CrystalPoke
Muertao
Bueno, me he animado a hacer una pequeña historia de 'terror', fruto de mi aburrimiento. Al principio pensaba en hacerla corta, pero se me alargó un poco bastante 
, espero que os guste. (Se me da un poco mal redactar, las críticas son bienvenidas :awesome
FELIZ CUMPLEAÑOS
Algunos creen que todos los sucesos paranormales tienen su explicación científica, algunos creen que suceden por arte de magia como niño de 5 años que cree en Santa Claus, y otros sencillamente no creen en ellos. Yo "pertenecía" a ese último grupo, el de los escépticos. Nunca fuí tan tonto como para creer en fantasmas o en zombies, pero eso cambió de repente... en ese día del que quisiera que esta sea la última vez que me acuerdo de él.
Para no aburriros demasiado con mis batallitas, iré directo al grano:
Ese día, no era un día cualquiera. Era un día lluvioso, sí, pero sobre todo, era el 5 de Marzo, la fecha de mi cumpleaños. Sin embargo, el resfriado que había contraido unos 2 días atrás, todavía estaba vigente, y, a pesar de los medicamentos que tomé, parece que no hacían efecto alguno. Todavía padecía una fiebre muy alta, dolor muscular y escalofríos esporádicos. Aún así, mi cabezonería hizo que a pesar de eso, tratara de ignorarlo y disfrutar de este día.
Para no confundirnos, empezaremos desde la mañana de los hechos. "Biiip, biiip!". Era el despertador de mi móvil. Me había olvidado de que lo configuré para que sonara a las 10 de la mañana. A pesar de que me había acostado increíblemente pronto, todavía estaba muy cansado, y tuvieron que pasar al menos 15 minutos para que pudiese incorporarme. Con los ojos medio cerrados, extendí la mano izquierda hasta la mesilla. No parecía que pudiese llegar hasta el móvil, así que realizando un poco de esfuerzo, extendí, ahora sí, ambas manos y milagrosamente alcancé el móvil. Apagué la alarma y dejé mi móvil bajo la almohada. Trataba de levantarme, pero el sueño me podía, y sin poder aguantar la tentación, volví a apoyar la cabeza sobre la almohada y me puse a dormir otra vez.
"¡Scratch! ¡Scratch cratch cratch!" De no ser por ese ruido hubiera dormido unas horas más y hubiese perdido mucho más tiempo. Abrí los ojos bruscamente y dí un pequeño salto sobre mí mismo. Ya no me sentía tan cansado como antes, así que cogí el móvil de debajo de mi almohada y miré la hora. ¡Las 14:00! Maldita sea, había dormido más de la cuenta. Cabe destacar que tenía una irritación de garganta muy grave, quizás debida a que no había bebido nada ayer. Bebí un poco de agua para calmar la sed, pero sentía como si, figuradamente, el agua se evaporara en mi garganta. Más que calmar la sed, sentí que la garganta me quemaba todavía más que antes. Vale, mala idea. Me levanté de la cama con un pequeño gemido y abrí la puerta.
Justo como pensé, era mi gata la que hacía esos ruidos. Estaba arañando la puerta, seguramente porque quería que saliese ya de ahí. Mi gata emitió un pequeño maullido. "Hola, Kitty." - dije. El tono de mi voz sonaba más grave de lo que pensaba. Ya hasta parecía que estaba afónico. Y sí, Kitty era el nombre de mi gata. Cerré la puerta tras de mí y me dirigí a la del baño, la abrí y entré. Me miré al espejo, se me notaba mucho el cansancio realmente. Un consejo, no intentéis ligar con estas pintas. Puse el grifo y me lavé la cara, para después secármela con la toalla. Salí del baño, y mi gata me estaba esperando a la puerta. Volvío a maúllar. Intenté articular palabra pero ya me era imposible, parece que al final sí que estaba afónico.
Me dirigí a la cocina y me preparé el desayuno. Un desayuno simple, tampoco tenía mucha hambre, así que me hice unas tostadas y un té. Al darle un bocado a la tostada, volví a sentir irritación en mi garganta, y para colmo la tostada no me sabía a nada. Bebí un poco de té para ver si me sentaba mejor. ... ¡AH! Hubiera gritado si hubiese podido. Estaba tan atontado que me olvidé de que el té estaba ardiendo. Dejé que se enfriase unos 10 minutos. Mientras tanto, me puse a ver la tele. Pasado ese tiempo, volví a beber del té. Ah... Esta vez me sentaba un poco mejor. Me bebí la taza entera y recogí la mesa. Decidí que no podía estar así todo el día, no quería desaprovechar un día como este, así que me abrigué lo mejor que pude y salí a la calle. Ah, se me olvidó decir que antes de eso encerré a mi gata en su habitación para que no hiciera ninguna trastada.
En situaciones como estas, no favorece mucho vivir en el cuarto piso, sobre todo en un edificio sin ascensor. Al bajar las escaleras del Piso 1, pisé mal y tropezé con el escalón. Para mi desgracia, caí de bruces contra los demás escalones y me hice mucho daño. Para rematar la jugada, al intentar levantarme del suelo, me golpeé la cabeza contra la ventana (desafortunadamente estaba abierta de par en par) y me desmayé.
Cuando recuperé la consciencia, me encontraba... sí, en una cama. Pensé que todo había sido un sueño y que el resfriado se había ido por completo, y que ya podía disfrutar de mi cumpleaños al máximo. Pero desafortunadamente no es el caso. En realidad me encontraba en la cama de... un hospital. Al abrir los ojos me encontré con una silueta. Al estar todavía muy pachucho me asusté y dí un respingo. La silueta empezó a hablar: "No te preocupes, soy solo una enfermera. Seguro que no te debes acordar de nada. Uno de tus vecinos te encontró en el suelo, y al ver que estabas teniendo un derrame cerebral, llamó inmediatamente a la ambulancia. Tuviste suerte, un poco más de tiempo inconsciente y hubieras muerto. Han pasado 5 días desde aquello, sí que te ha costado despertarte. De todas formas, ya estás mejor y ya tienes el alta. Puedes volver a casa cuando quieras. Y por cierto... feliz cumpleaños." La enfermera se fue con una sonrisa en el rostro después de decir esto. Entonces me acordé. ¡Hace 5 días fue mi cumpleaños! ¡Y lo he malgastado estando en un maldito hospital! Entonces me acordé... de Kitty. Me acordé de que la había encerrado en su habitación, de que no vivía con mis padres, de que su cuenco de comida estaba vacío.
Me temí lo peor y me marché a casa lo más pronto que pude. Para colmo estaba lloviendo. Era un milagro que supiese el camino a casa.
Al llegar a la puerta del edificio, me acordé de algo. No llevaba las llaves cuando salí. Estúpido. "¿Ahora cómo voy a entrar?" - pensé. Logré visualizar a alguien dentro del edificio. Toqué la puerta con el puño e hice un gesto para indicar que me abriese. Se acercó lentamente y la abrió. "Muchas grac..." - lo que interrumpió mi frase fue algo... díficil de explicar. Quien quiera que me abrió la puerta, no estaba. Era físicamente imposible que fuese tan veloz como para desaparecer 1 segundo después. Pero eso me daba igual en ese momento. Me importaba llegar a mi piso. Así que subí las escaleras.
Os estaréis preguntando: "Espera, si sigues sin tener las llaves, ¿cómo vas a entrar?". Bueno, mientras subía las escaleras tenía como una especie de presentimiento, de que el mismo que me abrió la puerta del edificio me abriría la de mi piso. Y pasó algo parecido. Nada más llegar al piso 4 la puerta se abrió misteriosamente. Normalmente estaría asustado, pero al contrario, estaba feliz de que algo o alguien me abría la puerta. Entré a toda pastilla al salón, dejé mi abrigo en el sofá y abrí la puerta de la habitación de Kitty. Como suponía, no la podía ver a simple vista. Miré debajo de la cama, en su caja de arena, en las estanterías, tanto las de abajo como las de arriba, nada. A pesar de que me temía lo peor, una especie de felicidad se apoderaba de mí, y me empujó directo a la cocina. Como si alguien me obligara, cogí la comida de gato, la puse en un cuenco y lo dejé donde siempre lo dejaba. Por algún motivo, tenía la esperanza de que saliera de donde quiera que estuviese escondida para comer. Bueno, desearía no haberla tenido.
Me giré y me dispuse a salir de la habitación, cuando oí un maullido a mis espaldas. Era el de mi gata, lo reconocía perfectamente. Me dí la vuelta. Efectivamente, era ella. Con paso lento se acercó al cuenco y empezó a comer. Aunque a ella no le gustaba que la acariciara mientras comía, esta situación lo requería. Extendí la mano para acariciarla. Inexplicablemente, mi mano... ¡atravesó su cuerpo! ¡Como si de un fantasma se tratara! Solté un grito ahogado. Mi gata dejó de comer y se fijó en mí. Yo estaba paralizado por lo que estaba ocurriendo, no podía mover ni un músculo. Y ahí no acaba todo. Se apagaron las luces. Espera, ¿qué luces? Eran las 3 de la tarde. Era como si el sol mismo se hubiese apagado. Dudaba de que fuese un eclipse.
Los ojos de Kitty se iluminaron de un rojo vivo (ocurre siempre que apago las luces, al menos un suceso "normal"). Yo seguía inmóvil, y Kitty soltó un último maullido, éste un poco distorsionado, que hizo que se me congelasen las venas. Para acabar con mi tortura, el "fantasma" se desvaneció y las luces volvieron.
Epílogo:
No sé si todo lo que ha ocurrido ha sido una broma pesada de alguien, producto de mi imaginación o... un suceso paranormal. Lo único que sé es que desde ese día me ví obligado a tomar calmantes y anti-depresivos. A veces, cuando estoy en casa, puedo oír el maullido de Kitty proveniente de su habitación. Bueno, de lo que era su habitación. Ahora solo la uso para guardar o esconder cosas.
, espero que os guste. (Se me da un poco mal redactar, las críticas son bienvenidas :awesomeFELIZ CUMPLEAÑOS
Algunos creen que todos los sucesos paranormales tienen su explicación científica, algunos creen que suceden por arte de magia como niño de 5 años que cree en Santa Claus, y otros sencillamente no creen en ellos. Yo "pertenecía" a ese último grupo, el de los escépticos. Nunca fuí tan tonto como para creer en fantasmas o en zombies, pero eso cambió de repente... en ese día del que quisiera que esta sea la última vez que me acuerdo de él.
Para no aburriros demasiado con mis batallitas, iré directo al grano:
Ese día, no era un día cualquiera. Era un día lluvioso, sí, pero sobre todo, era el 5 de Marzo, la fecha de mi cumpleaños. Sin embargo, el resfriado que había contraido unos 2 días atrás, todavía estaba vigente, y, a pesar de los medicamentos que tomé, parece que no hacían efecto alguno. Todavía padecía una fiebre muy alta, dolor muscular y escalofríos esporádicos. Aún así, mi cabezonería hizo que a pesar de eso, tratara de ignorarlo y disfrutar de este día.
Para no confundirnos, empezaremos desde la mañana de los hechos. "Biiip, biiip!". Era el despertador de mi móvil. Me había olvidado de que lo configuré para que sonara a las 10 de la mañana. A pesar de que me había acostado increíblemente pronto, todavía estaba muy cansado, y tuvieron que pasar al menos 15 minutos para que pudiese incorporarme. Con los ojos medio cerrados, extendí la mano izquierda hasta la mesilla. No parecía que pudiese llegar hasta el móvil, así que realizando un poco de esfuerzo, extendí, ahora sí, ambas manos y milagrosamente alcancé el móvil. Apagué la alarma y dejé mi móvil bajo la almohada. Trataba de levantarme, pero el sueño me podía, y sin poder aguantar la tentación, volví a apoyar la cabeza sobre la almohada y me puse a dormir otra vez.
"¡Scratch! ¡Scratch cratch cratch!" De no ser por ese ruido hubiera dormido unas horas más y hubiese perdido mucho más tiempo. Abrí los ojos bruscamente y dí un pequeño salto sobre mí mismo. Ya no me sentía tan cansado como antes, así que cogí el móvil de debajo de mi almohada y miré la hora. ¡Las 14:00! Maldita sea, había dormido más de la cuenta. Cabe destacar que tenía una irritación de garganta muy grave, quizás debida a que no había bebido nada ayer. Bebí un poco de agua para calmar la sed, pero sentía como si, figuradamente, el agua se evaporara en mi garganta. Más que calmar la sed, sentí que la garganta me quemaba todavía más que antes. Vale, mala idea. Me levanté de la cama con un pequeño gemido y abrí la puerta.
Justo como pensé, era mi gata la que hacía esos ruidos. Estaba arañando la puerta, seguramente porque quería que saliese ya de ahí. Mi gata emitió un pequeño maullido. "Hola, Kitty." - dije. El tono de mi voz sonaba más grave de lo que pensaba. Ya hasta parecía que estaba afónico. Y sí, Kitty era el nombre de mi gata. Cerré la puerta tras de mí y me dirigí a la del baño, la abrí y entré. Me miré al espejo, se me notaba mucho el cansancio realmente. Un consejo, no intentéis ligar con estas pintas. Puse el grifo y me lavé la cara, para después secármela con la toalla. Salí del baño, y mi gata me estaba esperando a la puerta. Volvío a maúllar. Intenté articular palabra pero ya me era imposible, parece que al final sí que estaba afónico.
Me dirigí a la cocina y me preparé el desayuno. Un desayuno simple, tampoco tenía mucha hambre, así que me hice unas tostadas y un té. Al darle un bocado a la tostada, volví a sentir irritación en mi garganta, y para colmo la tostada no me sabía a nada. Bebí un poco de té para ver si me sentaba mejor. ... ¡AH! Hubiera gritado si hubiese podido. Estaba tan atontado que me olvidé de que el té estaba ardiendo. Dejé que se enfriase unos 10 minutos. Mientras tanto, me puse a ver la tele. Pasado ese tiempo, volví a beber del té. Ah... Esta vez me sentaba un poco mejor. Me bebí la taza entera y recogí la mesa. Decidí que no podía estar así todo el día, no quería desaprovechar un día como este, así que me abrigué lo mejor que pude y salí a la calle. Ah, se me olvidó decir que antes de eso encerré a mi gata en su habitación para que no hiciera ninguna trastada.
En situaciones como estas, no favorece mucho vivir en el cuarto piso, sobre todo en un edificio sin ascensor. Al bajar las escaleras del Piso 1, pisé mal y tropezé con el escalón. Para mi desgracia, caí de bruces contra los demás escalones y me hice mucho daño. Para rematar la jugada, al intentar levantarme del suelo, me golpeé la cabeza contra la ventana (desafortunadamente estaba abierta de par en par) y me desmayé.
Cuando recuperé la consciencia, me encontraba... sí, en una cama. Pensé que todo había sido un sueño y que el resfriado se había ido por completo, y que ya podía disfrutar de mi cumpleaños al máximo. Pero desafortunadamente no es el caso. En realidad me encontraba en la cama de... un hospital. Al abrir los ojos me encontré con una silueta. Al estar todavía muy pachucho me asusté y dí un respingo. La silueta empezó a hablar: "No te preocupes, soy solo una enfermera. Seguro que no te debes acordar de nada. Uno de tus vecinos te encontró en el suelo, y al ver que estabas teniendo un derrame cerebral, llamó inmediatamente a la ambulancia. Tuviste suerte, un poco más de tiempo inconsciente y hubieras muerto. Han pasado 5 días desde aquello, sí que te ha costado despertarte. De todas formas, ya estás mejor y ya tienes el alta. Puedes volver a casa cuando quieras. Y por cierto... feliz cumpleaños." La enfermera se fue con una sonrisa en el rostro después de decir esto. Entonces me acordé. ¡Hace 5 días fue mi cumpleaños! ¡Y lo he malgastado estando en un maldito hospital! Entonces me acordé... de Kitty. Me acordé de que la había encerrado en su habitación, de que no vivía con mis padres, de que su cuenco de comida estaba vacío.
Me temí lo peor y me marché a casa lo más pronto que pude. Para colmo estaba lloviendo. Era un milagro que supiese el camino a casa.
Al llegar a la puerta del edificio, me acordé de algo. No llevaba las llaves cuando salí. Estúpido. "¿Ahora cómo voy a entrar?" - pensé. Logré visualizar a alguien dentro del edificio. Toqué la puerta con el puño e hice un gesto para indicar que me abriese. Se acercó lentamente y la abrió. "Muchas grac..." - lo que interrumpió mi frase fue algo... díficil de explicar. Quien quiera que me abrió la puerta, no estaba. Era físicamente imposible que fuese tan veloz como para desaparecer 1 segundo después. Pero eso me daba igual en ese momento. Me importaba llegar a mi piso. Así que subí las escaleras.
Os estaréis preguntando: "Espera, si sigues sin tener las llaves, ¿cómo vas a entrar?". Bueno, mientras subía las escaleras tenía como una especie de presentimiento, de que el mismo que me abrió la puerta del edificio me abriría la de mi piso. Y pasó algo parecido. Nada más llegar al piso 4 la puerta se abrió misteriosamente. Normalmente estaría asustado, pero al contrario, estaba feliz de que algo o alguien me abría la puerta. Entré a toda pastilla al salón, dejé mi abrigo en el sofá y abrí la puerta de la habitación de Kitty. Como suponía, no la podía ver a simple vista. Miré debajo de la cama, en su caja de arena, en las estanterías, tanto las de abajo como las de arriba, nada. A pesar de que me temía lo peor, una especie de felicidad se apoderaba de mí, y me empujó directo a la cocina. Como si alguien me obligara, cogí la comida de gato, la puse en un cuenco y lo dejé donde siempre lo dejaba. Por algún motivo, tenía la esperanza de que saliera de donde quiera que estuviese escondida para comer. Bueno, desearía no haberla tenido.
Me giré y me dispuse a salir de la habitación, cuando oí un maullido a mis espaldas. Era el de mi gata, lo reconocía perfectamente. Me dí la vuelta. Efectivamente, era ella. Con paso lento se acercó al cuenco y empezó a comer. Aunque a ella no le gustaba que la acariciara mientras comía, esta situación lo requería. Extendí la mano para acariciarla. Inexplicablemente, mi mano... ¡atravesó su cuerpo! ¡Como si de un fantasma se tratara! Solté un grito ahogado. Mi gata dejó de comer y se fijó en mí. Yo estaba paralizado por lo que estaba ocurriendo, no podía mover ni un músculo. Y ahí no acaba todo. Se apagaron las luces. Espera, ¿qué luces? Eran las 3 de la tarde. Era como si el sol mismo se hubiese apagado. Dudaba de que fuese un eclipse.
Los ojos de Kitty se iluminaron de un rojo vivo (ocurre siempre que apago las luces, al menos un suceso "normal"). Yo seguía inmóvil, y Kitty soltó un último maullido, éste un poco distorsionado, que hizo que se me congelasen las venas. Para acabar con mi tortura, el "fantasma" se desvaneció y las luces volvieron.
Epílogo:
No sé si todo lo que ha ocurrido ha sido una broma pesada de alguien, producto de mi imaginación o... un suceso paranormal. Lo único que sé es que desde ese día me ví obligado a tomar calmantes y anti-depresivos. A veces, cuando estoy en casa, puedo oír el maullido de Kitty proveniente de su habitación. Bueno, de lo que era su habitación. Ahora solo la uso para guardar o esconder cosas.
