preparado, por lo que ya mañana sabremos más de lo que tenemos por delante.
Ha sido un día largo para narrar y ya pesa sobre mí el deseo de dormir, Hofanti duerme enrollado en un colchón hecho a la medida, y todo me parece indicar que mañana será un día aún más largo y eterno de lo que ha sido éste primer día en la isla.
Bitácora de Andrés.
Día 2: Mañana.
Admitiré que ha sido maravilloso poder volver a dormir en la suavidad de un colchón. Pero el día no trajo otra cosa que malas noticias. A primera hora Robert Windar nos explicó lo que en realidad tenemos que hacer en esta maldita isla, ¿Es que acaso creen que por dinero, poder y fama caminaré por todo este inmenso y peligroso lugar? ¡Quién mierda me creen! ¿Roald Amundsen? No soy un explorador, no soy un aventurero, sólo soy un hombre interesado en la biología, un ser curioso. ¡Yo que nunca hice deporte en mi vida y me veo envuelto en esta isla! Creí en vano que estar aquí sería lo mejor que me podría pasar, poder ver por mí lo que muchos sueñan con ver en sus vidas, admitiré que es un lugar hermoso pero no estoy hecho para ello, sólo soy una rata de laboratorio. He pensado estas horas en decirle a nuestro anfitrión que no cuente conmigo, que yo volveré a casa, pero puedo ver que a Víctor le emociona la idea de estar aquí, de ser unos pioneros en la exploración en terreno pero… ¿Y yo? ¿Cuándo pensaban decirnos que “investigar” no se trataba de estar en un laboratorio con las tecnologías más avanzadas del mundo? Crucé todo el maldito océano pacífico por dinero, poder y fama, ¡No para esto! Quisiera llegar y renunciar, volver a la seguridad de mi hogar, pero tengo claro que esto ha sido un viaje sin retorno, ahora que conozco que los fakemons son reales sé que no me será fácil poder partir lejos de aquí, además, en este poco tiempo he logrado encariñarme enormemente con Hofanti, quien me hizo compañía toda la mañana en mi caminata por la playa. Admito sin resentimiento que éste lugar es hermoso y tranquilo, la isla tiene un encanto único, unas montañas enormes de cimas nevadas, bosque eternos, aguas cristalinas de peces completamente nuevos para mí, pero el problema es precisamente que no sé si sea un lugar para mí… si tan sólo mi hermano estuviera en esta isla conmigo… sé que el sabría qué hacer, él fue siempre el que guiaba nuestras aventuras de pequeño, él fue siempre el valiente, el osado, el luchador… Él siempre fue mi ídolo…
Y yo aquí, en una playa de una isla paradisiaca, lamentándome porque mi mejor amigo prefirió quedarse en el laboratorio, con aquél que nos hizo promesas que de un modo u otro no cumplirá jamás, temo que aquí encuentre mi muerte y no pueda volver a casa, no pueda volver a ver a mi familia, no pueda llevar conmigo el dinero que tanta falta les hace, y no dejo de pensar que…
Ash… Hofanti ha empujado con su trompa mi brazo, por lo que ahora un manchón recorre la hoja, el pequeño me insiste para que juegue con él, creo que será mejor que deje este desahogo hasta aquí y acepte su invitación a jugar, tal vez así pueda liberar todo esto que recorre mi cuerpo, tal vez así pueda aclarar mis pensamientos y tomar una decisión de lo que haré.
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Día 2: Mañana.
Admitiré que ha sido maravilloso poder volver a dormir en la suavidad de un colchón. Pero el día no trajo otra cosa que malas noticias. A primera hora Robert Windar nos explicó lo que en realidad tenemos que hacer en esta maldita isla, ¿Es que acaso creen que por dinero, poder y fama caminaré por todo este inmenso y peligroso lugar? ¡Quién mierda me creen! ¿Roald Amundsen? No soy un explorador, no soy un aventurero, sólo soy un hombre interesado en la biología, un ser curioso. ¡Yo que nunca hice deporte en mi vida y me veo envuelto en esta isla! Creí en vano que estar aquí sería lo mejor que me podría pasar, poder ver por mí lo que muchos sueñan con ver en sus vidas, admitiré que es un lugar hermoso pero no estoy hecho para ello, sólo soy una rata de laboratorio. He pensado estas horas en decirle a nuestro anfitrión que no cuente conmigo, que yo volveré a casa, pero puedo ver que a Víctor le emociona la idea de estar aquí, de ser unos pioneros en la exploración en terreno pero… ¿Y yo? ¿Cuándo pensaban decirnos que “investigar” no se trataba de estar en un laboratorio con las tecnologías más avanzadas del mundo? Crucé todo el maldito océano pacífico por dinero, poder y fama, ¡No para esto! Quisiera llegar y renunciar, volver a la seguridad de mi hogar, pero tengo claro que esto ha sido un viaje sin retorno, ahora que conozco que los fakemons son reales sé que no me será fácil poder partir lejos de aquí, además, en este poco tiempo he logrado encariñarme enormemente con Hofanti, quien me hizo compañía toda la mañana en mi caminata por la playa. Admito sin resentimiento que éste lugar es hermoso y tranquilo, la isla tiene un encanto único, unas montañas enormes de cimas nevadas, bosque eternos, aguas cristalinas de peces completamente nuevos para mí, pero el problema es precisamente que no sé si sea un lugar para mí… si tan sólo mi hermano estuviera en esta isla conmigo… sé que el sabría qué hacer, él fue siempre el que guiaba nuestras aventuras de pequeño, él fue siempre el valiente, el osado, el luchador… Él siempre fue mi ídolo…
Y yo aquí, en una playa de una isla paradisiaca, lamentándome porque mi mejor amigo prefirió quedarse en el laboratorio, con aquél que nos hizo promesas que de un modo u otro no cumplirá jamás, temo que aquí encuentre mi muerte y no pueda volver a casa, no pueda volver a ver a mi familia, no pueda llevar conmigo el dinero que tanta falta les hace, y no dejo de pensar que…
Ash… Hofanti ha empujado con su trompa mi brazo, por lo que ahora un manchón recorre la hoja, el pequeño me insiste para que juegue con él, creo que será mejor que deje este desahogo hasta aquí y acepte su invitación a jugar, tal vez así pueda liberar todo esto que recorre mi cuerpo, tal vez así pueda aclarar mis pensamientos y tomar una decisión de lo que haré.
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Bitácora de Andrés.
Día 2: Al anochecer.
Ya lo he definido, no abandonaré por nada del mundo esta isla. Sé que es difícil de entender, de hecho para mí también, pero hay algo aquí que me hace sentir que es donde realmente debo estar. Hofanti ha sido de gran ayuda, pero la verdad fue la determinación de Víctor la que acabó por convencerme.
Todo comenzó en el momento en que vine a la habitación con la idea fija de que no quería ni podía aguantar un minuto más en éste lugar. Había vuelto a empacar lo poco y nada que saqué de mi maleta: la última foto familiar que tuve, antes de que mi padre partiera al viejo mundo y muriera en la guerra; la brújula que un día me dio mi hermano con la promesa de que me ayudaría a encontrar mi destino y en aquél momento giraba alocadamente sin ser capaz de decirme la dirección que debía de seguir; claramente una mente abierta a creer en el destino habría sido capaz de ver en aquél simple hecho una razón y justificación divina para decir que mi lugar estaba y estaría en la isla, pero para una mente escéptica como la mía aquello no se debía si no a una fuerte carga magnética… por lo tanto, ¿Esta isla posee un centro magnético idéntico al de los polos? La guardé en mi bolsillo y me dirigí fuera de la habitación, sin poder librarme de las incansables protestas de Hofanti, siendo entonces cuando en la puerta Víctor me detuvo.
“No dejaré que te vayas” me dijo “Esto puede ser lo mejor que nos ha pasado en nuestra vida y sé que ya podrás valorarlo” Le pedí que me dejara pasar y apoyó su mano en mi pecho, lo cual en ese momento me hizo enfadar, no me interesaba que en ese momento se hubiera acordado que existía. Entonces me dejó pasar y me desafió a una batalla fakemon, a fin de cuentas si algo estaba corroyendo mi curiosidad era el cómo sería tener una batalla fakemon, señalando que si yo ganaba podía decidir lo que haría a continuación, pero que si él lo hacía me quería aquí en la isla para poder surcar esta aventura juntos.
Acepté, no tenía nada que perder… qué va, tenía la posibilidad de hacer algo que muchos desearían poder hacer en un momento de su vida.
Luego me dirigí al laboratorio, allí estaba el detestable Windar con su sonrisa fingida, y nos hizo entregas de un brazalete completamente tecnológico y novedoso para mí. Al colocármelo se selló por completo y en la pantalla apareció una ficha en la que veía información acerca de mi y seis espacios, de los cuales uno sólo estaba ocupado apareciendo el nombre de Hofanti y una figura en miniatura de él.
“Se trata de sus nuevos Brazaletes De Alta Tecnología, o como me gusta abreviar; B.D.A.T, se trata de un dispositivo que les permitirá: reconocer, identificar y almacenar a los fakemons, así como otras tantas funciones que facilitarán su aventura a través de la isla. También al momento de luchar podrán ver a través de él la situación de su compañero, así como sus puntos fuertes y débiles.” No pude evitar sentirme maravillado al ver aquél BDAT en mi muñeca y su pantalla de unas tres por tres pulgadas que calzaban a la perfección con el tamaño de mi brazo.
Nos indicó todo lo necesario a su funcionamiento, hasta que al final fuimos al patio trasero del laboratorio donde se extendía un enorme estadio de tierra con grandes rocas dispersas por doquier, y nos señaló que aquél sería el lugar en que llevaríamos a cabo nuestra batalla fakemon.
Entonces nuestros compañeros se pusieron frente a nosotros en el campo de batalla e inmediatamente en el B.D.A.T apareció la imagen de Hofanti y la de Castagua, ambos con su vida completa.
“Ahora podrán ver en sus pantallas los trucos que conocen sus compañeros y ellas les permitirán dar las órdenes necesarias a la hora de pelear”
El doctor Windar se colocó en una silla para poder admirar mejor la batalla, y ya entorno a nosotros comenzaban a reunirse los marineros y aquella gente que trabajaba y vivía en Bahía Soledad.
“Será mejor que empieces” dijo Víctor. Mientras en la pantalla leía los títulos de dos trucos: Coletazo y Placaje.
¡Hofanti placaje! Grité con fuerza y comenzó a correr colocando su casco de madera por delante, mientras Víc gritaba que lo esquivara, por lo que su compañero se corrió del lugar donde estaba frenando de golpe la criatura vegetal ¡Hofanti coletazo! Grité, y antes de que Víctor pudiera reaccionar la fuerte cola de mi compañero golpeó con fuerza al suyo. ¡Hofanti placaje! ¡Castagua pistola de agua! Resonó junto a mi orden, pero mientras un potente chorro de agua colisionaba contra Hofanti pero esto no pudo evitar que el pequeño paquidermo llegara hasta el castor y lo empujara lejos. ¡Hofanti Coletazo! Grité nuevamente y mientras el castor caía el elefante dio un giro sobre su eje para golpear con toda la fuerza de su cola al rival.
El silencio invadió el campo de batalla. Windar se levantó de su silla sin comprender lo que había ocurrido, y en mi pantalla se señalaba que Castagua se encontraba debilitado. El murmullo rodeó a los presentes en el público y lo único que fui capaz de oír fue un “Está bien, si quieres irte vete” completamente invadido por el enfado de haber perdido. Por raro que parezca, en el momento de aquella batalla sentí que me encontraba completamente conectado con mi compañero, y antes de que pudiera alejar la vista de aquella pantalla en que veía como Hofanti había apenas sufrido daño, el mismo ya se había reunido conmigo y frotaba su cabeza contra mi pantalón mojándolo al instante.
No recibí ninguna felicitación, pero había algo en todos ellos que me demostraba que me miraban con respeto, y aquello no hizo sino hacerme sentir que había nacido para aquello. Por esto, si he de darle las gracias a la obstinación de Víctor, es que si no hubiera sido por aquél combate jamás hubiera descubierto esta dicha inmensa.
Por la mañana partiré en busca de aventuras, siguiendo los pasos de mi padre y hermano. Por la mañana iré junto a Hofanti y el B.D.A.T a investigar a las criaturas que aquí habitan. Por la mañana partiré solo, pues a Víctor le he destruido el orgullo al ver como perdía sin poder frenar a Hofanti, me cuesta creer que aquél que haya visto luchar sea el mismo que ahora duerme en su colchón circular. Pero claro, creo que lo mismo ha de pensar aquellos que me vieron a mí combatiendo. La vida nos da sorpresas y nos permite encontrar y descubrirnos a nosotros mismos en las situaciones más inesperadas.
Buenas noches.
Día 2: Al anochecer.
Ya lo he definido, no abandonaré por nada del mundo esta isla. Sé que es difícil de entender, de hecho para mí también, pero hay algo aquí que me hace sentir que es donde realmente debo estar. Hofanti ha sido de gran ayuda, pero la verdad fue la determinación de Víctor la que acabó por convencerme.
Todo comenzó en el momento en que vine a la habitación con la idea fija de que no quería ni podía aguantar un minuto más en éste lugar. Había vuelto a empacar lo poco y nada que saqué de mi maleta: la última foto familiar que tuve, antes de que mi padre partiera al viejo mundo y muriera en la guerra; la brújula que un día me dio mi hermano con la promesa de que me ayudaría a encontrar mi destino y en aquél momento giraba alocadamente sin ser capaz de decirme la dirección que debía de seguir; claramente una mente abierta a creer en el destino habría sido capaz de ver en aquél simple hecho una razón y justificación divina para decir que mi lugar estaba y estaría en la isla, pero para una mente escéptica como la mía aquello no se debía si no a una fuerte carga magnética… por lo tanto, ¿Esta isla posee un centro magnético idéntico al de los polos? La guardé en mi bolsillo y me dirigí fuera de la habitación, sin poder librarme de las incansables protestas de Hofanti, siendo entonces cuando en la puerta Víctor me detuvo.
“No dejaré que te vayas” me dijo “Esto puede ser lo mejor que nos ha pasado en nuestra vida y sé que ya podrás valorarlo” Le pedí que me dejara pasar y apoyó su mano en mi pecho, lo cual en ese momento me hizo enfadar, no me interesaba que en ese momento se hubiera acordado que existía. Entonces me dejó pasar y me desafió a una batalla fakemon, a fin de cuentas si algo estaba corroyendo mi curiosidad era el cómo sería tener una batalla fakemon, señalando que si yo ganaba podía decidir lo que haría a continuación, pero que si él lo hacía me quería aquí en la isla para poder surcar esta aventura juntos.
Acepté, no tenía nada que perder… qué va, tenía la posibilidad de hacer algo que muchos desearían poder hacer en un momento de su vida.
Luego me dirigí al laboratorio, allí estaba el detestable Windar con su sonrisa fingida, y nos hizo entregas de un brazalete completamente tecnológico y novedoso para mí. Al colocármelo se selló por completo y en la pantalla apareció una ficha en la que veía información acerca de mi y seis espacios, de los cuales uno sólo estaba ocupado apareciendo el nombre de Hofanti y una figura en miniatura de él.
“Se trata de sus nuevos Brazaletes De Alta Tecnología, o como me gusta abreviar; B.D.A.T, se trata de un dispositivo que les permitirá: reconocer, identificar y almacenar a los fakemons, así como otras tantas funciones que facilitarán su aventura a través de la isla. También al momento de luchar podrán ver a través de él la situación de su compañero, así como sus puntos fuertes y débiles.” No pude evitar sentirme maravillado al ver aquél BDAT en mi muñeca y su pantalla de unas tres por tres pulgadas que calzaban a la perfección con el tamaño de mi brazo.
Nos indicó todo lo necesario a su funcionamiento, hasta que al final fuimos al patio trasero del laboratorio donde se extendía un enorme estadio de tierra con grandes rocas dispersas por doquier, y nos señaló que aquél sería el lugar en que llevaríamos a cabo nuestra batalla fakemon.
Entonces nuestros compañeros se pusieron frente a nosotros en el campo de batalla e inmediatamente en el B.D.A.T apareció la imagen de Hofanti y la de Castagua, ambos con su vida completa.
“Ahora podrán ver en sus pantallas los trucos que conocen sus compañeros y ellas les permitirán dar las órdenes necesarias a la hora de pelear”
El doctor Windar se colocó en una silla para poder admirar mejor la batalla, y ya entorno a nosotros comenzaban a reunirse los marineros y aquella gente que trabajaba y vivía en Bahía Soledad.
“Será mejor que empieces” dijo Víctor. Mientras en la pantalla leía los títulos de dos trucos: Coletazo y Placaje.
¡Hofanti placaje! Grité con fuerza y comenzó a correr colocando su casco de madera por delante, mientras Víc gritaba que lo esquivara, por lo que su compañero se corrió del lugar donde estaba frenando de golpe la criatura vegetal ¡Hofanti coletazo! Grité, y antes de que Víctor pudiera reaccionar la fuerte cola de mi compañero golpeó con fuerza al suyo. ¡Hofanti placaje! ¡Castagua pistola de agua! Resonó junto a mi orden, pero mientras un potente chorro de agua colisionaba contra Hofanti pero esto no pudo evitar que el pequeño paquidermo llegara hasta el castor y lo empujara lejos. ¡Hofanti Coletazo! Grité nuevamente y mientras el castor caía el elefante dio un giro sobre su eje para golpear con toda la fuerza de su cola al rival.
El silencio invadió el campo de batalla. Windar se levantó de su silla sin comprender lo que había ocurrido, y en mi pantalla se señalaba que Castagua se encontraba debilitado. El murmullo rodeó a los presentes en el público y lo único que fui capaz de oír fue un “Está bien, si quieres irte vete” completamente invadido por el enfado de haber perdido. Por raro que parezca, en el momento de aquella batalla sentí que me encontraba completamente conectado con mi compañero, y antes de que pudiera alejar la vista de aquella pantalla en que veía como Hofanti había apenas sufrido daño, el mismo ya se había reunido conmigo y frotaba su cabeza contra mi pantalón mojándolo al instante.
No recibí ninguna felicitación, pero había algo en todos ellos que me demostraba que me miraban con respeto, y aquello no hizo sino hacerme sentir que había nacido para aquello. Por esto, si he de darle las gracias a la obstinación de Víctor, es que si no hubiera sido por aquél combate jamás hubiera descubierto esta dicha inmensa.
Por la mañana partiré en busca de aventuras, siguiendo los pasos de mi padre y hermano. Por la mañana iré junto a Hofanti y el B.D.A.T a investigar a las criaturas que aquí habitan. Por la mañana partiré solo, pues a Víctor le he destruido el orgullo al ver como perdía sin poder frenar a Hofanti, me cuesta creer que aquél que haya visto luchar sea el mismo que ahora duerme en su colchón circular. Pero claro, creo que lo mismo ha de pensar aquellos que me vieron a mí combatiendo. La vida nos da sorpresas y nos permite encontrar y descubrirnos a nosotros mismos en las situaciones más inesperadas.
Buenas noches.
Bitácora de Andrés.
Día 3
Desperté a eso de las diez de la mañana con la convicción de que abandonaría aquél lugar, pero antes de abandonar la Bahía Soledad, arreglé mis cosas y lo que consideré necesario para poder emprender la aventura: un saco de dormir, dos cambios de ropa, unas botellas con agua, un encendedor, mi bitácora, una pluma y un frasco de tinta, además de apoderarme del mapa que había en la habitación, claramente necesito de tener alguna referencia si no quiero perderme en la inmensidad de la isla. Luego me dirigí a la salida del laboratorio, Víctor ni siquiera apareció, y de Windar no hay mucho que pueda decir, simplemente me explicó que de tanto en tanto podría volver al laboratorio para reportar mis hallazgos, me he comportado diplomáticamente como si fuera mi objetivo en la vida realizar las investigaciones por aquél hombre mayor, aunque realmente primaba en mí el deseo de poder conocer y explorar la isla junto a Hofanti, conocer otras curiosas especies, y un día poder revelar todo esto al mundo para así hacer que estas maravillosas criaturas puedan estar al alcance de toda la humanidad.
Abandoné el lugar al medio día, mi partida desde Bahía Soledad fue completamente ajena a grandes demostraciones de afecto, nadie me despidió calurosamente, nadie se preocupó de desearme buena suerte, pero Hofanti con una marcha bastante pomposa demostraba poco a poco lo orgulloso que le hacía sentir alejarse de aquél lugar e ir internándose junto a mí al bosque, a través de un camino que según los mapas debía de llevarnos hasta el Campamento de los Troncos Gemelos, donde podría rehacerme de víveres y tomar algún descanso. Para ello tuve que seguir tomar el camino que me llevaría directo hasta la quebrada que conecta ambas montañas, luego debía tomar una desviación hacia el poniente, donde debía de encontrar el sitio al que me dirigiría.
Los primeros kilómetros, bajo un sol abrazador, fueron la parte más difícil del viaje, sentía como el calor se clavaba en mi piel, como el sudor caía por mi frente y mi espalda se iba convirtiendo en un charco de agua, la verdad era que emprender una aventura de éste tipo era realmente hacer un viaje complicado, pero era el paquidermo verde él que no me dejaba parar y seguía insistiendo en alejarnos más y más de la Bahía Soledad. Utilizando su casco para ir empujándome.
Pero el intenso calor hizo que terminara optando por internarme en el bosque junto a mi pequeño y verde amiguito, para poder así ser protegidos por la sombra de los árboles, pero al poco tiempo Hofanti comenzó a correr tras una pequeña criatura llena de espinas que me obligó a seguirle el paso lo mejor que podía, corriendo entre los inmensos y frondosos árboles.
Cuando llegué hasta él, Hofanti daba vueltas en torno a la criatura que cansada de huir se había enrollado del mismo modo que lo hacen los cuerpo espines, se notaba que la intensión del pequeño paquidermo era simplemente la de jugar, ¿pero cómo explicarle aquello a aquella pequeña e indefensa criatura? Tuve que alejar lo mejor que pude las insistencias de mi compañero y acariciar su nuca (justo bajo el casco) para que pudiera comenzar a relajarse y dejar de presionar a la espinosa criatura. Entonces me arrodillé junto a ella y comencé a disculparme en nombre de los dos, diciéndole que no era necesario que nos tuviera miedo. Al instante un sonido emitido desde la B.D.A.T hizo que mirara rápidamente la pantalla para encontrarme con el diseño de la criatura; su nombre era Espita, una criatura del tipo normal sin mayores habilidades que las típicas de un cuerpo espín.
Cuando volví la mirada hacia él pude ver que se había desenrollado motivado por la curiosidad del sonido que emitió el B.D.A.T. Hofanti había dejado de ser un problema al dejarse llevar por la caricia y el Espita se acercó para comenzar a oler el aparato. “Está bien pequeño, todo estará bien” recuerdo que le dije y se alegró con demasía aplastando su cuerpo esférico de treinta centímetros en torno a mi zapato. Por lo cual no tuve más remedio que sentarme a tomar un descanso en medio del bosque con ambos apoyados en mí, el uno sobre el zapato y el otro recostado sobre mi pierna. Escribo para no perder el hábito, sé que es de noche por los ruidos de las criaturas nocturnas que invaden la zona. Pero trataré de mantenerme despierto, pues no soy tonto y sé que estos lugares ocultan ciertos peligros.
Creo que sin haberlo querido me he hecho de un pequeño amigo espinoso, se acaba de mover en mi pierna para acomodarse. Creo que más allá de estar perdido en el bosque.
Día 3
Desperté a eso de las diez de la mañana con la convicción de que abandonaría aquél lugar, pero antes de abandonar la Bahía Soledad, arreglé mis cosas y lo que consideré necesario para poder emprender la aventura: un saco de dormir, dos cambios de ropa, unas botellas con agua, un encendedor, mi bitácora, una pluma y un frasco de tinta, además de apoderarme del mapa que había en la habitación, claramente necesito de tener alguna referencia si no quiero perderme en la inmensidad de la isla. Luego me dirigí a la salida del laboratorio, Víctor ni siquiera apareció, y de Windar no hay mucho que pueda decir, simplemente me explicó que de tanto en tanto podría volver al laboratorio para reportar mis hallazgos, me he comportado diplomáticamente como si fuera mi objetivo en la vida realizar las investigaciones por aquél hombre mayor, aunque realmente primaba en mí el deseo de poder conocer y explorar la isla junto a Hofanti, conocer otras curiosas especies, y un día poder revelar todo esto al mundo para así hacer que estas maravillosas criaturas puedan estar al alcance de toda la humanidad.
Abandoné el lugar al medio día, mi partida desde Bahía Soledad fue completamente ajena a grandes demostraciones de afecto, nadie me despidió calurosamente, nadie se preocupó de desearme buena suerte, pero Hofanti con una marcha bastante pomposa demostraba poco a poco lo orgulloso que le hacía sentir alejarse de aquél lugar e ir internándose junto a mí al bosque, a través de un camino que según los mapas debía de llevarnos hasta el Campamento de los Troncos Gemelos, donde podría rehacerme de víveres y tomar algún descanso. Para ello tuve que seguir tomar el camino que me llevaría directo hasta la quebrada que conecta ambas montañas, luego debía tomar una desviación hacia el poniente, donde debía de encontrar el sitio al que me dirigiría.
Los primeros kilómetros, bajo un sol abrazador, fueron la parte más difícil del viaje, sentía como el calor se clavaba en mi piel, como el sudor caía por mi frente y mi espalda se iba convirtiendo en un charco de agua, la verdad era que emprender una aventura de éste tipo era realmente hacer un viaje complicado, pero era el paquidermo verde él que no me dejaba parar y seguía insistiendo en alejarnos más y más de la Bahía Soledad. Utilizando su casco para ir empujándome.
Pero el intenso calor hizo que terminara optando por internarme en el bosque junto a mi pequeño y verde amiguito, para poder así ser protegidos por la sombra de los árboles, pero al poco tiempo Hofanti comenzó a correr tras una pequeña criatura llena de espinas que me obligó a seguirle el paso lo mejor que podía, corriendo entre los inmensos y frondosos árboles.
Cuando llegué hasta él, Hofanti daba vueltas en torno a la criatura que cansada de huir se había enrollado del mismo modo que lo hacen los cuerpo espines, se notaba que la intensión del pequeño paquidermo era simplemente la de jugar, ¿pero cómo explicarle aquello a aquella pequeña e indefensa criatura? Tuve que alejar lo mejor que pude las insistencias de mi compañero y acariciar su nuca (justo bajo el casco) para que pudiera comenzar a relajarse y dejar de presionar a la espinosa criatura. Entonces me arrodillé junto a ella y comencé a disculparme en nombre de los dos, diciéndole que no era necesario que nos tuviera miedo. Al instante un sonido emitido desde la B.D.A.T hizo que mirara rápidamente la pantalla para encontrarme con el diseño de la criatura; su nombre era Espita, una criatura del tipo normal sin mayores habilidades que las típicas de un cuerpo espín.
Cuando volví la mirada hacia él pude ver que se había desenrollado motivado por la curiosidad del sonido que emitió el B.D.A.T. Hofanti había dejado de ser un problema al dejarse llevar por la caricia y el Espita se acercó para comenzar a oler el aparato. “Está bien pequeño, todo estará bien” recuerdo que le dije y se alegró con demasía aplastando su cuerpo esférico de treinta centímetros en torno a mi zapato. Por lo cual no tuve más remedio que sentarme a tomar un descanso en medio del bosque con ambos apoyados en mí, el uno sobre el zapato y el otro recostado sobre mi pierna. Escribo para no perder el hábito, sé que es de noche por los ruidos de las criaturas nocturnas que invaden la zona. Pero trataré de mantenerme despierto, pues no soy tonto y sé que estos lugares ocultan ciertos peligros.
Creo que sin haberlo querido me he hecho de un pequeño amigo espinoso, se acaba de mover en mi pierna para acomodarse. Creo que más allá de estar perdido en el bosque.
Bitácora de Andrés.
Día 4:
Desperté a la mañana siguiente con los ambos compartiendo, el pequeño Espita se había colocado sobre el lomo de Hofanti y parecía ser que luego de aquella noche habían logrado limar sus diferencias hasta volverse dos buenos compañeros.
En éste ya segundo día fuera del laboratorio de Windar comencé a buscar el camino que me llevaría hasta el Campamento de los Troncos Gemelos, el bosque estaba plagado de todo tipo de criaturas, pero lo que llamó fuertemente mi atención es que en él no se encontraran moquitos u hormigas, o en sí, cualquier clase de insecto como hubiera sido posible encontrar en cualquiera de los países de América o del mundo. Pero la contrapartida a esto eran los poco peculiares insectos de la isla, de un tamaño mucho mayor y mucho más escurridizos, además de ser capaces de aprender las curiosas técnicas de los fakemons.
Internándome cada vez más en el bosque fui incapaz de saber a donde ir o con qué orientarme, el denso follaje no dejaba ver las montañas del centro de la isla, y como si fuera poco mi miedo a las alturas me jugaba en contra al no lograr atreverme subir a la copa de un árbol para ver mejor el panorama.
Fue por ello que el día se tradujo en una larga caminata en círculos junto a mis dos compañeros, hasta que la vi… Apareció de improviso y parecía encontrarse completamente segura de donde estaba y de lo que hacía.
- ¡Alto ahí! - gritó entonces la misteriosa chica con sus cabellos castaños cayendo sobre el lado izquierdo de su rostro y pudiendo notar su enorme red para cazar mariposas… creo que debían de ser mariposas muy… MUY grandes.
- ¿Qué quieres? – pregunté molesto, la verdad es que tener los pies latiendo y estar completamente perdido en un bosque inmenso no es nada agradable.
- ¿Es que acaso no es obvio? – dijo ella, poniendo por delante su B.D.A.T – Quiero una batalla fakemon – añadió con una inmensa y macabra sonrisa.
- Si eso quieres, te daré una lección – dije, la verdad es que encontrar a otra persona y poder tener la oportunidad de librar una nueva batalla eran dos cosas que me emocionaban bastante tras aquellas vueltas por el bosque.
- ¡Fuernaga, yo te elijo! – gritó la chica, y comenzó a materializarse ante mis ojos una criatura de uno metro, similar a un inmenso insecto de exoesqueleto anaranjado, con una cola que llevaba consigo un fuerte resplandor que al instante se transformó en una intensa llamarada, mientras las dos antenas que emergían de su frente terminaban en dos llamas vacilantes de mejor tamaño. En mi B.D.A.T inmediatamente se registraban los datos de la criatura, y en la pantalla aparecieron las imágenes de Hofanti y de Fuernaga, ambos fakemons con su vida completa.
- Hofanti ¡Ve! - Entonces me coloqué en posición de batalla e inmediatamente Hofanti adoptó la misma postura delante de mí, mientras el pequeño Espita se refugiaba detrás de mí. Hierba contra fuego… algo me decía que tenía las de perder en la batalla, pero la idea de utilizar a Espita no me parecía para nada razonable.
- ¿Qué te parece si le añadimos algo divertido? – dijo entonces la muchacha con un tono coquetón – El ganador se queda con eso – dijo apuntando detrás de mí, no necesitaba voltearme para darme cuenta que se refería al pequeño ser espinoso que se había unido a nosotros – Es muy raro encontrar uno como él, y de seguro pagarán bien en el mercado por uno de ellos -
- ¿Mercado? – pregunté extrañado. No lograba entender de que estaba ella hablando.
- Claro, el mercado, el lugar donde me darán unas cuantas monedas por esa criatura – dijo sonriente.
- ¿Y si me niego? – pregunté, la chica negó con la cabeza lentamente.
- Es una pena, pero no te puedes negar, si no es voluntariamente lo haré a la fuerza y sufrirás demasiado – hizo una pausa - Digamos que… esto de pelear es sólo para entretenerme, porque de una forma u otra ese fakemon que traes contigo será mío -
De inmediato el bicho naranja se abalanzó sobre Hofanti encendiendo sus brazos como dos ascuas dispuestas a consumirlo todo, de inmediato el paquidermo esquivó y los puños de la criatura chamuscaron el césped de la batalla.
Hofanti golpeó con su cola, pero el insecto retrocedió con gran rapidez para de un momento a otro lanzar una lluvia de pequeñas ascuas sobre mi compañero que comenzaron a afectar las hojas del mismo, y me apresuré a colocarme por delante de él antes de que la Fuernaga lograra su cometido, entonces el insecto se detuvo de golpe con el puño llameando junto a mi pecho y pudiendo sentir el fuerte ardor en mi piel pero negándose a dar el golpe final. Al otro lado oía a la chica que insistía con su orden, queriendo que el fakemon me asesinara y enfadándose en demasía por la rotunda negativa del insecto, y fue entonces que sentí su fuego desvanecerse.
La chica se acercó a él y lo golpeó con fuerza con su red mientras la criatura temblaba y jadeaba demostrando el miedo que la misma provocaba en él. Entonces empujado por el enojo me lancé contra ella en una tacleada que le hizo caerse de espalda sobre el pasto conmigo encima, por un momento… sólo un momento, hubiera deseado que ella fuera un chico para desfigurarle el rostro a puñetazos. En su lugar me levanté, ella se sentó en el suelo, miró a la Fuernaga y luego me miró a mí.
- Si lo quieres, quédatelo, es un debilucho – entonces la chica se levantó y comenzó a avanzar por el bosque.
Con la mano empuñada le vi partir, luego me acerqué a Hofanti para corroborar que estuviera bien, y vacié parte del agua de una botella sobre sus hojas. En base a la información de la B.D.A.T sus hojas se recuperarían, y mientras observaba a Hofanti vi como Espita corría hacia Fuernaga. Al instante me reuní con él, estaba recostado sobre un árbol, tenía una herida y se mostraba receloso, pero con un paño húmedo remojé la misma, gruñía en un tono que en verdad no mostraba más que sus intentos por mantenerse en la defensiva, y me hacía darme cuenta que no había tenido una vida para nada fácil, que de seguro había sido siempre tratado de igual manera por los humanos que había en la isla y por un segundo en mi mente cruzó la posibilidad de volverme un superhéroe, de proteger a las criaturas, de salvarlas de gente abusiva como aquella. Cuando me paré junto a Hofanti y Espita de lo único que fui capaz fue de ofrecerle una mano a quien, en cierto modo, le debía la vida. Aquél Fuernaga se mostró resentido a la idea, así que le di las gracias, le dejé una de mis botellas con agua mientras le decía que le daba las gracias, que si llegaba a querer estar en un equipo, podría unírsenos en nuestra aventura.
Ya han pasado algunas horas desde que aquello ocurrió, la luna se ha alzado desde el horizonte y entremedio de las hojas de los árboles es posible reconocer su luz. Espita y Hofanti se encuentran conmigo, y allá entre las hojas de los árboles me es posible identificar el fulgor anaranjado del Fuernaga, espero pueda confiar en nosotros.
Buenas noches.
Día 4:
Desperté a la mañana siguiente con los ambos compartiendo, el pequeño Espita se había colocado sobre el lomo de Hofanti y parecía ser que luego de aquella noche habían logrado limar sus diferencias hasta volverse dos buenos compañeros.
En éste ya segundo día fuera del laboratorio de Windar comencé a buscar el camino que me llevaría hasta el Campamento de los Troncos Gemelos, el bosque estaba plagado de todo tipo de criaturas, pero lo que llamó fuertemente mi atención es que en él no se encontraran moquitos u hormigas, o en sí, cualquier clase de insecto como hubiera sido posible encontrar en cualquiera de los países de América o del mundo. Pero la contrapartida a esto eran los poco peculiares insectos de la isla, de un tamaño mucho mayor y mucho más escurridizos, además de ser capaces de aprender las curiosas técnicas de los fakemons.
Internándome cada vez más en el bosque fui incapaz de saber a donde ir o con qué orientarme, el denso follaje no dejaba ver las montañas del centro de la isla, y como si fuera poco mi miedo a las alturas me jugaba en contra al no lograr atreverme subir a la copa de un árbol para ver mejor el panorama.
Fue por ello que el día se tradujo en una larga caminata en círculos junto a mis dos compañeros, hasta que la vi… Apareció de improviso y parecía encontrarse completamente segura de donde estaba y de lo que hacía.
- ¡Alto ahí! - gritó entonces la misteriosa chica con sus cabellos castaños cayendo sobre el lado izquierdo de su rostro y pudiendo notar su enorme red para cazar mariposas… creo que debían de ser mariposas muy… MUY grandes.
- ¿Qué quieres? – pregunté molesto, la verdad es que tener los pies latiendo y estar completamente perdido en un bosque inmenso no es nada agradable.
- ¿Es que acaso no es obvio? – dijo ella, poniendo por delante su B.D.A.T – Quiero una batalla fakemon – añadió con una inmensa y macabra sonrisa.
- Si eso quieres, te daré una lección – dije, la verdad es que encontrar a otra persona y poder tener la oportunidad de librar una nueva batalla eran dos cosas que me emocionaban bastante tras aquellas vueltas por el bosque.
- ¡Fuernaga, yo te elijo! – gritó la chica, y comenzó a materializarse ante mis ojos una criatura de uno metro, similar a un inmenso insecto de exoesqueleto anaranjado, con una cola que llevaba consigo un fuerte resplandor que al instante se transformó en una intensa llamarada, mientras las dos antenas que emergían de su frente terminaban en dos llamas vacilantes de mejor tamaño. En mi B.D.A.T inmediatamente se registraban los datos de la criatura, y en la pantalla aparecieron las imágenes de Hofanti y de Fuernaga, ambos fakemons con su vida completa.
- Hofanti ¡Ve! - Entonces me coloqué en posición de batalla e inmediatamente Hofanti adoptó la misma postura delante de mí, mientras el pequeño Espita se refugiaba detrás de mí. Hierba contra fuego… algo me decía que tenía las de perder en la batalla, pero la idea de utilizar a Espita no me parecía para nada razonable.
- ¿Qué te parece si le añadimos algo divertido? – dijo entonces la muchacha con un tono coquetón – El ganador se queda con eso – dijo apuntando detrás de mí, no necesitaba voltearme para darme cuenta que se refería al pequeño ser espinoso que se había unido a nosotros – Es muy raro encontrar uno como él, y de seguro pagarán bien en el mercado por uno de ellos -
- ¿Mercado? – pregunté extrañado. No lograba entender de que estaba ella hablando.
- Claro, el mercado, el lugar donde me darán unas cuantas monedas por esa criatura – dijo sonriente.
- ¿Y si me niego? – pregunté, la chica negó con la cabeza lentamente.
- Es una pena, pero no te puedes negar, si no es voluntariamente lo haré a la fuerza y sufrirás demasiado – hizo una pausa - Digamos que… esto de pelear es sólo para entretenerme, porque de una forma u otra ese fakemon que traes contigo será mío -
De inmediato el bicho naranja se abalanzó sobre Hofanti encendiendo sus brazos como dos ascuas dispuestas a consumirlo todo, de inmediato el paquidermo esquivó y los puños de la criatura chamuscaron el césped de la batalla.
Hofanti golpeó con su cola, pero el insecto retrocedió con gran rapidez para de un momento a otro lanzar una lluvia de pequeñas ascuas sobre mi compañero que comenzaron a afectar las hojas del mismo, y me apresuré a colocarme por delante de él antes de que la Fuernaga lograra su cometido, entonces el insecto se detuvo de golpe con el puño llameando junto a mi pecho y pudiendo sentir el fuerte ardor en mi piel pero negándose a dar el golpe final. Al otro lado oía a la chica que insistía con su orden, queriendo que el fakemon me asesinara y enfadándose en demasía por la rotunda negativa del insecto, y fue entonces que sentí su fuego desvanecerse.
La chica se acercó a él y lo golpeó con fuerza con su red mientras la criatura temblaba y jadeaba demostrando el miedo que la misma provocaba en él. Entonces empujado por el enojo me lancé contra ella en una tacleada que le hizo caerse de espalda sobre el pasto conmigo encima, por un momento… sólo un momento, hubiera deseado que ella fuera un chico para desfigurarle el rostro a puñetazos. En su lugar me levanté, ella se sentó en el suelo, miró a la Fuernaga y luego me miró a mí.
- Si lo quieres, quédatelo, es un debilucho – entonces la chica se levantó y comenzó a avanzar por el bosque.
Con la mano empuñada le vi partir, luego me acerqué a Hofanti para corroborar que estuviera bien, y vacié parte del agua de una botella sobre sus hojas. En base a la información de la B.D.A.T sus hojas se recuperarían, y mientras observaba a Hofanti vi como Espita corría hacia Fuernaga. Al instante me reuní con él, estaba recostado sobre un árbol, tenía una herida y se mostraba receloso, pero con un paño húmedo remojé la misma, gruñía en un tono que en verdad no mostraba más que sus intentos por mantenerse en la defensiva, y me hacía darme cuenta que no había tenido una vida para nada fácil, que de seguro había sido siempre tratado de igual manera por los humanos que había en la isla y por un segundo en mi mente cruzó la posibilidad de volverme un superhéroe, de proteger a las criaturas, de salvarlas de gente abusiva como aquella. Cuando me paré junto a Hofanti y Espita de lo único que fui capaz fue de ofrecerle una mano a quien, en cierto modo, le debía la vida. Aquél Fuernaga se mostró resentido a la idea, así que le di las gracias, le dejé una de mis botellas con agua mientras le decía que le daba las gracias, que si llegaba a querer estar en un equipo, podría unírsenos en nuestra aventura.
Ya han pasado algunas horas desde que aquello ocurrió, la luna se ha alzado desde el horizonte y entremedio de las hojas de los árboles es posible reconocer su luz. Espita y Hofanti se encuentran conmigo, y allá entre las hojas de los árboles me es posible identificar el fulgor anaranjado del Fuernaga, espero pueda confiar en nosotros.
Buenas noches.
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