Tyren Sealess
A fullmetal heart.
Pues eso, veía que esta zona llevaba tiempo sin usarse, por eso lanzo este reto. No pido que nadie lo acepte (?), sólo que la gente vote cuando mi contrincante haya respondido.
El cuerpo de Oren empezó a responderle, y echó a correr. El tigre, detrás de él, hizo lo mismo. Aunque el animal fuera más rápido, Oren giraba mejor. Así, se consiguió mantener a salvo un rato. Pero pronto se cansó, y su velocidad disminuyó. Enfiló una larga calle. El tigre cada vez se acercaba más a él, y supo que debería girar o morir. La única opción era una calle que se abría a la derecha. Todos sus instintos intentaron impedir que fuera por allí, pero era la calle o el tigre. Giró.
Y se chocó, literalmente, con su error. La "calle" no era más que un callejón sin salida. Sin escapatoria.
El gran tigre, sediento de sangre, entró al callejón bloqueando la única salida. Oren decidió resistir todo lo que pudiera. El tigre saltó a por él, abriendo las fauces. Oren tocó su antebrazo izquierdo, y los dientes del tigre se encontraron no con una presa, sino con un escudo hecho de luz rojiza. En el libro ponía que debía ser amarillo pálido, pero en ese momento era lo que menos preocupaba a Oren. Activó el símbolo de su otro antebrazo tocandolo con la mano: una hoja luminosa, pegada a su muñeca, y que surgía paralela al dorso de su mano. Brillaba con el mismo color de su escudo.
Se sintió como un gladiador en un circo romano y, por una vez, albergó alguna esperanza. El tigre, viendo que la presa no era tan fácil como en un primer momento hubiera pensado, lanzó un golpe con la zarpa. Oren lo bloqueó con el escudo.
Pero el animal estaba hecho de magia, no de carne, y por eso su golpe fue muy fuerte, mucho más de lo que algún verdadero tigre pudiera hacer jamás. Y el escudo se rompió y voló en pedazos que pronto se disolvieron. Oren Sylvan estaba muerto.
El cuerpo de Oren empezó a responderle, y echó a correr. El tigre, detrás de él, hizo lo mismo. Aunque el animal fuera más rápido, Oren giraba mejor. Así, se consiguió mantener a salvo un rato. Pero pronto se cansó, y su velocidad disminuyó. Enfiló una larga calle. El tigre cada vez se acercaba más a él, y supo que debería girar o morir. La única opción era una calle que se abría a la derecha. Todos sus instintos intentaron impedir que fuera por allí, pero era la calle o el tigre. Giró.
Y se chocó, literalmente, con su error. La "calle" no era más que un callejón sin salida. Sin escapatoria.
El gran tigre, sediento de sangre, entró al callejón bloqueando la única salida. Oren decidió resistir todo lo que pudiera. El tigre saltó a por él, abriendo las fauces. Oren tocó su antebrazo izquierdo, y los dientes del tigre se encontraron no con una presa, sino con un escudo hecho de luz rojiza. En el libro ponía que debía ser amarillo pálido, pero en ese momento era lo que menos preocupaba a Oren. Activó el símbolo de su otro antebrazo tocandolo con la mano: una hoja luminosa, pegada a su muñeca, y que surgía paralela al dorso de su mano. Brillaba con el mismo color de su escudo.
Se sintió como un gladiador en un circo romano y, por una vez, albergó alguna esperanza. El tigre, viendo que la presa no era tan fácil como en un primer momento hubiera pensado, lanzó un golpe con la zarpa. Oren lo bloqueó con el escudo.
Pero el animal estaba hecho de magia, no de carne, y por eso su golpe fue muy fuerte, mucho más de lo que algún verdadero tigre pudiera hacer jamás. Y el escudo se rompió y voló en pedazos que pronto se disolvieron. Oren Sylvan estaba muerto.
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