Digamos que estrictamente el suicidio es una opción. Es algo a lo que cualquier persona puede optar. Desear acabar con la vida de uno mismo puede derivarse de procesos diferentes y no siempre entrañan un peligro real o una patología previa. Dependiendo de la capacidad que una persona tenga para hacer frente a las adversidades existirá también mayor o menor malestar interno. A partir de un determinado nivel de malestar, el pensamiento de la muerte puede tener un efecto apaciguador. Se asemejaría al alivio de estar dormido y no sentirse mal, y por tanto, no se vive la alternativa con especial angustia. La persona que se siente de este modo, puede compartir su deseo de morir con familiares y amigos, pero normalmente sin mostrarlo como una amenaza.